miércoles, 9 de julio de 2008

EL ZOOBÚS

De vez en cuando cojo el autobús urbano para desplazarme por la ciudad. Como el trayecto suele ser un poco largo, intento sentarme en la parte de atrás, entre otras cosas, para evitar el molesto tráfico de personas subiendo y bajando.

Recuerdo del colegio y el instituto que la parte trasera del autobus en la excursiones era donde se acomodaban los compañeros más macarras: los más revoltosos en el colegio y los incipientes borrachines en el instituto; incluso algún que otro porrete se fumaban los tíos.

En el bus urbano he comprobado que la parte trasera congrega a la fauna más variopinta de la juventud actual, y con lo que yo disfruto observando (disimuladamente, claro), me lo paso pipa. Paso a describir a algunos de los individuos más representativos.

La avutarda

Una chica que viaja sola, con los auriculares puestos y cara de cabreo. Combina de la forma más natural el iPod con un pañuelo palestino. ¿Por qué no? Para algo está la Alianza de Civilizaciones. Viste también unos vaqueros ajustados y deshilachados al final de la pernera; no sé si el desgaste vendrá de fábrica o se lo habrá provocado el roce con el suelo, dada la excesiva longitud de la prenda, que además hace que, lloviendo como llueve, casi le llegue la humedad a la rodilla. Pero es igual, la chica va mona, y al menos, reconozcámoslo, abrigadita, que no es poco. Respetos al máximo para las avutardas, pero no me digan que no tiene cierta cara de cabreo el animalito: "¡Yo llevo las plumas como me da la gana, y si no te gusta, deja de mirar!".


El puercoespín

Un joven alto y delgado, con ropa casi veraniega a pesar del frío que hace. Lo que más llama la atención de su aspecto es el pelo: mechas rubias y completamente de punta, a lo Maggie Simpson. Miedo me daría que en un frenazo se avalanzase sobre mí con esas púas en la cabeza. En mis tiempos, en el pueblo, le habrían apodado, como mínimo, "el erizo" o "Espinete" (es que por entonces no conocíamos el término "puercoespín", pero mejor así, porque si no la cosa habría degenarado en un mote mucho peor).


El gallo

Otro mozalbete está sentado al otro lado del pasillo y habla a gritos con el anterior (es lógico, les separan sesenta centímetros). Éste luce una cresta que para sí hubieran querido muchos punkies ochenteros.






Perrilla pelona

Sin duda, una de las estrellas del bus es una chiquilla de no más de 14 años, muy menuda ella. No sabría describir la ropa que llevaba porque, sinceramente, apenas pude encontrarla. Quien sí debió hacerlo fue un chavalín de unos 10 años que viajaba con su madre y su hermana pequeña. Parecía un perro de caza que había visto a una perdiz y estaba "puesto", salvando incluso el obstáculo que suponían el brazo y el bolso de su madre. Digno de ver.


Lindo Pulgoso

Por último, está el típico quinceañero pijito con el pelo largo y cuidadosamente desordenado, como si no se hubiera peinado al levantarse. También luce cara de pocos amigos. Si se me llega a ocurrir llevar el pelo así a esa edad, primero, mi madre me pone de tiñoso para arriba y no me deja salir de casa hasta que no me peine; si por cualquier razón mi madre no se percata, al llegar a clase, el maestro: "¿Qué, en su casa no hay peines? Si quiere le dejo yo uno ...", con las consiguientes carcajadas de los compañeros. Otra cosa que llama la atención de Lindo Pulgoso es su ropa: va embotijado en prendas al menos dos tallas inferiores a la suya; da la sensación de que se va a asfixiar, el pobre.

En fin, por lo que me cuentan, todas las generaciones se han sorprendido al ver la evolución de la moda y las costumbres de las generaciones siguientes. No es una crítica, es que realmente me resulta curiosísimo.

11 comentarios:

Al Neri dijo...

Cómo se lo pasa usted en el autobús, Leonardo.

Las pintas de los adolescentes de ahora son muy estrambóticas y en el caso de las chicas, yo diría que a veces van "vestidas" como verdaderas lagartas, sobre todo los sábados por la noche. No sé si es que no las ven sus madres al salir o les da lo mismo.

Algo que me llama mucho la atención son algunos chavales que llevan los pantalones casi a la altura de las rodillas. Me parece incomodísimo, parece que se han cagado.

Lo que no me gusta nada son los piercings en general y los pendientes en los chicos. Me parece que dan un aire macarra y carcelario. Y los tatuajes, que tanto se han puesto de moda, me parecen una vulgaridad de mucho cuidado. Uno confía en que cuando vayan cumpliendo años, cambien de estética, aunque no sé yo...

En fin, no sigamos, que parecemos unas abuelas, jejeje...

Ingrid Dietrich dijo...

A partir de ahora señor Neri le llamaremos "Abueleitor"... Lo mejor es la asimilación de personajes con esa pintoresca fauna... "La perrilla pelona"..."El Lindo pulgoso"... Jajaja... Pero me extraña que sólo ha referido a personas ciertamente jóvenes, no se olvide del "Pestosus sobaquerus" ó Mofetilla, de la Cotorra sin aliento que ofrece relato de sus aventuras y la descripción de sus nuevos "enrredones" para la cama y no olvidemos al "Sobao Pasieo" que es el guarrindongo que se refregotea con la perrilla pelona y todo lo que lleve falda...
Si entre el zoo de Neri y el suyo, al final esto parece el "Muy National Geographic".

Teutates dijo...

Pues yo no se, respecto a la juventud de hoy en día, qué es mejor, si los percings estos o como se escriba, o las hombreras ochenteras que se llevan cuando eramos un poco más jóvenes que ahora. Realmente las faunas que te encuentras son curiosas, sobre todo en las grandes ciudades. Un día en madrid, en el metro, vi un especimen la mar de curioso, sería un tio de unos 35 más o menos, con el pelo liso pegado a la cara, voz más bien afeminada y los pantalones , como dice Al Neri, casi por las rodillas, mostrando calzones C&K y charlando bastante amaneradamente con unos colegas. Serían aprox las 7 de la tarde un viernes, y la conversación trascendía sonbre si le daba tiempo o no a ir a la peluquería a darse unas mechas y recortarse un poco las puntas, porque hacía casi un mes que no se "arreglaba nada de nada losss pelosss", no se si sería homogay, heterosexololaila o marifora de un día, pero yo no podía por menos que sonreirme de la situación que estaba observando.

Rapajic dijo...

Una entrada muy original Leandro. Sí señor, por fin algo diferente.
Por cierto All Nery, ¿es usted, el mismo que con 20 años llevaba bigote o con 21 barba a lo Valle Inclán, el que critica los looks de los chavales de ahora? Ay que joderse...

Al Neri dijo...

F.A., yo nunca he llevado bigote. Y no me compares una barba, que es algo de toda la vida (aunque la mía era más arbolada de lo común, jejeje), con las pintillas que llevan ahora...

El Subdirector del Banco Arús dijo...

Muy buena la entrada, Leonardo. Enhorabuena.

Debo decir que, en mi juventud, no he tratado con gente de pintas peculiares hasta que fui a la Universidad (en los colegios de frailes estaban prohibidos los pendientes y el pelo largo en los chicos), dejando de lado algún que otro Heavy y alguno que otro con pintas de Ultra Sur. Sí que es cierto que en la Universidad, sobre todo en las carreras técnicas y de ciencias, habitaba una fauna de lo más pintoresca y variada. Desde gente que no se lavaba nunca, hasta tíos con clavos en el labio inferior, pasando por un número interminable de "empollones con pinta de empollón". De las chicas de esas carreras no puedo decir mucho. Eran escasas y en su mayoría poco agraciadas. Cuando queríamos ver chicas guapas nos íbamos a Derecho o a Económicas donde abundaban en calidad y cantidad (maquilladas y peripuestas desde las ocho de la mañana. Sí señor, eso es levantar España.).

Por lo que tengo entendido, ahora hay chavalines que hasta se maquillan. ¡Válgame Dios, pobres padres! Hay muchas adolescentes que, es cierto, visten como si fueran a trabajar a una esquina de Montera y, otras muchas, con pinta de libertaria feminista ("Yo soy fea porque quiero. Las 'rojas' no estamos sometidas a los dictados machistas de los hombres fachas.").

Pero en general, la moda actual de las chicas de 15 a 35 años creo que ha mejorado mucho. Sobre todo el resurgir de la minifalda, el pantalón corto y las botas y zapatos de tacón. Sólo comparable a cuando hace cinco o seis años se pudo se moda la falda lisa por la rodilla y las botas.

¡A disfrutar del verano, que viene sugerente!

Anónimo dijo...

Las modas cambian, pero el buen gusto no. Puede que hace años se llevara una ropa que hoy nos haga sonreír recordarla, pero siempre hay gente que se viste con gusto y otros que son horteras de nacimiento y siempre llevarán lo más chungo de lo que se lleve en cada momento y lo más provocativo. Pienso que llevar ropa o peinados extravagantes o muy rompedores es un síntoma de inmadurez, de complejo de inferioridad, como para llamar la atención. Un buen síntoma de inteligencia es saber ir vestido y con aspecto propio en cada situación, evitando ser el objeto de las miradas y la provocación andante.

El Subdirector del Banco Arús dijo...

En el clavo, Princesa Leia. Totalmente de acuerdo con usted.

Anónimo dijo...

Utilizar el autobús es recomendable de vez en cuando, porque como indica el caballero Leonardo, los viajeros que utilizamos el servicio somos muy diversos, pero lo mejor son las conversaciones que algunos se traen y de las que se nos hace partícipe al resto del pasaje involuntariamente; hablando a voz en grito por el teléfono, preguntando a la madre lo que tienen para comer; las aventuras de los adolescentes es su fin de semana y como no la de las personas mayores contando su viaje del Imserso.

Anónimo dijo...

Vaya fauna que se ve por ahí, lo que tienes que hacer es como el otro dia vi en la tele, que le decía una señora a su marido "habrás venido andando, porque como piensas que ir en autobús es de fracasados..."
Lo de vestirse y peinarse es muy personal y debe tenerse respeto por los gustos de cada uno, pero pienso como princesa leia en que llevar muchas pintas no demuestra demasiado equilibrio. El aspecto es como una tarjeta de presentación, como te ven los demás y hay que cuidarlo aunque sea un poco.

J. L. Fandiño dijo...

Muy interesante esta entrada. A mi juicio faltan algunos patrones más. Por ejemplo el niño pirata. Dícese de aquel que previa aplicación de unas planchas alisadoras en su pelo (entiéndase de la cabeza) y casi cuarenta minutos de paciencia con el cepillo, ha conseguido tapar UN SÓLO OJO, dejando el otro al descubierto. También está el niño suicida, aquel que no consiguió tapar sólo uno y tapó los dos.

Como nota curiosa, hay una técnica en la seducción que los aven (seductores maestros) llaman "pavoneo". Consiste en llamar la atención con la indumentaria sea como sea. Uno de los mejores aven del mundo, Mistery, materializa su pavoneo saliendo de casa con plataformas (pese a sus casi dos metros de estatura) y gafas de aviador. De momento, eso no lo he visto por aquí, pero no creo que tarde mucho en llegar. Dos de mis amigos salen con la cara untada de brillantina (el niño albal) cada viernes.

Todo esto que hoy nos llama un poco la atención, mañana pasará inadvertido sin duda. Personalmente, hace unos años me resultaban curiosas las pequeñas crestas que llevaba la gente en la cabeza. Ahora soy yo quien lleva una tímida cresta combinada con patillas (niño Avecrem). Lo mismo ocurrio con los bolsos de hombre. Recuerdo cuando vi a los pioneros en utilizarlo. Me reía de ellos con frases como: "Para qué lo querrá. Si ahí no le cabe el abanico". Ahora recurro al "no tendrás un huequecillo en el bolso para guardarme las llaves, porfa".

Desde luego es un tema muy curioso...