miércoles, 14 de marzo de 2012

LOS PEORES VICIOS FUNCIONARIALES

Desde La pluma siempre he defendido al vilipendiado colectivo funcionarial. Pero denunciar los tópicos, las críticas envidiosas y las generalizaciones injustas que sufre el grupo profesional mejor formado y que accede de la forma más limpia y objetiva a un puesto de trabajo en este país, no me impide reconocer abiertamente que en el ámbito de las Administraciones se dan ciertos comportamientos gracias a Dios minoritarios pero absolutamente vergonzosos que habría que atajar de raíz con los mecanismos disciplinarios oportunos que dieran lugar, en su caso, a la separación del servicio de los culpables.

Como digo, estos comportamientos, a diferencia de lo que muchos piensan, no están generalizados pero sí es cierto que son casi exclusivos de los empleados públicos, aunque también pueden observarse en grandes organizaciones con un volumen enorme de recursos humanos.


A modo de resumen, voy a desgranar brevemente las costumbres de algunos funcionarios que a mí pesonalmente más me irritan:

1.- Apurar el minuto en el fichaje.

Costumbre mezquina, cutre, y casi exclusiva de marujonas de más de cincuenta, es la de llegar al reloj tres o cuatro minutos antes de la hora de salida y quedarse como un seto delante de la máquina de fichar esperando a que llegue el minuto justo, mientras comadrean con otras pájaras de la misma especie. Puesto que el horario suele ser flexible, bien podrían irse unos días un poco antes y otros un poco después para compensar, pero no, las muy haraganas siempre apuran tiempo de trabajo.

2.- Las trampas con el horario.

Muy minoritarias, pero con dos modalidades:

- Fichar y largarse a hacer recados, especialmente a primera hora de la mañana, que hay quien ficha, se lleva los niños al colegio y vuelve, y por las tardes porque no hay tanto control.

- Fichar un solo funcionario con las tarjetas de varios compañeros.

3.- El paseíllo.

Muy típico de funcionarios mayores y oxidados es pasarse la mañana tocándose los huevos y yendo de un despacho a otro como si hicieran algo al tiempo que molestan a los compañeros que se lo permiten. Es algo similar a la táctica del escaqueo en la mili que tan bien describe Muñoz Molina en Ardor guerrero, es decir que llevan siempre un expediente debajo del brazo pero dedican a los trámites que deben hacer en cada dependencia diez veces el tiempo que sería menester. Por ejemplo: van a un negociado a conseguir una compulsa de una hoja y se tiran media mañana charlando con el auxiliar que trabaja allí.

4- El almuerzo habitual de una hora.

Relativamente extendido entre personal que no atiende al público ni sufre excesivos controles. Es más frecuente cuando los funcionarios desayunan en grupos numerosos que cuando van solo uno o dos.

5.- El café de primera hora.

En los bares próximos a los edificios administrativos todos los días puede verse a un grupillo de habituales tomando café entre las 8 y las 9 de la mañana.

6.- El vino de las 2.

Práctica relativamente tolerable cuando se limita a los viernes y dura un rato, pero vergonzosa cuando es diaria y de 2 a 3.

7.- Preparación de oposiciones

Algunos jetas se dedican a estudiar los temas de promoción interna o de ingreso (si son interinos), en horario de trabajo.

Otros (directamente fusilables) son preparadores de oposición y emplean varias horas de la mañana en elaborar temas, en hacer fotocopias de material didáctico o incluso en recibir a sus alumnos en el despacho.

8.- “Esto no es mío”

La actitud de cerrazón palurda y demarcación casi animal del propio territorio profesional sí es frecuente entre el funcionariado, aunque la causa es la rigidez de las estructuras y de las plantillas. No es raro el llamado funcionario pinball, que despeja hacia otros con una habilidad pasmosa todo el trabajo que le lanzan con la excusa de que ese tema “no lo lleva él” o que esa función no figura asignada a su plaza en la Relación de Puestos de Trabajo. Esta mentalidad contradice gravemente el espíritu de servicio que debería caracterizar a un empleado público y convierte a algunos en pocos años en auténticos idiotas que no saben más que juntar los cuatro papeles que juntan todos los días.

9.- Atender mal al público.

La más grave de todas. La atención al público quema y debería estar más valorada y mejor remunerada, pero ello no excusa ciertas prácticas denigrantes. Entre ellas yo destacaría el no esforzarse lo más mínimo en solucionar los problemas de una persona que llama por teléfono (normalmente pasando la llamada a otro departamento en vez de hacer la gestión y llamar después al interesado) y no turnarse correctamente en las ventanillas, provocando colas y esperas innecesarias.

Conocí a un funcionario que nada más ingresar le aconsejaron los compañeros traerse de casa una chaqueta o un abrigo que no usara para dejarlo fijo en el respaldo de su silla, y así poder decir al público, si alguien preguntaba cabreado si iba a tardar, “no, mire, tiene el abrigo en su asiento, eso es que está por aquí por la oficina y ahora mismo llegará”.

10.- Hacer llamadas personales delante de ciudadanos.

Esta es también de las más chuscas y de las que yo corregiría con el bisturí lo más afilado posible.

11.- Poner fotos o adornos personales.

Los funcionarios, en especial los que atienden al público, deberían cuidar de que su espacio de trabajo (mesa, armarios, salvapantallas, etc) fuera lo más neutro e impersonal posible, evitando fotos de los niños, chistes de Forges en la pared, estampas religiosas, o banderas o emblemas políticos o deportivos. Todos son ejemplos reales que vulneran el deber de decoro, independencia y neutralidad en el ejercicio de las funciones públicas. El despacho no es propiedad del empleado público, sino de la Administración.

12.- Llevarse la compra a la oficina.

Aquí es preciso matizar. Veo bien que en su media hora reglamentaria de descanso los funcionarios hagan la compra y lo que les dé la gana. No es criticable y lo haría en sus trabajos todo el que pudiera Tampoco me parece especialmente grave que vayan con las bolsas por los pasillos, cuando regresan a sus puestos, con el pan y las acelgas sobresaliendo. Lo que sin embargo no es de recibo es dejar los alimentos y enseres recién comprados en las dependencias donde se atiende al público y a la vista de este (encima de la mesa, en una estantería, en una silla…), pues va contra las reglas mínimas de respeto y contra la dignidad de la función pública.

5 comentarios:

Antonio dijo...

Añadiría otra más y son 13:
Un funcionario que harto ya de recortes, bajadas de sueldo, subida del IRPF, o sea, nuevo recorte de 59 euros en la nómina, de aguantar a los políticos y sindicalistas del ministerio que sea; y ante la pasividad, despotismo y pasotismo insultante de alguno de estos especímenes con los que convive en la función pública, se levanta e intenta ayudar a algún usuario que lleva dos horas esperando sin que lo atiendan y se acerca con malos modos el titular de ese despacho, que mire usted por dónde, pasaba por ahí, y se incomoda con el que ha tenido la osadía de hacer "su trabajo".
Se podrían añadir muchísimas más, pero vale por el momento. Afortunadamente hay quien en la Administración cumple con su trabajo, de verdad que los hay, sobre todo en la estatal.

El último de Filipinas dijo...

Pues imagínate cuando ni siquiera hace falta fichar.
Te ha faltado el defecto del saqueo, consistente en confundir el centro de trabajo con la papelería donde se han de comprar todo lo que necesiten los nenes en el colegio.
Recuerdo unas pinches que se llevaban carne a sus casas, con el error de que estaba cruda y goteaba sangre, sangre que fue dejando un reguero por donde fueron pasando.
Y eso en un hospital produce más de un susto, sobre todo si salen por la puerta de Urgencias.

La lozana andaluza dijo...

Mi experiencia con los funcionarios,todos estos que tienen el empleo fijo,es terrible,los he visto cogerse las horas sindicales,siempre en fin de semana,para ya estar 3 días sin trabajar,así por la cara,ya lo de las bajas ni te digo,en mi empresa hay gente que lleva años,de baja,porque tienen depresión,había una que llevaba 2 años sin venir,tenía la baja depresiva,y el día que se incorporó,con toda su cara,dijo que se cogía la semana siguiente,porque se iba al Rocío,y que eso ella no se lo perdía por ná del mundo,y se fué al Rocío una semana entera,y que contar de las que llamaban a las 10 de la mañana,y decían que no podían venir porque no tenian con quien dejar al niño,o porque tenían la regla,todo eso lo he vivío yo en mi empresa,ah,y lo de llevarse cosas pa casa,allí han desaparecido hasta ordenadores,tuvieron que poner cámaras para vigilarnos,con lo cual ahora parece que estamos en gran hermano,he visto gente decir: voy a tomar café y venir a las 3 horas,salgo a fumar,y pasada una hora,venir con las bolsas del mercadona,un cachondeo,lo de fichar,ya ni te cuento,he visto al mismo tio picar 2 o 3 carnet,porque el otro estaba seguramente en su casa durmiendo.No me extraña como está el país,y como siempre los que mas trabajamos,somos los idiotas,pero bueno es lo que hay.

Aprendiz de brujo dijo...

Neri eres muy bueno escribiendo. Como me diría Dulci:cariño, cada día lo haces mejor.
En serio, no he tenido tiempo de leerlo hasta ahora y tu afilada pluma y cada día escribes mejor mariconazo.
Mi solidaridad con la Lozana. De sus comentarios siempre se desprende honradez, autenticidad y un contenido casi siempre jugoso.
Lozana, hay mucho hijo de la gran puta por el mundo.

Moneypenny dijo...

Sala de espera en la consulta de mi médico de cabecera. Cita dada a las 10 de la mañana. Ni entraba ni salía nadie. Después de tres cuartos de hora esperando(sólo estaba yo y otra chica)me impaciento. La chica me mira y me dice:
.-No....es que creo que están desayunando...
Abro los ojos como platos:.-¿cómo?????
Y la tía todavía les estaba como disculpando!
Nota informativa: trabajan de 8 a 14 horas.