jueves, 31 de marzo de 2011

EL FLAUTISTA DE HAMELÍN

Me encantan los cuentos populares porque su origen suele ser antiquísimo y dan muchas pistas sobre costumbres, mentalidades y sucesos de épocas tan remotas como la Edad Media. Uno de los cuentos más conocidos, El flautista de Hamelín, recogido de la tradición oral por los Hermanos Grimm, se basa en un episodio misterioso y fascinante.

Todos nos sabemos el cuento: En el pueblo alemán de Hamelín sufren una plaga de ratones y el Concejo ofrece una cuantiosa recompensa a quien les libre de los roedores. Un jovencísmo flautista vagabundo se ofrece a ello y los vecinos comprueban maravillados cómo al tocar su instrumento, todos los ratoncillos le siguen, logrando así sacarlos del pueblo. Tras negarse las autoridades a pagarle lo prometido, el muchacho toma venganza tocando de nuevo su flauta para que, esta vez, sean los niños del lugar los que le sigan hipnotizados. “Cogidos de la mano y sonrientes, formaban una gran hilera, sorda a los ruegos y gritos de sus padres que en vano, entre sollozos de desesperación, intentaban impedir que siguieran al flautista. Nada lograron y el flautista se los llevó lejos, muy lejos, tan lejos que nadie supo adónde, y los niños, al igual que los ratones, nunca jamás volvieron”.

Este simbólico relato hunde sus raíces en la Cruzada de los Niños, que tuvo lugar en 1212. Tras el varapalo de la Tercera Cruzada y el caos de la Cuarta, la población del centro de Europa vivía un momento de gran exaltación religiosa y un clamor por el regreso de las tropas cristianas a Tierra Santa se extendía por Alemania y Francia entre las clases más humildes, avivado por algunos reyes y nobles locales. En este contexto se produce un inaudito fenómeno. Ante el fracaso de la Iglesia y de los adultos, varias oleadas de niños y preadolescentes (se calcula que unos 50.000 en total) se dirigen en masa hacia Jerusalén para restaurar la Cristiandad en la tierra natal de Cristo La bibliografía parece confusa, e incluso varios historiadores niegan la existencia de este movimiento cruzado, considerándolo una fábula urdida por el clero para avergonzar a los excombatientes, pero las fuentes más importantes coinciden en relatar dos aventuras muy parecidas que tuvieron lugar en el mismo año 1212: la del pastor francés Étienne, de 12 años de edad, y la del alemán de 10 años Nikolaus. Las peripecias de este último son precisamente las que dan lugar al cuento.

Étienne era un niño muy devoto de la localidad de Cloyes y un día se encontró con un barbudo peregrino que regresaba de Palestina, que le aseguró ser Jesucristo en persona y le animó a reclutar un ejército de niños para emprender la Quinta Cruzada. El peregrino, que en realidad era un simple cura disfrazado, le entregó además una carta para el Rey de Francia rogándole la autorización de la heroica empresa. En su camino hacia París, Étienne logró reunir a miles de muchachos, formando un auténtico ejército popular dispuesto a todo, al que se unieron incluso varios sacerdotes. En París, el rey se llevó las manos a la cabeza y les ordenó volver a sus casas, pero muchos no hicieron caso y encaminaron sus pasos hacia el puerto de Marsella dispuestos a embarcar.


Nikolaus fue todavía más audaz. Este crío, natural de Colonia, llegó a reclutar por los pueblos, contra la voluntad de sus padres, al doble de combatientes que el pastorcillo galo. Parece ser que su gigantesca partida, de varias decenas de miles de chavales, se dividió en dos en un determinado momento. Uno de los grupos se dirigió cruzando los Alpes hacia el puerto de Génova y el otro dio un rodeo mucho mayor hasta llegar a Italia. Tras muchas vicisitudes, la mayoría desertó. Unos cuantos se dirigieron a Roma a que el Papa les librara de su voto de luchar en Tierra Santa y unos pocos miles lograron embarcar.

Los finales tristes de ambas historias coinciden casi al milímetro. Los niños, como en el cuento de los Grimm, nunca jamás volvieron. Los dos caudillos infantiles habían prometido a sus valientes que al llegar al Mediterráneo, este se abriría en dos para dejarles pasar, como el Mar Rojo en el Éxodo. Como era previsible, el truco no funcionó y muchos abandonaron el proyecto. De todas formas, la gran mayoría habría fallecido por cansancio o falta de provisiones durante las largas marchas; otros fueron secuestrados en las aldeas por las que pasaban e incluso asesinados o pervertidos por delincuentes y desaprensivos que se sumaban al grupo aprovechando la inocencia de los pequeños héroes. Los niños franceses que embarcaron en Marsella (en siete barcos), fueron vendidos como esclavos en Oriente Medio por los mismos mercaderes que les ofrecieron las naves. De los alemanes que lograron llegar a Jerusalén, nunca se supo.

14 comentarios:

ignatus dijo...

Muy interesante entrada, Neri. Me ha gustado mucho.

Buen fin de semana.

Anónimo dijo...

No tenía ni idea de toda esta historia, además que no es uno de mis cuentos favoritos por el tema de los asquerosísimos ratones, esos insufribles y repugnantes bichos aaahg que asco sólo con pensarlo.

Tenemos un sol estupendo, no os quedeis ninguno en casa y disfrutar el fin de semana en la calle.
Besos a todos, me encanta el calor y me pone de buen humor ¿se nota?.

Aprendiz de brujo dijo...

muy bonnito

JORGE dijo...

Muy interesante este antecedente. Y muy importante.

Gracias y Bendiciones.

que dificil la vida sin ti dijo...

Oiga Neri, le felicito de corazón porque ha escrito usted una entrada interesantísima y el origen histórico del cuento era totalmente desconocido para mí.
Lástima que el final no es precisamente feliz pero así es la vida real.
De lo que sí me había dado cuenta es de la truculencia de sus relatos y también el rol cruel que suele jugar la figura de la madre: abandona a Hansel y Gretel o trata de acabar con su hija en Blancanieves...
Seguro que otro día con su erudición nos puede ilustrar al respecto, no sé ¿era la época o algun atavismo freudiano?
Volviendo al post, le felicito calurosamente.
Buenas noches y a ver si mañana se duerme el afilador :-)
Asun

Sinretorno dijo...

Muchas gracias por sus comentarios en mi blog. Alguna referencia tenía de éste y por lo que he visto parecen ustedes un buen equipo y lo que he leído me gusta y mucho.Sabe? La historia me duele, está más.

Anónimo dijo...

Super bonito. Sorprendente su origen y una parábola que perfectamente podría continuar escribíendose hoy basándose en la cantidad de "flautistas" que tocan a nuestro alrededor.

Quizá muchos de los cuentos que nos contaron nuestras abuelas, fueron sin saberlo, nuestra primera lección de Historia.

Me ha gustado mucho Neri.

Al Neri dijo...

Celebro que les haya gustado, muchas gracias. Trataré de hablar de otros cuentos y de sus orígenes históricos.

La historia de la Cruzada de los Niños me parece fascinante de verdad porque nos enseña que la mentalidad en la Edad Media era radicalmente opuesta a la de ahora. La gente sería más supersticiosa, menos formada, más manipulable, pero sin duda más generosa, más idealista, capaz de movilizarse y dejarlo todo por nobles causas. Todo lo contrario al materialismo de hoy.

Aunque por supuesto la figura del flautista embaucador sigue ahí: en la publicidad, en las modas, en el consumismo...

El Subdirector del Banco Arús dijo...

En efecto. Un post interesantísimo. Primeramente, tratar un tema tan complejo como el de las Cruzadas y su espíritu, tan tergiversado hoy en día por cuatro cagatintas. Es una época fascinante. Me encanta al igual que toda la Edad Media que, a pesar de las muchas pegas que se pueda poner -juzgando siempre de forma asincrónica- creo que es la época más sublime de la Historia.

Dedicaré una entrada futura, DV, a los almogáraves y sus gestas en Grecia y Anatolia.

Por cierto, ¿sabían ustedes que la Flauta Mágica de Mozart es la pieza preferida por los masones? Según ellos, Mozart fue masón y esta obra representa el proceso de iniciación en los secretos del arte. De hecho, en las tenidas masónicas siempre suele sonar.

El Subdirector del Banco Arús dijo...

100% másónico

Álex dijo...

Curioso este post, aunque a mi me ha producido un cierto desasosiego. La idea de que 50.000 niños lo dejen todo, si es que tenían algo, para ir a un sitio y defender una causa , sea la que sea, me parece bastante inquietante.

Anónimo dijo...

Seria muy importante que pusieras las referencias en las que te basas, escrito tal cual puede ser creible o no pero con referencias ganarias mucho

Nago dijo...

¿Sabe por qué llegué ayer hasta aquí?
"Estamos" haciendo un trabajo de Lengua para el cole, sobre el origen de los cuentos. Para subir nota. Inmediatamente recordé esta entrada. La busqué, la encontré y, pensamos que es perfecta. Con su permiso, vamos a basar el trabajo en su historia. Por supuesto, no sin nombrar la fuente a pie de página: por el Sr. Al Neri. (No sabemos quién es. Sólo que, era un tipo muy listo que escribía muy bien).

Es para 6° de Primaria.




Gracias...;)

Al Neri dijo...

Jeje, Nago, no sabe cuánto me alegro de que este post, que me encantó escribir, haya servido para algo. Los orígenes de los cuentos son muy interesantes y a veces muy tristes e incluso siniestros, como el de "Caperucita roja" o "Hansel y Gretel".

Ahora ando achuchado con trabajo. Ando metido en muchas cosas a la vez. Tengo esperanza en que pueda encontrar de nuevo los huequillos y la inspiración necesarios para retomar este blog que tanto me ha hecho disfrutar, gracias en gran parte a comentaristas como usted.

Gracias por todo.