domingo, 3 de junio de 2012

RECORTES EDUCATIVOS


Los múltiples recortes educativos que ya se han anunciado –y los que quedan por anunciar- por los distintos gobiernos autonómicos me han hecho pensar bastante en la Educación como política pública y en los profesores. Vaya por delante que, por tratarse de una de las políticas más relevantes para el futuro de la sociedad española y por la admiración que siento hacia la profesión de docente cuando es verdaderamente vocacional, creo que cualquier ajuste a la baja debería llevarse a cabo con especiales precauciones y valorando mucho sus consecuencias tanto en el ámbito académico como en la dignidad y en la motivación de los profesionales afectados.

Una vez hecha esta imprescindible aclaración, quiero plantear tres dudas que tengo, a ver si los muchos especialistas del sector que leen La pluma pueden y quieren darme una respuesta. Estos interrogantes los lanzo desde el limitado conocimiento que poseo de la política educativa en mi Región, dando por sentado que en otras comunidades autónomas habrá otras problemáticas y necesidades.

En primer lugar, tengo constancia de que, con la excusa de la enorme dispersión poblacional que existe en Castilla y León, se ha llegado a situaciones de traca en los centros de enseñanza rurales. La más sorprendente sin duda es encontrarnos con que en bastantes localidades pequeñas puede llegar a desfilar entre semana un número de profesores de Infantil o de Primaria similar o igual al de alumnos existentes. Hay pueblos en que tienen un docente para menos de cinco alumnos y ya digo que algún día de la semana se pasan por allí otros maestros de apoyo. Honestamente esto no lo puedo entender ni yo, defensor acérrimo de mantener servicios públicos de carácter social aunque resulten deficitarios. Me parece un planteamiento absurdo y la pregunta que no dejo de hacerme es por qué la prioridad es movilizar docentes para que los críos no salgan de su pueblín y no implantar una buena red de transporte escolar para que todos los alumnos tiendan a reagruparse cuando y donde sea posible, lo que evitaría el dispendio y el sinsentido actual.

Otra duda que me corroe es por qué toda la vida en los mejores colegios metían más de 40 alumnos por aula en Primaria e incluso en Secundaria (en mi época éramos hasta 45) y nadie se moría, y los chavales salían con una formación decente, y ahora obligan a que haya la mitad pero, en cambio, cuando terminan los estudios de la ESO muchos no saben hacer la o con un canuto. Me han explicado que la razón es que los niños de la generación anterior eran más manejables pero que ahora no hay dios que controle solo a 45 fieras de 11 años. No sé, yo creo que los profes no los controlan porque no quieren o porque no valen, más que porque los niños no se dejen o porque el sistema educativo no les brinde instrumentos. La primera exigencia a un profesor debiera ser saber manejar chavales y tener autoridad, y la autoridad no viene de las leyes, sino de uno mismo. Y si tan difícil es y tan incapaces se sienten, que no sean profesores, que esta profesión no consiste en cobrar un sueldo para toda la vida y pasar de todo como algunos se piensan. En conclusión, defiendo el incremento del número de alumnos por clase.

Por último, y ahora voy a ser duro, no comprendo el sistema de selección del profesorado que tienen las comunidades autónomas. Por descontado conozco muchos profesores, cómo no, si yo diría que uno de cada dos jóvenes de Castilla y León trabaja en la enseñanza pública, y entre mis conocidos hay de todo. Debo admitir que algunos, más bien pocos, son gente seria, capaz, preparada (algunos con varias carreras) y tocada en la frente por una entrañable vocación que inspira mi mayor respeto. Pero no me cortaré un pelo en afirmar que una parte nada desdeñable de mis conocidos del mundo de la docencia, especialmente interinos de las enseñanzas medias, no saben ni dónde tienen la mano derecha; se les da fatal hablar en público; tienen un nivel y una inquietud cultural bajo cero; son más inmaduros que los propios adolescentes; son perezosos y amigos del escaqueo; cometen faltas de ortografía; son maleducados; jamás les han gustado los niños ni los adolescentes y no tienen ni puta idea de cómo tratarlos; carecen de carácter y autoridad alguna, y, por si fuera poco, no poseen ninguna experiencia en las aulas y han sacado una nota vergonzante en las oposiciones. ¿Cómo es posible que pongan a esta peña al frente de una clase? ¿Cómo van a salir los niños con estos botarates enseñándoles Historia, Matemáticas o Conocimiento del Medio?


Adelantándome en responder un poco a todas estas cuestiones, yo tengo la sospecha de que la prioridad de la Junta de Castilla y León, igual que sucede en otras comunidades, no es construir un sistema educativo de calidad con la mirada puesta en la formación y en el futuro de nuestros jóvenes, sino llevar a cabo una burda corrección del mercado de trabajo y camuflar el paro, inventándose para ello tropecientos mil puestos de profesor y de maestro que brinden una salida profesional al ejército de recién titulados de nuestra Región, quienes, de otro modo, no encontrarían curro ni en sus mejores sueños. Para ello, todo vale: dos maestros para tres críos en Villacanicas del Hoyo en vez de fusionar municipios y/u obligar a desplazarse a los niños; plazas de profe a tutiplén y una bolsa de trabajo exuberante para mandar legiones de docentes a los cientos de pueblos castellanos y leoneses cada vez que hay una baja de dos semanas; un horario semanal de trabajo no digo que inadecuado pero sí al menos sospechosillo con la que está cayendo, aunque los profes alegan trabajar mucho en casa preparando las lecciones; y, como he dicho, veinte alumnos por clase, por si alguien se hernia.

Valoraría, por supuesto, argumentos que desmonten mis teorías y estaría encantado de rectificarlas si alguien, desde su experiencia y buen criterio, me convence de que estoy en un error. La Educación, insisto, me importa mucho y el debate al respecto me parece positivo en cualquier foro.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Las oposiciones, al menos de secundaria, se degradaron mucho cuando se empezaron a montar en las autonomías. Lobbies de todo tipo trataron de trampearlas y lo lograron en varios casos, dependiendo de materias, años y tribunales.
Tener 35 alumnos en secundaria o bachillerato no debería ofrecer ningún problema... con otras leyes educativas y por encima de todo con otra filosofía educativa- La filosofía educativa reinante y apoyada por "pedagogos" de uno y otro signo (no solo parte de la izquierda) es corrosiva. El aumentar el número de alumnos en el estado actual es un suicidio.
Por otra parte, sí,se pueden tacionalizar efectivos y hacer una mejor gestión. Por ejemplo: la supresión de los departamentos de orientación y la asignatura de Fol de todos los centros, así como Educación para la Ciudadanía en cualquiera de sus versiones y alguna otra, tal vez, además de las racionalizaciones que usted apunta. WILLIAM CARR

El Subdirector del Banco Arús dijo...

Le recomendaría leer los informes Cisneros. Sobre todo los informes VII y IX y, una vez hecho, repensar si, en las condiciones actuales, es posible mantener la disciplina en aulas de más de 40 alumnos.

http://www.google.es/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=1&ved=0CF4QFjAA&url=http%3A%2F%2Fwww.fapacne.com%2Fpublicaciones%2Facoso-escolar%2Facoso-escolar.pdf&ei=LIvLT6KtKYbh8AP53cDzDw&usg=AFQjCNHpzHqtlHVHyc0oHJZ089Ip-7fdiw&sig2=_KBBwKmRv-xY6JkK1i4c9A

Dulcinea dijo...

Coincido bastante en lo que dices pues yo tambien pienso que hay muy poco nivel entre los profesores de secundaria. Quizá 45 alumnos/aula es excesivo, no me parecía buena proporción ni en los tiempos que los alumnos eran más buenecitos, pero sí se podría aumentar a 35 o 38 siempre que hubiera algo más de autoridad y de vocación por parte de los profesores.Tambien es verdad que hay un número enorme de profesores y que tienes la sensación que todo el mundo de carreras de letras está opositando a secundaria, o en las bolsas o de interino, es una pena.

alco dijo...

Es un tema muy amplio y complejo para comentarlo completo, pero voy a focalizar en algunos aspectos.
Supongamos que hay 60 alumnos que han de recibir 3 horas semanales de física y química, valoradas en X €. Hay tres posibilidades: montar un único grupo de 60, y el profe imparte 3 horas. Montar dos grupos de 30 y el profesor imparte 6 horas en total. Montar 3 grupos de 20 y el profesor imparte 9 horas en total. El coste para la administración es el mismo, le paga al profesor por 3 horas de clase a 60 alumnos, o si prefieren, está tasado el coste "hora de clase/alumno".
La primera solución es inviable completamente, incluso arquitectónicamente. Las otras dos si son viables, y si me dejan elegir, yo prefiero la tercera: hago más horas de clase, pero son más productivas, más agradables, más controlables, más prácticas y los alumnos aprenderán más, cada alumno podrá recibir más atención individualizada. En Italia, los grupos de clase son bastante reducidos, los profesores imparten bastantes más horas de clase que en España, y cobran más o menos un sueldo similar al nuestro.
Un segundo aspecto: las familias y el entorno de cada alumno. Es un aspecto básico, y conociendo la familia de alumnos conflictivos se ve claramente lo que le está pasando. En España hay una auténtica crisis familiar que repercute en la conducta de los alumnos. Hace 25 o 30 años el entorno social era completamente distinto.
Un tercer aspecto: la permisividad social. Hoy en día se discute todo con todo el mundo, no hay autoridades reconocidas. Incluso la policía es objeto de burla impune en sus narices. A ver que puede hacer un profesor en el aula, no es tan fácil.
Un cuarto aspecto: la administración educativa. Si un profesor tiene un conflicto con alguien (un alumno que ha impugnado algo, unos padres, etc), el profesor es culpable hasta que logra demostrar su inocencia.
Un último aspecto: no comparar determinados colegios concertados o privados con centros públicos. La diferencia esencial está en las familias y en la valoración que hacen de los estudios. Sus experiencias como alumnos en colegios privados hace más de 20 años son simples recuerdos, todo ha cambiado
Y dejo aparte muchos otros temas apuntados, como son las oposiciones, la dispersión geográfica del alumnado, la política de crear pequeños institutos en todas partes, etc.

Teutates dijo...

Si es un tema que merece reflexión, yo estoy plenamente de acuerdo con todo lo que dice usted en el post.
De hecho soy un firme convencido de que el componente vocacional del profesor y unas cualidades determinadas son factor determinante para poder ejercer adecuadamente ésta profesión. Uno de los grandes problemas, es que la verdadera vocación de la mayoría de los que optan a esta dedicación, es tener tres meses de vacaciones más semana santa y navidad y además currar sólo 20 horas a la semana.

Al Neri dijo...

Gracias, Villiam Carr, le creo y me ha parecido muy interesante su reflexión. ¿Podría explicar, por favor, qué lobbies son los interesados en trampear los sistemas selectivos?

Subdire, informes Cisneros mis cojones. Lo que tendría que volver es el Cardenal Cisneros en persona a reorganizar la Educación igual que convirtió a los moros de Granada. Creo, en efecto, que incrementar notablemente el número de alumnos por clase debería ir acompañado de otras medidas más de fondo.

Dulcinea y Teutates, el tema está en que ser profesor o maestro requiere de unas cualidades específicas que van mucho más allá de dominar las materias que imparten (que tampoco las dominan en muchos casos y estoy convencido de saber yo más Historia que algunos profesores de Secundaria de esta disciplina, y eso que sé poco). Creemos que cualquiera puede ser profe y no es así, y, sin embargo, meten a cualquiera de profe por distintos motivos en los que no voy a profundizar. Y luego pasa lo que pasa...

Alco, gracias por su profundización. Yo me quedaría con la opción 2. Creo que la disciplina es clave en la educación de menores y si no partimos de esa premisa, apaga y vámonos. Eso sí, la educación es reflejo de la propia sociedad y en el fondo las familias tienen la Educación que se merecen para sus hijos.