martes, 19 de octubre de 2010

¡MÁS CARO, POR FAVOR!

Lo normal es que cuando vas de compras elijas los artículos o productos en función de distintos criterios como el precio, la calidad, la estética o el puro capricho, pesando más unos u otros según los casos y siempre influido, en mayor o menor medida, por la publicidad. También es de pura lógica que los consumidores con menor nivel de renta se preocupen más por el precio y los de economía más desahogada disfruten de un mayor margen para escoger lo que les apetece o les gusta por encima de otros condicionantes.

Sin embargo, hay determinadas personas muy peculiares que siempre terminan comprando el producto más caro entre varios similares o casi iguales. Tienen una atracción irresistible por los precios altos y parecen no fijarse en nada más. Todos hemos oído alguna vez la leyenda urbana del pijo que entra en una tienda de modas y le dice a la dependienta: “por favor, sáqueme los vaqueros más caros de la tienda”. Y aunque así contado parezca una actitud inaudita y gilipollesca, lo cierto es que tiene mucho de verídica aunque se suela dar de forma más disimulada.

Los que hacen esto no tienen por qué tener mucha pasta, qué va. Es una cuestión cultural, psicológica. Igual que decíamos en el post de la
Burger Sociology que hay determinada peña a la que le atrae lo cutre como la miel a las moscas, también hay otros que se pirran por lo chic, por lo caro, por lo lujoso, por lo que suponen que les va a dar más caché.

Un ejemplo, aunque no exacto, serían los que en El Corte Inglés siempre se dirigen a la zona de marcas sin mirar nada más. Digo que no es muy buen ejemplo porque en el tema ropa hay unos componentes sociales y de imagen que no siempre se dan en los amigos de lo caro a los que yo me refiero. Los personajes de los que hablo muchas veces no pretenden aparentar nada ante nadie; simplemente tienen una inclinación psicológica a escoger lo más caro en cada momento aunque tengan al lado otro artículo que les va a dar el mismo servicio, que es igual de bonito, de sabroso o incluso de una calidad idéntica. Las razones de este hábito suelen ser dos: la falsa creencia de que las cosas caras, así a bulto, tienen mayor calidad, pero sobre todo la resistencia clasista subconsciente a adoptar el comportamiento de un pobre que tiene que andar mirando la peseta. Es así de simple. Y casi siempre –insisto- hay una base educativa.
Estas pautas, que no son infrecuentes, suelen observarse mucho en sujetos que se niegan a ser encuadrados en una determinada clase social, aunque a todas luces pertenezcan a ella por ambiente o educación. Un buen ejemplo serían los “obreros de derechas”, muchas veces tan desclasados y en tierra de nadie. Se pueden observar también estas actitudes en nuevos ricos o simplemente en individuos que han mejorado su fortuna en poco tiempo. A veces, sin embargo, no es más que un comportamiento social episódico, que se manifiesta cuando se va a comprar en grupo y se quiere demostrar a los acompañantes que uno no es un “husmia”.

La existencia de este característico grupo de consumidores no ha pasado inadvertida a los fabricantes y a las empresas de marketing. Por ello a veces un precio elevado juega un papel determinante para atraer a cierto perfil de compradores, que se dejarían matar antes de adquirir algo baratillo o en oferta. Muchas compañías elevan adrede los precios para dar a sus productos una pátina de exclusividad y atraer clientes, en especial en ciertos sectores como la moda, los viajes de vacaciones, los másters o estudios de postgrado y los servicios de abogacía, consultoría o gestoría. En ciertas gestorías o consultoras se producen situaciones absurdas como dar presupuestos diferentes por el mismo servicio según se trate de un cliente u otro. Es decir, que si entra un pijín guay del paraguay de los de “yo-soy-yo-tengo”, jamás le van a hacer un precio ajustado ni una rebaja, aunque se haga con muchos otros clientes, porque eso sería como ofenderle metiéndole en el saco de la plebe. Muy curioso.

Consumir es un acto personal y responsable en el que deberíamos sopesar nuestras verdaderas necesidades (no las que tratan de imponernos) y ser honrados con nuestras posibilidades, pasando en lo posible del “que dirán” y del puntito pretencioso que todos tenemos más o menos oculto.

Sobre másters y postgrados en La pluma viperina

18 comentarios:

Anónimo dijo...

vaya bobada de post..........hay poca gente asi

sefo dijo...

Pues como tengas esa manía y encima no tengas mucho dinero se te puede quedar el sueldo temblando la primera semana de mes.

Anónimo dijo...

¿Qué hay poca gente así? Yo creo que hay demasiada gente así.

Teutates dijo...

Yo no sé si realmente existe mucha gente que se deje llevar solo por el precio, normalmente es una actitud asociada a una marca, más que exclusivamente a que sea caro, aunque sí coincido en que seguramente es estrategia de marca subir precios para convertirse en marca exclusiva.
Algún conocido sufre de este síndrome de la "marquitis" que le ha llevado a tener que vivir al día para poder vestir a la última moda de la "mejor" marca, y esto en las economías modestas, termina pasando factura.
Yo he de reconocer que lo de la ropa nunca ha sido mi debilidad, pero sí he llegado a pagar 11 "leuros" por un bote de guindillas vascas de 150gr que luego ni picaban ni na... menuda decepción, eso sí, no lo compré por ser el más caro de la tienda, que lo era, sino por el gusto y afición que tengo al picante.

Aprendiz de brujo dijo...

Yo reconozco que tristemente mi cerebro funciona así en ocasiones.
Sobre todo cuando voy a comprar fruta y verdura,(dos vecs al año).
No tengo ni puta idea de la compra y siempre cojo las naranjas más caras, los tomates raf o rof esos de mis cojones,(están cojonudos, por cierto).
Con las latas de conservas me ocurre algo similar.
En mis tiempos jóvenes también me decantaba cuando compraba condones,(una o dos veces al quinquenio también)por los más caros. Y tampoco tenía ni puta idea de cual era mejor.
Con la ropa me pasa en ocasiones también, aunque cada vez menos.

Aprendiz de brujo dijo...

Que clase de mercadotecnia es esta que estais implando, con avisos cutres acerca de inminentes debates.
cualquier día incrustais luces rojas, azules y amarillas al estilo putero.

mujer prevenida vale por dos dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con usted, es cuestion de psicología y para eso a los potenciales clientes nos tienen más que estudiados.

El mismo producto, en distinto envase destinado a grupos de mercado diferente; y según el grupo a que esté destinado el margen de beneficio puede ir del 50, 100, 200, o 500% de beneficios... alucinante LO MISMO. Lo cual indica que el precio es diferente del valor y de que es lo que estamos dispuestos a pagar...

Yo conozco mucha gente, muchísima, y para cada uno en su "mundo" existen sus "marcas" las que los diferencian de los demás o los integran en su grupo social... (sea coche, colegio, leche, reloj, ropa, lugar para celebrar la boda,destino vacaciones, teléfono... mil ejemplo puedo poner)

Mientras siguen haciendo caja con nosotros, con nuestra estupidez más bien.

mujer prevenida vale por dos dijo...

¿Luces rojas azules y amarillas como un club?
Aprendiz...
Un esperto en la materia me dice que esa combinación de colores en el unico club que se lleva este año es en el barça...

El último de Filipinas dijo...

Sí hay mucha gente así, y si no andan bien de pasta, simplemente se lo quitan de comprar otras cosas más básicas y esenciales.

ignatus dijo...

A mí también me ha parecido una entrada un poco tontorrona por el tema en sí y por las reflexiones (más pobres que otras veces me parece). Pero vamos, que por lo que pago no me voy a quejar.

Lo que dice Aprendiz de Brujo sobre el anunciar los futuros temas a tratar me recuerda a los "cebos" que ponen en los cutre-programas del corazón ("¿Quieres saber lo que hizo Lucía Lapiedra con los palillos chinos después de comer...").

Sólo os falta añadir un "UAAAAAUUUUUU" al final.

Buen día a todos.

Aprendiz de Brujo dijo...

Mujer prevenida, lo de azules, rojas y amarillas lo tomé prestado de la cancíon maravillosa de Sabina,(La Magdalena).
Y por favor no le des caña a Paqui.com, es una Diosa del Olimpo, mejorando lo presente, por supuesto.(No sé como es el emoticono ese de complicidad y broma)
Ignatus, Neri es como Jorge Javier Vázquez en flaco y el Subdirector tiene alma de Pipi Estrada. Son así los muchachos.
Buen día para todos los viperinos.

Al Neri dijo...

Estamos quejicas esta mañana...

Pues no digo que muchos, pero unos cuantos así si que conozco.

Doy la razón a Aprendiz de brujo en que en ciertas cosas el precio alto es inseparable de la calidad. La fruta o las conservas pueden ser un buen ejemplo. Las naranjas caras siempre son las más ricas y además se ve en el aspecto, aunque creo que con precios intermedios pueden encontrarse calidades razonables y hasta buenas. Pero en la ropa y en muchos servicios a menudo no hay relación alguna entre el precio y la marca.

Me llamó la atención lo que me comentó usted ayer, charlando, de que era capaz de diferenciar la calidad hasta determinados niveles pero que a partir de ellos, no. O sea que usted sabría distinguir la calidad de una corbata de 15 euros y de una de 90, pero que no apreciaría las ventajas de una de 200 euros sobre la de 90. Con el vino también puso un ejemplo parecido.

Teutates, si le gusta lo picantón, le recomiendo las últimas entradas del blog de Suso, que está que arde.

Mujer Prevenida, tiene razón en que los consumidores somos muy estúpidos. Pero matizo que unos mucho más que otros. Hay personas que con una tarjeta de crédito en un centro comercial tienen un peligro que no vea...

Bienvenido y bien hallado, El último de Filipinas.

Aprendiz de brujo dijo...

Si a priori se puede distinguir la diferencia entre un D.Simón y una botella de venticinco leuros. Creo que si sería capaz, aunque por si acaso no me someto a una prueba de esas que a menudo acaba dejando en evidencia a cualquiera.
Sin embargo a partir dedeterminadas cuantías no soy capaz de distinguir.
Las poquísimas veces que he tomado un vino de más de sesenta euros,(regalada) me he quedado con cara de idiota, pensando que me gustaba más una de treinta que había probado un mes antes.
Y con las corbatas también creo que hay diferencia, la cuestión aquí sería valorar lo que estudiábamos en derecho del Coste de oportunidad. Merece la pena gastarse 90 pavos en una corbata por muy hermosa que esta sea, y por muy buena materia que tenga?.
Una economía media como la mía debe prescindir de estos dispendios y optar por una de cuarenta leuros que también las hay mu preciosísimas por ese precio.
Esa es la postura madura, creo, pero los hay que somos eternos adolescentes.

Al Neri dijo...

Joder, pues si yo le confieso que mi vino favorito es el Lambrusco tinto, que no llega a dos euros la botella. Entre esto y el Ponchelimacola, algunos me matan...

Aprendiz de brujo dijo...

O te considerarán el más listo...
La gente que reconoce que le gusta el vino a menudo es tachada de fantasmilla, que se apunta a una moda fácil, pretencioso, pijo...
asi que nunca se sabe. en todo caso me merece mucho más respeto tu gusto por el Lambrusco que por la mierda cola esa que tomas,(que vale máscaro que el Lambrusco del que hablas)

Anónimo dijo...

Al final siempre se acaba hablando de la marranada..digo....de esa mezcla que le gusta al Sr.Neri. ¿Pero le cobran las copas o se las regalan cómo experimento a ver si se sientan bien y no se intoxica?.

En cuestión de vinos no puedo aportar demasiado, tengo algunos que me encantan y de ahí no me sacan en comprar, pero no hago ascos a probar otros con una buena comida.

J. F. Sebastian dijo...

Creo que a todos nos gusta creer que nuestros criterios a la hora de comprar son totalmente racionales, pero sabemos que no es así: desde la cesta de la compra hasta una vivienda. Es cierto que la mayor calidad se suele pagar. La fruta es cara en general: la buena y la menos buena pero es más fácil -pero no siempre- que la cara no la tengas que tirar a los dos días cuando no al siguiente. Como también hay ropa de marca más fea que pegar a un padre. Hay productos por los que vale la pena pagar "un poco más" con la idea de que lo amortizarás, pero curiosamente la ropa que me ha salido más duradera ha sido de marca desconocida y nunca de "las caras". Me niego a comprar determinadas firmas no porque no me gusten sino porque no quiero ser parte del "rebaño". Pero quien esté libre de pecado...

Anónimo dijo...

Mis hermanos fueron a colegio privado y como eran unos calaveras, cuando llegue yo, y había un colegio público al lado de mi casa, allí que me mandaron.

Como yo quería estudiar una carrera cuando menda tenía 14 años, mis padres me amdaron al mejor colegio de la zona.

Yo me había pasado toda la EGB en un colegio público de pueblo, donde raro, muy raro era no repetir el gún curso, donde era bastante normal que la gente saliese con 16 años sin haber terminado la EGB. Y donde la preocupación mayor de la gente era ir a cierta discoteca cercana.

De allí salí yo rumbo a un colegio megapijo y además sólo para chicas... creí que mis padres me castigaban por algo que yo desconocía...

Pues bien en ese colegio (del que guardo maravillosos recuerdos) dos anécdota:

-por entrar en ese cole te oblidaban a pagar 180.000 pesetas que te devolvían cuando terminabas COU allí. Pero el año que yo entrá (allá por las olimpiadas de Barcelona) algunos papis exigieron al cole que ese dinero fuese a fondo perdido.Una táctica para seleccionar a los padres. Pues allí estudiar EGB era asequible(era concertado), pero BUP y COU era una salvajada (en mi COU con aotobus y comida la cosa salía por unas 80.000 pts mensuales).

-Al entrar allí descubrí el mundo de las marcas... allí me forme a marchas forzadas y me enteré que al cocodrilo tan feo que solía usar mi hermano era un Lacoste.
Así que empecé a desangrar a mis padres: quería marca y mi madre me dejó... hasta que pensó que era suficiente. Asi que cuando reformé mi armario me dijo que yaaa.

Pero entonces se me metió entre ceja y ceja un Barbour... mi padre me lo quiso comprar, pero mimadre dijo que no, que tanta tontería era una idiotez, que con el primo de Barbour iba que me mataba. Lloré t pataleé, las guays de la clase llevaban el bueno. Y mi madre, pues que yo no era de las guys gilipollas que se compraban un Barbour de 40.000psts. Yo me compraba uno más barato. Comenzó una guerra que terminó en una sonora torta de mi madre a mis 14 años. Mano de santo tras meses de berrinches.

Años después me regaló unas navidades un Barbour... me reí de lo lindo. Al día siguiente entre alaridos de mi madre, lo fuí a devolver y me compré un primo de él y unos zapatos (todo de super buena calidad).

Mi madre me enseñó bien en esto y yo, gracias a Dios, aprendí.

Eso sí, hay otras cosas que voy a marca... porque a veces la marca lo vale y otras simplemente marca es.