martes, 1 de febrero de 2011

PACO EL BAJO



Puedo comprender a la gente que se humilla y no planta cara a nada ni a nadie cuando lo mucho que puede perder es lo poco que tiene.

Humano es que personas sin cultura, o criadas en condiciones próximas a la misera, nunca se atrevan a levantar la voz, ni aun la vista, cuando se les pisa o humilla.

Algunos, incluso, han sido escarnecidos durante toda su vida y consideran común o, más aún, justo que les traten como a perros o como a tontos.

Otros ni siquiera se dan cuenta cuando son denigrados social, profesional, familiar o humanamente.

¿Y cómo no voy a ser capaz de ponerme en el pellejo de aquella mujer que se deja patear, física o mentalmente, por un marido del que un día estuvo enamorada y del que aún cree, falsamente, que lo está? ¿O al que teme más que a la propia muerte?

Y entiendo al hombre que se deja envilecer y manduquear por una arpía disfrazada de ángel indefenso. Y a la madre que tolera que su propio hijo le levante la mano.

Y comprendo al que se rinde tras perder todas las batallas de su vida. O al que sólo disputa las propias guerras creyendo, quizás con razón, que en el egoísmo se encuentra la felicidad.

Porque el corazón, muchas veces, no sabe distinguir entre valor y sumisión. O entre valor y soberbia.

Pero nunca podré entender cómo muchos, a veces pienso que la mayoría, son capaces de mirarse al espejo por las mañanas sin sentir naúseas al comprobar que están observando un perro y no un hombre. O mejor, con perdón para los perros, un gusano.

Me repatea las entrañas la gente tan cobarde que, sin tener nada que perder, no es capaz de levantar la mirada, mostrar las uñas y enseñar los dientes. Los gregarios que serían capaces de traicionar a cualquiera porque siempre silencian su conciencia, su orgullo y su dignidad ante el primero que consideren peligroso o con poder.

Hay gente que vive en un estado de temor continuo. Con pánico a llamar la atención, a destacar entre el resto de corderos. Miedo al pastor que no pasa de caniche. Pánico a vivir con dignidad. Ratas que abandonarían a su suerte a cualquiera. A veces creo que incluso respirar les aterra.Y son multitud.





Y admiro a los que nunca callan porque la verdad, la dignidad y el honor les espolea el alma como ninguna otra cosa en el mundo.

15 comentarios:

Chirly dijo...

Nos pone usted entre dos polos opuestos y la vida real, como siempre, se juega día a día en los términos medios. El otro día en el blog de Suso se entabló un debate a propósito del artículo de Ussia en el que tildaba a Bardem y Pe de incongruentes por ser rojos y haber elegido para el nacimiento de su vástago el más caro hospital de todo el mundo en lugar de ir a parir a cuba. o venirse a la sanidad publica de nuestro pais. Alguien recordó que no son pocas las madres y padres de ideas conservadoras y tradicionales que votarían y votaron contra las leyes que promueven y facilitan el aborto pero luego han llevado de tapadillo a abortar a sus propias hijas quinceañeras...

Digo esto porque se trata de un asunto de coherencia, de estar dispuesto a jugarse el tipo por mantener cosas como la dignidad, el honor... valores que no valen mucho hoy. Y en cuya defensa no habrá más recompensa que la de haberse jugado el tipo y seguramente haberlo perdido. Suena quimérico en nuestros días.

Al Neri dijo...

Su post es muy bueno y me encanta el homenaje de su título al servil personaje de "Los santos inocentes", que parecía en efecto un simple chucho propiedad del señorito Iván.

Siempre he dicho que el feudalismo y el señoritismo no ha desaparecido en este país. Podríamos decir más bien que se ha transformado y se ha camuflado en otras formas de servidumbre. A falta de latifundios caciquiles y labradores hambrientos como los de los años 50, hoy asistimos a otros modelos de sumisión mucho más sutiles, pero en el fondo igualmente repugnantes. Sumisión a una empresa, sumisión a un banco, sumisión a una hipoteca, sumisión a uno horario axfisiante, sumisión a unas campañas machaconas de consumismo… Llámelo “hache”.

Además no hace falta ser pobre para ser servil y perder la dignidad. No hace falta, como usted dice, tener “mucho que perder”. En esta sociedad tan materialista y tan de brillos fatuos, está claro que emulan a Paco el Bajo no solo los que tienen “mucho que perder”, sino también los que esperan ganar algo.

Prebendas, agradecimientos, expectativas de ascenso, deseo de figurar, reconocimiento social… son los actuales sustitutos del mendrugo de pan por el que Paco el Bajo y la Régula tenían que bajarse los pantalones, poner a la niña a servir donde el señorito y olfatear el suelo para buscar las perdices, aunque fuera con la pierna tronzada. Yo he visto auténticos Pacos y auténticas Régulas en mi entorno personal y profesional, pero, eso sí, con corbatita y buen sueldo. Y, efectivamente, Subdirector, dan bastante más asco que los famélicos campesinos extremeños de “Los santos inocentes”.

Aprendiz de brujo dijo...

Gran post, Subdirector. Por lo que de ti cuentan, eres un tipo íntegro y fiel a unos principios.
Puedes sentirte orgulloso. De esa ralea quedais pocos.

Álex dijo...

Menos mal que lo ha escrito Chirly antes que yo, porque si no ya me estaría calificando de alguna cosa, sr. subdirector: la vida real se juega día a día en los términos medios. Hasta las ratas, los corderos y los gusanos pueden ser valientes. Y hasta los capitanes y los guerreros pueden ser sumisos o dejarse humillar en alguna ocasión.
Hay muchas batallas y muchas guerras posibles, por seguir su lenguaje "violento". Para mí las más importantes son las de la pequeña escala, las que libra cada persona por entenderse y por entender a los que le rodean, por ejemplo.

"Y admiro a los que nunca callan porque la verdad, la dignidad y el honor les espolea el alma como ninguna otra cosa en el mundo"
Interesante frase, sr subdirector, porque yo añadiría que admira a los que nunca callan si la verdad, la dignidad y el honor que defienden son más o menos iguales a los que defiende usted. Sin ir más lejos, me da la sensación de que me he ganado una cierta antipatía/indiferencia por su parte por defender que hay que respetar y dar valor al fondo de cada persona porque ahí es donde radica su dignidad y su honor. O, por poner otro ejemplo, intenta con frecuencia acallar a grupos de personas (homosexuales, comunistas,inmigrantes) aunque en ocasiones lo único que intenten sea ,precisamente, que se valore su dignidad, su honor y su manera de vivir.

Aprendiz de brujo dijo...

Alex tu discurso me parece impecable.Y coincido contigo en el poco respeto que manifiesta el Subdirector por determinados colectivos, pero creo que ese no es el sentido del post.
Bien es cierto que en debida coherencia el Subdirector debería apreciar el valor y coherencia de quien mostarba su homosexualidad en público hace treinta años.
Aún así el post no trata del respeto, de la tolerancia. Trata sobre la integridad, la fortaleza de espíritu necesaria para pagar el precio,- a menudo altísimo, por defender la verdad,por defender la dignidad, -y el poco respeto que le merece la inercia general en la que vivimos de "gregarismo".
Aún así y esto va por Neri y por el propio Subdirector es que las circunstancias, muchas veces nos empujan a la sumisión.
Por un hijo, por tu familia, te bajas los pantalones y abres el culo, si hace falta.Con corbata o sin ella.

Álex dijo...

Intentaba poner de manifiesto, Aprendiz de brujo, que no siempre vemos la integridad y la fortaleza de espíritu cuando ese espíritu no es próximo al nuestro.
Por cierto, yo no separaría el respeto de la integridad: ¿se puede ser íntegro sin ser respetuoso?
Y pretendía resaltar también el valor de la dignidad y la integridad de pequeña escala, no sólo la de carácter épico, más vistosa pero menos habitual

Aprendiz de brujo dijo...

Completamente de acuerdo en que no siempre lo vemos y lo apreciamos igual.

A tu pregunta, te contestaría que indudablemente SI. La integridad y el respeto son dos valores enciales; dos virtudes mayores, que no son inherentes la una a la otra.
Conozco a personas muy íntegras, muy coherentes, a las que es difícil "comprar"; que sin embargo pecan de intolerantes, de irrespetuosos con el que no piensa como ellos.

Yo creo que el post también incide en el valor de la dignidad a pequeña escala. Los ejemplos son épicos, pero la dignidad de la que se habla es cotidiana.

Alex, sigue al pie del cañón impartiendo ese magisterio sereno que tanto molesta a estos carcundos.No juzgues el blog. El blog es bueno, merece la pena.Y a mi la transgresión me gusta; y trnansgredir a un carcundo que transgrede es divertidísimo.
De ti casi siempre se aprende.
Un saludo

Anónimo dijo...

Ahora estoy casi segura de que he entendido mal el post del Sr.Subdirector a juzgar por los comentarios que se han puesto y mis cortas entendederas claro.

Yo creo que el Subdirector se refiere precisamente a la vida corriente, a lo que nos pasa todos los días, a lo que Chirly llama jugar en los medios.

También dice comprender a aquellos que se "bajan los pantalones" por sus hijos, o su familia o simplemente por amor (o eso he entendido).
Lo que critíca es aquellos que pudiendo hacer no hacen y sin jugarse nada. Que no tienen porqué pagar ningún precio, ni bajar la cabeza y aún así lo hacen.

"El corazón tiene razones que la razón no entiende"

Pero casi seguro que lo entendí mal, ya que no suelo coincidir mucho con el Subdirector y en este caso coincido....sí eso debe ser mi neurona se ha ido de paseo... o se ha muerto.

Álex dijo...

Pues de verdad que no pretendo molestar a nadie ni juzgar ni transgredir, en serio. Como mucho, intento ayudar a mirar las cosas desde otro punto de vista. No sólo la luna tiene un lado que no se ve desde aquí.
Igual que a mi me han hecho pensar y cuestionarme cosas muchos comentarios de este blog, también me gustaría lograr lo mismo. Gracias, por lo tanto, por tus comentarios, Aprendiz de brujo.
Respecto a la integridad y el respeto, es cierto que no son virtudes asociadas, pero me da la sensación de que tienen raíces comunes. Puede que esas personas íntegras pero irrespetuosas tengan una integridad demasiado contaminada de orgullo y superioridad.

Pepico Segura dijo...

Totalmente de acuerdo Sr. Presidente.
Si plantaramos cara y no vivieramos como borregos otro gallo cantaria.

Anónimo dijo...

José Antonio Primo de Rivera nombró a la dignidad como uno de los valores eternos de los que el ser humano era portador.
Y todos esos valores humanos no pueden comprarse ni por todo el oro del mundo; en cambio, si que pueden perderse fácilmente.

Zorro de Segovia dijo...

Si hablamos de valentía y gallardía sin tener nada que perder hablamos de ser un chulo, no un valiente.

Lo jodido es arriesgar. No la vida de tus hijos, claro, pero sí el careto por echarle huevos, o tu empleo por decir las cosas como son, o una amistad por cantar las del barquero. Muchos pondrán la educación como excusa mientras cagan los pantalones, pero muchos otros saben que poner los huevos encima de la mesa es necesario para continuar llevando la cabeza erguida.

Particularmente me caen más simpáticos los héroes de la trinchera que los del surco, pero ... hay que respetar a todo valiente. Que quedan pocos.

Dulcinea dijo...

Pienso que está muy clara la entrada y es verdad que hay gente servil sin ningún motivo y a esa se refiere el Subdirector, esa gente da grima.
No creo que por tener familia e hijos haya que humillarse y tragar con lo que sea. Entiendo que un padre esté dispuesto a todo para que sus hijos coman, vistan o tengan cubiertas sus necesidades básicas pero agachar la cabeza y “abrir el culo” solo para que los niños vivan como ricos, vayan a un colegio guay o tengan caprichos, pues no, yo preferiría que mis hijos tengan una madre digna y con su orgullo a que tuvieran determinadas cosas materiales sin las que se puede ser feliz de sobras.

Chirly dijo...

Un padre de familia ve como un jefe déspota hace moving a un empleado, le humilla y pone en juego su puesto con arteras mañas. En la oficina se organiza una pequeña rebelión y nuestro héroe (el padre de familia) pasa de observador a actor y toma parte en la rebelión dando la cara junto a su compañero humillado. El resultado: Los dos despedidos y los demás sancionados.

El caso es casi real y a día de hoy (han pasado años) todavía anda en los juzgados. ¿Fue nuestro héroe un héroe o un insensato que dejó a su familia sin sueldo hasta hoy?

Al Neri dijo...

Sr. Chirly, gran dilema y difícil de responder.

Los derechos sociales y laborales que hoy disfrutamos se han conquistado en los últimos dos siglos gracias precisamente a trabajadores como el de su ejemplo, que en un momento dado han mirado más por el interés de todos y por la justicia que por sí mismos, por su familia y por sus problemas domésticos. Evidentemente sí es un héroe.

El problema es que ser un héroe no siempre (o casi nunca) es compatible con ser responsable, con la estabilidad y con la seguridad. Así que no me atrevo a decir si el padre de familia hizo bien o hizo mal. Mejor dicho, creo que lo que hizo no es algo exigible al común de los mortales y también creo que su mujer y sus hijos tienen todo el derecho a enfurecerse.

También habría que valorar si las consecuencias de actuar así (su despido) eran previsibles y, sobre todo, si este gesto noble podía ser útil de verdad a la sociedad y servir directa o indirectamente al interés general, o más bien fue un calentón por amiguismo particular (lo que puede ser muy loable y solidario pero quizá menos heroico)