Ayer fue el cumpleaños de Goyito, nuestro amigo del alma. Ha cumplido 33 tacos pero el cabrón se conserva fenomenal: ni una entrada, ni un michelín. Va al gimnasio todos los días una hora y cuida la dieta y esas cosas. Pide siempre Cocacola light y pasa de los chuletones hasta en las despedidas de soltero.
La historia de Goyito es la pera. Yo le conocí en el Instituto, en segundo de BUP, y ya por entonces era un negado para los estudios. El tío decía que chapaba un montón de horas, pero le aprovechaba menos que las comilonas a un flaco irredimible como yo.
Los gustos de Goyo siempre fueron muy aristocráticos. Por lo visto procede de una de las familias más pudientes de Zamora, y aunque su madre no es más que una maestra de Primaria y su padre, recién jubilado, trabajaba en la cadena de la FASA, sus abuelos maternos están forrados, por lo que el clan al completo siempre ha vivido un poco a la sombra del anciano matrimonio, que adora a sus nietos y no les ha privado de capricho alguno desde que eran niños. Por eso las aficiones de Goyo no terminaban de cuadrarnos con la situación de sus padres, ni con el piso pequeño y poco céntrico en el que vivía con ellos y con su hermano. Iba al cine dos veces por semana, que a nosotros nos daba mucha envidia, y además estaba apuntado con todos sus primos al club local de equitación, viajaba todas las Semanas Santas a las mejores pistas de esquí y cuando cumplió los 18 comenzó a practicar el golf (que le encantaba) y le compraron un Escarabajo que costó muchos duros, tal como solía contarnos.
La historia de Goyito es la pera. Yo le conocí en el Instituto, en segundo de BUP, y ya por entonces era un negado para los estudios. El tío decía que chapaba un montón de horas, pero le aprovechaba menos que las comilonas a un flaco irredimible como yo.
Los gustos de Goyo siempre fueron muy aristocráticos. Por lo visto procede de una de las familias más pudientes de Zamora, y aunque su madre no es más que una maestra de Primaria y su padre, recién jubilado, trabajaba en la cadena de la FASA, sus abuelos maternos están forrados, por lo que el clan al completo siempre ha vivido un poco a la sombra del anciano matrimonio, que adora a sus nietos y no les ha privado de capricho alguno desde que eran niños. Por eso las aficiones de Goyo no terminaban de cuadrarnos con la situación de sus padres, ni con el piso pequeño y poco céntrico en el que vivía con ellos y con su hermano. Iba al cine dos veces por semana, que a nosotros nos daba mucha envidia, y además estaba apuntado con todos sus primos al club local de equitación, viajaba todas las Semanas Santas a las mejores pistas de esquí y cuando cumplió los 18 comenzó a practicar el golf (que le encantaba) y le compraron un Escarabajo que costó muchos duros, tal como solía contarnos.
Goyito también se pirraba por la ropa de marca y nos daba mucho la chapa a los compañeros con la manera de combinar colores, las calidades de los tejidos y mayormente con los zapatos, que le volvían loco. Y así sigue a sus taitantos.
Duró en Económicas dos cursos, pero sólo llegó a aprobar una asignatura que era de pocos folios, así que hizo un cursillo muy bueno de informática y se lanzó entusiasmado al mercado laboral. Su primer trabajo fue en una inmobiliaria muy famosa en la que tenía que ir con corbata de color verde fosforito, y se mantuvo allí, intentando vender chalets, unos cinco o seis meses. Luego curró de algo así como chico de los recados en el bufete de abogados de su tía carnal, haciendo fotocopias y dándose infinitos paseos al juzgado (también en traje), y finalmente su padre le quiso enchufar en RENAULT, pero él rehusó porque no quería trabajar en una fábrica, sino en una oficina. Aunque sus papis intentaron hacerle ver que estar en una línea de montaje industrial era muy digno y que incluso a los universitarios les costaba encontrar puestos de administrativo, Goyito se puso cabezón, apoyado en todo momento por sus abuelos, que se llevaban las manos a la cabeza. “¡Como va a trabajar el niño vestido de mono!”
Al final la cuestión era trabajar de lo que fuera, pero trajeado y encorbatado. Siguió en el bufete un tiempo más, pero luego se cansó porque era por horas y ganaba solo 450 euros, y se fue a una ciudad cercana a currar en la recepción de una academia de oposiciones, también a jornada partida, a cambio de 600 euros. Iba y venía todos los días desde Zamora, donde seguía viviendo en la casa paterna. Sus compañeras y los profesores iban de sport, pero él no se quitó la corbata en todo el tiempo que le duró el contrato (cuatro meses).
Fue un período muy productivo, no por el sueldo evidentemente, sino porque por aquel entonces se echó a su tercera novia, Nuria, una de las alumnas de la academia. El amor surgió enseñándola a jugar al golf y ya llevan juntos la tira de años. Lo más sorprendente, lo que jamás entendimos y seguimos sin entender, es que Nuria no sólo no es pija en absoluto, sino que además va un poco de punki, con crestita y rapados raros. La chica es sencilla y encantadora, aunque nada convencional, pero como adora a Goyo, soporta estoicamente sus snobismos y sus fardadas.
Tras la academia, Goyito pasó por ONO, por un concesionario de un pueblo y por una consultora donde cogía el teléfono. Luego estuvo casi dos años en paro y acabó en su puesto actual, de secretario en una constructora, también a medio gas y con un sueldo bastante inferior a los mil euros.
La vida sentimental de mi amigo ha tenido bastantes altibajos. Nada mujeriego pero sí enamoradizo, le hemos conocido tres novias serias. La primera, Josune, era una vasca afincada en Zamora que le terminó dejando a los dos años de relación porque era “demasiado infantil”. A los dos o tres días, la pillamos pegándose el filete con un cuarentón calvo, así que todos entendimos el reproche que hizo a Goyito. Mucho después salió con Águeda, que era una chica muy simpática, del Opus, que estudiaba dos carreras a la vez, y que también le abandonó pasados dos años porque, según ella, era muy vago e irresponsable, y no se preocupaba por su futuro. Finalmente, se ligó a Nuria, la medio macarrilla simpática de la academia, con la que nos reímos mucho porque Goyete no hace más que intentar convencerla de que cambie de estilo y ella se defiende como gato panza arriba, pero en el fondo se quieren (aunque no pegan nada) y es muy gracioso. Entre las dos últimas novias, se medio lió con una tía un poco estirada que no nos caía muy bien y que le plantó con la excusa de que era “un tonto de los cojones”.
Aunque ya digo que Nuria le quiere mucho, siempre le está echando la bulla porque gana muy poco, no ahorra nada y se pasa el día comprándose gilipolleces. Le dice que podría ahorrar un poquito al mes y que así entre los dos podrían meterse en un alquiler, aunque una vez la oyeron los abuelos y le dijeron que “cómo iba a vivir el niño de renta”. Ella saltó que con lo que cobraban era imposible meterse en una hipoteca y desde entonces los altivos abuelos no la pueden ni ver y la miran un poco con cara de asco.
El gran misterio para nosotros y el gran motivo de cabreo para Nuria es que Goyito sigue yendo al gimnasio, al golf, viste las mejores marcas, tiene dos portátiles (uno para descargar y otro para trabajar, no sé en qué) y se ha comprado un i-phone de ésos el mes pasado. Además padece un vicio compulsivo con su coche y no hace más que guapearlo, tunearlo o como se diga, pero vamos, que esos alerones y esas ruedas que le coloca para mí que valen bastante más de lo que gana. Por si fuera poco, es materialmente imposible llevarle a tomar algo a un local que no sea de los más selectos del centro. En cuanto entramos en un tugurio mínimamente cutre, siempre comenta “aquí no hay nivel, aquí no hay nivel” y nos brasea hasta que salimos. A veces también se chotea de nosotros por nuestros gustos toscos y proletarios (beber cerveza a morro del botellín, ir de tapas a “Casa Ángelo” o no doblarnos bien los puños de la camisa).
Colecciona botellas de whisky caro y carteles originales de cine, que suele comprar por internet. Una vez pagó 300 euros por un cartel medio roto de “Muerde la bala”, de Richard Brooks.
Su familia está encantada de tenerle en casa, aunque su padre nunca le ha perdonado que rechazara lo de FASA y se lo echa en cara cada vez que discuten. Para mí que Nuria un día le va a poner firme pero a base de bien.
Colecciona botellas de whisky caro y carteles originales de cine, que suele comprar por internet. Una vez pagó 300 euros por un cartel medio roto de “Muerde la bala”, de Richard Brooks.
Su familia está encantada de tenerle en casa, aunque su padre nunca le ha perdonado que rechazara lo de FASA y se lo echa en cara cada vez que discuten. Para mí que Nuria un día le va a poner firme pero a base de bien.
11 comentarios:
¡Ese tal Goyito es un crack! Lo malo es cuando se le acabe el chollo de los abuelos (algo que por ley de vida tendrá que pasar), acostumbrado a vivir bajo una sombrilla.
Nery, como la entrada es la ostia de larga sólo he leído los dos primeros párrafos y en ellos me asalta una gran duda ¿¿¿En qué cojones de instituto conociste tú el Gollito éste en 2º de BUP??? Aunque ahora que lo pienso empiezo a entender algunas cosas, como por ejemplo porqué cuando el Puma daba clases de latín y te preguntaba alguna declinación tú estabas tan despistado que no sabías ni en qué página nos encontrábamos el resto, ¡¡estabas en el instituto ese!!
Debería usted haber capitulado el relato. Por lo demás, ¡menudo personaje!
Hay una duda que me asalta, y es como los abuelos no permiten que Goyito trabaje en la línea de montaje, y sin embargo sí se lo permitieron a su papá.
Los lujos por encima de sueldo y su insistencia en ir sólo a bares "cool" demuestran, sin ningún género de dudas, que el tal Goyito vende cocaína y pastillas (y las consume). Señor Neri, ¿no le ha hecho sospechar las numerosas veces que va a los lavabos y el hecho de que no bebe alcohol? Haría Usted bien en recordarle cómo ha acabado el Marichalar, con ictus cerebral y casado con la infanta mongola.
Por cierto, ese "choteo" de los que beben a morro la cerveza lo he oído yo antes a alguien de este blog...hum. Pero no, lo demás no encaja.
Saludos
Vaya por Dios, Venéficus. Se me ha adelantado. Yo iba a preguntar lo mismo.
Es curioso ese comportamiento en un hijo con hermanos pues no es tan extraño en hijos, e incluso nietos, únicos. ¿Era acaso el pequeño y estaba superprotegido?
De todas formas, no llegando a esos extremos, no son raras las persona que, llegadas a cierta edad, se siguen comportando como niños superprotegidos por sus padres. Y muchos tíos así ligan bastante. ¿Ya pasaron los tiempos en los que las mujeres se sentían atraídas por hombres que les inspirasen seguridad y estabilidad?
No quiero ni pensar que será del "pobre" Goyo cuando falten sus abuelos. Acabará con un trabajo cutre, sin dinero, sin familia, gordo y calvo. No, espero de verdad que madure.
F.A.: Se trata de un cuento sin ninguna conexión con la realidad, pero escrito en 1ª persona. La etiqueta es "relatos" y no "historias reales" (ej: La leyenda de Putéitor)
Veneficus y Subdire: Ha sido un lapsus. Siempre me quise referir a los abuelos maternos, que cabe deducir que siempre se opusieron al matrimonio de su hija con un obrero de la FASA. Está subsanado.
Está muy bien el relato y todos sus detalles, jeje, es el prototipo de niño mimado y superprotegido. Seguro que no es una historia real, Nery? Hay demasiados detalles para que te lo hatas inventado todo, seguro que te has inspirado en alguien que conoces.
Sí sí, ahora ponme excusas...
Tras decirme que es un relato lo he leído entero y es ¡¡¡MALÍSIMO!!! (casi casi tan malo, aunque al menos más corto, que el de Mari Trini). All tío, espero mucho más de un relato tuyo, dedícate a la poesía anda (que sin dudar se te da mucho mejor)...
Goyito tiene razon en meterse con vosotros en lo referente a no doblaros bien los puöos de las camisas (puto teclado que no va bien).Joder gentes castellanas de bien como es vuestro caso y cayendo en esas cosas.En cuanto a Goyito es la leche,todos los mamoncetes tienen suerte,feliz cumpleaöos.
Goyito para mí representa en que puede desembocar una vida de protección, de mimos, de tenerlo siempre todo y de vivir muy por encima de las posibilidades de uno. Estas personas se suelen volver idiotas e insoportables con los demas, se creen más que nadie y en el fondo son solo unos pobres diablos. Esto se ve mucho en los estudios, porque yo conozco alguna chica muy pija que como se lo dan todo hecho han terminado dejando los estudios, porque alguien acostumbrado a tenerlo todo no es capaz de sacrificarse estudiando ni de valorar el valor del esfuerzo.
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