jueves, 12 de enero de 2012

¿AUSTERO O RATA?

El austero es de esos ricos que no lo son por tener, sino por no necesitar. Al rata, tenga o no tenga, necesite o no necesite, le da dolor gastar en lo que sea.

Al austero le basta disfrutar de su gente y de las alegrías sencillas de la vida, pero el rata no disfruta de nada calculando lo que puede costarle.

El austero evita crearse necesidades artificiales porque odia el derroche y la ostentación. El tacaño no solo no se crea necesidades artificiales, sino que es cicatero satisfaciendo las reales.

Al austero no le gusta presumir de lo que tiene, mientras que el husmia lo hace en cuanto tiene ocasión.

El austero suele ser comedido gastando para él pero generoso con los demás. El roñas, las pocas veces que derrocha, es siempre en cosas para sí mismo.

Al austero no le atraen los lujos. Al rácano lo que no le atrae es el precio de los lujos.

El austero tiene una rica vida interior y cultiva su espíritu, pero el agarrado en el fondo solo piensa en el dinero.

El austero sabe cuándo, cuánto y en quién tiene que gastar para ser digno, a diferencia del agarrado, que siempre racanea, compra todo de mala calidad y va quedando fatal con la gente.

El austero lo es por convicción y el rata por educación o por costumbre.

El austero sabe diferenciar entre un despilfarro y el chocolate del loro. En cambio, el taba no hace distingos: araña en lo gordo y en lo menudo.

El austero ahorra sin proponérselo; porque es así. El pesetero está todo el día sufriendo con la calculadora.

Al austero no le importa lo que piensen los demás sobre su nivel de vida, pero el avaricioso vive obsesionado con ello a pesar de la imagen que va dando.

El austero ha elegido su forma de vida para ser feliz, y el avaricioso ni ha elegido ser como es ni conoce la felicidad.

El austero es rumboso cuando él o los demás lo necesitan, o cuando la ocasión lo merece, pero el avaro solo lo es cuando le interesa

El austero lo daría todo por algo que mereciera la pena. El usurero no da nunca ni los buenos días.

El austero no envidia al que tiene "más" ni al que vive “mejor” y el roñica es un envidioso nato.

El austero y el rata tienen en común que si se duplicara de golpe su nivel de ingresos ninguno de los dos cambiaría su estilo de vida.

12 comentarios:

Ramiro Semper dijo...

Agudo, ilustrativo y certero análisis.

Aprendiz dijo...

Me gusta esta entrada porque me ha servido para analizarme, desde que trabajo creo que me estoy volviendo un poco rata..:SSS

Yo soy una ahorradora nata porque de siempre me he tenido que pagar con mi dinero los "caprichos". Pero si he tenido que hacer algún viaje mis padres me han ayudado a pagarlo. Ahora se me cae la cara de vergüenza nada más que pensar en pedirles dinero, por lo que sé que todo lo que quiera me lo tengo que pagar, y por tanto salvo que vea que tengo ahorrado para hacer frente a imprevistos, no gasto más que lo necesario... Y estoy preocupada la verdad, aunque no me identifico para nada en tu perfil de rata, creo que has exagerado un poco. O quizás es que yo antes calificaba de rata a gente que verdaderamente no se podían permitir más gastos.

Por quedarme tranquila voy a resumir a un rata como aquellos a los que se les atasca la mariconera; que nunca van a poner un duro de más y que siempre van a lo más barato... Es que eso sienta fatal.

marian dijo...

Aprendiz, no gastar más de lo que uno tiene o puede no es ser rata es tener sentido común.

Anónimo dijo...

y los de pucela que somos? ratas o austeros? es lo que no tengo claro, pero que un % altisimo de vallisoletanos está en ese saco, lo tengo clarísimo

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
El último de Filipinas dijo...

Para que se lo imprima el Sr. ministro de Economía, y lo deje clavado en el despacho para los restos.

Álex dijo...

Permítame, sr. Neri, aprovechar su post para hacer un pequeño homenaje a las personas que tienen ahora más de 70 años y que podríamos enmarcar dentro de lo que usted caracteriza como austeros: personas que aprecian el valor de las cosas y de las acciones, que son así porque aplican la lógica, que no han olvidado el origen de lo que tienen ni de lo que son. También pueden ser a veces un poco exagerados en su austeridad y acaban estirando hasta el infinito la duración de las cosas, pero no es por miseria, más bien es exceso de responsabilidad.
Son la antítesis de los chavalitos actuales que a veces parecen creer que los teléfonos móviles o cualquier invento tecnológico florece en los árboles del camino...
No sé dónde estamos las generaciones intermedias pero creo que, en general, olvidamos la sabia y natural actitud de nuestros padres.
Saludos a todos.

Interruptor dijo...

¡Qué texto tan bueno! Es que no podría añadir nada. Me ha encantado.

El chico de los tablones dijo...

No podría estar más de acuerdo con el comentario de Álex en lo que a la juventud se refiere.

Una de mis amigas de la carrera, que -siendo objetivos- es una pija recauchutada y de convicción, me sorprendía hará un par de meses al soltar, todo sonriente: "¡bueno, Tablones, que me voy a Orange que ya me ha llegado mi móvil nuevo: un iPhone 4S!" No hacía ni tres meses que había estrenado el iPhone 4 (a secas, sin la esa "S" que debe de ser importantísima, por lo visto).

Al comentar al resto de mis amigos que no me parecía una actitud responsable el cambiar de móvil cada 3 meses me soltaron al unísono un: "¿por qué? Si le sale gratis por los puntos de la empresa de su padre. Eso es que tienes envidia..."

En fin, eso va a ser. Cuando de aquí a 30 ó 40 años el capitalismo se haya autoagotado y los recursos comiencen a escasear, probablemente nos arrepintamos de esa falta de austeridad... O de ratas, que siempre son preferibles a los esnobs, consumistas y fashion-victims agilipollados.

JValentina dijo...

Me ha encantado tu entrada..
muy buen análisis haces ...
Te felicito..
un abrazo

Al Neri dijo...

Gracias a todos y bienvenida, JValentina. Me uno al homenaje de Álex y a la opinión del Anónimo.

Me ha encantado el comentario de Luxindex y le entiendo perfectamente, aunque no coincidimos del todo en los conceptos. El "por si acaso, por si acaso" no es propio del austero. El austero no ahorra porque se proponga ahorrar: es una consecuencia inevitable y natural de su estilo de vida. Su ahorro no es "por si acaso". Su ahorro no es un fin, sino una consecuencia.

Boti dijo...

Se cuenta que Sócrates iba al mercado y decía "me encanta ver tantas cosas que no necesito para ser feliz". Creo que esa es la verdadera filosofía del austero. El rata jamás conseguirá ser feliz, porque se pasará la vida deseando cosas.