sábado, 14 de febrero de 2015

PUEDES BESAR A LA NOVIA



Yo me atrevería a decir que todas las bodas anglosajonas son nulas de pleno derecho

Por culpa del cine americano –y esto no es nuevo– hemos asimilado inconscientemente multitud de costumbres anglosajonas no solo ajenas a nuestra cultura, sino además rematadamente estúpidas. Hace muy poco escuchaba a una pareja de novios, ya talludita, preguntarse si podrían convencer al párroco para que al final de su ceremonia de boda se prestara a decir esa parida de “puedes besar a la novia”. Para empezar esta antigua usanza de origen pagano no tiene cabida en el rito católico, pero es que encima no puede ser más improcedente, vulgar y hortera, o sea más americana. A pesar de ello estoy seguro de que no faltarán curas españoles dispuestos a introducir esta patochada y convertir así el sagrado rito matrimonial en una comedia romántica con sello de Hollywood. Tampoco descarto que el propio Papa Francisco, en sintonía con su orden habitual de prioridades, dedique en breve un concilio al tema. 

Sobre la procedencia exacta de esta tradición tan cutre de esperar el permiso del juez, del pastor evangelista o del capitán de barco para retirar el velo de la recién casada y darle un muerdo con lengua delante de todos los invitados, mejor me callo porque no estoy demasiado seguro. Hay quien dice que es un símbolo originario de la Antigua Roma, aunque a mí me suena más a resquicio de ese puritanismo protestante que vetaba el menor contacto físico entre los prometidos antes de pasar por el altar. 

Pero lo que más me desagrada de este ritual es su incoherencia y su olor a rancio. Incongruencia porque la autorización para “besar a la novia” se formula después del “yo os declaro marido y mujer” y por lo tanto no es a la novia a quien debería referirse, sino a la esposa; debería decirse en todo caso “puedes besar a tu mujer”. Y en cuanto al olor a naftalina, me refiero ni más ni menos al machismo que encierra esta formalidad en la que parece darse por sentado que el beso es un acto unilateral del marido hacia su señora en vez de un gesto de cariño mutuo. Lo que procedería como mucho es un “podéis besaros”.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo he visto eso y la novia, al ser besada, dijo con emoción contenida : "¡uy, ¡me he comido tú chiclé!".

Y el jambo le contestó "no, es que estoy resfriado!".

Tábano porteño dijo...

Habla usted acertadamente, Neri, sobre "la degradación del sagrado rito matrimonial" y menta la influencia de Hollywood. Copio un algo extenso pero sustancioso párrafo del ensayo "Hollywood o por qué el bosque de acebos no fue el bosque sagrado" de Flavio Mateos:

"Uno de los géneros que con más brillantez sirvió para promover conductas permisivas o destilar simpáticamente ideas liberales sobre moral fue el de las comedias de enredos matrimoniales, que en los últimos años –sin la calidad de aquellas- se viene entregando profusamente desde el cine y la televisión norteamericanos. El tema del divorcio como motivo recurrente nos hace comprender que aquel cine superprofesional, elegante y simpático no dejaba de ser un cine revolucionario. Para ampliar el tema, nadie mejor que Caste-llani: ―No podríamos decir, porque no sería exacto, que las luchas sociales de nuestros tiempos han nacido directamente de la ruptura de la ley de los matrimonios sacros, como en Roma; pero sí se puede decir que las dos cosas aparecen juntas, y tienen una causa común, que es la filosofía antitradicional llamada libe-ralismo; nacido en el seno del empirismo inglés, que a su vez recibe la impulsión de la filosofía antitradi-cional de Descartes. El primer proyecto de divorcio surgió durante la Revolución Francesa, en la Asam-blea Legislativa; pero le tocó a la Tercera República implantar el divorcio en Francia, con la ley Naquet. El Protestantismo dio el mal ejemplo del divorcio con Enrique VIII y la aprobación de Lutero a la bigamia del Príncipe de Hesse; pero no lo convirtió en ley; lo mismo que Napoleón I que lo usó para sí mismo, pero no dejó aprovecharlo por los otros. Había una ley de divorcio legada por la Revolución Francesa, pero Napoleón no la reglamentó ni la usó: hizo declarar nulo su matrimonio con Josefina por cinco Cardenales venales. Cuando el divorcio apareció, el capitalismo estaba fuertemente formado en Inglaterra, estaba formado el proletariado y la lucha social estalló. Al capitalismo le conviene el divorcio; está dentro de su filosofía. Carlos Marx por otra parte, en el Manifiesto Comunista es el testigo de la ley de Vico, porque hace valer, como argumento a favor suyo, la disolución del matrimonio sacro entre los burgueses. ―¿Voso-tros nos acusáis a los comunistas de propiciar el amor libre?‖, dice. ―Vosotros vivís en un hervidero de adulterios, legalizados o no legalizados. Vosotros vivís de hecho en el amor libre‖. Estas rupturas sociales, en parte fruto de las pasiones, están apoyadas y cobran consistencia por la ruptura de la tradición en filosofía, por una filosofía antitradicionalista”51 . La liviandad con que en tales comedias se trataba el di-vorcio52 (que es un desorden con el que se quiere reparar un orden alterado, o la apelación sentimental de que el fin justifica los medios), algo comúnmente aceptado en la sociedad norteamericana, se unía también a las comedias donde la mujer pasaba a ocupar el rol masculino y tomaba la iniciativa, todavía como ano-malía, pero ya como rol protagónico erotizante del hombre por parte de la mujer, que, ahora emancipada en cuestiones de amor, ocupaba un nuevo puesto en la llamada por Jünger “movilización total”. Se trata de las llamadas screwball-comedy, que tanto podían servir para mejor conocer la relación de pareja como para simplemente animarse a buscar la aventura que sólo se obtiene fuera del hogar. Esto es lo que Castellani llamaba el ―amor libre o matrimonio de Hollywood".

Al Neri dijo...

Anónimo, no es de recibo su cochinada de chiste.

Tábano, excelente reflexión sobre los vínculos entre liberalismo político, cine americano y progresía social.

Otra cosa terrible es la forma de pedir la mano en las pelis gringas. Una chica española como Dios manda debería pegarle una patada en los huevos al petimetre que para pedirle matrimonio sacara un anillo por sorpresa hincando la rodilla en tierra. Por cursi y por hortera.