miércoles, 19 de noviembre de 2014

LIBROS DE CABALLERÍAS


“Es, pues, de saber, que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso (que eran los más del año) se daba a leer libros de caballerías con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza, y aun la administración de su hacienda; y llegó a tanto su curiosidad y desatino en esto, que vendió muchas hanegas de tierra de sembradura, para comprar libros de caballerías en que leer; y así llevó a su casa todos cuantos pudo haber dellos; y de todos ningunos le parecían tan bien como los que compuso el famoso Feliciano de Silva: porque la claridad de su prosa, y aquellas intrincadas razones suyas, le parecían de perlas; y más cuando llegaba a leer aquellos requiebros y cartas de desafío, donde en muchas partes hallaba escrito: la razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura, y también cuando leía: los altos cielos que de vuestra divinidad divinamente con las estrellas se fortifican, y os hacen merecedora del merecimiento que merece la vuestra grandeza. Con estas y semejantes razones perdía el pobre caballero el juicio, y desvelábase por entenderlas, y desentrañarles el sentido, que no se lo sacara, ni las entendiera el mismo Aristóteles, si resucitara para sólo ello. (…)

En resolución, él se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio, y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio. Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamientos, como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles, y asentósele de tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas soñadas invenciones que leía, que para él no había otra historia más cierta en el mundo.”


Me ha parecido genial el comentario que me ha hecho un buen amigo este fin de semana. Me ha dicho que mi gran problema es que he leído demasiados libros de caballerías. Mi amigo, siempre brillante en sus metáforas, no es que me esté llamando loco; solo insinúa que mi particular percepción de mundo, mis frecuentes conflictos morales y mis dificultades de adaptación a la sociedad que me ha tocado vivir se explican, en gran medida, por el proceso de ideologización que “sufrí” en mi juventud y por la ingesta incontrolada de libelos doctrinales, hagiografías apasionadas, discursos de adoctrinamiento e historiografía ultraparcial.

Yo solo quiero hacer un matiz a esta cariñosa crítica, y es que, diga lo que diga Don Miguel de Cervantes, yo no termino de tener claro si el ingenioso hidalgo se volvió loco por devorar las historias de Amadís de Gaula, el caballero del Febo el troyano o Palmerín de Inglaterra, o, al revés, su pasión desmedida por este tipo de lecturas se explica por su demencia. ¿Qué es antes, el huevo o la gallina? Igual que tampoco estoy seguro de si la gente llega a determinados estados de exaltación tras enfrascarse en textos revolucionarios o es que más bien son los ya exaltados quienes buscan esa literatura. Es difícil saber si se llega al descontento, a la obsesión o a la inadaptación tras la lectura de libros “radicales” o resulta que son los disgustados o los "descentrados" los únicos que se interesan por ellos.

5 comentarios:

Aprendiz de brujo dijo...

Mucha miga tiene el post. Me ha gustado mucho. Detrás de todo está la influencia de nuestras circunstancias y nuestro carácter en nuestra ideología. Supongo que son factores que se retroalimentan.
Una personalidad decidida junto con una educación férrea intelectual y moralmente, en la que se prescinde del relativismo, cierta inquietud e inconformismo le llevan a uno a retroalimentarse con esos chutes en vena.
Y al final sale un fascista ó un comunista. Vamos digo yo que será así.

Tábano porteño dijo...

Pero vendría bien recordar que hay formas y formas de intolerancia:
"La Iglesia es intolerante en los principios porque cree; pero es tolerante en la práctica porque ama. Los enemigos de la Iglesia son tolerantes en los principios porque no creen; pero son intolerantes en la práctica porque no aman" (P. Reginald Garrigou-Lagrange, O.P).

Aclarado esto, Neri, creo es ocioso ponerse a cavilar sobre el origen de esta (divina) "locura"; como dijo alguien, "el catolicismo se condensa en un instante supremo que justifique una vida: el guerrero desenvainando la espada, el sacerdote alzando el Cáliz del sacrificio". En todo caso, si a cierta edad persiste en usted tal "demencia", considérese dichoso:

Dichoso
‎"Dichoso aquél que muere por su casa y su tierra.
Pero sin haber hecho dolo ni fuerza injusta,
Dichoso aquél que compra su tálamo de tierra,
Que compra con su sangre la cama eterna y justa.
Dichoso aquel que muere por la cosa solemne,
Aunque sea más chica que un granito de anís.
Dichoso aquel que muere para que siga indemne
La vida de un niñito, la gloria de un país.
Dichoso aquel que muere por la Cosa Perenne,
Por un Santo Sepulcro, Dulcinea, Beatriz,
O por un sol en campo de color cielo y Lis."

Leonardo Castellani S. J.

Tábano porteño dijo...

Y a mayor abundamiento, si se me permite, cito dos admirables quijotadas más:

-en la guerra de Malvinas (1982), algunos pilotos argentinos tenían como lema la siguiente oración:
"Señor, dos cosas te pido: la gloria y el regreso. Pero si una sola vas a concederme, dame la gloria".

-El protoquijote irlandés Padraic Pearse, fusilado en 1916 por los ingleses, nos explicó así su "demencia":


“El loco”

(Versión de un poema de Pádraic H. Pearse)

Ya que los cuerdos no hablan, hablará el loco.
Yo, un loco que ha amado su locura, sí, más que los cuerdos sus libros,
sus bolsas y sus hogares tranquilos o su fama en boca de los hombres.

Un loco que en todos sus días
nunca ha hecho una cosa prudente
nunca ha calculado el costo,
ni contado lo que otra cosechaba
el fruto de su ingente siembra,
contento con desparramar la semilla.

Un loco que es impenitente,
y que pronto al final de todo
reirá en su corazón solitario
cuando el grano maduro caiga en los graneros,
y los pobres sean llenos que andaban vacíos,
aunque él ande hambriento.

Yo he derramado los espléndidos días que el Señor dio a mi juventud intentado cosas imposibles, juzgando que sólo ellas valían la pena

¿Fue locura o gracia?

Sólo Dios me juzgará, no los hombres…


Yo he derramado los espléndidos años. Oh Dios, si tuviera los años los derramaría de nuevo,
Cristo, los arrojaría de mí
Porque esto escuché en mi corazón: que un hombre debe
derramar, no muñir
hacer el hecho de hoy, no cuidar de los mañanas

No debe negociar ni regatear con Dios;

¿O fue eso un chiste de Cristo
y este es mi pecado ante los hombres, haberle tomado la palabra?


Los leguleyos se han sentado en Concejo, los hombres de caras largas y listas, y han dicho “Este hombre es loco”
y otros han dicho: “Blasfema”.
y los cuerdos han compadecido al loco, que ha conado por su vida

(En el mundo de espacio y tiempo, entre el montón de cosas actuales)

A un sueño que fue soñado en el corazón , y que solamente el corazón puede contener.


Oh cuerdos, adivinadme esto: ¿y qué si el sueño resulta verdad?
¿Si el sueño se realiza, y millones de aun no nacidos habitasen en la casa que yo hice en mi corazón, la noble casa de mi pensamiento?


Señor, yo he prendado mi vida, he prendado la vida de mi gente sobre la verdad de tu tremenda Palabra, no recuerdes mis fallas
recuerda esta mi fe.


Y así yo hablo.
Sí, antes que pase mi juventud ardiente, yo hablo a mi pueblo y digo:
Habéis de ser locos como yo: derramar y no ahorrar;
aventurarlo todo,
no sea perdáis lo que es más que todo,
habéis de reclamar un milagro, tomándole a Cristo la palabra.


Y por esto yo responderé, oh mi pueblo,
yo responderé ahora y después.

Oh pueblo al que he amado ¿por qué no responder juntos?.

Teutates dijo...

La verdad es que me ha parecido muy interesante su post Señor Neri. Todo influye en esta vida, pero creo que es obvio que si previamente no se es propenso de alguna forma al radicalismo o a la locura, es difícil que alguien, por la mera influencia de unas lecturas, adopte posturas doctrinales o ideológicas fuera de los cánones de lo común. Todos buscamos respuestas a los conflictos que nos surgen, y normalmente las buscamos dónde pensamos que las podemos encontrar, y dentro de la búsqueda de respuestas, una persona medianamente intelectual, las encuentra en los libros. Unos acuden a los de autoayuda, otros se van a las memorias de José Antonio o a los escritos de Bakunin, todo en función de lo que se desee encontrar.

Al Neri dijo...

Es complicado saber cuál es el origen de las ideas de cada cual. Yo diría que hoy determinados posicionamientos ideológicos responden casi siempre a factores psicológicos, de temperamento y de adaptabilidad social. Vamos, que en la España de 2014 es imposible que un comunista prosoviétivo, un anarquista genuino o un falangista irreductible sean personas convencionales, y no solo desde el punto de vista ideológico sino sin duda desde otros muchos más.

Las posturas políticas, y más cuando son muy definidas y de aristas cortantes, representan modos concretos de entender el mundo y la vida, de relacionarse y de administrar las filias y las fobias.

Desde mi punto de vista y mi experiencia podría decir que ciertas lecturas solo interesan a ciertos prototipos humanos. Lo diferente llama a los diferentes. Lo "desfasado" llama a los "desfasados". Lo extremo llama a los "extremistas". Sé que es más complejo y sé que hay excepciones, pero menos de las que pensamos.

Defender ideas políticas o religiosas muy chirriantes en el contexto social y cultural vigente suele ser indicio de generosidad, de inadaptación (y no es un término peyorativo), de falta de pragmatismo, de inquietud filosófica o de desequilibrio emocional, según los casos.

Y me gustaría poner un ejemplo. Si mañana en una calle céntrica de Madrid pone una mesa de propaganda el Hare Krishna o cualquier movimiento político, social o religioso ultraminoritario, de las, por ejemplo, 20 personas que se pararasen a informarse o a interactuar con los que atienden la mesa, ¿qué porcentaje pensáis que tendrían cierto desequilibro mental o un problema de soledad, de marginación o de inadaptación?

E insisto mucho: no estoy haciendo una valoración negativa de esa inadaptación, no al menos en todos los casos.