domingo, 13 de septiembre de 2009

HISTORIAS DE «EL PATA» (III).

La mayor afición de El Pata, además de machacar a los alumnos para alimentar su enfermizo ego, era el teatro. Tanto amaba las artes escénicas que casi todo su tiempo libre lo dedicaba a la dirección de su propio grupo de aficionados. Recorría toda la provincia, e incluso hacía incursiones por el resto de Castilla, representado obras de corte muy diverso: desde teatro clásico hasta obras de Alfonso Paso o, antes de que estuvieran tan de moda como actualmente, musicales. Con la dificultad que supone para un grupo modesto añadir a su repertorio canciones interpretadas por ellos mismos aunque fuera, como hacían en ocasiones, en autoplayback. Hay que reconocer que se le daba bien. En el colegio representaron obras como Los ladrones somos gente honrada y Cinco minutos nada menos y fue desternillante. Me encantó.


Utilizando su posición de poder y su estarfalario sentido de la ética, reclutaba miembros de su compañía en el aula. Al comenzar el curso en primero de BUP siempre pedía voluntarios y, claro, no había demasiados chavalines en sus cabales que estuvieran dispuestos a pasar más tiempo del estrictamente necesario en compañía de semejante tipo. Por tanto, para completar el minúsculo grupo que conseguía en un primer intento -los menos por afición y los más, sencillamente, por peloteo-, recultaba a otros, obligándoles porque sí a presentarse el sábado en el salón de actos del colegio. La mayoría de estos galeotes se resignaba a una condena de cuatro o más años y el resto buscaba excusas como la asistencia a catequesis o entrenamientos a través del preceptivo justificante que El Pata no siempre aceptaba. Eso sí, siempre existía alguno más espabilado que, en las pruebas escénicas a que les sometían (cantar, recitar una poesía, bailar...) lo hacía lo peor posible o, incluso, rompía alguna cosa, no fuera a ser que le designara como técnico de algo o mozo de carga.

De esta forma, en cada clase tenía uno o más siervos teatrales, aunque a alguno siguiera sin conocerle por su verdadero nombre, y no dudaba en
usar los periodos lectivos para ultimar los planes que tenía en mente para su troupe.

De hecho, tras completar la lista de ausentes en clase, solía continuar con un «En lo referente a la cuestión dramática, recuerdo a los señores interesados que...». Y a continuación lo que tuviera en mente.


En otras ocasiones, y aunque sólo faltaran dos meses para la Selectividad, nos obligaba a aprendernos canciones en inglés de musicales como Los miserables o El violinista en el tejado para después preguntarlas de memoria en el examen o, mejor aún, obligar al que mejores notas tuviera a cantarlas en clase con interpretación incluida.

Cuando la actuación de la víctima de turno no le satisfacía, sin pensárselo dos veces pasaba a ilustrarle
histriónicamente cómo debía hacerlo. Para ello, incluso se sentaba en una mesa mientras daba taconazos con las dos piernas -buena y mala- en el pupitre adjunto en una improvisada clase de baile teatral.

El antiguo director,
también profesor de inglés y conocido como El Masca -dejo a los lectores adivinar el por qué- era un fraile muy estricto que cuando tenía tiempo libre se paseba por los pasillos para comprobar que se mantenía el orden y, cuando no era así, sacaba del aula sin titubear al profesor responsable para reprenderlo y, después, a los alumnos. En ocasiones llegó a despedir a algún profesor a mitad de curso.

Un día, El Masca, abrió súbitamente la puerta del aula y sorprendió a El Pata en plena sesión de estruendoso zapateo. Se puso blanco y sólo acertó a decir:

-¡Ah! Eres tú.

Cerró la puerta y se marchó sin más. El Pata y él no se dirigían la palabra y, sin embargo, El Masca nunca se atrevió a meterle en vereda ni descargó su cólera contra él. Siempre me he preguntado por qué ningún director se decidió a apretarle las tuercas.

7 comentarios:

Al Neri dijo...

Personaje curioso. En mi cole también había un profesor muy zumbao (y muy rogelio) que le molaba el teatro y organizaba historias de esas. A mí la gente de las compañías de teatro me pone un poco en guardia...

Explique de donde viene lo de "El masca", hombre...

Aprendiz dijo...

Me ha recordado a una maestra de mi colegio apasionada también del teatro, la tía no era tan rara como El Pata, pero tenía una mala leche que ni ella se soportaría, en los ensayos de los teatros daba unos gritos que hacía a las pobres niñas llorar.

No me extraña que el tío fuera como cuentas, si hasta los directores le tenían miedo...


Yo supongo que lo de El Masca será porque siempre iría mascando chicle o quizás porque tuviera una especie de antifaz tipo David Meca y de máscara se pasara a Masca... no se me ocurre otra cosa.

Pedro dijo...

En mi cole el "masca" era sencillamente el "más cabrón". ¿Va por ahí?

"Pata" friend dijo...

Se me ocurre que con todas estas anegggdotas, el Subdirector del Banco Arus podria protagonizar una serie tv, pongamos por titulo "sin patas no hay paraiso". En el papel de un malvado subdirector de colegio que compite contra un humilde profesor de inglés por el afecto del alumnado.

EL FRANCOTIRADOR dijo...

Señor subdirector,enhorabuena por haber sobrevido a semejante personaje.

Anónimo dijo...

¿Para cuando la proxima entrega de "El Pata"?

El Subdirector del Banco Arús dijo...

Pues tiene razón Pedro. Pero lo curioso es que este hombre lo sabía y le hacía gracia.

En breve, la próxima entrega. No se asusten; no queda mucho.