martes, 26 de julio de 2016

DOS CATEGORÍAS

Definitivamente los españoles pueden dividirse en dos grandes grupos en función de su actitud y grado de permeabilidad hacia las nuevas tecnologías: los que al pronunciar Whatsapp acentúan la primera "a" y los que acentúan la segunda.  

domingo, 24 de julio de 2016

REYES Y BUFONES



“Tomó nota de que las revistas que estaban a su disposición eran recientes, abrió un ejemplar de Liberal y le dio tiempo a leer el editorial, en el que Arve Støp opinaba que la voluntad de los políticos de participar en programas de entretenimiento para «hablar de sí mismos» y hacer el payaso era la victoria final de las clases populares, con el pueblo en el trono y el político como bufón.

"El muñeco de nieve" (Jo Nesbø, 2007)

jueves, 21 de julio de 2016

EL GOLPE (FALLIDO) DE TURQUÍA


Mi tendencia crónica (creo que cada vez más atenuada) al maniqueísmo siempre me ha llevado a tratar de posicionarme rápidamente sobre cualquier acontecimiento político internacional, por muy complejo que sea. Con el tiempo me he dado cuenta de que esto es una idiotez porque si ya es difícil enterarse de quiénes son los buenos y los malos, los justos y los injustos, en nuestro propio país, ya ni te cuento en Palestina, en Oriente Medio, en el Congo o en cualquier lugar recóndito con parámetros históricos, sociales y culturales opuestos a los nuestros.

Pero no soy el único atacado por el come-come de tomar partido. Cada vez que se monta un pollo incomprensible allende nuestras fronteras, tertulianos televisivos, políticos, enteradillos, compañeros de trabajo, colegas de barra y señoras de la limpieza se esfuerzan en hilar una versión simplista de lo sucedido en la que no quede duda de quiénes son los héroes y quiénes los villanos. El cine es que ha hecho mucho daño... 

Pero a mí me encanta analizar el proceso intelectual que nos lleva a adoptar una postura definida ante sucesos que no entendemos ni papa acaecidos en naciones de las que solo conocemos el nombre y que a veces no sabríamos ni situar en un mapa.

Un ejemplo estupendo es el del intento de golpe de estado en Turquía de la semana pasada.

En un resumen un poco para tontos, podríamos decir que una facción del ejército otomano, defensor desde los tiempos de Atatürk del laicismo del estado, la secularización de la sociedad, la europeización de Turquía y el liberalismo, se ha alzado contra el presidente Erdogán, líder del AKP, un islamista autoritario y conservador, poco amigo del parlamentarismo, que reivindica las raíces culturales de su patria y practica un doble juego con la Unión Europea y con el yihadismo, al que hace el caldo gordo sutilmente. Bueno, y del gülenismo hablamos otro día porque ya es liar mucho la madeja.

Esta última semana, tanto los periodistas como los partidos políticos y las personas de mi entorno más próximo han ido pronunciándose sobre esta rebelión, basándose en distintos criterios que podríamos dividir en tres grandes bloques:

- Quienes basan su postura en los intereses económicos y políticos de la Unión Europea y, por extensión de España. Esta corriente de opinión simpatiza en general con los rebeldes y con Fetullah Gülen, fundador del llamado “Opus Dei islámico”, por entender que el triunfo del levantamiento habría convertido a Turquía en un socio europeo más seguro y en un tapón eficaz contra el Estado Islámico. Yo a alguno de estos les he preguntado cuándo, por qué y en qué circunstancias podemos estar entonces a favor de un golpe de estado, y, aunque ninguno me ha respondido claramente, me temo que defenderían o condenarían un cuartelazo exclusivamente en función sus opiniones políticas.

- Los que se basan solamente en criterios de legalidad. Condenan el golpe al considerar que, al margen de las ideas y objetivos del AKP y del ejército, el gobierno de Erdogán está avalado por la Constitución y por las urnas. En mi opinión los que piensan así son los más necios, los que menos entienden los resortes de la política. A uno de estos lumbreras le pregunté ayer si le habría parecido justa una rebelión popular contra Hitler después de que este ganara las elecciones alemanas en 1933 y me ha dicho que en ese caso, sí. ¡Solo faltaba, hombre!

 - Los que ven el asunto desde una óptica patriótica o nacionalista intentando ponerse en la piel de los turcos. Creen que si ellos fueran turcos estarían con el AKP, que, a grandes rasgos, encarna la defensa de la independencia y la identidad de Turquía frente a un ejército traidor, europeizante y tibio en lo religioso. Su simpatía con Erdogán no implica, evidentemente, comunión con el confesionalismo islámico ni con el yihadismo, pero sí con su patriotismo y su tradicionalismo. Esta es una postura muy minoritaria pero presente en algunos ambientes patriotas.

Difícil, ¿verdad?

viernes, 8 de julio de 2016

¿POR QUÉ MI BLOG ES ANÓNIMO?


No hace mucho tuve una curiosa conversación con un conocido mío acerca del anonimato de los blogs. A esta persona, que lee a veces La pluma viperina, se le ocurrió preguntarme por qué utilizaba un pseudónimo en vez de firmar las entradas con mi nombre y apellidos. Según su lógica, si creo que tengo algo que contar en un medio público, pienso que lo hago bien y no me avergüenzo de mis ideas y opiniones, lo suyo sería que me identificara de forma transparente. Lo contrario, según él, demuestra que quiero ocultar algo, que no estoy seguro de lo que pienso y escribo, que me da miedo lo que opinen de mí y que tengo algo así como una doble personalidad, pues me muestro de diferente forma en el blog que en mis relaciones cotidianas.

La cosa parece tener su miga, pero como que no. Las razones por las que firmo como Al Neri son tan obvias y están tan al alcance intelectual de cualquiera que casi me da pereza explicarlas. Me gusta escribir mis reflexiones. Deseo hacerlas públicas porque creo que pueden aportar algo a los demás. Me hace mucho bien expresarme con total libertad, sin ningún condicionante ni cortapisa. Pero, igual que les sucede a millones de blogueros de todo el planeta, no me interesa asociar públicamente mi identidad con los contenidos de mi bitácora. ¿Por qué? Por distintos motivos.

Primero porque en La pluma viperina abordo aspectos de mi intimidad que no me apetece airear indiscriminadamente.

En segundo lugar, puesto que muchos de mis artículos tienen una carga ideológica muy disonante con los valores y paradigmas políticos hoy vigentes, considero que su difusión bajo mi verdadera rúbrica podría acarrearme una serie de perjuicios que, al menos a fecha de hoy, no estoy dispuesto a asumir. Es triste, sí, pero ya he visto de cerca las consecuencias que han sufrido varios amigos por firmar opiniones incluso menos “estridentes” que las vertidas en este diario agridulce y políticamente incorrecto. La cosa es que yo tengo bastante más que perder que casi todos ellos y, en cualquier caso, no me da la gana ser represaliado en ningún ámbito de mi vida y mucho menos en aquellos con una dimensión pública.

¿Esto significa que en determinados contextos y ambientes no voy predicando la filosofía viperina? ¡Pues claro! Con la salvedad del blog, yo mis ideas solo las aireo en dos situaciones: en la intimidad y cuando me las preguntan. Mi etapa evangelizadora terminó hace mucho.

¿Esto quiere decir que soy un cobarde y que estoy vendido? Pues a lo mejor.

Y el último motivo es que Internet en general me parece un mal negocio para la gente honesta que decide arriesgarse y saltar a la lona a pecho descubierto, sin ganar encima nada a cambio. Si todos los internautas, feisbuqueros y visitantes de blogs operaran con perfiles reales y todos supiéramos quién es quién en la Red, podría merecer la pena exponerse en una bitácora personal, pero visto el panorama no parece muy aconsejable embarcarse, con nombre propio, en ciertos proyectos sensibles en los que, amén de no obtener ningún beneficio, cabe esperar continuas puñaladas traperas, denuncias anónimas y vendettas de canallas embozados con un nick. Soy sincero pero no tonto.

O sea que los contras de “dar la cara” me parecen muchísimos más que los pros, si es que hay algún pro en escribir gratis, casi como un puro desahogo, y para un reducido número de destinatarios. Todavía si yo fuera Isasaweis, tuviera dos millones de seguidores o me estuviera forrando con el blog, igual me pensaba firmar los posts, siquiera por vanidad...

El anonimato, opción mayoritaria de los blogueros, me parece perfectamente legítimo siempre que se utilice con responsabilidad y honradez, y no se aproveche para lanzar ataques ad hominem contra personas que actúan bajo su verdadera identidad y no pueden defenderse.


Leer también, sobre este mismo tema, La sinceridad en La pluma viperina