A última hora de la tarde de los sábados y ahora que hace bueno más, siempre me encuentro por el centro de mi ciudad con un revuelo de chavales jovencitos entrando en manada en los supermercados o caminando por la calle cargados de bolsas con botellas de licores de alta graduación, en dirección a distintos parques para montar sus botellones, mamarse a saco y dejarlo todo hecho una mierda.
Tan acostumbrado estoy a esta estampa que el sábado pasado me quedé patidifuso al encontrarme con un grupo de unos seis muchachos pijitos, de veinte años y con melena asquerosa en plan pepero que parecían dispuestos a celebrar un botellón muy particular. Les vi venir de lejos cargados como mulas en dirección a una conocida zona verde, pero según se me acercaban mis ojos fueron abriéndose como platos. Incluso cuando nos cruzamos, mi asombro era tal que no pude evitar girarme descaradamente para asegurarme de que la vista no me engañaba.
Cada uno de los chicos llevaba nada menos que tres cartones de bebida, pero esto no me chocó. Lo raro, lo extravagante, lo delirante, lo sorprendente es que todos los cartones eran, ni más ni menos, que de botellines de Shandy, o sea de cervecita con limón.
¿Chicos sanos?, ¿frikis?, ¿maricones?, ¿alguna apuesta de por medio?, ¿llevaban la bebida a la abuelita?, ¿cargaban con los refrescos de sus hermanos pequeños?, ¿la juventud ha comenzado a recuperar el norte? ¡Una respuesta quiero! Veo cada cosa los sábados que un acontecimiento así merece un post y una reflexión profunda sobre los hábitos de nuestra juventud.
Tan acostumbrado estoy a esta estampa que el sábado pasado me quedé patidifuso al encontrarme con un grupo de unos seis muchachos pijitos, de veinte años y con melena asquerosa en plan pepero que parecían dispuestos a celebrar un botellón muy particular. Les vi venir de lejos cargados como mulas en dirección a una conocida zona verde, pero según se me acercaban mis ojos fueron abriéndose como platos. Incluso cuando nos cruzamos, mi asombro era tal que no pude evitar girarme descaradamente para asegurarme de que la vista no me engañaba.
Cada uno de los chicos llevaba nada menos que tres cartones de bebida, pero esto no me chocó. Lo raro, lo extravagante, lo delirante, lo sorprendente es que todos los cartones eran, ni más ni menos, que de botellines de Shandy, o sea de cervecita con limón.
¿Chicos sanos?, ¿frikis?, ¿maricones?, ¿alguna apuesta de por medio?, ¿llevaban la bebida a la abuelita?, ¿cargaban con los refrescos de sus hermanos pequeños?, ¿la juventud ha comenzado a recuperar el norte? ¡Una respuesta quiero! Veo cada cosa los sábados que un acontecimiento así merece un post y una reflexión profunda sobre los hábitos de nuestra juventud.
8 comentarios:
El problema, camarada, no es el botellón, sino el uso que se hace de él, por que no es lo mismo beber mientras te lo pasas bien con tus amigos que beber como si el vaso no tuviera fondo y acabar por los suelos.
Me pasa eso a mí y llamo a la policía para que los detengan jajajaja. No sería para llamar la atención y reirse de la cara que ponía la gente al verlos.
Yo este sabado tengo botellín, a eso de las 12:30 comenzaré a preparar la paella al fuego y necesitaré líquidos, así que botellín de cerveza en una mano y cucharón en la otra.
Invitados quedan.
Uy que fallo se me olvidaron la interrogaciones, quería decir:
¿No sería para llamar la atención y reirse de la cara que ponía la gente al verlos????
Un botellón a golpe de Shandy... humm, interesante. ¿estamos ante el precursor del botellón de agua de la fuente del parque? ¿quizá era un contra-botellón otganizado por Acción Católica? ¿...o jóvenes provida? si, definitivamente la imagen de para un post.
Serían los encargados de llevar las shandys para por si alguien del botellón no quería beber pero dudo que hicieran un botellon de shandys.
Jo qué asco, Shandy a palo seco... si al menos llevara un chorrito de lima.
Buen fin de semana.
Bueno Al Neri, piensa cualquier cosa salvo que la juventud se está encarrilando. Por ejemplo, si un día ves en la discoteca (o mejor dicho, te cuentan ;-) una chica que se saca del bolso una botellita de "agua mineral" y está rellenando vasos con hielo -el suyo y el de sus amigas- y luego le echan fanta, no creas que es que ahora la moda son los cubatas de agua...
No me lo puedo creer. ¿Cómo se puede ser tan cutre? Aunque claro, si a alguien le dan a elegir entre tener un hijo peperiforme bebedor de Shandys (bebida claramente de niñas) o un un hijo gorrillas fumador de porros (algo así).
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