lunes, 27 de diciembre de 2010

EL PLACER DE DORMIR


Hay un placer de la vida que para mí está poco reivindicado y es el de dormir.

Parece que al lado de otros deleites que se disfrutan de forma más activa y consciente, como son los del paladar o los llamados placeres del tacto, el gozar de la cama en sentido onírico, que no carnal, se considera por muchos como una pérdida de tiempo, unas horas no vividas o desperdiciadas…

Pero yo soy un gran paladín de los placeres del sueño.

Como gran defensor de la disciplina y, sin embargo, gran indisciplinado en la práctica, siempre he llevado muy mal lo de madrugar. Ya recuerdo de pequeño que me costaba horrores levantarme para ir al colegio, pero sigo teniendo el mismo problema. Nunca me he acostado especialmente tarde, por lo que intuyo que debo de padecer alguna disfunción del sueño o que simplemente necesito dormir más horas que los demás. También sospecho que mi sueño es excesivamente profundo y que por eso me cuesta tantísimo despertar.

Creo que una de las causas de mi dificultad para madrugar es que he pasado bastantes años de mi vida sin necesidad de hacerlo, es decir sin hora de levantarme. Durante toda la carrera tuve horario de tarde y después fui un opositor que rara vez se desperezaba antes de las 9.30.

Sea cual sea la razón, lo cierto es que por la mañana a primera hora estoy bastante agilipollado y tengo una cara que es un poema. Hablo con voz ronca, camino con cierta torpeza y soy literalmente incapaz de mantener una conversación normal, y no digo ya de trabajo. Hasta las 9 por lo menos no se me va la caraja.

Pero lo mejor son los fines de semana o días de fiesta, que aprovecho, en la medida de mis posibilidades y obligaciones, para dormir como un bebé todas las horas que puedo. Como un bebé es un decir, pues desde hace casi diez años rara vez duermo seguido durante toda la noche y casi nunca más de nueve o diez horas, cuando en mis viejos tiempos me daba unas panzadas a sobar que no veas. Lo que está claro es que disfruto mucho de la “actividad” de dormir. Incluso disfruto más por el hecho de despertarme varias veces por la noche; es como si así fuera más consciente de lo que estoy gozando en la cama, tan a gustito, sobre todo cuando miro el despertador y veo que me quedan todavía 3 ó 4 horas…. ummmmm… ¡Me duermo de solo pensarlo!

Acumulo mucho cansancio entre semana entre madrugones y tensiones varias (no solo las derivadas de mi trabajo, sino las propias de un tipo de naturaleza nerviosa como yo), de modo que un sueño reparador supone para mí uno de los mayores gustazos. Me levanto como nuevo, con otra cara, sintiéndome casi otra persona.

Reivindico esta modalidad de placer de alcoba aun a riesgo de que me acusen de perezoso

Sin embargo, y aunque pueda parecer contradictorio, detesto las siestas. Muy rara vez son voluntarias y siempre que me las echo es en fin de semana, de forma accidental y tirado de cualquier manera en un sillón. Encima soy incapaz de hacer una siesta jesuítica de diez minutos. Como me quede planchado a las cuatro, no “amanezco” por lo menos hasta las cinco y media, y siempre hecho polvo por la postura, incómodo, aturdido y con una mala leche considerable.

En fin, que dormir es un placer como cualquier otro o quizá mejor que cualquier otro…

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Sr. Neri si no duerme seguido y se despierta cansado, míreselo. Y no es coña. Mucha gente tiene problemas de amnea y no lo sabe hasta que la cosa ya es bastante exagerada y se han pasado media vida hechos un trapo pensando que era su naturaleza y luego resulta que no.

Anónimo dijo...

Ah! Por cierto, yo aunque en muchos aspectos soy mala cristiana hay una cosa que vivo cada domingo con verdadero gozo... el despertar cristiano: despertar cuando Dios quiera.

Aprendiz dijo...

Qué identificada me siento con el post, me encanta dormir y engüerar en la cama, sobre todo en invierno que hace frío fuera y no dan ganas ni de destaparse... y como ahora por motivos llevo casi un mes que sólo puedo dormir boca arriba, voy a disfrutar muchísimo cuando me pueda poner de laillo...

Por otra parte a mí las siestas me encantan, aunque estoy intentando dejarlas siempre que puedo, o que sean sólo de media hora, que por mí me las echaba de dos horas, el problema que luego no me duermo por la noche.

Por cierto, yo, como dice mi amiga, el Cielo me lo imagino durmiendo.

El último de Filipinas dijo...

Nunca he sido capaz de dormir la siesta, ni de niño.
Pero he oido hablar del truco del llavero. Se duerme uno en un sillón, agarrando un llavero. En el momento en que el sopor es tal que el artilugio cae y despierta al somnoliento, la siesta se da por finalizada. Así que dura los minutos justos para relajarse y poco más.

Anónimo dijo...

Pues yo soy de las otras: Tiempo dormido, tiempo perdido. No hay nada más bonito para mí, que el preciso instante en el que comienza a salir el sol por Antequera. La noche me agobia.

Y a eso me voy. A disfrutar de los atardeceres color de rosa, los amaneceres púrpuras, el rumor del agua, a bebérmela bien fresquita y a escuchar... el silencio. (no, no me voy a un convento, me llevo unas cuantas morcillas y morcones y unas buenas botellas de Rioja, el cava y las uvas) la dieta pa después...

Feliz año a todos!!!

Anónimo dijo...

No me gusta la siesta, luego me levanto mucho peor.
En cuanto a lo de dormir, no me gusta pasarme mucho, aunque de vez en cuando o después de días con mucha presión viene genial.
Para el sueño nada más levantarse hay un remedio...¡café!.

Aprendiz de brujo dijo...

Completamente de acuerdo. Dormir es uno de los grandes placeres de la vida. Y tener una cama caliente todos los días a nuestra disposición, un lujo del que no somos conscientes.

Anónimo dijo...

Tengo vagos recuerdos de lo que era dormir a pierna suelta, o salir por ahí sin preocuparme de la hora porque luego dormía lo que quería. Me encanta dormir. Y ahora tengo a amnea 1 y amnea 2 que impiden que duerma la noche de una vez desde hace 3 años ¿Sandra me recetará algo el médico?.
Pero las siestas no son lo mío, para que una siesta sea buena tiene que ser de pijama y orinal, esto es difícil de conseguir y además me levanto intratable y ni siquiera tengo la escusa del café de la mañana para ponerme de mejor humor.

Álex dijo...

No se asuste por la coincidencia, Sr. Neri, pero podría haber escrito yo mismo buena parte de su post. También veo el dormir como una actividad provechosa y también me cuesta mucho madrugar, aunque en mi caso es porque soy noctámbulo recalcitrante, con mi punto álgido de actividad en torno a las 12 y media o la una de la noche. Tampoco me sientan bien las siestas en las que me tumbo horizontal. Aprovecho para recordar que no toda la gente que no madruga es una vaga, pensamiento tremendamente generalizado. Nunca he entendido que llamar por teléfono a una casa más tarde de las 10 de la noche se suela considerar una barbaridad pero llamar antes de las 10 de la mañana sea de lo más normal; y pobre de tí si dices que te han despertado, porque ya tiene uno la cruz perpetua de dormilón y perezoso...
Cordiales saludos a todos y que el 2011 sea un buen año.

El Subdirector del Banco Arús dijo...

A ver. Acabo de llegar de viaje por Madrid y Sevilla y ando un poco descolgado.

Cada día soy de menos dormir. Me suelo acostar tarde pues salgo del gimnasio sobre las 11 de la noche y mientras ceno y quiero volver al reposo normal se me hace casi la una de la mañana. Además, normalmente me tengo que levantar a las seis por lo que no suelo dormir mucho y se me hace casi imprescindible la siesta cuando el sopor de la digestión me vence. A veces duermo casi dos horas de siesta aunque es cierto que tardo en dormirme casi media hora a pesar del ya mencionado sopor.

Si fuera por mí, no madrugaría aunque cuando no tenga obligación de levantarme me despierto sobre las 8 por muy tarde o perjudicado que haya llegado a casa.

Me gustaría necesitar dormir muchísimo menos pues es perder el tiempo.

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo. Dormir es un gran placer y es una gran suerte cuando no hay problemas de insomnio En mi caso la excepción es la siesta, que me deja más atontado de lo habitual, que ya es bastante. Además, sin exagerar, claro, dormir es muy saludable.Felices sueños, pues!