TENÍA 33 AÑOS Y MURIÓ AL AMANECER.
A las cinco y media de la mañana de un día como hoy, el director de la prisión y un guardia, Guillermo Toscano Rodríguez, se dirigieron a su celda para comunicarle que la hora había llegado. Pidió despedirse de su hermano Miguel y su cuñada Margot.
La madrugada del día 17 al 18, el tribunal lo había condenado a muerte. Su defensa, a decir de los presentes, fue brillante: un público, al principio hostil debido en gran parte a los recientes bombardeos de la aviación nacional sobre Alicante, poco a poco fue demostrando una abierta simpatía por los acusados. Pero la sentencia estaba escrita de antemano y, aún así, Miguel y Margot lograron salvar la vida. Él fue condenado a treinta años de prisión; ella a seis.
Afronta la muerte con serenidad y calma. Ya ha dispuesto qué hacer sobre sus bienes y asuntos pendientes una vez haya muerto. También ha escrito testamento; en él, reflejo exquisto de su alma, deja constancia del tipo humano completo que fue: valiente, sensible, cultivado, valeroso, generoso...
«Ojalá fuera la mía la última sangre española que se vertiera en discordias civiles. Ojalá encontrara ya en paz el pueblo español, tan rico en buenas calidades entrañables, la Patria, el Pan y la Justicia.»
Quiere estar en paz con Dios y se ha confesado. Los últimos auxilios espirituales se los ha ofrecido el sacerdote José Planelles, preso que sería fusilado días más tarde.
Sobre la mesita de la celda deposita una serie de cartas destinadas a sus familiares y amigos. En ellas, a pesar de la muerte que se anuncia irremplazable, no existe ni un solo tachón. Indalecio Prieto sería el encargado de entregárselas a sus destinatarios y de recoger en una maleta sus escritos en la prisión, sus papeles póstumos, entre ellos el Cuaderno de notas de un estudiante europeo.
Los guardias le exigen que se apresure en vestirse. Tienen prisa por terminar el trabajo. José Antonio, impertérrito, les exige calma: «Como sólo se muere una vez, hay que hacerlo con dignidad».
Con un mono azul, unas alpargatas y su abrigo, se dirige a la celda de su hermano. En inglés, le solicita ayuda en ese trance: «Help me to die with dignity». Se abrazan y Miguel se despide pidiéndole que ruegue por todos ellos.
Camina con calma hacia el patio de la enfermería de la cárcel. Conversa con sus guardianes y algunos son incapaces de mirarle a la cara. Uno de ellos se fija atentamente en el abrigo que lleva sobre los hombros. La humedad de la otoñal noche levantina impregna los huesos.
Ya está formado el pelotón de ejecución: seis anarquistas y otros tantos comunistas, al mando de Guillermo Toscano, y algunos guardias de asalto como refuerzo. José Antonio se encamina a ellos y les pregunta si son buenos tiradores. Después se dirige al sargento que manda a los milicianos para pedirle que limpie la sangre que allí vierta, pues no desea que su hermano sufra al verla.
Junto a la tapia esperan dos requetés y dos falangistas que reciben la sonrisa fraternal del jefe que comparte el destino de sus hombres. Se desprende del abrigo y lo lanza junto a los guardias. Aprita fuerte con su mano izquierda el crucifijo que antaño le regalara su hermana y levanta el brazo derecho dispuesto a recibir la muerte. Ya se adivina en el cielo el madrugador amanecer mediterráneo.
Nadie da la orden de disparar. Sus últimas palabras realizan el mismo cometido: «¡¡¡ARRIBA ESPAÑA!!!».
Toscano se acerca al cuerpo de José Antonio y descarga con su pistola el tiro de gracia. Cinco años más tarde, en 1941, sería fusilado en Granada a pesar de las súplicas que por su vida hicieron los hermanos Primo de Rivera.
Ese muro de cal, lívido espejo
en que araña su luz la madrugada,
de infame gloria y muerte blasonada
coagula y alucina alba y reflejo.
Para siempre jamás. La suerte echada.
El grito de la boca en flor rasgada
-en el cielo, un relámpago de espada-,
y, opaco, en tierra, el tumbo. Después, nada.
Y ahora es el reino de las alas. Huele
a raíces y a flores. Y el decirme,
decirte con tu sangre lo que sellas.
Por ti, porque en el aire el neblí vuele,
España, España, España está en pie, firme,
arma al brazo y en lo alto las estrellas.
en que araña su luz la madrugada,
de infame gloria y muerte blasonada
coagula y alucina alba y reflejo.
Para siempre jamás. La suerte echada.
El grito de la boca en flor rasgada
-en el cielo, un relámpago de espada-,
y, opaco, en tierra, el tumbo. Después, nada.
Y ahora es el reino de las alas. Huele
a raíces y a flores. Y el decirme,
decirte con tu sangre lo que sellas.
Por ti, porque en el aire el neblí vuele,
España, España, España está en pie, firme,
arma al brazo y en lo alto las estrellas.
Gerardo Diego.
14 comentarios:
José Antonio.
¡Presente!
José Antonio es para mí el político más admirable de la España contemporánea y una persona con grandes valores humanos.
Me ha gustado este homenaje en un día como hoy. Por lo visto la Ley de Memoria Histórica solo permite estos desahogos en los blogs (de momento), ya que está prohibido acudir al Valle de los Caídos con una sola flecha, con una camisa de color azul, o cantar Cara al sol.
¿Qué queda de José Antonio en Falange Española de las JONS hoy en día?, me gustaría saberlo porque la decandencia moral y ética en la que se encuentra mi amada Patria me está haciendo pensar en volver a votar lo que un día votaron mis ancestros... pero antes me gustaría estar informado sobre las personas a las que estaría dando mi voto...
Un gran hombre que vivió y por lo que veo murió con dignidad. Yo se poco sobre Primo de Rivera salvo que creó la Falange para defender a España de los peores males que la asolaban y la asolan aún como la lucha de clases y los separatismos regionales.
Muy buena entrada, está muy bien escrita y describe perfectamente los ultimos momentos de Jose Antonio. La verdad es que fue noble hasta la hora de morir. ¡Presente!.
Descanse en paz un patriota español que buscó lo mejor para su patriota como otros desde posiciones políticas distintas.
Les dejo un enlace con poemas sobre José Antonio: http://poesia-que-promete.blogspot.es/
ORACIÓN A JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA
"José Antonio, ¡Maestro!... ¿En qué lucero,
en qué sol, en qué estrella peregrina
montas la guardia? Cuando a la divina
bóveda miro, tu respuesta espero.
Toda belleza fue tu vida clara.
Sublime entendimiento, ánimo fuerte,
y en pleno ardor triunfal, temprana muerte
porque la juventud no te faltara.
Háblanos tú… de tu perfecta gloria
hoy nos enturbia la lección el llanto;
mas ya el sagrado nimbo te acompaña
y en la portada de su nueva historia
la Patria inscribe ya tu nombre santo…
¡José Antonio! ¡Presente! ¡Arriba España!"
MANUEL MACHADO
Buenas tardes:
Yo voy a plantear una cuestion. Desde el punto de vista republicano ¿fue un error fusilar a Jose Antonio?
Hay una corriente interpretativa sostenida por algunos republicanos insignes como Indalecio Prieto que consideraba que lo que habia que haber hecho es enviarlo a la zona nacional para que tomara el control de la Falange, ya que entre su fusilamiento y la perdida de otros lideres carismaticos de la misma quedo practicamente a merced de Franco que anulo toda su entidad (como tambien paso de hecho con la CEDA con Gil Robles y los tradicionalistas vascos y navarros)
¿Que os parece ?
Un saludo
Langor, la historia ficción es una actividad elucubrativa e inútil, ¿no le parece? Yo no tengo ni idea de que habría pasado si las cosas hubieran sucedido de otra manera. No soy adivino. Las cosas fueron como fueron.
¿Enviar a José Antonio a la zona nacional? Eso no entra dentro de la mentalidad republicana. La cabra siempre tira al monte y el rojo al fusilamiento de inocentes (véase Paracuellos del Jarama).
En cuanto a Franco curiosamente todas las personas que podrían haberle hecho sombra fueron quedando por el camino (Mola, Sanjurjo, José Antonio…)
¿Qué diferente sería España con Jose Antonio entre nosotros?
¡¡¡PRESENTE!!!
¡¡¡ARRIBA ESPAÑA!!!
Un saludo español...
Cuando abrí esta entrada iba acelerado y estaba a otras cosas, por lo que, en un primer momento, cual Rompetechos, lei "José Antonio... tenía 33 años y murio de cáncer"
Y me dije "¡coño! Esto es revisionismo y lo demás son tonterías!"
Luego ya lei mejor y al final del todo le matan a balazos, como siempre... ¡qué decepción! ¡Qué diferente sería España si José Antonio hubiera aprendido a esquivar las balas!
Cuando leí el testamento de José Antonio me quedé impresionada.
Buen homenaje.
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