viernes, 7 de junio de 2013

¿TIENES UN CIGARRO?

Debo admitir que me irrita mucho que me moleste la gente a la que no conozco, que me paren por la calle para venderme cosas, para ofrecerme publicidad o para pedirme limosna. Por lo general, cuando camino por la ciudad voy con prisa o bien estoy disfrutando de la noche o de un paseo con mis amigos, y me revienta que me interrumpan salvo que se trate de una emergencia o necesidad imperiosa, como un accidente o algo así. Lógicamente transijo con que me pregunten por una calle o dirección, si están perdidos, y doy las indicaciones pertinentes con corrección pero sin enrollarme con chácharas estériles. Reconozco que soy un tipo más bien cortante y poco amigo de las confianzas y expansiones verbales con desconocidos. Por ejemplo, me suele encabronar que alguien intente darme conversación en el autobús.

Mi teoría es que en los espacios públicos la gente debería desenvolverse sin dar la coña a nadie, sin entablar diálogos sin sentido, sin proferir comentarios en voz alta, sin hacer ruidos molestos y, sobre todo, sin impedir el paso de los demás ni obligar a nadie a detenerse salvo fuerza mayor. La gente debería ir sencillamente a su bola.

Pero entre todas las incidencias que pueden interferir en mi camino, la que más me molesta de todas es la del típico jovenzuelo con pinta de tirado que al cruzarse conmigo me pregunta de sopetón: “¿tienes un cigarrro". No es raro que aderece la pregunta con un "oye, chavalote", que me provoca inmediatos deseos de ahorcarlo.

Suelo adivinar con muchos metros de antelación y casi sin margen de error quién me va a pedir tabaco. El fenotipo es inconfundible. Casi siempre se trata de un varón de entre 18 y 30 años, solo, con cara de colgadete, aire amacarrado, andares de orangután y extracción social tirando a bajuna, que, invariablemente, se encuentra en una de estas dos actitudes: caminando a toda velocidad como si huyera de algo, o sentado en un banco o apoyado en cualquier pared de modo sospechoso.

Tengo que decir que estas espontáneas peticiones me las hacen con bastante frecuencia, y eso que no fumo. No me quiero ni imaginar la torra que tienen que darles a los que suelan llevar un pitillo en los labios.

Me llama mucho la atención que siempre sean chicos y nunca chicas los que me abordan por este motivo, y creo que una de tres: o los hombres son mucho más jetas, o las chavalitas piden cigarrillos solo a mujeres para evitar equívocos y confianzas excesivas, o -lo más probable- se los pidan a tipos más jóvenes o más guapos que yo.

Después, por mi manera de ser y de pensar, soy incapaz de comprender esta conducta. ¿Qué hace pensar a estos jovencitos que les van a dar tabaco gratis, así por el morro, cuando encima lo piden a bocajarro, de la forma más burda posible, sin pararse ni un segundo, sin un "buenos días" o un "buenas tardes", y, por supuesto, sin un "por favor". Suelen ir pidiéndolo incluso a distancia y a voces a todos con los que se cruzan.

A veces he llegado a pensar que existe una especie de regla solidaria no escrita entre los fumadores para auxiliarse entre sí, pero rápido me quito la idea de la cabeza, pues no concibo que alguien pueda estar dispuesto a contribuir a costear el vicio de estos mierdas maleducados que fuman a costa de los demás. No sé, pero si yo fumara supongo que invitaría a cigarros a mis amigos y conocidos cuando no tuvieran y viceversa, como gesto de familiaridad o como parte del rito social del fumeteo, pero no le haría ese favor, no le regalaría los veinte céntimos que más o menos debe de valer un Fortuna, al primer mangarrián que me abordara en la vía pública, y menos con esos modos.

Es como si se te acerca un pavo en un bar y te dice que le invites a una caña, que vale, cuesta algo más, pero no es eso, sino más bien que no se trata de una necesidad sino de un capricho, y no tienes por qué subvencionárselo a un arrastrado sin modales al que no te une ninguna relación. El que tenga vicios, que se los pague de su bolsillo.

Ni que decir tiene que la mayoría de las veces que me pasa esto, ni siquiera miro al tipo ni le respondo, pero, si no me queda otra, le doy mi negativa con el tono más desagradable que soy capaz de poner.

15 comentarios:

Brisa dijo...

Hay Sr. Neri, pero que le anda pasando? Acabo de leer las dos últimas entradas y lo noto algo irritable. Primero se la agarra con los moros (o como se llamen) y ahora con los que piden cigarrillos.

Yo siempre tuve suerte con los españoles, pues me parecen gente muy simpática, dispuesta a ayudar, y normalmente cuando pregunto algo en la calle, comienzan con un "pues mira..." verdaderamente encantador.

Menos mal que no nos hemos cruzado; soy de las que siempre se pierde en cualquier esquina y pregunto todo el tiempo por el camino. Además me gusta hablar: en la fila del autobús, en la sala de espera, con el taxista. Sobre todo cuando ando por un país extranjero. Me fascina la gente!!! Aprendo tanto todo el tiempo!!! Por eso también ando metiendo la nariz en blogs "off shore" como el suyo :-)

Los que piden cigarrillos me resultan simpáticos; los trato bien. Veo que es una costumbre hispana, pues nunca me han pedido en países que no hablen español.

Bueno, le mando un beso y no se ofusque tanto que le puede agarrar un subidón de azúcar.

C. S. dijo...

A mí una vez en Londres me pidió un cigarro un señor en uno de esos autobuses en los que antiguamente se podía fumar en el piso de arriba. Naturalmente, se lo dí y para mi sorpresa ¡El tío se metió la mano en el bolsillo y me ofreció una moneda de diez peniques! No me pareció incorrecto que me lo pidiera (debe ser por esa solidaridad entre fumadores de la que Ud. habla). Lo que me hubiera parecido espantoso es haberle aceptado los diez peniques. ¡Una tiene su sentido hispano musulmán de la obsequisidad!

Aprendiz dijo...

jajaja Al Neri eres único!! yo tengo más el carácter como Brisa, hablo con todo el mundo, de hecho mis amigas siempre me echan en cara que me pongo a hablar con cualquiera, pero es que me gusta, no sabes la de gente rara que hay por el mundo, y la de gente interesante. Simplemente disfruto de una conversación con cualquiera.

En cuanto a los que piden tabaco, la verdad es que no me molesta, lo cual no significa que me parezca muy correcto, es como si le pido a alguien un chicle...pues cómpratelo o aguántate. Un clinex sí que lo doy gustosa, que siempre llevo.

alco dijo...

Al Neri, ¡que poco aguante!
Me gustaría verle viajando a diario en el metro de Barcelona, va lleno de agentes salidos del mismo averno. A mi no me suelen decir nada, cuando quiero parecer duro lo parezco, pero es alucinante ver lo que piden y como lo piden.
Sin embargo, a veces, alguno me enternece por algún motivo que no sé, especialmente algún músico. A estos, les suelto 1€ (sobretodo si no me lo piden). Quizá porque pienso que podría ser yo el que ocupa su sitio, hay mucha menos distancia que la que parece.

Luxindex dijo...

Ya que estamos sincerándonos, lo que yo no aguanto es la gente que se ponga a respirar sin ningún miramiento. Ala, aquí estoy yo, parece que vinieran a decir los muy descarados y se ponen pumba, pumba, pumba, a respirar sin recato. No lo soporto. ¡Es que no lo soporto! Y lo del cigarrito…. Hoy mismo un jovencito negro maricón gitano (musulmán de credo) y marxista-matagazapos me ha pegado diecisiete tiros en el pecho para luego pedirme un cigarrito. ¡Vete a la mierda, mamoncillo!, le dice en mis estertores. Y seguí mi camino, sin despeinarme, claro.

El último de Filipinas dijo...

No fumo, pero apoyo que se critique y persiga a los que piden cigarros por el morro. Hay que evitar que lo siguiente sea que te pidan una caña en la barra.
Tal vez la solución hubiera sido no dar ni siquiera fuego cuando se pedía. De aquellos barros estos lodos. :)

marian dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=KRV-PuX8tqI

Capitan Trueno dijo...

Bueno, Sr. Neri, lo que Ud. comenta no es sino un episodio mas de la degradacion de las costumbres y maneras en la sociedad en los ultimos 40 anhos.

Esas confianzas que Ud. ha expuesto a la perfeccion en el hilo se suman a gestos de mala educacion como:

-Reir a carcajada limpia, a veces en la oreja de desconocidos, cuando se va en manada de amigos.

-En grupos de 3 o mas personas, ocupar la acera a lo largo y ancho, y sin apartarse lo mas minimo cuando se ve a alguien pasar al lado.

-Parejitas chupeteandose en public, a menudo en lugares donde no tienes mas remedio que mirar al techo o al suelo, para no ver la escenita...y que no se mosqueen porque les miras!! (ejemplo, el Metro).

Asi,podrimos seguir con mas ejemplos.

Respecto a este parrafo: "Me llama mucho la atención que siempre sean chicos y nunca chicas los que me abordan por este motivo, y creo que una de tres: o los hombres son mucho más jetas, o las chavalitas piden cigarrillos solo a mujeres para evitar equívocos y confianzas excesivas, o -lo más probable- se los pidan a tipos más jóvenes o más guapos que yo." Ello me recuerda a cuando yo, soltero entonces, tomaba el autobus en Madrid, y se acercaban 2 tias guapas y un anciano/moro/gorda/sudamericano...Adivina quien se acababa sentando a mi lado...nunca eran las chicas guapas, jajaja.

Un saludo!

Capitan Trueno dijo...

"Yo siempre tuve suerte con los españoles, pues me parecen gente muy simpática, dispuesta a ayudar..."

Jajaja, esa es muy Buena, Brisa, jaja!

Embajador dijo...

Soy fumador. Creo que nunca he negado a un desconocido mayor de edad (o que lo pareciera) el pitillo que me pedía. Si que he negado limosnas, pero nunca un pitillo. Nunca me había planteado la razón hasta que he leído tu entrada. Estoy convencido que es simple solidaridad entre fumadores. Uno sabe lo jodido que es tener el mono del fumeteo y no tener un cigarro que echarse al pulmón.

Al Neri dijo...

Luxindex, su comentario es de ciencia ficción. No existen los gitanos marxistas. Los gitanos el único Mars que conocen es el de las chocolatinas que mangan en el Carrefour. Ven la herramienta en la bandera comunista y huyen.

Rita dijo...

Pues yo soy fumadora y a no ser que me lo pidan de buenas maneras y me pillen en un día simpático, generalmente no me dejo llevar por esa "solidaridad" del fumeta. Y menos con lo caro que está ahora el vicio.

Pero eso, que me aborden extraños, sea para lo que sea, a mí también me suele incomodar. No soporto a las marujas en el súper que van recitando la compra o la buena pinta que tiene tal o cual cosa y quieren que participes.

Mi mamá me enseñó bien eso de no hables con extraños...

Carlos T. dijo...

Yo he sido fumador y me he quedado sin tabaco, pero nunca he tenido el cuajo de pedirle a un desconocido un cigarro. Del mismo modo que nunca fui capaz de fumar un cigarrillo delante de mis padres, aún acabando la década de los veinte años.

Para mí, ambas cosas son una falta de respeto.

nago dijo...

Pues yo como Moneypenny: hasta en pijama he salido si me ha hecho falta, pero nunca lo he pedido. Procuro tener siempre la gambuza llena; que no me falte, que me fumo hasta los geranios.

nago dijo...

Pero sí... si me lo piden lo doy.