lunes, 29 de noviembre de 2010

LOS ESPAÑOLES SOMOS UNOS SALIDOS (1)

La División Azul fue una hazaña gloriosa y desconocida hoy en multitud de aspectos que, desde luego, dio para mucho.

El reclutamiento de voluntarios tuvo un gran éxito. En un tiempo récord se alistaron 18.000 tipos duros, que después de una guerra recién terminada todavía guardaban arrestos para darle caña al torvo comunismo detrás de los Urales. Las expectativas del Gobierno español se cubrieron de sobra salvo en Cataluña y en las Provincias Vascongadas, que no llenaron su cupo porque ya se sabe que por esos lares ya entonces había mucho rojo y mucho separatista, aunque menos envalentonados que ahora, no sé por qué.

Tras tres días de concentración en España, la División 250 partía en junio de 1941 hacia la ciudad bávara de Granfenwöhr, donde los muchachos fueron sometidos a un durísimo programa de entrenamiento que culminó con un juramento de fidelidad a Hitler, limitado, eso sí, “a la lucha contra el comunismo”. Solo faltaba.

Ya en Baviera, durante ese mes de “campamento”, los ardorosos españoles comenzaron a hacer de las suyas. Un viejo divisionario que conocí en el 97 -descanse en paz- me contaba con sonrisa picarona cómo había conseguido que una chica de Granfenwöhr le enseñara las bragas en su habitación, en casa de sus papis, donde le habían invitado a comer por su condición de voluntario de la causa alemana.

Pronto los guripas partieron hacia Moscú. Primero en trenes hasta Suwalki (Polonia) y después a patita hacia la guarida de la serpiente, a 900 kilómetros. Se calculó que la marcha hasta la capital moskovita duraría 40 jornadas a razón de 30 ó 40 kilómetros diarios, con algún día de descanso. Una auténtica matanza, teniendo en cuenta el peso de los equipos.

Pero nuestros chicos dieron muestra de una “vitalidad” fuera de lo común. Con los botones de la guerrera desabrochados (a pesar de las temperaturas y de los cabreos que se agarraban los alemanes), los divisionarios se bebían los kilómetros cantando coplillas y haciendo lo que les salía de los cojones. Durante una parada en la localidad hoy bielorrusa de Grodno unos cuantos chavales escandalizaron a los nazis al confraternizar, o, mejor dicho, al tirarse a unas chicas judías que les recibieron como agua en mayo, hartas sin duda de la frialdad local. Pero la juerga prosiguió durante todo el recorrido y pronto se hizo famosa en todo el Frente del Este la habilidad de los españolitos para entablar buenas relaciones con la población civil rusa, a la que facilitaban incluso alimentos. En concreto, con las muchachas las relaciones llegaron a ser inmejorables, cariñosísimas…

Porque los falang
istas y los patriotas de la División Azul eran católicos y gente de orden. Unos santos. Pero de cintura para arriba.

No tardaron en llegar
informes a Hitler. Estos cabrones racistas nos pusieron de vuelta y media con que si los latinos mediterráneos éramos espontáneos, indisciplinados y dados a la improvisación; que si no respetábamos a los superiores; que si éramos unos sátiros que no podían dejar el pito quieto y, en fin, que a saber por dónde salíamos en plena batalla. Por eso el Führer decidió cambiar de planes y, en vez de permitir que la División de voluntarios llegara hasta el meollo de Moscú, ordenó dar la vuelta al General Muñoz Grandes y dirigirse a un frente de menor importancia, al norte, a Novgorod.

Allí el arrojo y la resistencia heroica de los guripas obligó a Adolfo a desterrar sus prejuicios, llegando a ensalzar el valor de los españoles en un discurso de radio y a confesar públicamente, tras la repatriación del 43, que echaba de menos esa improvisación nuestra tan latina y tan “inferior”.

sábado, 27 de noviembre de 2010

LA OPOSITORA (y 5ª parte)

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Leer cuarta parte

Nunca volveré a formar parte de un tribunal de oposición. La mala experiencia de estos últimos días me ha convencido de que no quiero ser más quien enjuicie el sacrificio de años de unos jóvenes, quien evalúe su esfuerzo y dictamine la gloria o el fracaso, el todo o la nada del resto de su vida profesional. Con María o gracias a María también he aprendido cosas tristes sobre las relaciones entre el amor y los humanos intereses; entre el poder y el afecto; entre el deber y la pasión; entre la polla y la olla al fin y al cabo. Estos últimos quince días me han jubilado para siempre de los dichosos tribunales.

Al salir del Ministerio el día del examen de María, Toño me dijo que él también vivía cerca del Palacio de los Deportes, para coger un taxi juntos de vuelta a casa. Según nos acomodábamos en el asiento de atrás, mi móvil comenzó a sonar desesperadamente. Era ella. Rechacé la llamada y me puse a charlar con el Secretario de cualquier tontería, pero Layla, de Eric Clapton, volvió a la carga en mi teléfono. Colgué y sonó de nuevo. Así hasta cuatro veces, hasta que desconecté el sonido.

- Cógeselo, joder –se rió Toño- , que no pasa nada, tú tranquilo.

Yo estaba incómodo y traté de explicarme.

- Toño, macho, el primer sorprendido he sido yo. La conozco solo hace mes y pico. Ha sido una puta casualidad.

Él echó la cabeza hacia el respaldo del coche, partiéndose. Me preguntó si era mi novia o qué. Respondí que acabábamos de empezar y que de momento no había nada serio, y que no había sabido como enfocar el tema en el Tribunal, si es que procedía.

- Tú, tranqui. Yo no he visto nada ni sé nada. Además, en conciencia, no hay quien saque la cara por su examen. No la va a poder salvar ni Julián, por mucho que le haya gustado su Ley Concursal –y añadió sonriendo:- o lo que sea…

Ya en casa la llamé muy inquieto, sin imaginar cómo podía haberse tomado todo, si me iba a dejar de hablar, me iba a matar por mi silencio o iba a preguntarme directamente por la nota.

- ¡Eres tú! ¿Por qué no me cogías? – su voz sonaba fría pero con un temblor de angustia.

- Estaba todavía con mis compañeros. María
, yo, de verdad, lo siento. No sabía si decírtelo. No sé si he hecho bien. Es una situación…

- Lo entiendo -soltó secamente.

- ¿Lo entiendes?

- Sí, imagino que no querías ponerme nerviosa, ¿no?

- Eso, eso es – confirmé aliviado.

- ¿Me habéis pasado?- preguntó de sopetón.

- Mujer, todavía no se sabe…

- ¿Todavía no se sabe? No me jodas... ¿No habéis deliberado?, ¿no habéis votado o lo que soláis hacer? , ¿tú qué nota me has puesto? –lanzaba las preguntas como una ametralladora.

- María, sabes que las notas se sacan al final, dentro de diez días, cuando acabéis todos.

- Bueno y qué, pero ponéis las notas cada tarde, ¿no?

Empecé a impacientarme.

- Sabes de sobra que se va ponderando en función del nivel de todos y al final se decide.

- Las bases no dicen eso –comentó con ironía- . Además, me podrás decir cómo lo he hecho, digo yo. ¿Tan dudosa estoy para que me digas que se ponderará? No me fastidies –le salió un deje chulillo- , sabes que he hecho un examen de puta madre.

- Bueno, hay varias opiniones sobre tu examen, María, y no va a decidirse hasta el último momento. Y siento mucho tener que decirte esto, que además no debería. No debería hablarte de la deliberación, ni de la nota ni de cómo vamos a hacer las cosas. Además me resulta muy desagradable.

- Vamos, no me toques la moral, por favor. No me vengas con que no me puedes hablar de ello. Aquí la única que está jodida soy yo y todavía quieres ponerte tú la venda…

- María, por favor, ¿por qué no charlamos mejor en persona? Yo lo prefiero. Así, por teléfono, sin vernos, nos vamos a malinterpretar. Me gustaría contarte como me siento yo con toda esta mierda. Y me gustaría verte.

- Vale -accedió- , ¿puedo ir mañana por la tarde a tu casa?

- Claro, vente cuando quieras. Mañana por la tarde no pienso ir a examinar.

Al despedirse, por una fracción de segundo, su voz recuperó la calidez de siempre al decirme:

- Niño…

- Dime, María...

- No sé si te lo había dicho, pero te quiero mucho.

- Yo también –respondí muy despacio mientras notaba palpitar mi corazón de una forma que nunca había sentido- . Y lamento mucho todo esto.

Y colgó.

Al día siguiente subió a casa cargada de tochos de apuntes y de legislación, con una mirada surcada de ojeras y un extraño rictus en la boca. Me besó apasionadamente, aunque de forma breve y casi como una autómata. Hizo que nos sentáramos frente al escritorio de la salita y, ante mis ojos atónitos y ante mi corazón que se iba derrumbando por momentos, comenzó a glosarme, tema por tema, todos los méritos de su exposición del día antes. Me explicó que aunque en el primer tema podría dar la impresión de haberse quedado corta, no era así, solo que había preferido centrarse en la naturaleza de las entidades e vez de recitar como un papagayo todos los artículos sobre su funcionamiento. Me pidió que admitiera que la financiación y la ley concursal las había bordado como para un nueve como mínimo. Me intentó hacer ver que en el tema final no se había confundido con los capítulos de la Ley 31, sino que había preferido exponer la norma de una manera más sistemática, y que si había omitido –adrede- cualquier mención al Real Decreto de adaptación era porque consideraba que su contenido no aportaba nada relevante al tema y había preferido dar prioridad a otras materias.

- ¿Tú no lo ves así, niño? ¿No habéis tenido en cuenta esto que te digo?

Contemplé con tristeza su semblante entre agotado y enardecido. Me acerqué a ella y la besé suavemente, sin prisas, cogiéndole una manó que sentí crispada como una serpiente. Acaricié con mis labios su cuello, sus hombros y sus brazos mientras iba quitándole la blusa y sentándola sobre mis piernas en el sillón de otras veces. De pronto abandonó su pasividad y se transformó en una gata peligrosa que se agitaba sobre mí igual que un torbellino. Yo ya estaba totalmente vencido, a punto de fundirme con ella como un metal incandescente, cuando paró en seco y se apartó de mí.

- ¿Qué haces?- exclamé sin aliento. ¡Ven aquí!

Se alejó dos pasos más a la vez que se vestía.

- No puedo, niño. Ahora no. Estoy bloqueada y no me concentro. Antes necesito que hablemos de cómo ves mi examen, de qué posibilidades tengo. Es lo más importante de mi vida, niño. Necesito que en el Tribunal entendáis que he hecho un buen ejercicio. Por favor, vamos a repasar cómo lo he hecho.

Una pequeña lágrima resbalaba por su mejilla. Y otra por la mía.

Asistí a varias sesiones más y comprobé consternado que los últimos opositores estaban levantando mucho el nivel. María me llamó un par de veces después de venir a casa, interesándose por las notas de sus compañeros, previniéndome contra algunos “que saben vender muy bien la moto pero no tienen ni idea” y preguntando sin rodeos si la habíamos repescado. A la tercera llamada dejé de cogerle el teléfono y así llevo haciendo toda la semana. La deliberación final del tribunal se celebró hace tres días, y fue larga y fatigosa. Estuvimos hasta las 12 de la noche y no hubo bromas ni risas. A María le dedicamos medio minuto, lo necesario para pasarla de la lista de dudosos a la de suspensos. La decisión fue unánime, pues el número de plazas disponibles era muy inferior al número de aspirantes que habían hecho un examen mucho mejor que el suyo.

Publicamos la lista de aprobados anteayer por la mañana y desde entonces Layla, de Clapton, no ha vuelto a sonar. Creo que no sonará más y tal vez yo no quiera que suene, aunque quién sabe, quizá termine cometiendo una locura cuando me venza el recuerdo de su melena interminable, de su cuerpo perfecto como una estatua clásica o de su voz cantarina llamándome niño. Porque María ha sido la única mujer capaz de hacerme perder la cabeza. Habría sido capaz de todo, o de casi todo, por conservar a mi diosa griega.

Fin

Nota: Dedico este relato a los opositores, que se enfrentan al drama de jugarse toda su vida en un examen, y a los miembros de los tribunales, que sufren la otra cara de la moneda: decidir el futuro de mucha gente que se ha volcado en cuerpo y alma, durante años, a prepararse ese examen.

jueves, 25 de noviembre de 2010

INTERNET EN EL MÓVIL

Hace meses Teutates comentaba en este blog que “es cierto que estamos en una sociedad consumista 100%, pero yo me pregunto qué sucedería con los puestos de trabajo si eso no fuera así. De hecho, nuestro sistema económico, por desgracia, no funcionaría sin altas tasas de consumo. Nuestra sociedad se rige de forma absoluta por la oferta y la demanda, el comprar y vender, y si esto se quiebra, el sistema socio-económico que nos hemos montado se hunde”.

Dicho de un modo más gráfico: Si unos cuantos listos no nos estuvieran creando todos los días necesidades absurdas para llevarse nuestra pasta, en esta sociedad no habría curro para nadie.

Una de las últimas manifestaciones de esta situación de locos que nos hemos montado entre todos son los móviles con Internet. Porque no sé vosotros, pero de tres meses a esta parte el 90% de las personas de mi entorno social y laboral se ha agenciado un móvil de ultimísima generación, con conexión de banda ancha a la Red. Y me temo que otro 5 ó 7 % termine adquiriendo uno con motivo de las fiestas navideñas, como tantos españolitos medios.

No quiero criticar a nadie, ni mucho menos. También debo tener cuidado con lo que escribo, no vaya a ser que me pase como a los que en el 97 criticaban (criticábamos) a los que llevaban un teléfono móvil diciendo que menudos gilipollas, que se creerían Mario Conde y tal, y cuatro años más tarde tenía dos móviles todo perro pichichi. Solo quiero reflexionar sobre la sutil diferencia entre nuestras necesidades reales y nuestras necesidades prefabricadas e impuestas aprovechando el gregarismo consustancial al ser humano.

Me pregunto sinceramente quién diablos necesita hoy en día estar conectado a Internet a todas horas, desde cuando va caminando o viaja en el autobús hasta mientras caga en el váter o se está tomando unos cacharros con los amigos. Y la pregunta me la hago más bien porque en esto de las modas chulis (y carísimas) los españoles tendemos a hacer tabla rasa y si el nuevo invento nos hace ilusión, nos lo compramos sin más, aunque no nos haga falta para nada; eso sí, buscando siempre una sesuda justificación al capricho. Así hoy ya disponen de Internet en el móvil tanto el ejecutivo bursátil como el cabrero, tanto el que tiene una empresa en la Red como la choni ama de casa que solo se conecta para actualizar su Facebook.

Ni que decir tiene que el dinero tampoco es un problema. En cuanto en un grupo de amigos o en un corrillo de compañeros de trabajo, uno enseña su nuevo aparatito (¡el teléfono, quiero decir!) y proclama la súper oferta que ha pillado, no pasarán ni dos semanas para que todos los colegas o compis de planta se unan al club del móvil conectado, no faltaba más, tanto el que tiene una economía holgada que le permita el capricho como la víctima del subempleo, el parado y el hipotecado hasta las cejas que luego está todo el día quejándose de lo achuchado que anda todo.

En este país somos muy chulos. Podemos estar ganando el sueldo mímimo o incluso cobrando el subsidio del INEM, y tener dos conexiones a Internet, la de casa y la del móvil, más un NetPC y todas las chorradas imaginables, con tal de estar a la última o no ser menos que el vecino. ¡Porque yo lo valgo!

O la crisis nos está
haciendo reflexionar poco, muy poco, ya que muchos se siguen empeñando en vivir por encima de sus posibilidades, o resulta que yo soy un antiguo que no se entera de nada y, como nos decía Teutates, todo esto es imprescindible para sostener el tinglado en el que vivimos. Ya dice otra amiga mía que la mejor actitud para que España salga de la crisis es gastar y consumir, y que ahorrar en estos momentos es de insolidarios antiespañoles. Veo que algunos son muy patriotas porque siguen este consejo con entusiasmo aunque se queden más "pelaos" que la raspa de una sardina.

martes, 23 de noviembre de 2010

OPERACIÓN B.S.O. (4): FIRST BLOOD



It´s a long road, seña de identidad de Acorralado (First blood, 1982), fue homenajeada con cariño en John Rambo, cuarta película de la saga estrenada 26 años después para dejarnos un mal sabor de boca a todos los incondicionales del implacable veterano de Vietnam.

La bella balada de Jerry Goldsmith, cuya letra inspira el título original de la película (“when they draw first blood, that's just the start of it") fue incluida en sus dos versiones, instrumental y cantada, al comienzo de la película con el título de
Home coming y en los créditos finales respectivamente. Varias variantes de la melodía sirvieron también de banda sonora de las tres secuelas.

Como ninguna otra canción podía haber hecho, It´s a long road nos transmitió la tristeza, la soledad y el grito de libertad del soldado que no supo o al que no dejaron volver a casa.

S
obre Acorralado, en La pluma.

domingo, 21 de noviembre de 2010

LA GUERRA NO HA TERMINADO

La ofensiva que hace años comenzó el (des)Gobierno de Zapatero con el objetivo de ganar la Guerra del 36 varias décadas después de finalizada se ha reavivado tras la sustitución de María Teresa Fernández de la Vega por uno de los hombres más oscuros de la España de los últimos siglos.

Es poco probable que la decapitación de la ExVice, pero siempre fea hija de un condecorado franquista, no hubiera sido una de las muchas exigencias que ese nuevo Fouché, que domina los hilos de la política española desde tiempos de Felipe González, hubiera exigido al tarado que lleva a España a la deriva (y no me refiero al Rey Juan Carlos) a cambio de salvarle el cuello en su propio partido. Alfredo Pérez Rubalcaba, a diferencia de su supuesto jefe inmediato, no es un idiota sino una mente privilegiada que sabe muy bien los pasos que da y hacia dónde se dirige. Un superviviente nato que conoce perfectamente todos los trucos posibles para alcanzar sus metas por muy perversas que sean éstas y muy mezquinos aquéllos. Lástima una inteligencia privilegiada haya elegido servir a los intereses de la masonería, de la que es adepto reconocido, y no de su patria.


Claro ejemplo de que nuevos vientos reavivan el odio, que tanto se han empañado en encender estos iluminatti zapateriles desde su llegada al poder, es que, lejos de cesar en su obsesión por terminar con el Valle de los Caídos utilizando los más hipócritas subterfugios y las más infantiles e insultantes excusas, desde el último mes las acciones de en contra de este monumento, dirigidas siempre desde la Vicepresidencia Primera del Gobierno, han dejado de rayar la ilegalidad y lo estrambótico para caer de lleno en ella.

Desde hace algunas semanas, el Gobierno ha prohibido a los benedictinos celebrar la misa en el interior de la Basílica que, no lo olvidemos, no está controlada por Patrimonio Nacional sino que es una propiedad eclesiástica. Algo así, que un gobierno occidental clausurase arbitrariamente un lugar de culto, obligando a los frailes y a los fieles a celebrar la misa a la intemperie no sucedía desde la Segunda Guerra Mundial. Para recrearse en la humillación, los antidisturbios de la Guardia Civil, sin duda la mando de algún mercenario arribista uniformado, registran los vehículos de las familias y los fieles que deseen acudir a dicha celebración con más celo que si de un control antiterrorista se tratase. Algo impensable a las puertas de una de las múltiples mezquinas españolas donde se predica la guerra santa contra Occidente.

Y en el día de ayer, la Subdelegación del Gobierno en Madrid autorizó una manifestación de rojazos -no se les puede llamar de otra forma- a las puertas del recinto cuando sería inimaginable una autorización de similares características organizada por uno de los grupos a los que esta gente pretende insultar con el apelativo de fascistas.


Era lo que le faltaba al (des)Gobierno del paro, de las bajadas de pantalones ante un Marruecos a quien tanto silencio debe Rubalcaba desde el 11-M, del separatismo, de los orgasmos electorales en Cataluña (y luego hablan de machismo), de la inmigración ilegal desbordante, de la delincuencia disparada, de la corrupción, del nivel educativo africano, del aborto libre y semiobligatorio, de la eutanasia, de la ley ¿libertad? religiosa...

El Señor quiera que me equivoque pero creo que queda al descubierto que el principal objetivo de estos miserables es terminar con el enemigo al más puro estilo chavista. Controlando los medios de comunicación humilla constantemente las creencias de quienes consideran sus adversarios y se censura sus opiniones, saltándose a la torera a los jueces, las leyes y el más mínimo sentido de la decencia y la honradez. Ultraja sus símbolos y lanza a sus matones marginales demostrando que su último propósito es la eliminación física del adversario aunque para ello tenga que llevar a España al desastre setenta y seis años después.

Aquí es donde demuestra que la maldad, frecuentamente, ahoga la inteligencia pues puede estar seguro este hijo de la viuda que volverá a perder. Que lo tenga por seguro.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Y EN LO ALTO, LAS ESTRELLAS

Ese muro de cal, lívido espejo
en que araña su luz la madrugada
de infame gloria y muerte blasonada
coagula y alucina alba y reflejo.

Para siempre jamás. La suerte echada.
El grito de la boca en flor rasgada
-en el cielo, un relámpago de espada-
y, opaco, en tierra, el tumbo. Después nada.

Y ahora es el reino de las alas. Huele
a raíces y a flores. Y el decirme,
decirte con tu sangre lo que sellas.

Por ti, porque en el aire el neblí vuelve,
España, España, España está en pie, firme,
arma al brazo y en lo alto las estrellas.

Gerardo Diego (Corona de sonetos en honor a José Antonio)

jueves, 18 de noviembre de 2010

LA PRODUCTIVIDAD DE LOS FUNCIONARIOS

Estos dos últimos días estamos viendo en la prensa que el Gobierno está estudiando una fórmula para pagar a los funcionarios en función de su productividad.

Si el oportunismo y la caradura de los políticos generalmente me da bastante asco, esta última declaración del Gobierno casi me provoca náuseas.

Los funcionarios son servidores públicos y su trabajo está dirigido a satisfacer el interés general, por lo que considero muy lógico que la sociedad demande una función pública eficiente y de calidad, y que el Gobierno correspondiente se preocupe por garantizarla. Esta elemental premisa no debe confundirse con la actitud palurda, tan generalizada por desgracia, de que “como yo pago a los funcionarios, tienen que hacer lo que a mí me dé la gana, cómo yo quiera y en el plazo que me convenga”. Habría que recordar a estos tontos del culo que los funcionarios están para servir al interés público y no a él en particular. Un joven funcionario que conozco, cuando un cretino se puso a vocearle que el sueldo se lo pagaba él, sacó un euro y se lo dio diciendo “tome, le devuelvo mucho más de la parte que usted me paga, pero deje de tocarme los huevos”.

En resumen, a mí me parece bien que existan mecanismos para fomentar que los funcionarios sean eficientes.

Pero da la casualidad de que tales mecanismos ya existen.
Por una parte tenemos una
prolija regulación del régimen disciplinario de los empleados públicos, que incluye diversas infracciones relativas a la falta de rendimiento y a la inhibición en el trabajo. Por otro lado, la nómina de los funcionarios incluye un concepto denominado complemento de productividad, cuya cuantía individual para cada trabajador la fija el alto cargo de turno.

Es muy cierto que, salvo casos rarísimos (robos de fondos o agresiones) casi nunca se incoan expedientes disciplinarios y que los que se inician no suelen llegar a buen puerto principalmente por las dificultades probatorias. También es cierto que, hasta donde yo sé, en casi todas las Administraciones el complemento de productividad se traduce en una cantidad fija e idéntica para todos. Pero lo que no puede hacer el Gobierno es decirnos ahora que va a "estudiar" cómo mejorar la eficacia funcionarial o cómo vincular el salario a la productividad, porque estos temas ya están estudiados y, como digo, el Gobierno ya dispone de los instrumentos adecuados. Otra cosa es que estos instrumentos no se quieran utilizar para bajar el sueldo o echar a la calle a los vagos y a los jetas, que por supuesto los
hay, como hay vagos y jetas en todas las profesiones.

Si el Gobierno nos viene ahora con estas chorradas de cara a la galería es ni más ni menos por razones electorales. Con la crisis, los funcionarios han vuelto a situarse injustamente, una vez más, en el centro de la diana de todas las críticas. Que si sobran muchos, que si no trabajan lo suficiente, que si no se los controla, que si no debería haber puestos vitalicios… Críticas muy discutibles y muy poco fundadas que se basan, como siempre, en prejuicios y generalizaciones estúpidas alrededor del mito del “vuelva usted mañana” de Larra, que gran parte de la sociedad se resiste a revisar por pura ignorancia, pereza, malicia o envidia según los casos. Es evidente que en los últimos años la función pública ha experimentado mejoras y cambios de actitud mastodónticos que muchos se niegan a ver.

Pero es que encima lo de hacer depender el sueldo de los funcionarios de su productividad la gente lo exige tan seria, como si esta práctica fuera la habitual en el sector privado en toda España. Que alguien me diga en qué puestos de trabajo de las empresas, salvo en el sector de los vendedores y comerciales, la cuantía de la nómina depende de cuánto se haya producido. Incluso en el caso de los incentivos más discrecionales, siempre están asociados al número de ventas realizadas, por lo que es muy difícil y puede ser muy injusto aplicarlos a otros sectores en los que el rendimiento o la eficiencia del trabajador sean complicados de medir.

Me gustaría saber cómo reaccionaría un auxiliar administrativo de una fábrica si le dicen que a partir de mañana su sueldo mensual ya no va a ser fijo, sino que le pagarán más o menos en función de lo que rinda según criterio del empresario. Me gustaría saber cómo reaccionaría la sociedad entera si esta práctica se extendiese indistintamente a todos los sectores como quieren hacer con la Administración.

Pero, claro, con los funcionarios, caña al mono, que es de goma. Y además este tipo de medidas no las van a “estudiar” para mejorar el servicio público y atender mejor a los ciudadanos, qué va, sino para dar gusto a la masa de borregos desinformados que siguen sin fiarse de los profesionales públicos por culpa de los tópicos y leyendas urbanas archiconocidas. Pero claro, como en tiempos de crisis, criticar al funcionario e intentar joderle es de lo más popular, los sinvergüenzas del PSOE no quieren perder ni un solo voto.

¿Por qué se creen que se paga la misma productividad a todos los empleados públicos? ¡Porque es muy difícil y a veces imposible evaluar quién produce y quién no produce en un sector como la Administración, que no se rige por criterios de producción ni de rentabilidad, sino por la prestación de servicios públicos de calidad para todos!

¿Cómo controlamos la productividad de un profesor de instituto? ¿Por el número de aprobados?, ¿por haber terminado o no de impartir el temario a fin de curso?, ¿por una encuesta de satisfacción de los alumnos? ¡Anda ya!

¿Cómo decidimos cuanto pagar a un médico en función de su productividad? ¿Por el número de pacientes que atienda para que despache a los enfermos como si fabricara chorizos?

¿Cómo medimos la productividad de un asesor jurídico o técnico de la Administración? ¿por lo largos que le salgan los informes?, ¿por los errores tipográficos que contengan?, ¿por los que firme al día, como si fueran churros?

Como en cualquier otro área, en la Administración hay trabajos medibles (resolver recursos, grabar solicitudes…), pero otros muchos están vinculados al ritmo de las necesidades de cada momento o son tan específicos o personalizados que es imposible establecer parámetros de medición. En las empresas pasa lo mismo y a nadie se le ocurriría, so pena de ser tachado de explotador por todo el mundo, hacer los salarios variables a capricho ni mucho menos pagar al empleado solamente los días que haya más volumen de trabajo. “Oiga, mañana y pasado no venga y no le pago, que no se va a vender mucho en la tienda”

En fin, que el Gobierno pretende quedar bien de cara a las elecciones a costa de simular que piensa tomar estas medidas, cuando primero, ya existen, y segundo, seguro que al final no hace nada nuevo al respecto, al menos de momento.

lunes, 15 de noviembre de 2010

"LA GANDULA"

Llevo tiempo deseando dedicar un post a la poco conocida y, sin embargo, mil veces vilipendiada Ley de Vagos y Maleantes, cuya sola mención evoca en casi todos un siniestro instrumento del franquismo contra sus enemigos sociales y políticos, cuando en realidad su razón de ser y su filosofía responden a un profundo respeto y fe en el ser humano, plasmando las teorías penitenciarias y los valores humanitarios más avanzados de su época.

El primer error de bulto al juzgar esta ley suele ser creer a pies juntillas que se trata de una disposición aprobada por Franco. Al contrario, la Ley de Vagos y Maleantes, muy pronto bautizada como "la gandula", fue ideada por Azaña y promulgada en plena II República con un amplio consenso de todos los partidos. Fue una de las pocas normas republicanas cuya vigencia se mantuvo tras la Guerra Civil.

A modo de resumen, el loable objetivo de esta ley penal era anticiparse a la comisión de delitos, tratando de intervenir de diversas formas en los sujetos potencialmente delincuentes (antisociales) para que se apartaran de ciertos hábitos, prácticas y ambientes que les llevarían sin remedio a una vida de robos y crímenes, e incidiendo en su rehabilitación a través del trabajo para convertirlos en personas útiles e integradas en la sociedad.

Inspirada en las más filantrópicas teorías de Victoria Kent sobre las causas de la delincuencia y sus remedios vía educación, apoyo social y trabajo, esta ley de 1933 supuso una auténtica revolución en el panorama jurídico-penal europeo y abrió la puerta a la esperanza de una sociedad más justa y armoniosa.

En primer lugar la disposición identificaba una serie de conductas calificadas de peligrosas y antisociales. Entre los peligrosos destacaban los “vagos habituales” (quien deambulara negándose a buscar trabajo), los proxenetas que se aprovechaban de las prostitutas, los “mendigos profesionales”, los “ebrios y toxicómanos”, los que portaran documento de identidad falso, los extranjeros que quebrantaran el orden público, los que facilitaran drogas o alcohol a los menores, los reincidentes de hurtos menores o quienes tuvieran "trato asiduo con delincuentes y maleantes” o “frecuentaran los lugares donde estos se reúnen habitualmente”.

Estas personas podían ser detenidas aunque no hubieran cometido ningún delito y sometidas a un proceso ante el tribunal especial de vagos y maleantes, que, atendiendo al grado de peligrosidad dictaminado, podía aplicar una de las diferentes medidas de seguridad predelictuales (¡no penas!) que recogía la Ley: expulsión de extranjeros del territorio nacional, prohibición u obligación de residir en determinados lugares y, en los casos más extremos, el internamiento en establecimientos de trabajo, colonias agrícolas, establecimientos de custodia o en "casas de templanza" (para drogadictos o alcohólicos) por un tiempo determinado, si bien en el caso de las casas de templanza podía ser indefinido.

En estos centros de internamiento preventivo debía
n establecerse los mecanismos necesarios para favorecer la reinserción, fundamentalmente –insisto- inculcando habilidades y hábitos de trabajo saludables.

En mi opinión, el gran mérito de esta ley fue la consagración de las medidas de seguridad como instrumentos preventivos. Se pretendía que la sociedad, en vez de limitarse a castigar al delincuente una vez cometida la infracción, ayudara a reconducirse y a encontrar oportunidades a quien estuviera en riesgo de delinquir. Por supuesto, de forma obligatoria.

A pesar de que a mí, como jurista, me parece un enfoque interesantísimo del problema de la marginación y de la delincuencia, actualmente estas medidas, así como la existencia de tribunales especiales, son consideradas prácticas normativas "totalitarias" que por supuesto vulnerarían la Constitución Española.

Durante el franquismo la disposición sufrió varias reformas que intentaron acentuar su sesgo católico y rehabilitador, al tiempo que adaptaban su artículado a la moral y a los valores del nuevo régimen. La reforma más polémica –hoy- y significativa fue la de 1954, que incorporó a los homosexuales a la lista de peligrosos, en un intento de contener las expresiones públicas de la homosexualidad –en especial la prostitución callejera- y de encauzar a estas personas, que generalmente ejercían el vagabundeo sexual, hacia una vida menos degradante. Estos asociales eran por lo general recluidos por un período de varios meses o un año en colonias especiales (ver foto adjunta), como la célebre de Mahón (Menorca), donde con una rutina a base de deporte, trabajo y disciplina militar, se trataba, casi siempre sin éxito, de ayudar a estos jóvenes.

La última reforma del texto legal se produjo en 1970, adoptando el nombre de “Ley de peligrosidad social”. Fue derogada con la llegada de la democracia.

Para finalizar, no debe olvidarse que pese a los elogiables fundamentos jurídicos y morales de la “gandula”, esta norma padecía también fisuras injustificables, como, por ejemplo, el abuso de los conceptos jurídicos indeterminados, su ambigüedad -que permitía su aplicación a inocentes- y, por encima de todas, que los centros de internamiento previstos no fueron correctamente concebidos y difícilmente cumplían sus objetivos rehabilitadores. Una ocasión bastante desperdiciada de la que sin embargo podemos aprender.

sábado, 13 de noviembre de 2010

¡ADIÓS Y GRACIAS, MAESTRO BERLANGA!



Hoy nos ha dejado el gran genio del cine español, Luis García Berlanga, al que yo nunca olvidaré por los grandes ratos que he pasado con sus películas.

Original e inconfundible, no solo es el artífice de obras maestras como Bienvenido Mr. Marshall, El verdugo o Los jueves milagro, sino que además creó un género satírico-humorístico inigualado hasta hoy en el que arremete, con muchísima gracia y un toque ácido, contra muchos tópicos sociales y contra lo absurda que resulta tantas veces la política, llevando al esperpento las pasiones humanas.


 De este género es imposible olvidar, por geniales y descacharrantes, tres títulos que pienso revisar estos días y os animo a todos a que lo hagáis, como homenaje póstumo al maestro.

- Con La vaquilla, una burla despiadada al trasfondo político y social de la guerra civil, Berlanga consiguió lo que ningún político ha logrado nunca: poner de acuerdo en algo –en este caso en las carcajadas- a todos los españoles, en un tema además tan espinoso y divisor como nuestra guerra. Imposible olvidar la escena del cura castrense (Sergio Mendizábal) sacando a los militares del prostíbulo del pueblo.


- La escopeta nacional es de mear y no echar gota. A principios de los setenta, un industrial catalán (Sazatornil) se pasa toda una cacería intentando convencer a los jerarcas del Movimiento para que le adjudiquen un contrato de suministro de porteros automáticos. Lo más granado de todas las familias del franquismo desfila en esta sátira inmisericorde cuya principal virtud es lo bien caracterizados que están los personajes. El banquero del Opus está calcado cuando reconviene en la camioneta al cura ultra y castizo interpretado por Agustín González. Ya lo decía Sabina en Más de cien mentiras: disfrutar de los curas de Berlanga es una buena razón para vivir.

- Y en Moros y Cristianos, el director se despacha a gusto contra el marketing y el consumismo en una disparatada historia sobre los herederos de una fábrica artesanal de turrones que se trasladan a Madrid para promocionar su producto a cualquier precio, enfrentándose con el intregrista patriarca de la empresa. Memorable Pajares haciendo de primo retrasado y salido.

Luis, te recordaremos disfrutando siempre de tu cine. Descansa en paz.

viernes, 12 de noviembre de 2010

¿CABEZA DE RATÓN O COLA DE LEÓN?

Siempre me ha parecido muy difícil el dilema que plantea el dicho popular sobre si es mejor ser cabeza de ratón o cola de león. Bueno, en realidad el refrán no ofrece dilema alguno, ya que dictamina que “más vale ser cabeza de ratón que cola de león”, pero aun así la preferencia no parece tan evidente y suele ser objeto de debate.

Hay muchas formas de plantear la cuestión:


¿Es mejor ser el mandamás en una organización insignificante o ser el segundo de abordo, o incluso el subalterno, en una empresa gigantesca u otro tinglado importante?

¿Es preferible ser el nambergüán, el que corta el bacalao, en asuntos menores o ser mera pieza auxiliar del líder visible de una estructura poderosa?

¿Nos gusta más dirigir a cuatro gatos para hacer fotocopias o ser un simple colaborador en un proyecto de gran envergadura?


Cada posición tiene sus ventajas e inconvenientes.


El “cabeza de ratón” puede satisfacer su ego de líder, gozar de mayor libertad de movimientos o tener claro que a él no le manda nadie, pero quizá la escasa entidad de su tarea no le permita otras mayores satisfacciones.

El “cola del león” tal vez se sienta el último eslabón de una cadena o eche de menos desarrollar mayor iniciativa y ser dueño de sí mismo, pero a cambio forma parte de algo importante, disfruta de una buena atalaya para conocer los temas, aprende habilidades esenciales o se beneficia del contacto –aun indirecto- con el poder.

Preferir uno u otro rol depende de la personalidad de cada uno.

Yo me he hecho la pregunta miles de veces y me cuesta mucho encontrar una respuesta clara porque, entre otras cosas, ninguna de las opciones se da en estado puro y ambas tienen ventajas muy sabrosas. Aun así, tengo tendencia a decantarme por la cola de león pues siempre he creído que, como decía un compañero mío de trabajo, las habitaciones pequeñas hacen cabezas pequeñas.

¿Y vosotros qué preferís?

miércoles, 10 de noviembre de 2010

LA OPOSITORA (4ª parte)

Leer primera parte
Leer segunda parte

Leer tercera parte

María entró en la sala detrás de Toño, dando pasitos cortos y mirando nerviosa alrededor. Ni siquiera la tensión de su rostro robaba una pizca de belleza y frescura a mi diosa griega, que me pareció más perfecta que nunca, quizá más irreal por culpa de su insólita palidez. Avanzó hacia la gran mesa de juntas sin mirarnos siquiera, musitando un inaudible “buenas tardes”, y tomó asiento con parsimonia en el extremo opuesto al del Tribunal, donde habíamos dejado el programa, unos folios y un botellín de agua. Yo hojeaba distraídamente mi cívitas de la Ley de Procedimiento Laboral sin atreverme a levantar la cabeza, aunque escuché susurrar a Miguelón algo así como “joder, joder, qué tía, qué tía”. Toño tomó las bolsas con las bolas, rodeó la mesa y se las ofreció solemnemente.

- Señorita Nieto, por favor, extraiga los cinco números.

En ese instante levantó sus ojos luminosos de color oliva y los posó sobre mí. Estaba justo frente a ella, a unos tres metros. Solo pude fijarme unos segundos en el rictus forzado de su boca y en sus cejas alzadas sin mesura; en cómo echó la espalda hacia atrás y sus manos crispadas chocaron entre sí. No tuve valor de sostener su mirada y volví a mi ley, pasando las páginas como un autómata.

- Señorita, saque sus números, por favor.

- ¡Ah, sí, perdón!

Extrajo los cinco temas y tras dudar unos segundos descartó el del derecho a la huelga. En sus diez minutos reglamentarios para esbozar el guión, apenas apartó los ojos del papel, por lo que aproveché para contemplarla furtivamente parapetado tras mis documentos. Varias veces dejó de escribir y se llevó las manos a la sien durante unos segundos de forma un tanto aparatosa. Temí que pudiera quedarse en blanco y la animaba en mi interior, “escribe, escribe, no te pares”.

- Comienza el tiempo, señorita – anunció Julián secamente rompiendo un silencio espeso.

Ella pareció no reaccionar y se quedó con la mirada perdida por lo menos un minuto, con el bolígrafo aún de la mano.

- El tiempo está corriendo –insistió el Presidente.

María pareció despertar de su letargo y accionó su cronómetro de repente. Tosió un poco y comenzó la exposición con tono cansino, bastante despacio. Estaba cabizbaja, los dedos le temblaban y su voz siempre dulce parecía ahora surgir del fondo de una caverna.

Aguantó los cincuenta minutos. Hasta la mitad del segundo tema no cogió el ritmo. El primero sobre todo le quedó muy pobre, pues, además de trabucarse bastantes veces, omitió un epígrafe entero y no desgranó casi el articulado, limitándose a explicar con sus propias palabras el contenido de los preceptos más importantes. El segundo tema, sobre la financiación de la Seguridad Social, lo abrió a trompicones y hasta se detuvo medio minuto, pero al llegar al meollo pareció soltársele la lengua y, por primera vez desde que empezó a hablar, nos iluminó a todos, uno a uno, con los mismos ojazos que semanas antes me habían hecho perder la voluntad y casi el sentido. Miguelón rebulló en su asiento igual que si en el cine hubiera visto aparecer en pantalla a la actriz más imponente.

Yo seguía su “cántico” con atención, tomando breves notas alguna vez. En varios momentos sorprendí al Secretario mirándome de reojo con expresión bobalicona.

La voz de María fue ganando en fuerza y en confianza, y pasó al tercer tema con brillantez, demostrando una claridad expositiva y de ideas que nos impresionó. Varios compañeros se inclinaron hacia delante para prestar más atención. Con mi dedo repasaba los artículos del tema y comprobé entusiasmando que los estaba reproduciendo palabra por palabra, enlazando los apartados con soltura y con breves comentarios introductorios. Me sorprendió que al final de cada punto resumía brevemente la tendencia jurisprudencial y hasta citaba un par de autores de la doctrina en la materia. Estaba remontando su actuación de manera intachable. Había recuperado toda su seguridad.

Apenas había comenzado a recitar el último tema cuando se paró en seco con una sonrisa radiante y, tras un gesto ambiguo dando a entender que se sentía acalorada, me miró fugazmente y abrió el escote de su blusa un poco más de como ya lo tenía, que no era cerrado precisamente. Sin dejar de sonreír, retomó el ejercicio.

Las caras del Tribunal eran un poema. Julián y Miguelón se habían quedado como hipnotizados, con la barbilla alzada en dirección a María y con la boca medio abierta. Toño y Matías se frotaban los ojos sin dar crédito. Luego se quedaron con la vista fija en el escote de la aspirante y una medio sonrisa de párvulo. Yo ya estaba acostumbrado a la generosidad pectoral de mi diosa y a todo lo demás, así que me mantuve frío y en calma viéndola concluir su sorprendente actuación. Por desgracia, no remató muy bien la faena, pues, a pesar de su desparpajo verbal y físico, confundió dos capítulos de la Ley 31/1995 y olvidó hablar del reciente Real Decreto 67/2010.

Julían tuvo que cortarla cuando pitó el crono, por lo que no pudo explicar bien la parte final del tema.

- Muchas gracias, señorita Nieto. Ha concluido su tiempo.

Apenas abandonó la sala, Matías soltó un resoplido de rinoceronte.

- ¡Santo Dios! ¿Habéis visto lo del escote?

- Calla, calla – le interrumpió Miguelón con los mofletes como un pez- No sé si ha expuesto los temas o el canalillo...

Yo puse cara de póker, pues Toño me escudriñaba curiosón.

- Bueno, señores –zanjó Julián- . Es ya muy tarde, así que vamos a consensuar la nota de Doña Canalillo. Ha flojeado bastante en el primero y el cuarto lo ha recortado como ha podido para llegar, pero a mí me ha encantado cómo ha planteado el segundo y sobre todo la Ley Concursal, que se ha salido. ¿Quién coño te cita tantas sentencias del Supremo? Es minuciosa, ¿no?

- Bueno –matizó Toño- , si no se hubiera liado con tanta jurisprudencia y tanta floritura habría sacado el último adelante con más dignidad. No se ha organizado nada. Vamos, no sé, yo la tiraría al hoyo. Además ha aprobado muy justa los anteriores.

- ¿Cómo vamos de notas en el oral?

- Mal, Julián, a este ritmo tendremos que dejar más plazas sin cubrir, pero me da lo mismo. Si la gente no llega, no llega. Esto no es la Complutense.

La lista de aprobados de este ejercicio se publica al final, cuando se han examinado todos los opositores. Hasta el último momento, podemos subir o bajar notas, repescar a aspirantes o suspenderles definitivamente en función de los resultados generales y del número de plazas que queramos cubrir.

Miguelón metió baza:

- Yo también me la tiraría… En el examen, se entiende –y tras las risas prosiguió- Nos ha contado los despidos como una nena de primero de Derecho, hombre.

- Ya, ¿pero te has fijado en la Ley Concursal? –volvió Julián a la carga- . Eso es un ladrillo, tío. Yo no he visto salir a nadie tan bien con un tema así. Se la ve suelta. Vamos a dejarla en el cinco, ¿no? –y mirándome fijamente me espetó- ¿Y tú qué?, ¿cómo la has visto?

El salido de Matías se me adelantó:

- ¡Pues muy buenorra!, ¡qué cosas tienes, "presi"!, ¡cómo la va a ver el chico!

Carraspeé suavemente antes de opinar, haciendo caso omiso de la mirada inquisitiva de Toño, que sin duda estaba disfrutando como un enano:

- Pues no acabo de tenerlo claro. Ha estado un poco desigual, mucho claroscuro. No sé qué decir, la verdad.

- ¿Tú con dudas, cabronazo? – se rió el sindicalista- ¡Si te has querido cepillar a todo el mundo en el práctico!

- Tampoco ha estado tan mal la muchacha -comentó Matías-. No sé si para pasar, pero se ha defendido...

Julián decidió poner fin a la discusión:

- Como veo que la cosa no es nítida, ¿qué os parece si la metemos en la lista de dudosos? Si al final andamos muy mal para cubrir, la levantamos y, si no, al agujero, ¿de acuerdo?

Los “de acuerdo” de todos sonaron desganados y hasta lúgubres. El mío también.

(Continuará)

lunes, 8 de noviembre de 2010

UN PASEO POR OTROS BLOGS (8): EL ABORTO


En los blogs siempre valoro tres cosas, y no por este orden: entretenimiento (reírme o divertirme), información (aprender cosas que no sabía) y personalidad del autor (hay blogueros fascinantes aunque no digan nada especial. Solo por la forma de decirlo).

Intuyo que casi todos los que visitan blogs buscan algo así.

Yo puedo entender que el autor de un blog tenga sus obsesiones, su "línea editorial" o que tienda a repetirse con algunos temas. Yo soy el primero que lo hago, así que ni me extraña ni me quejo. Lo que pasa es que muchos blogueros, aunque siempre estén dando vueltas a lo mismo, tienen la habilidad de ofrecer enfoques y matices diferentes para no aburrir jamás. Otros, por desgracia, no.

Un típico blogger coñazo que últimamente estoy sufriendo bastante y que me ha llevado, en algunos casos, a dejar de visitar sus bitácoras, es aquel con un acusado perfil católico que no hace más que dar la coña con el aborto.

En La pluma hemos expresado varias veces (8 posts de casi 500), con absoluta claridad, nuestro rechazo frontal a la legislación abortista española y nuestra honda preocupación por esta tragedia cotidiana. Casi todas nuestras opiniones han coincidido con noticias de actualidad y han intentado abordar diferentes aspectos del problema.

Pero hay un tipo de kamikaze antiabortista, con muy loables ideas y sentimientos, que no deja de insistir sobre el particular. En el 70% de sus entradas despotrica una y otra vez, emitiendo toda clase de bufidos, contra este crimen abominable. Cuelga fotos de políticos proabortistas con vehementes leyendas al margen o en el pie. Pone imágenes de embriones o fetos despedazados, haciéndote pensar dos veces clickear en su web. Repite sin cesar, como un lorito bonito, los mismos argumentos con los que estoy muy de acuerdo pero ya me los sé, so plasta. Nunca ofrece ningún punto de vista novedoso o atractivo que incite a la reflexión. Jamás de los jamases se pregunta por qué prácticamente toda la sociedad española tiene una postura flexible hacia el aborto (¡y no solo los socialistas, cojones!).

En fin, que estos blogueros tienen sin duda el Cielo asegurado y ya nos hemos dado cuenta de que están muy en contra del aborto. Pero sus blogs son insoportables, soporíferos, una gran coñada. Y lo triste es que a veces se trata de tíos -o tías- con ingenio y con mucho que contar, tal como han demostrado en el pasado, pero debe de ser que les ha dado un tic, o que se aburren o que se les ha acabado la inspiranción, e igual que yo pongo un Releyendo El padrino cuando no se me ocurre nada, ellos, hala, a pegarnos la toquilla con el aborto. Al menos yo lo hago una vez al mes y cada vez pongo un pasaje y un comentario distinto de la novela.

Aunque he de reconocer que nunca me he llevado muy bien con los provida (por razones de estrategia, de tono y de "vinculación") y que incluso me ha parecido bien cuando alguno se ha llevado un capón, yo también he tenido un etapa muy militante con el tema aborto y ni siquiera entonces daba tanto la murga ni escribía siempre de lo mismo. Tal vez sea el problema más grave de España, pero también se puede hablar de otros, ¿no? Más que nada por no dormir al personal que entra en tu blog. Más que nada porque los blogs tienen que ser amenos.

PD: Y que no se me dé por aludido quien no debe...

viernes, 5 de noviembre de 2010

EL APELLIDO DE MAMÁ

A las costumbres y tradiciones debe dárseles una importancia relativa. Que una norma consuetudinaria tenga una determinada antigüedad no implica que no podamos cambiarla si varían las circunstancias haciéndola absurda, inapropiada o injusta. El “siempre se ha hecho así” es un argumento irracional que solo sirve para estancar a las sociedades y a las personas.

Sin embargo cuando ciertos usos tradicionales forman parte del acervo cultural de una nación, configuran su propia identidad, no hacen daño a nadie y además son comúnmente aceptados por la sociedad, no es de recibo trastocarlos por puro capricho o solo por motivos políticos, propagandísticos o de imagen.

Todo este rollo viene a cuento del reciente proyecto de modificación de la Ley del Registro Civil, que obligará a los progenitores de un recién nacido a manifestarse expresamente sobre el orden de los apellidos, de modo que, si no dicen nada o existe desacuerdo, se inscribirá a la criatura con los apellidos por orden alfabético.

Esta medida, patrocinada por los sectores feministas más recalcitrantes del PSOE, se enmarca en el paquete de políticas de marketing progre con que nos llevan bombardeando desde la llegada al poder del inefable Zapatero. Este conjunto de decisiones se viene caracterizando por las siguientes notas básicas:

- Son medidas “de efecto” referidas a temas muy menores y únicamente diseñadas para satisfacer al electorado de izquierdas.

- Son artificiales porque no responden a una demanda social.

- No solucionan ningún problema real y mucho menos los graves problemas (no solo económicos) que padece España.

- Es muy difícil argumentar en contra sin quedar como un fascista, un machista, un homófobo o un troglodita.

- Sirven para distraer la atención de los electores y para que olviden la grave situación que atravesamos.

Seguro que todos recordamos otras medidas de esta índole. La de los apellidos, que se está pergeñando, no es de las más escandalosas. Bien mirado, el orden de los apellidos vigente responde a un modelo de sociedad bastante desfasado en el que la figura del padre constituía el eje económico de la familia y la transmisión de sus apellidos cobraba una importancia fundamental, tanto patrimonial como simbólica. Es cierto que en la actualidad no hay ninguna razón de peso para que el apellido paterno siga siendo siempre el prioritario. Y también es verdad que puede haber mujeres que consideren que esta situación las discrimina o las hace de menos, y tengan el deseo legítimo de que sea su propio apellido el que se transmita en primer lugar.

Sin embargo, debe tenerse muy en cuenta que el actual orden de los apellidos es ya una costumbre española secular y enraizada que forma parte de nuestra idiosincrasia familiar, igual que en Portugal, por ejemplo, ponen primero el de la madre o en Reino Unido las mujeres pierden su nombre de soltera, las pobres. Por supuesto que esta costumbre no es esencial hoy en día y a mí personalmente me importa bien poco su permanencia, pero considero muy innecesaria la reforma de la Ley del Registro Civil por varias razones:

Primero porque desde 1999 la ley ya permite cambiar el orden de los apellidos de común acuerdo entre los padres, conciliándose así la tradición con la posibilidad de corregirla en los casos en que así lo consideren los propios progenitores para evitar que la madre se sienta discriminada.

Y segundo porque en plena era de la supresión de cargas y trámites por las Administraciones para mayor comodidad de los ciudadanos (siguiendo la normativa comunitaria), introducir en este procedimiento una fase nueva (la declaración expresa de los padres) es contraproducente, incómodo y sobre todo inseguro, pues ya veremos cómo muchos matrimonios se encuentran con sorpresas indeseables por olvidos y errores.

Además esta idea de bombero contribuirá a generar conflictos de pareja hasta ahora inimaginables. Las feministas, ya se sabe, como a ellas no hay hombre que las aguante, se dedican a encizañar a todas las parejas, a ver cuántas se cargan…

miércoles, 3 de noviembre de 2010

¿CÓMO SALVAR EL CINE?

Ya hemos hablado aquí alguna vez, y hace muy poco lo ha hecho Isel, del pirateo de películas y del daño real o figurado que esta práctica produce a la industria cinematográfica. Concluíamos, en palabras de Langor, que “el cambio de la estructura tecnológica del mercado está destruyendo a una élite acomodada de ´artistas` " que no han sabido adaptarse a los nuevos tiempos.

Como parece que los productores y los magnates del Séptimo Arte son idiotas sin remisión (o muy avariciosos) y no saben (o no quieren) encontrar soluciones para salvar el cine de los peligros de Internet, voy a darles yo unos consejillos:

1.- Mentalizarse de
que ya nunca jamás los beneficios volverán a ser los mismos. Todos -productores, actores, directores- , a cobrar menos.

2.- Reducir a la mitad el precio de las entradas.

3.- Impulsar la calidad de las películas y marginar el cine-basura

4- Fomentar la producción de películas que tengan un valor añadido vistas en pantalla grande (épicas, gran fotografía, espacios abiertos, 3-D, etc).

5- Que con la entrada regalen un pequeño folleto a todo color con la ficha técnica de la peli, fotografías de escenas y actores, el “cómo se hizo”, etc.

6- Instalar arcos detectores de metales en todas las salas comerciales para impedir el acceso de vídeo-cámaras y evitar así el screener.

7- Que esperen año y medio (en vez de los cuatro meses actuales) antes de sacar las películas en formato DVD. Si al espectador le apetece mucho ver un título determinado, probablemente vaya al cine si tiene que esperar tanto tiempo para descargárselo en buena calidad. Además ya nadie compra películas en DVD.

¡Y que nos dejen en paz a los emuleros!

¿Alguna solución más?

lunes, 1 de noviembre de 2010

VIVIR ARRIMADO

Entre unas cosas y otras, y aplicando una variación del más que pedante y hasta friki principio de indeterminación de Heisenberg, me cuesta mucho encontrar una ocasión para escribir una entrada en La Pluma. Y no será porque no tengo ideas en la cabeza, que me sobran, aunque cuando me decido a escribir sobre alguna de ellas, generalmente, ya no están de actualidad. Así que me he propuesto tratar temas poco actuales que no se pasen de moda cuando me decida a ponerme delante del teclado. Ya veremos cuánto me duran las buenas intenciones.

Uno de los temas que tengo en mente desde hace meses es uno de esos tabúes que la sociedad moderna, democrática y progresista ya no osa poner en duda. Recuerdo cuando hace algo menos de veinte años, se comenzaron a conocer casos de novios que antes de casarse se iban a vivir juntos, esto es, como dice mi abuela tan meridianamente clara y castellana, a vivir «arrimaos» . En una ciudad recogida y entonces tradicional, amancebarse con una tía o salir con una divorciada era como llevar tatuada la palabra marrano escrita en la frente. Me imagino a todas las marujas en la peluquería rasgándose las vestiduras y preguntando hasta dónde iba a llegar el mundo con semejantes inmoralidades. Hoy en día, sin embargo, supongo que esas mismas que antes montaban en cólera con cosas mucho más simples e inocentes hayan pasado a formar en las filas de la masa que no osa que algo tan moderno y sensato se ponga en duda: «Válgame Dios que antiguo e intolerante. Si la mitad de mis nietos viven así. ¡A la hoguera con él!».


Y es que tantos años de ingeniería social, de series y cine español en las que lo anormal se pinta de común y se vende como saludable, cuando no obligatorio, terminan dando sus frutos. Vamos, que hasta mi abuela ahora está a favor del concubinato aunque eso sí, nunca permitiría que un nieto que la visitara para presentarle a la novia durmiera (sólo dormir, sin más) junto a ésta en la misma cama bajo su santo techo.


Particularmente, el tema me resulta mucho más problemático de lo que parece e intentaré sintetizar. Antes quiero dejar claro que, cuando me refiero a la convivencia antes del matrimonio, este debe ser el católico pues el civil es una auténtica mierda (marimonio, divorcio express,...) sin sentido ninguno: un auténtico y ridículo paripé.
  • Como católico, aunque mal practicante, acepto las enseñanzas de la Iglesia en esta materia y considero que vivir en amancebamiento es un pecado y que si lo hiciera correría grave peligro mi alma inmortal.
  • En relación con el punto anterior, creo que la Iglesia intenta dictar unas normas temporales que no dejen lugar a la duda y que, si hiciera lo contrario, los creyentes, que somos unos pillos, nos comportaríamos como auténticos animales de bellota. Para vivir en pecado es necesario que se mantengan relaciones sexuales y, para ello, todos sabemos que no es necesario convivir bajo el mismo techo.
  • También es cierto, sin embargo, que la vida ha cambiado muchísimo en los últimos cincuenta años y que factores como el aumento de edad en los contrayentes, la falta de capacidad de sacrificio, el egoísmo sin límites de nuestra generación, etc., hace bastante más difícil que antes el lograr una sana conviviencia y un matrimonio estable y duradero.
  • Que también como cristiano, concibo el matrimonio como un compromiso de por vida y seguramente el paso más importante que puedan dar dos personas. Por tanto, no debería hacerse a la ligera y, en este sentido, «probar antes», podría aportar un pequeño plus de seguridad para no acabar cometiendo faltas más graves como divorcios, adulterios o, lo que es peor, amargar la vida a tu cónyuge o a unos hijos que nunca deberían pagar por los errores de sus padres.
  • No debemos dejarnos engañar tan fácilmente pues «probar antes» puede convertirse en una cómoda falacia, pues nada garantiza un periodo de duración indeterminada (¿quince días, dos años, un siglo?) y, además, las personas cambiamos. Seguramente todos conocemos ejemplos de novios que han vivido juntos durante años para terminar divorciándose al poco de contraer matrimonio.
  • Que para muchas personas, sobre todo hombres, el amancebamiento es la forma cómoda de no aceptar compromisos serios y no afrontar la madurez, escudándose en tonterías que ni ellos mismos se creen del estilo a «Yo no necesito un papel para demostrar mi amor y mi compromiso por Pili», cuando en realidad quieren la leche sin comprar la vaca. Cuando oigo estas chuflas me pregunto a quién intentan engañar: a mí, a la novia o a su propia conciencia.
  • Que nunca saldría con una divorciada y me costaría enormemente mantener cualquier tipo de relación seria y lícita con una chica que hubiese convivido con su novio. Y, seamos sinceros, no sé qué pensarán las mujeres (ni de esto ni de nada) pero la mayoría de los hombres, para casarnos, preferimos una a estrenar.