viernes, 2 de agosto de 2013

FANÁTICOS

A España solo puede redimirla un fanático. Sí, sí, no estáis leyendo mal: un fanático.

La RAE define al fanático como aquel “que defiende con tenacidad desmedida y apasionamiento creencias u opiniones, sobre todo religiosas o políticas”, y eso es precisamente lo que necesita nuestra Patria: alguien tenaz en la persecución del Bien Común, desmedido en sus ideales de honradez y servicio, y con la pasión de devolver a España su confianza en sí misma y de imponer (porque esas cosas, si no se imponen, malo) una justicia social sin fisuras pasando por encima de quien haya que pasar.

Los avances más relevantes de la historia de la Humanidad, las grandes conquistas sociales y la difusión de las ideas que han mejorado este mundo solo han sido posibles gracias al tesón febril de los fanáticos. Cristo mismo era un fanático.

Los fanáticos que yo digo son nuestra única salvación. A diferencia de la gente “normal”, ellos carecen de intereses particulares y avanzan hacia su objetivo como kamikazes, importándoles un bledo su vida o su familia (si la tienen), y  haciendo oídos sordos al tintineo de las monedas, al rumor de los halagos, al susurro de las mujeres hermosas y al rugido de las hienas que van ahuyentando de su camino a mandobles de su espada mellada.

Son desprendidos hasta la pobreza, austeros como ermitaños y conscientes de que no vinieron al mundo a cultivar su felicidad, sino a ayudar a hacer de él un lugar un poco más humano y habitable. Se saben de memoria la hoja de ruta de su misión y están dispuestos a seguirla sin desviarse un milímetro, caiga quien caiga. Están decididos incluso a sacrificar vidas o intereses individuales si con ello se salvaguarda el interés general o se obtienen beneficios importantes para el conjunto de la sociedad, comenzando por los pobres.

Nunca se rinden. No temen a nada ni a nadie, ni mucho menos a la muerte. Son implacables con los enemigos de su proyecto por muy poderosos que sean. Se lanzan sobre sus adversarios sin dejarles hablar siquiera, con un machete entre los dientes. Jamás se dejan embaucar. Llevan tapones en los oídos para ignorar protestas, llantos, amenazas, palabras de desánimo y consejos prudentes. Llevan una venda en los ojos para no ver los gestos de duda de quienes les rodean, ni sus miradas de terror, ni las lágrimas de quienes han de inmolarse en la batalla, ni la sangre.

No pierden el tiempo en debates ni en elecciones, y solo escuchan a quienes nada tienen que ganar ni perder con el logro de sus metas políticas. No les importan las críticas, ni la presión internacional ni los derechos de quienes se opongan a sus valores. Les da lo mismo que su país no esté en la pole position de las potencias, que sufra aislamiento o que baje el nivel de vida en ciertos sectores si el resultado último es una sociedad más cohesionada, equilibrada y solidaria. Los fanáticos son como una apisonadora de privilegios y entienden que haya ciudadanos que prefieran emigrar a sufrir sus reformas.

Están muy preocupados por la información y es lo primero que controlan. Nunca mentirían al pueblo pero sí lo protegerían de las mentiras, de los mensajes de desaliento, de las críticas no constructivas, de la podredumbre moral y de la llantina ofensiva de los destronados.

Los fanáticos a los que me refiero solo actuarían por amor y por sentido del deber.  El día que uno de ellos tome las riendas de España, nos habremos salvado. 

12 comentarios:

Carlos T. dijo...

Sr. Neri, usted está describiendo un Don Pelayo, y de esos ya no quedan. España, o lo poco que nos queda de ella, me da a mí que está condenada a caer en manos de un populista.

Dentro de pocos lustros, una vez hundidos en la miseria y la corrupción más absoluta, un Chavez o un Morales de turno dirigirán algo que hasta principios de los 70 hubiese sido impensable.

C. S. dijo...

Relea la definición, Sr. Neri y en seguida se dará cuenta de que lo último que necesitamos es un fanático: Por una parte se dice que "defiende con tenacidad DESMEDIDA" si es desmedida es que no es buena. In media virtus, que decía Aristóteles. La temeridad es tan desmedida con respecto al auténtico valor como la cobardía. Luego dice su definición: "defiende(...) creencias u opiniones" Defender ¡y encima de forma desmedida! creencias y opiniones no es virtud, es necedad. Lo único que se puede defender desmedidamente es a las personas, que era exactamente lo que hacía Jesús. Busque en el Evangelio a ver si en alguna parte Jesús puso una creencia o una opinión por delante de las personas: no lo encontrará. Busquemos a alguien que en lo único que sea desmedido sea en la práctica de la caridad y estaremos salvados. Con lo que Ud. propone nadie nos librará de la horca.

Herejes sin Fronteras dijo...

Estimado Sr. Neri,
esta vez soy yo el que discrepa...en parte, o al menos le haré un matiz (las "matizaciones" sólo las hacen los políticos)
Son buenos los fanáticos que sirven a las causas nobles, porque la nobleza de esas causas suele compensar su fanatismos.
Yo usaría otra palabra: "radical". Esa me gusta más.
A fin de cuentas, de fanáticos esta la Historia llena y por cada uno que la hizo crecer hubo otro que la hizo regresar.
Dice un antropólogo (Rudolph Otto, Lo Santo 1917; protestante pero muy recomendable) al que ley hace años que la religión es la combinación de la "presencia de lo numinoso" (es decir la, que en este caso el autor considera real, existencia de un algo que transciende al ser humano, llámese Dios o Luis Francisco) con la razón.
Y por eso los fanáticos nunca pueden ser representantes dignos de ninguna religión porque les falta el uso de la razón (que no es necesariamente el uso de la racionalidad).
Otra cosa son los que acogen causas justas con radicalismo, con vehemencia, en plenitud.
Entre ellos yo encuentro a Jesucristo y no entre los fanáticos, que a mi comparar a Cristo con Hitler, Gengis Kan, John Smith u Osama Bin Laden me chirria la poca dentadura que me queda.
No obstante y desde el matiz discrepante pero respetuoso le dejo un soneto que he escrito sobre su reflexión (o sobre la mía que en el fondo navegan el mismo mar)

¿Un fanático u otra cosa?

Buscar en la política española
un servidor ecléctico y sensato,
que no busque el dinero ni el boato
es bueno ante el presente que le asola.

Que no busque ganar su gloria sola.
Es más, que le parezca que es más grato
pensar que aunque el contrario sea ingrato
puede llevar razón, y a veces mola.

Pero un talibán de sus criterios,
un rígido e inflexible puritano
no creo que me fuera muy simpático.

Que ya ha habido bastantes cautiverios
que a moros, a judíos o a cristianos
de buena fe, impusiera algún fanático

Brisa dijo...

No comparto su opinión Sr Neri. Sería bueno que ponga algún ejemplo de los fanáticos modelo a los que se refiere, para hecerme una idea de en quién está pensando cuando escribe sus apreciaciones.

No creo que España necesite un fanático para salir adelante. Se os ha venido el siglo XXI encima y no sabéis cómo atajarlo. La sociedad tradicional cristiana se derrumba en vuestras narices, pero no es justamente con "mano dura" como se vuelve a las raices; a la estabilidad.

Jesucristo un fanático? Por intuición le diría que no... pero... es discutible.

Saludos

Anónimo dijo...

Buena entrada sobre un tema polémico, sr. Neri. Creo siempre viene bien citar a los maestros:

“El fanatismo es la incapacidad de concebir seriamente la alternativa de una proposición. No tiene nada que ver con la creencia en la proposición misma. Un hombre puede estar suficientemente seguro de algo cómo para dejarse quemar por ello, o para dar guerra a todo el mundo, y sin embargo no estar ni un milímetro más cerca de ser fanático. Es fanático solamente cuando no puede comprender que su dogma es un dogma, aunque sea verdad. No es fanatismo –por ejemplo- tratar al Corán como sobrenatural. Pero es fanatismo tratar al Corán como natural, como evidente para cualquiera y común a todos”.

“La verdadera liberalidad, en resumen, consiste en ser capaz de imaginarse al enemigo. El hombre libre no es aquél que piensa que todas las opiniones son igualmente verdaderas o falsas: eso no es libertad, sino debilidad mental. El hombre libre es aquél que ve los errores con la misma claridad con que ve la verdad”.

“El fanatismo es la incapacidad de una mente para imaginarse otra mente. El fanático está entre los más pobres de los hijos de los hombres. Tiene un solo universo. Todos, por cierto, deben ver un cosmos como el verdadero; pero él no puede ver ningún otro cosmos, ni siquiera como una hipótesis”.
G. K. Chesterton

“¿Qué es el fanatismo? El fanatismo consiste en poner arriba de todo los valores religiosos –lo cuál está bien- y después suprimir o despreciar todos los otros valores, lo cuál está mal. Los valores religiosos son ciertamente los más altos de todos, son la cúspide; la cúspide tiene que estar sustentada por la falda. Si Ud. se sube a la cúspide y después retira la falda, se cae Ud. y la cúspide; y ésta deja de ser cúspide. El fanático es muy religioso o cree serlo; pero da en despreciar todo el resto, la ciencia, el arte, la nobleza e incluso las virtudes naturales, el talento, el genio, el espíritu de empresa. Su religión se desboca, como si dijéramos. Hay religiosos que son buenos religiosos (o lo creen) y desprecian a medio mundo; desprecian, por ejemplo, a las otras Órdenes religiosas o a los casados, desprecian el Matrimonio. Son fanáticos.” Padre Leonardo Castellani

El tábano porteño.

Fila 5, pasillo derecho. dijo...

Y cuando parecía que quedaba el fútbol, le llaman "la roja"...

nago dijo...

No está usted decribiendo a un fanático Sr. Neri...

"Dios creó a los hombres; Samuel Colt los hizo iguales".
Samuel Colt

trija dijo...

Yo cuando pienso en líderes fanánaticos pienso en paises como Corea del Norte, Afganistán... Paises en los que no me cabe duda de que los líderes miran por el bien de su pais, pero los ciudadanos, ¿qué pasa con los ciudadanos?

Yo soy la primera que quiere que mi pais salga de esta, pero no a cualquier precio.

Diego Ibarra dijo...

Disculpenmé, pero si nos circunscribimos a la definición que nos ha dado Al Neri, fácil es concluir que los santos y muchos héroes fueron "fanáticos". O acaso el amor debe tener alguna medida. El amor a Dios y a la Patria deberían ser "desmedidos", esto es, sin medida. Que la palabra "fanático" se encuentre hoy desvirtuada y desvalorizada, es harina de otro costal. Suscribo entonces -como siempre- la presente nota. Y no sólo para España sino también para nuestra dolida Argentina.

EL FRANCOTIRADOR dijo...

Tras leer la definición que la RAE hace de "fanático", creo que dicha palabra se utiliza muchas veces de forma inapropiada. Hasta me parece un halago. Como siempre muy bien escrito este post, eso no significa que este de acuerdo en todo, claro.

Al Neri dijo...

Comentarios de alto nivel. ¡Buen soneto, Chafachorras!

Aunque el único que ha entendido por dónde iba es Diego Ibarra.

Capitan Trueno dijo...

Sr. Neri, Para salvar a Espana hay que ser un "echao pa'l monte" en espiritu hoy en dia. En efecto, a Espana no la salva mas que alguien con cojones y las ideas claras.

Para gente meliflua, cursi y bienpensada y estan los piji-conservadores que votan al PP y llevan su pulserita con la bandera de Espana pa sentirse patriotas. O sea.