Ya he dicho alguna vez que tengo la sensación de que nos gastamos una pasta gansa en verdaderas chorradas y después vamos quejándonos de que si la crisis, de que nos ahoga la hipoteca, de que patatín, de que patatán... Es lo que tiene la súper sociedad de consumo, que nos tiene medio hipnotizados y nos ha convencido de que necesitamos como el comer una serie de cosas que, si nos ponemos a pensar, no pueden ser más superfluas.
Una de las estrategias más impresionantes en este sentido es la que han llevado a cabo las compañías de telefonía móvil en los últimos doce años.
No nos hace falta consultar estadísticas. Basta que miremos a nuestro alrededor o incluso que revisemos nuestras propias facturas para reconocer que el gasto familiar en llamadas telefónicas con móvil ha llegado a ser absolutamente desproporcionado. Los españoles gastamos mucho más en telefonía que hace diez años y lo peor de todo es que con frecuencia este gasto no guarda proporción alguna con el nivel de ingresos. O sea que las familias ya consideran esta abultada partida como imprescindible así ganen mil euros que diez mil.
Por si fuera poco, este dispendio por lo general es de lo más estúpido y no nos reporta ningún beneficio ni mayor calidad de vida. Simplemente nos han acabado convenciendo con muchísima habilidad de que sin móvil no se puede vivir y punto.
Yo recuerdo ver los primeros móviles de uso doméstico en el 97 ó 98. Solo los llevaban los más pijos del lugar y cuando veías a alguien hablar con él por la calle o abandonar una reunión de amigos para atender una llamada, pensabas irremediablemente que el tío era tonto de baba. Además por aquel entonces se tenía la idea de que quienes trabajaban llevando móvil encima solo podían ser ejecutivos millonarios o brokers de bolsa en plan “compra, compra” con el aparatito en la oreja, o bien pobres pelamanillas a los que su jefe tenía controlados hasta cuando estaban cagando.
Poco a poco tuvimos todos móvil de tarjeta y yo recuerdo que al principio lo usabas poquísimo. Mandabas algún mensaje, hacías alguna llamada de un minuto para decir algo urgente y, sobre todo, mucho "llama-cuelga" para avisar de cuando salías, si habías llegado bien o si llevabas esperando a un amigo dos horas de plantón.
Pero llegó un momento, de repente, en que las empresas de móviles empezaron a dar toda clase de facilidades, ventajas y descuentos para comprar el chisme y para llamar barato: franjas horarias, números favoritos, dúos para los novios, terminales casi gratis con los puntos… Por ejemplo, me acuerdo que hace cosa de seis u ocho años Telefónica regalaba de vez en cuando todas las llamadas o los mensajes de un fin de semana completo y que a mí alguna vez me pilló de viaje de vacaciones con los amigos e íbamos casi todo el tiempo hablando por teléfono de un coche a otro. Estábamos encantados, pensando “vaya chollo” y con la oreja recalentada.
El resultado no se hizo esperar. En poco tiempo andábamos todos enganchadísimos al invento, llamando a los amigos para idioteces (“ya llego en un minuto”), o para pasar media hora de cháchara o porque nos aburríamos en el autobús, o caminando hacia el trabajo o donde sea. Ya no quedaba casi nadie con tarjeta.
Una de las estrategias más impresionantes en este sentido es la que han llevado a cabo las compañías de telefonía móvil en los últimos doce años.
No nos hace falta consultar estadísticas. Basta que miremos a nuestro alrededor o incluso que revisemos nuestras propias facturas para reconocer que el gasto familiar en llamadas telefónicas con móvil ha llegado a ser absolutamente desproporcionado. Los españoles gastamos mucho más en telefonía que hace diez años y lo peor de todo es que con frecuencia este gasto no guarda proporción alguna con el nivel de ingresos. O sea que las familias ya consideran esta abultada partida como imprescindible así ganen mil euros que diez mil.
Por si fuera poco, este dispendio por lo general es de lo más estúpido y no nos reporta ningún beneficio ni mayor calidad de vida. Simplemente nos han acabado convenciendo con muchísima habilidad de que sin móvil no se puede vivir y punto.
Yo recuerdo ver los primeros móviles de uso doméstico en el 97 ó 98. Solo los llevaban los más pijos del lugar y cuando veías a alguien hablar con él por la calle o abandonar una reunión de amigos para atender una llamada, pensabas irremediablemente que el tío era tonto de baba. Además por aquel entonces se tenía la idea de que quienes trabajaban llevando móvil encima solo podían ser ejecutivos millonarios o brokers de bolsa en plan “compra, compra” con el aparatito en la oreja, o bien pobres pelamanillas a los que su jefe tenía controlados hasta cuando estaban cagando.
Poco a poco tuvimos todos móvil de tarjeta y yo recuerdo que al principio lo usabas poquísimo. Mandabas algún mensaje, hacías alguna llamada de un minuto para decir algo urgente y, sobre todo, mucho "llama-cuelga" para avisar de cuando salías, si habías llegado bien o si llevabas esperando a un amigo dos horas de plantón.
Pero llegó un momento, de repente, en que las empresas de móviles empezaron a dar toda clase de facilidades, ventajas y descuentos para comprar el chisme y para llamar barato: franjas horarias, números favoritos, dúos para los novios, terminales casi gratis con los puntos… Por ejemplo, me acuerdo que hace cosa de seis u ocho años Telefónica regalaba de vez en cuando todas las llamadas o los mensajes de un fin de semana completo y que a mí alguna vez me pilló de viaje de vacaciones con los amigos e íbamos casi todo el tiempo hablando por teléfono de un coche a otro. Estábamos encantados, pensando “vaya chollo” y con la oreja recalentada.
El resultado no se hizo esperar. En poco tiempo andábamos todos enganchadísimos al invento, llamando a los amigos para idioteces (“ya llego en un minuto”), o para pasar media hora de cháchara o porque nos aburríamos en el autobús, o caminando hacia el trabajo o donde sea. Ya no quedaba casi nadie con tarjeta.
Además empezamos a creernos muy listos. Resulta que si llamábamos a nuestra compañía haciéndonos los duros y amenazando con darnos de baja o con pedir la portabilidad, una señorita de acento hispanoamericano nos “convencía” para quedarnos a cambio de un móvil gratis de última generación o de una rebaja en la factura. Vamos, como un puto mercadillo de Morolandia, como el regateo cutre con los vendedores panchitos de la Riviera Maya… Pero qué a gusto nos quedábamos. Qué bobos somos.
Y justo cuando el móvil se convierte en un elemento esencial de nuestra vida, zas, se empiezan a acabar los chollos. Las tarifas suben. Telefónica cobra los favoritos aparte de los nueve euros mínimos de consumo. Ya no hay ofertones de llamadas gratis y, si te los ofrecen, lo hace siempre una operadora llamándote a bocajarro para que te decidas en dos minutos sin echar cuentas y termines pagando tres euros por unas llamadas o mensajes que jamás habrías hecho o que te habrían costado menos de esa cantidad. El timo de la estampita.
Por supuesto en las casas no hay un solo móvil, qué va, Ya es raro ver a alguien que no lleve dos encima. Lo típico es que en cada hogar haya más “celulares” que miembros de la familia. Lo llevan casi hasta los niños de teta. Los adolescentes lo usan de tal forma que parece mismamente que estuvieran tirando el dinero a la basura (pero no solo ellos). Y al final entre unos y otros, llegan unas facturazas de agárrate y no te menees, porque, claro, el fijo sigue también ahí. Cuando a la familia en cuestión le sobra la pasta, pues bien, oye, un lujo más; pero es que los mileuristas y los parados siguen dándole al cacharro (que parece una tragaperras) como si les fuera la vida, sin reparar en las consecuencias.
No voy a ser yo quien niegue las grandes ventajas de este avance tecnológico, que nos permite trabajar más ágilmente, estar localizados para las emergencias y sentirnos más seguros cuando nos vamos de viaje o cuando salen los niños. Pero creo que nos hemos pasado y que el uso que hacemos de los móviles es exagerado, inconsciente e irresponsable. Me parece que nos la han colado bien colada y lo chungo es que la cosa tiene difícil marcha atrás salvo que nos concienciemos muy seriamente.
No voy a ser yo quien niegue las grandes ventajas de este avance tecnológico, que nos permite trabajar más ágilmente, estar localizados para las emergencias y sentirnos más seguros cuando nos vamos de viaje o cuando salen los niños. Pero creo que nos hemos pasado y que el uso que hacemos de los móviles es exagerado, inconsciente e irresponsable. Me parece que nos la han colado bien colada y lo chungo es que la cosa tiene difícil marcha atrás salvo que nos concienciemos muy seriamente.
13 comentarios:
Tiene muchisima razón Sr.Neri.
En mi casa hay dos, el mío con contrato y el del Sr.E con tarjeta. Lo cambiamos porque en el trabajo le dieron uno y era una estupidez pagar una cuota todos los meses. Así que ahora si necesita algo me hace una llamada perdida y le llamo yo que es mucho más económico.
Yo lo llevo principalmente por el coche y los niños.
Lo que más alucinada de dejó un día fué que en una conocida tienda de juguetes me ofrecieron un móvil para niños pequeñitos. Tenía dos teclas y un registro, creo que era de 4 números o así, papá, mamá, abuela....Y digo yo ¿para qué quieren mis hijos un móvil? Irán al cole y si pasa algo me localizarán, cuándo salgan, saldrán conmigo. De verdad que no lo entiendo.
Hubo una temporada, cuando tenía uno de mis primeros móviles de tarjeta de Airtel, que podia hacer llamadas sin que el saldo se consumiera. Fue algún tipo de error por parte de la compañía, incluso por aquél entonces había una promoción que consistía en que cada 500 minutos te ingresaban nosécuanto en la tarjeta, así que pasaban los meses y yo cada vez tenía más pasta en la tarjeta. Amén de "amigos" que, conocedores del chollo, se acercaban a mi para pedirme hacer llamadas a cualquier móvil, a cualquier hora.
Al fina, Airtel se dió cuenta y un buen día comprobé como el saldo de mi tarjeta coemezo a reducirse con cada llamada hasta que se agotó.calculé que hice un gasto de entorno a 300.000 pesetas por la cara.
Totalmente de acuerdo. Gastamos burradas en el móvil. Y aunque seas consciente de ello, no eres capaz de cortar ese chorreo.
Y para mí una de las peores cosas que ha traído es que nos ha vuelto (más) informales y volubles: tener que llamarte 3 ó 4 veces para concretar una cita para el fin de semana ("ya me llamas y quedamos..." ¡Coño, quedamos ahora, que ya estamos hablando!); faltar o llegar tarde porque "total, como puedo avisarte en cualquier momento..."
En fin, Serafín, que yo creo que la culpa de que sea tan caro la tiene Chirly, pues tenemos que cubrir sus desfalcos entre todos los españoles.
Que foto más asquerosa, no? Sí que nos han engañado con los móviles. Encima es que el cosumo va in crescendo porque de estudiante más o menos te controlas con la tarjeta y eso pero cuando te pones a trabajar te pones contrato y ya no mides. Luego todas las ofertas son un engañabobos, pero creo que nosotros somos los verdaderos culpables de no dejar el móvil en casa y pasar de él cuando no es necesario pero nos gusta echarle la culpa de todo a los demás.
El Sr. Neri lo calca de nuevo.
Sin embargo, seguimos siendo libres para actuar con inteligencia. Yo me he acabado cambiando de compañía de móvil porque la mitad de los meses no llegaba al mínimo de 9 euros de consumo. Y me he pasado a la de 6 en vez de a la de 0, porque así me regalaban el móvil. Móvil que la compañía no recuperará, ya que el consumo medio que hago (esos 9 euros) por los 18 meses de permanencia no llegan a los 300 de valor comercial que tiene el aparato (digamos que a la operadora se lo dejan en 150; sale pelá).
Vamos.... que te pueden engañar una vez aunque no quieras. Dos, tres.... Pero si te engañan mñas, es que te dejas. Y entonces no se llama engaño. Es que eres tonto y punto ('mi mamá dice que tonto es el que hace tonterías').
Mientras, Chirly haciendo apología de lo 'listos' que somos (yo no) en este país. Si hubiera sido él el dueño de la compañía se hubiera puesto de ZP para arriba. La culpa, por supuesto, compartida con que los sistemas los hacen los malditos consultores; que mucho traje y corbata y muchas horas extras, pero de conocimientos ni papa. Y hasta aquí puedo leer, porque tengo una cierta idea por experiencia de cómo funcionan las compañías de móviles.
Si alguno quiere llamarme estaré disponible en el 555 123 456.
Ahora la gente tiene un móvil para cada compañía, aprovechando las promociones y ventajas de cada una.
Yo la verdad lo uso poco, pero sí que es verdad que hago muchas llamadas cortas, cómo si esas no costaran.
Pero sí, ya nos hemos acostumbrado a estar muy localizados.
Perdonenme que me regodeé en ello, pero nunca había contado esta historia y hacerlo hoy me ha hecho recordar...
Me acuerdo que todo empezó porque un día mandé un mensaje gratuito para comprobar que saldo me quedaba en la tarjeta: cero. Me extrañó porque acababa de hacer una llamada y no se me había cortado, pero supuse que fue una de esas casualidades de la vida. Luego, antes de recargarla, me dió el punto de hacer una llamada a ver qué pasaba. ¡Y va y resulta que puedo llamar!
Fueron ocho meses gozosos de llamadas a lo chorras, muchas sólo porque era gratis. Y lo mejor era mandar mensajes gratuitos para comprobar el saldo y ver como, no solo estaba a cero sino que gracias a la promociónn esa de los 500 minutos, la cosa iba subiendo hasta que al final tenía 15.000 pelas cuando el chollo se me acabó.
Todavía me relamo solo de recordarlo.
Hemos vivido toda la puñetera vida sin móviles, sin internet ni GPS. Que nos los quiten ahora...
Las operadoras de telefonía se han currado el marketing, hay que reconocerlo.
La cuestión es que en primer lugar, el móvil se ha convertido en un medio de ocio. Para hacer llamadas con uno de última generación casi hay que estudiar.
Y en segundo, que mucha gente se dedica a llamar por teléfono cuando no sabe qué hacer. Sobre todo 'el rata' que quiere cosumir los mil puñeteros minutos a toda costa.
Y lo peor de que todos tengan móvil, es que cualquiera puede ser el asesino.
Pues a mí me parece una herramienta muy útil... Teniendo en cuenta el brutal coste de toooooda la infraestructura y la tecnología desarrollada, sinceramente me parece un precio bastante bastante ridículo. Otra cosa es si se sabe usar o no.
Sinceramente, más caro me parece pagar por ver la televisión o el café de una cafetería.
Yo me pierdo completamente con las tarifas, los precios, las ofertas y todas estas mandangas... El caso es que sí intento no gastar demasiado con este diabólico elemento, y a veces lo consigo y otras no.
Sí es cierto que estamos en una sociedad consumista 100%, pero yo me pregunto qué sucedería con los puestos de trabajo si eso no fuera así. De hecho, nuestro sistema económico, por desgracia no funcionaría sin altas tasas de consumo, nuestra sociedad se rige de forma absoluta por la oferta y la demanda, el comprar y vender, y si esto se quiebra, el sistema socio-económico que nos hemos montado se hunde, como ha sucedido con la crisis que actualmente padecemos.
Así que o consumimos o no curramos, esa es la premisa.
Quizá esto se podría solucionar, pero tendríamos para ello que cambiar totalmente la sociedad en la que vivimos a nivel global.
Marian, imagínese a los críos dándole a los botones del "juguete" ese al buen tuntún. Para echarse a temblar con la factura.
Sr. Chirly, vaya inmoralidad. Debería haberlo puesto inmediatamente en conocimiento de Airtel. :-) Me parece genial lo que le pasó.
Ignatus, es muy cierto. Con los móviles todo el mundo es mucho más impuntual que antes. De hecho se ha perdido el concepto de quedar aunque sea en un bar. La gente se va incorporando al grupo en el bar que esté cuando le da la gana.
Dulcinea, Miguel y Sr. Boooz, yo también creo que la culpa no es de los móviles, sino de su mal uso y que somos libres de gastar más o menos. Pero las técnicas comerciales son muy psicológicas y agresivas. Es cierto que si nos engañan nos podemos largar a otra compañía; pero pasa un poco como con los bancos: como todos son iguales al final te van a engañar en todas partes y dices, ¿para qué cambiar?.
JF Sebastián, ya le digo que se han currado el marketing. Nos han utilizado como conejillos de indias.
Teutates, no puedo sino darle la razón. Si no hubiera un consumo tan idiota por parte de todos seguro que no curraba ni la mitad de gente. Dicho de otra manera distinta a la suya: nos inventan cosas para consumir para que algunos puedan trabajar. El tinglado está así montado. ¿Se imagina que la gente consumiera a partir de mañana como en los años 60? Sería el caos.
De todos modos, qué quiere que le diga. Yo no voy a entrar en el juego de derrochar en tonterías solo para dar trabajo al personal.
Conozco a un individuo que escribe en este blog alguna vez y que a lo mejor soy yo que antes no se gastaba ni los nueve euros de consumo mínimo ni aún viviendo fuera de su ciudad.
Pero poco a poco el consumo fue aumentando y ciertos meses su factura superaba los cien euros cuando no los ciento cincuenta.
Menos mal que Vodafone cambió las tarifas y ofreció el 90x1.
Lo que está claro es que el móvil ha revolucionado la forma de vivir y, bien usado, nos permite hacer muchas más cosas y variar los planes muchísimo mejor. Mal usado, es un caos vital.
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