Cumpliendo un viejo deseo mil veces aplazado, el viernes
visité el Museo de la Evolución Humana de Burgos. Se trata de un referente museístico a nivel
internacional sobre antropología y arqueología prehistórica cuya misión básicamente es
divulgar los hallazgos de los yacimientos de la Sierra de Atapuerca, donde
desde el siglo XIX se han encontrado restos humanos y arqueológicos
pertenecientes a cinco especies distintas de homínidos, desde el Homo
Antecessor de hace casi un millón de años al Homo Sapiens, pasando por el Homo
Heidelbergensis y el todavía enigmático Hombre de Neandertal.
A pesar de que me parece un crimen contra natura construir un edificio como el que alberga el Museo junto al mismísimo casco histórico de Burgos, he disfrutado de verdad con esta visita, tras la cual es imposible no hacerse mil preguntas sobre nuestros orígenes y nuestro futuro como especie. Lo único que lamento es no haber podido conocer los yacimientos, que no estaban abiertos al público ese día.
La exposición es magnífica y nos lleva de la mano por los grandes hitos que han marcado la evolución del hombre hasta convertirse en lo que es hoy: los cambios climáticos, que forzaron migraciones fundamentales para mejorar nuestra capacidad de adaptación; el control del fuego, que alargó los días de nuestros antepasados, favoreció su sociabilidad y revolucionó su dieta, permitiendo un crecimiento del cerebro; el nacimiento de la agricultura, que acabó con el nomadismo y fraguó nuestras actuales estructuras sociales, económicas y familiares; y la formación del lenguaje articulado como respuesta a la necesidad de cohesionar grupos amplios y complejos.
A pesar de que me parece un crimen contra natura construir un edificio como el que alberga el Museo junto al mismísimo casco histórico de Burgos, he disfrutado de verdad con esta visita, tras la cual es imposible no hacerse mil preguntas sobre nuestros orígenes y nuestro futuro como especie. Lo único que lamento es no haber podido conocer los yacimientos, que no estaban abiertos al público ese día.
La exposición es magnífica y nos lleva de la mano por los grandes hitos que han marcado la evolución del hombre hasta convertirse en lo que es hoy: los cambios climáticos, que forzaron migraciones fundamentales para mejorar nuestra capacidad de adaptación; el control del fuego, que alargó los días de nuestros antepasados, favoreció su sociabilidad y revolucionó su dieta, permitiendo un crecimiento del cerebro; el nacimiento de la agricultura, que acabó con el nomadismo y fraguó nuestras actuales estructuras sociales, económicas y familiares; y la formación del lenguaje articulado como respuesta a la necesidad de cohesionar grupos amplios y complejos.
A lo largo de cuatro plantas, con espléndidos paneles
explicativos, exposiciones tanto de material original como de reproducciones de
los hallazgos del yacimiento, áreas temáticas, recreaciones históricas,
extraordinarias maquetas y actividades de todo tipo, el Museo permite hacerse
una idea fidedigna de la vida cotidiana de nuestros ancestros de hace decenas
de miles de años. Personalmente me ha encantado el espacio dedicado a la vuelta
al mundo de Darwin en el Beagle (1831-1836) y el increíble realismo de las figuras
a tamaño natural de cada una de las especies de homo estudiadas por el equipo
que coordinan en Atapuerca los arqueólogos Eudald Carbonell, Juan Luis Arsuaga
y José María Bermúdez de Castro.
Un plan muy recomendable para todos los interesados en la Prehistoria y en el paso, en la noche de los tiempos, de la hominidad a la Humanidad.
Un plan muy recomendable para todos los interesados en la Prehistoria y en el paso, en la noche de los tiempos, de la hominidad a la Humanidad.
2 comentarios:
gracias por la recomendación. Iré pronto
Me lo apunto para acercarme con la familia algún día. Me ha metido usted el interés en el cuerpo.
Publicar un comentario