martes, 20 de abril de 2010

GORRILLAS. PALURDOS DEL SIGLO XXI.


Cuando se llega a un lugar lleno de gente, es simple y rápido averiguar quién es el segundo más tonto de los presentes, pues tiende a delatarse haciendo alguna estupidez. A continuación se puede saber quién se lleva la palma en cuanto a imbecilidad, pues suele imitar, incrementándola, la primera estulticia. Y es que la simpleza es la más contagiosa de las enfermedades pues un tonto siempre encuentra otro mayor para que le siga y admire. Y, si no, fíjense ustedes en los once millones de idiotas que votaron a ZP por segunda vez.
La plaga de la estupidez se propaga por España como una peste. Y es un virus que debe mutar a la vista de sus múltiples variantes y manifestaciones. Una de las variaciones de este virus provoca que una persona aparentemente normal se convierta en lo que mis amigos y yo llamamos un gorrillas, en plural. Y no, no nos referimos a esos vagabundos que en Andalucía te piden un euro por «ayudarte» a aparcar el coche y «vigilarlo» posteriormente.

El gorrillas es un personajillo caracterizado por enseñar los calzoncillos y llevar caídos un tipo de pantalones de payaso conocidos como «pantalones cagaos»; por gustar de chaquetas y camisetas estilo maricón a lo Jesús Vázquez; por calzar unas zapatillas anchísimas siempre desatadas que, según tengo entendido, rellenan con espuma; y por lucir un reluciente peinado que asemeja un cenicero comprado como recuerdo de Torrevieja. El gorrillas, sobre todo, no se quitará la gorra ni para dormir.

Otras variantes de gorrillas añaden a su indumentar
ia camisetas de tirantes, estilo maltratador, de colores diversos generalmente chillones; o bien complementos totalmente ajenos a esa discreción que el buen gusto precisa siempre: cinturones, pulseras, collares, o estúpidos tatuajes y piercings... Todos, si se lo permiten los ingresos que les ofrecen sus padres o el sueldo propio de un trabajo precario adecuado a sus escasos estudios, complementan su identidad con algún artilugio motorizado, ya sea uno de esos cortacéspedes de dos ruedas que algunos consideran ciclomotores, un ridículo microcar o algún vehículo siempre tuneado -su máxima aspiración vital debe ser conducir un BMW acompañado de alguna llamativa choni que trabaje como cajera en algún cutre supermercado- con el que ir haciendo el macarra, atropellando ancianas, saltándose semáforos y martirizando al personal con la ¿música? a todo volumen. Por cierto, en su afán por parecer latinquinquis, se decantan por el gilijop o el regetonto.

Cuando el palurdo pueblerino, que no se quitaba la boina enroscada ni para darse un baño en Benidorm, se ha convertido en una especie en pel
igro de extinción, desde lo más profundo de la idiocia humana, surge al rescate un nuevo tipo de paleto con las características básicas que este tipo humano precisa: acento particular al margen de cualquier ascendencia geográfica, falta de modales, indumentaria característica, incultura supina y orgullosa, presunción infundada y, sobre todo, una gorra bien calada para proteger su privilegiado cerebro.


12 comentarios:

Al Neri dijo...

Que me parto. Ha calcado a estos sujetos a los que es imposible respetar (salvo en su dignidad humana).

Que sepa que también hay gorrillas de los que vigilan coches en Madrid, en Valladolid (aunque hace mucho que no los veo) y en muchas otras partes al norte de Despeñaperros. Intente aparcar en el Hospital de La Paz y verá. Casi todos son negros mandingorros.

Subdire, sus trazos sociológicos son bastante políticamente inapropiados, pero muy certeros.

Yo también creo que en cualquier encuentro o reunión entre varios desconocidos, el palurdo del grupo no tarda ni cinco minutos en darse a conocer, generalmente haciendo una broma o diciendo una gilipollez que no guarda proporción con el nivel de confianza existente.

EL FRANCOTIRADOR dijo...

Señor subdirector,en primer lugar decirle,que con perdón me estoy descojonando de la risa y apenas atino para teclear.Lo segundo,me tranquiliza saber,que en la detallada descripción que hace de "los complementos" que caracterizan al gorrilla,afortunadamente ninguno esta en mi ropero,ni siquiera en el desvan.Una pequeña observación,en lo referente,a que el palurdo del grupo tarde poco en hacerse notar,la razón de ello,es quiere hacerse notar cuanto antes.En cuanto a los gorrillas de los coches,aquí lo que abundan son los moros.Señor subdirector,creo que usted y el señor Neri son profesionales del derecho,propongo,que aquellos especímenes que lleven pantalones por debajo del culo enseñando el calzoncillo "boxer" de color blanco o tonos claros,tengan la correspondiente pena no sólo económica,sino también privativa de libertad.Hay dejo la idea.

ignatus dijo...

Yo el pantalón caído sólo me lo pongo cuando llevo tanga...

Que no, que por una vez no doy el perfil de la subespecie del día.

La verdad es que la descripción física y el retrato "psicológico" han sido muy atinados, Subdirector... o eso creo (anda, que si un día conozco a un mono de estos y me cae bien... ya me paso eso con los franceses)

Saludos.

marian dijo...

Sr. Subdirector si pone otra entrada de estas me hace el favor de proporcionar Iniston a los lectores.
¡¡Que ataque de tos y de risa a la vez, casi no lo cuento!!!

Rocco Lampone dijo...

Sencillamente genial su post, Sr. Subdirector.

Genial.

Anónimo dijo...

Sr. Subdirector,

Muy bueno su post, todavia me esoty riendo. Si tiene ganas y se anima, otro dia se marca otro gol con las chonis - lolitas de mercadillo que suelen acompañar a estos macarrillas.

Desgraciadamente, los sufro cada dia en mi portal.

sefo dijo...

Subdirector, eres un clasista, deja a la gente que se vista como quiera. Esto son modas de los chavales y no hacen daño a nadie. yo tengo un sobrino que lleva los pantalones caidos y es un encanto. No tiene nada que ver la forma de vestir con los estudios.

Anónimo dijo...

Al Neri dijó:
"el palurdo del grupo no tarda ni cinco minutos en darse a conocer, generalmente haciendo una broma o diciendo una gilipollez que no guarda proporción con el nivel de confianza existente"....estas tonterías son las que hacen que se rompa el hielo y que el ambiente se relaje y, gracias a estos "palurdos" la gente se ríe y confían un poco más los unos en los otros...benditos "palurdos" que nos hacen la vida más agradable porque no se puede andar siempre midiendo las palabras, en algún momento hay que relajarse. Señor Subdire no se puede andar siempre con un palo metido en el culo que le salen a uno almorranas........
Estela

Anónimo sin identificar dijo...

"No tiene nada que ver la forma de vestir con los estudios"

Explíquese pues por qué no se ven académicos enseñando el tanga por encima del pantalón caído. Y por qué todavía no están a la venta autobiografías entituladas en el estilo 'De gorrilla a presidente del gobierno'.

Ni Labordeta hubiera dicho chorrada semejante.

Al Neri dijo...

Estela, para ser usted tan partidaria de que el ambiente se relaje y haya buen rollito, se muestra demasiado grosera en su comentario. Así no hay quien se relaje. Háganos a todos el favor de guardarse para sí misma sus referencias escatológicas.

J. F. Sebastian dijo...

Se llama moda carcelera. Por la prohibición de todo lo que pueda atar. La pena es que no la luzcan dentro...

Pedro dijo...

De las mejores entradas que he leído, si no la mejor.