viernes, 31 de julio de 2015

CON LOS AÑOS...


Según voy cumpliendo años me doy cuenta de que tardamos demasiado tiempo en conocernos de verdad a nosotros mismos. Cualquier veinteañero cree conocerse bien, pero lo cierto es que aún tiene una idea demasiado incompleta y difusa sobre su personalidad, capacidades, límites e incluso gustos. Creo que hasta que no cruzamos la barrera de los treinta o treinta y cinco no somos capaces de observarnos introspectivamente con la suficiente objetividad. Y algunos necesitan mucho más tiempo.

A mí me ha sucedido con mis defectos. De más joven tenía las mismas o parecidas limitaciones personales que ahora pero por lo general me negaba a aceptarlas, me esforzaba continuamente en disimularlas e incluso en no pocas ocasiones me autoatribuía habilidades o aptitudes de las que carecía por completo, en mi insensato afán de proyectar una imagen ideal de mí mismo. Para mí la madurez ha consistido en hacerme, poco a poco, una composición de lugar aceptable sobre mi puntos fuertes y débiles, mis virtudes y mis taras, mis talentos y mis debilidades. A mí la edad me ha enseñado no a sentirme cómodo con mis muchas imperfecciones, sino a convivir con ellas con naturalidad, sin aspavientos y sin avergonzarme más de la cuenta; a convencerme de lo que hay sin comerme demasiado el coco y sin negar lo evidente.

He aprendido también que para conocerse bien hay que tener voluntad de hacerlo. Hay mucha gente que no tiene el mínimo interés en hacerse un chequeo imparcial ni en sacar otras conclusiones sobre su manera de ser o sobre su vida que las que elaboró antaño desde el subjetivismo bisoño de la primera juventud. Otra herramienta indispensable para vernos por dentro son las personas que nos rodean, amigos y enemigos. Está claro que si no somos capaces de enterarnos de nuestros defectos con nuestros propios medios, muy rara vez alguien nos los va a explicar de palabra. Por eso es tan importante, y es una destreza que se adquiere con el paso del tiempo, saber observar a quienes conviven o trabajan diariamente con nosotros. Será difícil que nos señalen, a la cara, esas lacras nuestras que tanto nos cuesta ver, pero su comportamiento, actitudes y lenguaje no verbal, bien captados e interpretados, nos pueden dar las pistas suficientes para esbozar un autorretrato robot bastante fiel, para dibujar sin miedo el mapa de nuestras luces y sombras.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

"De más joven tenía las mismas o parecidas limitaciones personales que ahora pero por lo general me negaba a aceptarlas, me esforzaba continuamente en disimularlas e incluso en no pocas ocasiones me autoatribuía habilidades o aptitudes de las que carecía por completo, en mi insensato afán de proyectar una imagen ideal de mí mismo."

No se preocupe: lo ridículo sería hacerlo llegando a los cincuenta y debe ser muy frustrante para quien lo padece. Lo demás, se llama coherencia; con uno mismo, con los demás y con la vida que hemos elegido.

Yo acabo de hacer cuarenta y tres y, sigo siendo insoportable; además lo sé porque me lo dicen mucho... :)

Aprendiz de Brujo dijo...

Poco más se puede añadir. Últimamente lo único que hago es quitarme el sombrero ante lo que escribes, salvo algún paréntesis paleocristiano.
Buen fin de semana. Haced el amor, es sano y se hace feliz al prójimo.

Tábano porteño dijo...

Dos opiniones disímiles, de un macedonio aristócrata y un argentino (plebeyo):

"Si espero perderé la audacia de la juventud" (Alejandro Magno, rey macedonio).

"La experiencia es un peine que te lo dan cuando te quedás pelado" (Ringo Bonavena, boxeador).

tomae dijo...

Tabano ...tengo en mi cabecera la frase del boxeador Ringo, yo creía que era un anónimo proverbio chino; lo oí con el calificativo de calvo más que el de "pelado". Gracias por la aclaración.

Felicidades Sr.Neri por su cumpleaños.

Hola Nago .

Al Neri dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Al Neri dijo...

Nago, casi todo el mundo puede vencer la tentación de decirle a alguien a la cara que le parece insoportable, pero casi nadie es capaz de evitar que se le note su opinión.

Tábano, la del peine es muy buena, aunque posiblemente de jóvenes tampoco habríamos estado dispuestos a peinar nuestra melena con ese peine de la experiencia si lo hubieramos tenido. Una de las claves del placer de ser joven es la inexperiencia. Cuando se está de vuelta de todo, se disfruta muy poco de las cosas.

Tomae, gracias, fue hace unos días.

Brujo: ¿Paleocristiano?

nago dijo...

Le dejo un texto que, a mì personalmente no solo me define bastante bien sino que además me gusta mucho. Más aún viniendo de quien lo escribió.

""Ya no tengo paciencia para algunas cosas, no porque me haya vuelto arrogante, sino simplemente porque llegué a un punto de mi vida en que no me apetece perder más tiempo con aquello que me desagrada o hiere.

No tengo paciencia para el cinismo, críticas en exceso y exigencias de cualquier naturaleza.

Perdí la voluntad de agradar a quien no agrado, de amar a quien no me ama y de sonreír para quien no quiere sonreírme.

Ya no dedico un minuto a quien miente o quiere manipular. Decidí no convivir más con la pretensión, hipocresía, deshonestidad y elogios baratos.

No consigo tolerar la erudición selectiva y la altivez académica. No me ajusto más con la barriada o el chusmerío.

No soporto conflictos y comparaciones. Creo en un mundo de opuestos y por eso evito personas de carácter rígido e inflexible.

En la amistad me desagrada la falta de lealtad y la traición.

No me llevo nada bien con quien no sabe elogiar o incentivar.

Las exageraciones me aburren y tengo dificultad en aceptar a quien no gusta de los animales.

Y encima de todo ya no tengo paciencia ninguna para quien no merece mi paciencia".


(Meryl Streep)

Anónimo dijo...

Bueno... en mi opinión vivimos en una obra de teatro. La obra que se representa es una ficción, una gran mentira, y sólo podemos saber quienes somos reálmente si abandonamos el escenario y vemos todo desde el patio de butacas. Preguntarle al resto de los actores en mitad del sainete no sirve de nada, sólo nos haría equivocarnos más aún si cabe.

Al Neri dijo...

Es precioso, Nago. Me identifico bastante, aunque respeto a quienes detestan a los animales.

Anónimo, no le falta razón.