El concejal Guillermo Zapata |
Nada más constituirse el sábado el nuevo consistorio madrileño, Guillermo Zapata, el concejal de Cultura de la formación marxista Ahora Madrid, revolucionaba las redes sociales y se convertía en portada de todos los periódicos al salir a la luz dos polémicos chistes que publicó en su Twitter hace dos años, uno de ellos sobre las desventuras del pueblo judío durante la Segunda Guerra Mundial, y el otro sobre la famosa víctima de ETA Irene Villa y las adolescentes Míriam, Toñi y Desirée, violadas y asesinadas en Alcácer (Valencia) en 1992.
Socialistas y peperos llevan 24 horas exigiendo la cabeza del concejal y la Federación de Comunidades Judías de España, siempre con tan poco sentido del humor, ha emitido un enérgico comunicado de protesta. Estos hebreos deberían aprender de Irene Villa, que ha demostrado su buenrollismo declarándose fan número uno de las chirigotas sobre el atentado en el que perdió las piernas.
El fallo de Guillermo Zapata no es su falta de sensibilidad. La mayor parte de la población (yo incluido) ha contado alguna vez algún chascarrillo un poco bestia, quizá no sobre estos temas concretos (sobre todo el segundo) pero sí sobre otros similares. Casi todos en algún momento hemos hecho en la intimidad bromas que, de hacerse públicas, nos habrían inhabilitado de por vida para ejercer un cargo representativo
Es más: yo he escuchado a personas que ostentan puestos de altísima responsabilidad política expresar, en una comida o tomando café en confianza, ciertas opiniones sobre los inmigrantes de Europa del Este y sobre los oriundos de determinada provincia de mi región que si llegaran a filtrarse les costaría el puesto. ¡Y que conste que yo estoy al 100% de acuerdo con dichos comentarios!
El mayor error de Zapata tampoco ha sido publicar estos chistes en una red social. Diariamente encontramos en Twitter o en Facebook multitud de barbaridades firmadas con nombre y apellidos. Y solo puede haber un motivo para que una persona suscriba con su identidad real unas chanzas tan políticamente incorrectas: que se trate de un mindundi desconocido cuyas opiniones se la traigan al fresco a todo el mundo. Y eso era precisamente Guillermo hace dos años: un don nadie anónimo que ni en sus mejores sueños podía imaginarse que llegaría a concejal de Madrid; un simple cineasta aficionado, bastante rojo, que podía permitirse escribir gratis cualquier parida.
La verdadera metedura de pata del nuevo munícipe es no haber cribado los mensajes de su cuenta de Twitter antes de presentarse a las elecciones del 24 de mayo, sobre todo teniendo en cuenta que el historial de todos y de cada uno de los concejales de esta candidatura de "unidad popular" respaldada por Podemos iba a ser mirado con lupa, con prismáticos y hasta con telescopio astronómico por los medios derechistas de toda España.
No creo que por haber puesto estos chistes en la Red sea Zapata mucho más inmoral ni menos sensible que el resto de concejales del ayuntamiento de la capital de España. Me apuesto doble contra sencillo a que si alguien se pusiera a investigar, con la misma minuciosidad que se emplea con Podemos, los avatares de la vida privada de los candidatos del PP, del PSOE y no digamos de los recién aterrizados de Ciudadanos, empezarían a salir temas mucho más chuscos que lo del cenicero de los judíos y las niñas de Alcácer.
Este concejal barbudo de sugerente apellido y de aspecto, por cierto, tan poco saludable debería dimitir inmediatamente, pero no por cruel o por desaprensivo, sino por mentecato. Un sujeto incapaz de adelantarse a los mecanismos hipócritas del juego democrático y al celo detectivesco de sus enemigos no se merece dirigir el área de cultura de una ciudad de tres millones y medio de habitantes.
Socialistas y peperos llevan 24 horas exigiendo la cabeza del concejal y la Federación de Comunidades Judías de España, siempre con tan poco sentido del humor, ha emitido un enérgico comunicado de protesta. Estos hebreos deberían aprender de Irene Villa, que ha demostrado su buenrollismo declarándose fan número uno de las chirigotas sobre el atentado en el que perdió las piernas.
El fallo de Guillermo Zapata no es su falta de sensibilidad. La mayor parte de la población (yo incluido) ha contado alguna vez algún chascarrillo un poco bestia, quizá no sobre estos temas concretos (sobre todo el segundo) pero sí sobre otros similares. Casi todos en algún momento hemos hecho en la intimidad bromas que, de hacerse públicas, nos habrían inhabilitado de por vida para ejercer un cargo representativo
Es más: yo he escuchado a personas que ostentan puestos de altísima responsabilidad política expresar, en una comida o tomando café en confianza, ciertas opiniones sobre los inmigrantes de Europa del Este y sobre los oriundos de determinada provincia de mi región que si llegaran a filtrarse les costaría el puesto. ¡Y que conste que yo estoy al 100% de acuerdo con dichos comentarios!
El mayor error de Zapata tampoco ha sido publicar estos chistes en una red social. Diariamente encontramos en Twitter o en Facebook multitud de barbaridades firmadas con nombre y apellidos. Y solo puede haber un motivo para que una persona suscriba con su identidad real unas chanzas tan políticamente incorrectas: que se trate de un mindundi desconocido cuyas opiniones se la traigan al fresco a todo el mundo. Y eso era precisamente Guillermo hace dos años: un don nadie anónimo que ni en sus mejores sueños podía imaginarse que llegaría a concejal de Madrid; un simple cineasta aficionado, bastante rojo, que podía permitirse escribir gratis cualquier parida.
La verdadera metedura de pata del nuevo munícipe es no haber cribado los mensajes de su cuenta de Twitter antes de presentarse a las elecciones del 24 de mayo, sobre todo teniendo en cuenta que el historial de todos y de cada uno de los concejales de esta candidatura de "unidad popular" respaldada por Podemos iba a ser mirado con lupa, con prismáticos y hasta con telescopio astronómico por los medios derechistas de toda España.
No creo que por haber puesto estos chistes en la Red sea Zapata mucho más inmoral ni menos sensible que el resto de concejales del ayuntamiento de la capital de España. Me apuesto doble contra sencillo a que si alguien se pusiera a investigar, con la misma minuciosidad que se emplea con Podemos, los avatares de la vida privada de los candidatos del PP, del PSOE y no digamos de los recién aterrizados de Ciudadanos, empezarían a salir temas mucho más chuscos que lo del cenicero de los judíos y las niñas de Alcácer.
Este concejal barbudo de sugerente apellido y de aspecto, por cierto, tan poco saludable debería dimitir inmediatamente, pero no por cruel o por desaprensivo, sino por mentecato. Un sujeto incapaz de adelantarse a los mecanismos hipócritas del juego democrático y al celo detectivesco de sus enemigos no se merece dirigir el área de cultura de una ciudad de tres millones y medio de habitantes.
6 comentarios:
¡Por fin "dimitió"! No se despegaba del cargo el muy cabroncete ni con agua caliente. ¡Le han tenido que sacar a rastras!
quien twitter mata, a twitter muere
Por cierto su sustituta se declara camionera y feminazi...
Buf, por favor que vuelva el barbas.
Y mucho no ha muerto, ¿eh?, que se ve que para concejal de cultura no vale pero para seguir de concejal "sin cartera" sí. Vaya, yo pensaba que un sujeto así no podía representar a los madrileños.
Me siento indignado con los indignados. Estoy buscando plaza para poner la tienda de campaña. Supongo que no me mandaran esos armarios que llaman antidisturbios. Lo llevaban en su programa electoral.
Y algo dice el asunto sobre el tino de la alcaldesa para elegir los miembros de su corporación.
Lo más preocupante es la absoluta ignorancia de los nuevos ediles. En BCN, Ada Colau ya ha despotricado del premio de Fórmula I, del congreso de móviles y de los cruceros (unos 6 cruceros diarios de media atracados en el puerto, unos 20000 cruceristas desparramados por la ciudad y gastando dinero). Por supuesto, aguantar toda esa gente por la calle es un tostón, pero también es una exportación imprescindible para España y para que muchos habitantes de la ciudad tengan trabajo.
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