Aunque parezca increíble, antes
de Silencio en la nieve solo se habían rodado tres películas en España abordando,
y casi siempre de pasada, el tema de la División Azul: La patrulla (1954), Embajadores en el Infierno (1956) e Ispansi (2011). Por lo que se ve, recordar este episodio
de nuestra historia reciente ha
resultado incómodo tanto al franquismo, empeñado en renegar de las potencias del
Eje tras el desenlace de la Segunda Guerra Mundial, como a los cineastas de la
democracia, a los que se les ponen los pelos de punta solo de oír hablar de nuestra
gran gesta anticomunista. Por eso hay que agradecer a Gerardo Herrero su valentía
de adaptar al cine una novela de Ignacio del Valle íntegramente ambientada en
el Frente del Este y protagonizada por guripas.
Silencio en la nieve (2011), que pude ver por fin ayer, es una película policíaca contextualizada en la 250ª División de Voluntarios Españoles. Una unidad de divisionarios descubre congelado en la nieve el cadáver de un compañero asesinado, con un enigmático mensaje escrito a navaja en el pecho: “Mira que te mira Dios”. El mando decide encomendar la investigación del crimen a un joven soldado inspector de policía en la vida civil y a un desencantado sargento. Cuanto más indaga esta pareja de improvisados sabuesos en el entorno de la víctima y en su correspondencia, peor color y olor va teniendo todo el asunto: comunistas y masones infiltrados en la División, un capellán que oculta algo, un fotógrafo incansable y unas partidas clandestinas de violeta (ruleta rusa).
Este filme, de obligado visionado para los entusiastas de la Galubaya Divisia, atesora grandes virtudes unidas a defectos insalvables.
Lo más interesante es la ambientación (muy cuidada y con mínimos errores), la interpretación de los actores protagonistas Juan Diego Botto y Carmelo Gómez, y las diversas cuestiones históricas que se tocan de forma tangencial, como los infiltrados republicanos, la cara más siniestra de la masonería, las tensiones entre la Falange y el Ejército y la humanidad de los voluntarios españoles con la población civil.
Defectos muy graves de la cinta son su pésimo ritmo narrativo (que destroza todo el conjunto), el romance de fondo que no viene a cuento más que para aderezar la historia con unas escenitas picantes, la artificialidad de gran parte de los diálogos y la lamentable utilización de efectos digitales en la batalla final. Ya me ha pasado varias veces estarme gustando una serie o una película y, de repente, caérseme el alma a los pies por el empeño del director en meter un plano general de larga duración del campo de batalla utilizando recursos informáticos de forma decididamente cutre como es sin duda el caso de Silencio en la nieve.
De todas formas no debemos olvidar que no se trata de una película sobre la División 250, sino de un simple relato policíaco con un importante esfuerzo de ambientación. Gerardo Herrero hace un trabajo solvente en lo formal pero se enreda con el guión y termina aburriendo un poco. Como director "de su tiempo", también "se ve obligado" a caer en ciertos clichés sobre la Segunda Guerra Mundial y el nazismo, pero es todo bastante soportable y la tropa de la División (otra cosa son los altos mandos) no sale mal parada en absoluto.
Silencio en la nieve (2011), que pude ver por fin ayer, es una película policíaca contextualizada en la 250ª División de Voluntarios Españoles. Una unidad de divisionarios descubre congelado en la nieve el cadáver de un compañero asesinado, con un enigmático mensaje escrito a navaja en el pecho: “Mira que te mira Dios”. El mando decide encomendar la investigación del crimen a un joven soldado inspector de policía en la vida civil y a un desencantado sargento. Cuanto más indaga esta pareja de improvisados sabuesos en el entorno de la víctima y en su correspondencia, peor color y olor va teniendo todo el asunto: comunistas y masones infiltrados en la División, un capellán que oculta algo, un fotógrafo incansable y unas partidas clandestinas de violeta (ruleta rusa).
Este filme, de obligado visionado para los entusiastas de la Galubaya Divisia, atesora grandes virtudes unidas a defectos insalvables.
Lo más interesante es la ambientación (muy cuidada y con mínimos errores), la interpretación de los actores protagonistas Juan Diego Botto y Carmelo Gómez, y las diversas cuestiones históricas que se tocan de forma tangencial, como los infiltrados republicanos, la cara más siniestra de la masonería, las tensiones entre la Falange y el Ejército y la humanidad de los voluntarios españoles con la población civil.
Defectos muy graves de la cinta son su pésimo ritmo narrativo (que destroza todo el conjunto), el romance de fondo que no viene a cuento más que para aderezar la historia con unas escenitas picantes, la artificialidad de gran parte de los diálogos y la lamentable utilización de efectos digitales en la batalla final. Ya me ha pasado varias veces estarme gustando una serie o una película y, de repente, caérseme el alma a los pies por el empeño del director en meter un plano general de larga duración del campo de batalla utilizando recursos informáticos de forma decididamente cutre como es sin duda el caso de Silencio en la nieve.
De todas formas no debemos olvidar que no se trata de una película sobre la División 250, sino de un simple relato policíaco con un importante esfuerzo de ambientación. Gerardo Herrero hace un trabajo solvente en lo formal pero se enreda con el guión y termina aburriendo un poco. Como director "de su tiempo", también "se ve obligado" a caer en ciertos clichés sobre la Segunda Guerra Mundial y el nazismo, pero es todo bastante soportable y la tropa de la División (otra cosa son los altos mandos) no sale mal parada en absoluto.
4 comentarios:
Neri:
¿ha leído "Me hallará la muerte", de J. M. de Prada, cuya acción, por lo que leí en las reseñas, transcurre parcialmente en el frente del Este?. Un vistazo en internet muestra que ha recibido las críticas más dispares, seguramente es inevitable tratándose de estos temas (y de estos autores).
Tábano, llevo mucho tiempo buscándolo en formato ebook, pero no lo localizo.
Buena crítica. Estoy completamente de acuerdo. La vi en su momento por recomendación de un amigo historiador especializado en la 250 División y he de decir que me dejó un tanto confundido. Por un lado esperaba la típica españolada que en vez de ambientarse en la Guerra Civil para atacar a uno de los bandos, lo haría en la División Azul, y me pareció que el tema se trataba con gran respeto y cierta imparcialidad. No he leído el libro, pero si es como la película me dice poco. Empieza atrayendo la atención de espectador, pero conforme avanza la trama, esta atención se va disipando hasta quedar en poco o nada con un desenlace un tanto rebuscado, algo forzado y en los últimos momentos hasta presagiado.
Una pena que con los medios que se utilizaron y la extraordinaria ambientación (creo que se rodó en una de las Repúblicas Bálticas), no haya podido hacerse algo mejor.
Sí, Gustav, se rodó en Lituania. El relato policíaco está mal desarrollado y los efectos digitales son muy mejorables.
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