viernes, 22 de junio de 2012

PACIENCIA

Por lo general las cosas importantes de la vida, los logros y los motivos de felicidad no llegan de repente, sin más, sino que son la consecuencia de un proceso más o menos largo en el que es imprescindible una alta dosis de paciencia. Pocas cosas valiosas surgen instantáneamente y por sorpresa; a menudo hay que trabajárselas y, en todo caso, esperar, esperar mucho, echarle horas, días, años… y mucha sangre fría.

Mi problema es que no tengo paciencia. Igual que nunca he sido capaz de pescar porque no soporto pasarme horas sentado y agarrado a una caña, y me dan ganas de acercarme al río y sacar los peces a palos, tampoco sé aguardar con templaza a que los acontecimientos que ansío vayan madurando a su ritmo y se desprendan por fin de la rama en su punto justo. Más bien termino sacando la navaja para arrancar la fruta nerviosamente y por eso siempre me sabe ácida.

No valgo para esperar y puede que por eso mis objetivos no se cumplan nunca en la medida de mis deseos, y acabe conformándome con versiones incompletas de mis proyectos, con manzanas lustrosas pero verdes por dentro, con platos a medio guisar, con casas con los cimientos débiles como consecuencia de mis prisas.

Puede que nunca sea feliz porque sufro tanto en los aguardos que abatir la pieza me sabe a poco; me obsesiono tanto con los resultados que no disfruto de los procesos, que a veces son lo mejor; idealizo tanto la meta que no vivo la carrera; tengo tantas ganas de ver el final de la película que rebobino de forma compulsiva y solo gozo cinco minutos de una maravillosa cinta de dos horas.

 

6 comentarios:

Álex dijo...

La constancia me parece prima hermana de la paciencia y alguien que mantiene un blog con la admirable regularidad que usted demuestra creo que es un buen ejemplo de constancia y perseverancia. Es posible, por lo tanto, que quizá tenga más paciencia de fondo de la que usted mismo es consciente.
Por otra parte, seré bueno y no haré bromas con la última frase de su post...
Saludos y feliz fin de semana a todos

Zorro de Segovia dijo...

algunos de los mejores momentos de la vida son inesperados. El resto ... mire a los niños. Tienen expectativas bajas, y la guardia, aún más baja y eso hace que sus satisfacciones sean continuas e intensas.

A veces hay que reinventarse, dejar de ser adulto. Olvidar lo aprendido, lo soñado, lo anhelado. Borrar la mente de prejuicios y expectativas y dejarse sorprender. Como cuando éramos críos.

Suso dijo...

Está bien que se conozca de esa manera tan clara y valiente.Por allí se empieza.

Si quiere un consejo, que no pide en la entrada, no cambie en lo bueno de sus prisas, que para muchas cosas son una ventaja, y si quiere encauzarlas para otras , no dude que todo está en la cabeza.

Yo lo aprendí con el sexo, que es que las prisas me tenían loquico, hasta que una me dio unos golpecitos en la frente y me dijo "todo está aquí,tranquilo, hombre!".

Mano de santo.

Aprendiz de brujo dijo...

Sencillamente genial. Tengo la suerte de tener por amigo a una persona con un talento desmesurado.
Por cosas como esta, uno te da la vara todos los días al teléfono un ratico. Que lúcido, qué brillante, qué maravilloso escrito.
Los mejores consejos que he recibido en mi vida van en la línea de la moraleja que destilan tus letras.Por desgracia los he ddesechado en la práctica casi siempre.
Un abrazo Neri.

La lozana andaluza. dijo...

Pues a mi la vida me ha enseñado,que lo mejor es tener paciencia,porque todo va llegando,de adolescente era muy impaciente y creía que me bebería el mundo.Pero la experiencia me enseñó a saber esperar:Hoy puedo asegurar que los mayores logros de mi vida,los he conseguido,así esperando,tranquila,pero sobre todo con muchísima ilusión,y eso ha hecho que todo me vaya llegando.Hoy soy una gran paciente,y creo que la vida me recompensa por ello,en fin espero que a alguien le sirva.

Al Neri dijo...

Gracias a todos. Me quedo con el comentario del segoviano. Los niños son el ejemplo más claro de que la capacidad de disfrute solo tiene que ver con nuestras expectativas. Tenerlas demasiado altas le quuita el sabor a la vida.