La familia Corleone es el fruto del polémico
encontronazo judicial entre los herederos de Mario Puzo y la Paramount
Pictures cuando esta productora pretendió evitar que se siguieran
desarrollando en libros los personajes de la saga. Al final el dinero, que para
esta gente todo lo puede, ha permitido un acuerdo gracias al cual los familiares del fallecido escritor italoamericano han sacado una nueva novela y los famosos estudios cinematográficos de la montaña
nevada estrenarán otra entrega de El Padrino.
La novela finalmente ha sido escrita, por encargo de los
Puzo, por el profesor universitario de literatura Ed Falco y está inspirada en
varios borradores desechados de Puzo para El Padrino III y para la nunca rodada
cuarta parte. Está ambientada en los años 1933 y 1934 y su temática no puede
ser más interesante. Con el trasfondo de la Guerra del Aceite de Oliva entre
Vito Corleone y Salvatore Maranzano (un mafioso real), esta precuela de la obra
de 1969, a
la que ya llevamos dedicados 24 posts, relata la vida universitaria de Tom Hagen, el
ingreso de Santino en los negocios de la Familia, sus aventuras sexuales y su convencional
noviazgo con Sandra, cómo se conocieron Don Vito y Luca Brasi (personaje
ampliamente desarrollado), los negocios de Tessio y Clemenza, la alianza de los
Corleone con los Barzini y los Tattaglia, las inquietudes infantiles de Michael
por la política, la compra de la finca de Long Island (con episodio de la caldera incluido) y el ambiente del hampa neoyorkina en aquella época, en
especial la pujanza de las bandas irlandesas.
Debo comenzar glosando varias de las virtudes del libro, que
no tiene nada que ver con las continuaciones escritas hace unos años por Mark Winegardner, dos auténticas
bazofias. Aunque el texto es muy desigual y se nota a la legua que las partes más
logradas son las más fieles a los papeles póstumos de Mario Puzo, no puede
negarse en justicia que Falco tiene una habilidad especial para describir el
ambiente familiar de los Corleone y sus reuniones de negocios. A diferencia de El Padrino-El Regreso y El Padrino-La Venganza, la forma y el
contenido de los diálogos de La familia Corleone sí resultan verosímiles e
imaginables en boca de Vito, sus hijos, sus capos o sus rivales. Además hay episodios (muy
contados) que incluso destilan brillantez, por ejemplo la descripción del
encuentro entre las Familias y la respuesta de Don Corleone a la “propuesta” de
Maranzano.
Pero naturalmente también tengo duras críticas que hacer,
empezando por la ya indicada heterogeneidad de la novela. Otras pegas importantes
que yo pondría son la pésima ambientación histórica, el abuso de las palabrotas, el
empleo constante y artificial de expresiones en siciliano y –lo peor de todo-
la nula capacidad del autor para desarrollar las escenas de violencia y acción,
que son ridículas, retorcidas y mal planteadas en su mayoría.
Después, aunque en principio la historia es muy atractiva para cualquier padrinófilo, yo me siento defraudado por las excesivas licencias que se toma el autor, contradiciendo abiertamente los hechos y los datos de la obra maestra de Mario Puzo. La narración de la virulenta Guerra del Aceite de Oliva tiene como punto de partida un par de páginas del libro de 1969, pero a veces Falco se comporta como si no existieran. Por ejemplo, me irrita que cambie el nombre a Salvatore Maranzano llamándole Giuseppe Mariposa con la excusa de que aquel murió históricamente en 1931, cuando este supuesto “error” ya figuraba en la novela original y tendría que haberse respetado al menos para no liarnos a los lectores. Por otra parte, esta vendetta se inició por la negativa de Maranzano a repartirse los negocios con los Corleone a cambio de su protección política y no por el intento de aquel de hacerse con los negocios de estos. Pero no solo es la escabechina de 1934 lo que se relata sin ninguna fidelidad, sino otros episodios como el infanticidio cometido por Luca Brasi con su hija recién nacida (¡que aquí es niño!), la forma en que Sonny entra en la Familia (en realidad entra mucho antes), la anécdota de los técnicos de calderas de Long Island o el asesinato de los hombres de Al Capone por Luca en los muelles de Nueva York.
La precuela en general ha sido escrita a toda prisa y sin poner el mínimo cuidado en los detalles y en la congruencia.
Y ya mejor ni hablar de algunos pasajes absurdos que me han
sacado de mis casillas, como el atentado del desfile ciudadano, las tramas relacionadas
con los clanes irlandeses, el intento de Brasi de matar a Tom Hagen por haberse
acostado con su promiscua novia o la muerte del padre del joven germano-irlandés
a manos de los Corleone.
También me ha extrañado mucho que no se haya incluido ni un pequeño capítulo
desarrollado en Sicilia, algo inimaginable en una novela de Puzo sobre la Mafia
en general y en una película de El Padrino en particular.
La novela en su conjunto no cumple las expectativas y tiene
más de anzuelo para incondicionales que de buena literatura sobre la Mafia. Hay
partes que se disfrutan y que en efecto podrían servir para fundamentar el guión de la
cuarta película, pero no es suficiente para dar una buena nota a
Ed Falco, que solo saca un aprobado desahogado, ni a la viuda e hijos de Don
Mario, a los que yo catearía sin dudarlo por peseteros y por escupir de esta
manera sobre el inolvidable legado de su marido y padre. Con casos como este,
me reafirmo cada vez más en que la transmisión hereditaria de los derechos de
autor debería tener bastantes límites cuando estamos ante obras o personajes
que ya trascienden de sus autores y forman parte de la cultura popular.
Después, aunque en principio la historia es muy atractiva para cualquier padrinófilo, yo me siento defraudado por las excesivas licencias que se toma el autor, contradiciendo abiertamente los hechos y los datos de la obra maestra de Mario Puzo. La narración de la virulenta Guerra del Aceite de Oliva tiene como punto de partida un par de páginas del libro de 1969, pero a veces Falco se comporta como si no existieran. Por ejemplo, me irrita que cambie el nombre a Salvatore Maranzano llamándole Giuseppe Mariposa con la excusa de que aquel murió históricamente en 1931, cuando este supuesto “error” ya figuraba en la novela original y tendría que haberse respetado al menos para no liarnos a los lectores. Por otra parte, esta vendetta se inició por la negativa de Maranzano a repartirse los negocios con los Corleone a cambio de su protección política y no por el intento de aquel de hacerse con los negocios de estos. Pero no solo es la escabechina de 1934 lo que se relata sin ninguna fidelidad, sino otros episodios como el infanticidio cometido por Luca Brasi con su hija recién nacida (¡que aquí es niño!), la forma en que Sonny entra en la Familia (en realidad entra mucho antes), la anécdota de los técnicos de calderas de Long Island o el asesinato de los hombres de Al Capone por Luca en los muelles de Nueva York.
La precuela en general ha sido escrita a toda prisa y sin poner el mínimo cuidado en los detalles y en la congruencia.
1 comentario:
Pues aquí tiene un lector y espectador, soy un fan de los libros y de las pelis. Gracias, me has alegrado mucho. Un abrazo
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