viernes, 1 de febrero de 2013

EPISODIO BERLANGUIANO


Tizón, la legendaria espada que pervive en el imaginario popular español como símbolo de heroicidad y patriotismo, continúa dando guerra diez siglos después de la conquista de Valencia por el valeroso caudillo (y también mercenario) Rodrigo Díaz de Vivar. Yo diría incluso que este espadón emblemático que aterrorizó a la morisma en el siglo XI viene provocando desde hace cinco años unas situaciones propias de películas de Berlanga como La Escopeta Nacional, pero en este caso con arma blanca y no de fuego.

El episodio tiene tintes surrealistas. Resulta que en 1986 falleció el entonces marqués de Falces, don Pedro Velluti, legítimo dueño de la Tizona, que Fernando el Católico regaló a sus antepasados. Como no tenía hijos y estaba reñido con su hermana, dejó toda su fortuna a un matrimonio de pescadores asturianos que le habían cuidado durante varias décadas y que siempre desconocieron la existencia de la pieza arqueológica, pues se encontraba depositada en el Museo del Ejército de Madrid. El título de marqués pasó, eso sí, a su sobrino José Ramón, quien en 2007 vendió el arma a la Junta de Castilla y León por un millón y medio de euros que pagaron entre la Administración autonómica y un grupo de empresarios burgaleses henchidos de patriotismo. Se nota que no había llegado la crisis y que el presidente Herrera estaba ansioso por adquirirla para ver si se le pegaba algo de la gallardía del Cid.

Enteradas de la operación, las hijas de los pescadores corrieron a demandar al actual marqués y a principios de enero de este año un juzgado madrileño le ha condenado a pagarles la mitad del precio de la venta.

Lo que más gracia tiene para mí es que no está probada la autenticidad de la espada, y por ello el Ministerio de Cultura, con muy buen criterio, se negó en su día a pagar tanto dinero por ella. La hoja tiene una inscripción falsa que dice Io soi Tizona, con una fecha del siglo XI, cuando por entonces al mítico acero que, según la leyenda, perteneció a un rey magrebí antes que a Rodrigo, se le conocía como Tizón; la derivación Tizona no empezó a emplearse hasta el siglo XIV. Según varios expertos, la actual pieza es el resultado de la refundición, en tiempos de los Reyes Católicos, de una hoja del siglo XI (que no se sabe si era de la Tizona, de la Colada o de otra espada cualquiera) con otra mucho más moderna.



También me figuro bastante cómicas las escenas, ya digo que berlanguianas puras, que debieron tener lugar durante la compra del medieval armatoste por nuestra Administración. Me imagino unas negociaciones irracionales entre el Consejero de turno, interpretado por Agustín González, y don José Ramón, el marqués de Falces, papel representando, como no podía ser de otro modo, por el gran Luis Escobar. En la secuencia, al fondo, se vería a los empresarios de la Cámara de Burgos con un maletín.

- Señor Consejero –insistiría don José Ramón- , es una ganga, una ganga, oiga ¡Y una pieza única! Usted verá si le interesa que la Junta de Castilla y León, y sobre todo su Consejería, quede hermanada para siempre con la espada del Cid, con el tercer brazo del héroe, todo un emblema de las más puras esencias de la Región. ¡Y los turistas! Imagínese la de turistas que acudirán al Museo a contemplar el arma que engrandeció el viejo Reino de Castilla…

Y el señor Consejero carraspearía y contestaría con grandes aspavientos:

- Le decía… Le decía, señor marqués, que si nos pudiera hacer una rebajita, el Presidente estaría agradecidísimo... y encantado de adquirir esta joya histórica, siempre, claro, que los medios de comunicación… usted ya me entiende… resaltaran como es debido el interés de esta humilde Administración en enriquecer y potenciar el patrimonio histórico-artístico castellano y leonés, y que usted, señor marqués, bueno… declarara a la prensa una cifra sensiblemente inferior a la que aquí pactemos. La imagen de una Administración austera es también fundamental…

Entonces intervendría uno de los empresarios de Burgos (encarnado por Sazatornil), sugiriendo a media voz:

- Señor Consejero, tengo aquí el maletín, pero habría que hablar de nuestras subvenciones. Yo he venido por lo de nuestras subvenciones, porque lo del Cid está muy bien, y la Región merece un símbolo así. ¡Lo merece, sí señor! Pero nosotros tenemos una empresa de porteros automáticos y no hay quién los venda….

2 comentarios:

Aprendiz de brujo dijo...

La verdad es que sin los grandes pecados de nuestro país, no habrían salido genios como Goya, Velázquez, Berlanga, Machado,...
Busquemos el lado bueno de lo trágica que es la realidad de nuestro país.
El otro día leí un comentario atinado de CS, en el blog de Suso, en el que decía que echaba de menos los brillantes denunciantes, de los que siempre ha hecho gala España.
Bien,dandole la vuelta a la tortilla,creo que nadie podrá quitarnos el orgullo al menos, de poder presumir del talento de los que han puesto el dedo en la llaga.
La Escopeta Nacional, es una joya, redescubierta recientemente por mi, gracias a los consejos del amigo Neri, de cuyo criterio artístico,(beach boys aparte), se puede uno fiar plenamente.
La Escopeta Nacional es un clásico. Siempre estuvo y estará vigente.

C. S. dijo...

Voy a verla. Casi no me acuerdo de la escopeta. (¿Los beach boys, Sr. Neri? ¡Nunca deja Ud. de sorprenderme!)