sábado, 21 de enero de 2012

DESPEDIDA EXTEMPORÁNEA

Hace diez días me enteré sorprendido por la prensa, leyendo un especial que le dedicaban, de que murió en febrero del año pasado en el olvido más absoluto. Yo no lo sabía porque en su momento no se publicó ni un reportaje, ni una reseña ni una triste esquela del que fue uno de los novelistas más leídos de la historia de la literatura española.

Repasar su vida y su obra en esta suerte de homenaje tardío que le dedicó El Mundo me trajo muchos recuerdos. Leí por primera vez un libro suyo con dieciséis años y quedé tan fascinado que terminé devorando toda su obra a medida que conseguía las novelas en mercadillos de aquí y allá.

Lo que más llama la atención de su amplia novelística es cómo refleja su evolución personal.

Su primera obra, de 1955, es un relato cristiano ejemplarizante, un poco tópico, incluso ñoño, ambientado en el colegio de curas donde dio clase. Tras abandonar la Compañía de Jesús en el 58, inicia una prolífica etapa marcada por una serie de novelas que abordaban la marginación, la desigualdad económica y la doctrina social de la Iglesia con un fuerte tono crítico y una apuesta de fondo por el compromiso de sacerdotes y fieles en favor de los más humildes. Estos libros, protagonizados casi siempre por jesuitas jóvenes y por adolescentes de barrio bien que quedaban avergonzados al contactar con la pobreza y el chabolismo, revolucionaron a la juventud de los 60, escandalizaron a algunas mentes biempensantes y convirtieron a su autor en un bestseller indiscutible aclamado por dos generaciones.

Hasta entonces en sus páginas siempre estaban presentes, aunque de forma muy opaca, las cuestiones sexuales. Sin embargo, estas empezaron a adquirir protagonismo a partir de 1970 (precisamente la cola de ese año ante su stand de la Feria del Libro se recuerda por los organizadores de este evento como una de las más largas jamás vistas). El sexo, ya digo, comenzó a colarse camuflado en sus historias de muchachos, tratado con aparente naturalidad, para convertirse finalmente en obsesión y piedra angular del último tramo de su producción literaria. Empezó con unas leves referencias en la primera parte de su autobiografía (1969) para terminar confesando en la segunda (1977) a cuántas mocitas se cepilló siendo alférez provisional en la guerra.

Su temática en los años 70 entró de lleno en el mundo de los jóvenes delincuentes, de las drogas y de la homosexualidad, escribiendo cada vez con menos tapujos, sobre todo del último de estos temas. Tanto se especializó en el lumpen juvenil que muchos lo consideran el padre de la novela quinqui, un subgénero muy paralelo al del cine homónimo. Llegó incluso a escribir el guión de la fracasada Chocolate (1980), de Gil Carretero.

Poco a poco (como corresponde a una mente atormentada) los conflictos homosexuales fueron cobrando protagonismo en sus publicaciones hasta el punto de que a finales de los 70 terminó escribiendo novelas escabrosas y morbosas sin el mínimo valor estético, y rodeándose de cada vez más jovencitos marginados y navajeros, a los que acogía en su casa. En 1978 un menor lo denunció por abusos sexuales y, a pesar de que fue absuelto, el escándalo apareció en los más importantes periódicos de la época.

En esos años comenzó a frecuentar los pocos bares "de ambiente" que había en Madrid (en los que le conocían como La Perejiles) y a contratar de vez en cuando los servicios de jóvenes chaperos, tal como relató la semana pasada el escritor homosexual Luis Antonio de Villena, con el que coincidía en estos tugurios.

Al margen de estas cuestiones, yo siempre he sido un acérrimo defensor de la calidad literaria de este peculiar autor al que hoy he querido dedicar una extemporánea despedida. Escribía bien, muy bien. Tuvo una imaginación inagotable, sabía esbozar con realismo ambientes muy opuestos y crear historias inolvidables llegando siempre al corazón. Su estilo conciso, sus descripciones a veces telegráficas, casi sin verbos, dando importancia siempre a unos ricos diálogos con los que hacía gala de un oído excepcional, hacen de él un novelista diferente pero valioso.

Su problema fue que, con una evidente falta de perspectiva, se autoencasilló en la temática de adolescentes y la crítica no acabó nunca de tomarse en serio a este autor de “folletines juveniles”, sucediéndole un poco como a la gran Gloria Fuertes, a la que casi todos recuerdan solo recitando con voz hombruna la poesía infantil “Pío Pío Lope, el pollito miope”.

La deriva de su temática en los últimos tiempos le valió también el desprecio de muchos. Jamás le perdonaron sus estrambóticas incoherencias, que le llevaron de escribir textos recomendados con entusiasmo en los colegios de monjas de toda España a sórdidos relatos de violaciones, atracos y viciosos julandrones.


Más sobre J.L. Martín Vigil en La pluma viperina: Los curas comunistas

8 comentarios:

El Subdirector del Banco Arús dijo...

Por lo que dice, supongo que se refiere usted José Luis Martín Vigil, autor de Los curas comunistas auténtico bombazo literario en su época; libro que leyó casi al completo la generación de nuestros padres.

Lo poco que conocía de él fue gracias a usted puesto que sólo leí el mencionado libro. Magnífico, por cierto.

Da que pensar. Falangista antes de la guerra, alférez provisional y combatiente nacional, jesuita, formador de jóvenes... Creo que, según me comentó mi padre, fue uno de los más activos miembros de la Acción Católica de Valladolid y, al final de su vida, una locaza.

Anónimo dijo...

para acabar tu relato te falta el final de sus dias , lee este enlace que es bastante interesante

quiso morir en paz con Dios,

pero al final han querido resaltar su lado mas morboso

http://www.intereconomia.com/noticias-gaceta/cultura/martin-vigil-%E2%80%9Csoy-un-fan-dios%E2%80%9D-20120110

semilla dijo...

Pues si señor, a mí también me impactó, leí la vida sale al encuentro, que por cierto nos recomendaban las monjas del colegio...¡eran muy avanzadas! y me sorprendió, seguí leyéndole pues captaba muy bien el pensamiento adolescente...tienes razón en que se le olvidó posteriormente aunque los de nuestra generación siempre le recordaremos....mis padres leyeron los curas comunistas, que aún está en casa, yo no la leí pues entonces la política no cabía en mi mente pero se que les impactó...en fin una pena...bss

Al Neri dijo...

Muy buena entrevista, Anónimo, de 4 años antes de morir. Curiosa esta parte:

"-A san Ignacio también le reza, supongo.

-Es que es mi patrón. También le rezo a Escrivá de Balaguer.

-Yo pensaba que a usted la Obra...

-A mí, la verdad, Escrivá de Balaguer no me caía simpático. Pero me prometí que me iba a caer bien por narices y ya ve..."

Eso sí, Anónimo, Martín Vigil siempre se dijo muy creyente, durante toda su vida, incluso en las etapas llamémoslas más oscuras.

La prensa no ha resaltado "el lado más morboso". Sus debilidades eran bien conocidas desde los años 70.

Este autor y su obra han resistido fatal el paso del tiempo. Primero porque él ha pegado unos bandazos llamativísimos y a nadie le gusta que el que se erigió en director espiritual de toda una generación de adolescentes acabe frecuentándolos con otras intenciones bien distintas. Y segundo, como les ha pasado a otros cuantos (ejemplo, Vizcaíno Casas) su novelística era demasiado encasillable y, sobre todo, circunstancial.

Recomiendo mucho sus libros "El precio de ser distinto" y "Una chabola en Bilbao".

EL FRANCOTIRADOR dijo...

Desde luego señor Neri,escribe muy bien (bueno tanto usted como el señor Subdirector),me gusta ese espíritu heterodoxo que ambos tienen.En cuanto a Martin Vigil,creo haber leído alguna obra suya a principios de los 80,pues nos las "recomendaban" en el Instituto.Y sobre la entrevista en cuestión la leí y me pareció que el personaje en cuestión estaba como una auténtica regadera,por eso me gustó.

Dulcinea dijo...

También creo como el francotirador que con esa evolución este escritor estaba como un cencerro. Leí una chabola y alguno mas de su primera época y es verdad que eran libros comprometidos y que enganchaban pero cuando un escritor es moralista como él y abandera unos valores no debe extrañarse de caer en el olvido si de repente se vuelve un pervertido público y notorio, es normal que decepcione a sus seguidores y que no se le tome en serio, si hubiera escrito novelas de aventuras no habria pasado nada.

Aprendiz dijo...

Hace poco leí en otro blog esa entrevista y creía que se acababa de morir. La verdad nunca he leído nada de él aunque la entrevista me pareció interesante.

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.