A veces de los ultraderechistas más encendidos y radicales se dice que son ultramontanos. Seguro que lo habéis oído mil veces. El término se usa desde la Edad Media para referirse a los caballeros más católicos y más defensores de la Fe de toda la Cristiandad, pero hoy vamos a contar el curioso origen de la expresión y cómo se acuñó en España durante La Reconquista.
Durante todo el siglo XII los monarcas cristianos peninsulares estaban literalmente acojonados por la reagrupación de los reinos de taifas por obra y gracia de los fanáticos almohades. Estos puristas islámicos llegados del Magreb metieron en vereda a los corrompidos almorávides y obligaron a los cristianos a retroceder hasta el Tajo. En 1195 le dieron para el pelo a Alfonso VIII en la humillante batalla de Alarcos (junto a Ciudad Real).
Castilla estaba decidida a poner freno de una vez a los avances de la morisma, pero como necesitaba una alianza con Aragón y Navarra, el Arzobispo de Toledo se encargó de convencer en 1212 al Papa Inocencio III para que proclamara la Cruzada, a fin de estimular a los demás reinos cristianos a sumarse a una ambiciosa campaña militar. La cosa dio resultado y en muy poco tiempo no solo se apuntaron a la fiesta casi todas las monarquías de la piel de toro (a excepción de los ya cazurros leoneses), sino también los ultramontanos. Se llamaba ultramontanos a los guerreros que venían de allende los Pirineos, en concreto las huestes de numerosos caballeros francos que habían combatido gloriosamente en Tierra Santa y que tenían fama de ultras y de aguerridos. Según las crónicas, vinieron más de treinta mil.
Alfonso VIII estaba como loco con el tinglado que consiguió organizar, pero muy pronto comprobó con disgusto que los veteranos extranjeros eran incontrolables. En primer lugar, nada más concentrarse las tropas en Toledo, los franchutes, que eran unos fachas como la copa de un pino, se pusieron a hacer travesuras, como por ejemplo cargarse a todos los judíos que pillaban por la calle. Cosas de chavales, de acuerdo, pero el clima se enrareció mucho en la ciudad del Alcázar y tuvieron que adelantar desastrosamente la partida.
Durante todo el siglo XII los monarcas cristianos peninsulares estaban literalmente acojonados por la reagrupación de los reinos de taifas por obra y gracia de los fanáticos almohades. Estos puristas islámicos llegados del Magreb metieron en vereda a los corrompidos almorávides y obligaron a los cristianos a retroceder hasta el Tajo. En 1195 le dieron para el pelo a Alfonso VIII en la humillante batalla de Alarcos (junto a Ciudad Real).
Castilla estaba decidida a poner freno de una vez a los avances de la morisma, pero como necesitaba una alianza con Aragón y Navarra, el Arzobispo de Toledo se encargó de convencer en 1212 al Papa Inocencio III para que proclamara la Cruzada, a fin de estimular a los demás reinos cristianos a sumarse a una ambiciosa campaña militar. La cosa dio resultado y en muy poco tiempo no solo se apuntaron a la fiesta casi todas las monarquías de la piel de toro (a excepción de los ya cazurros leoneses), sino también los ultramontanos. Se llamaba ultramontanos a los guerreros que venían de allende los Pirineos, en concreto las huestes de numerosos caballeros francos que habían combatido gloriosamente en Tierra Santa y que tenían fama de ultras y de aguerridos. Según las crónicas, vinieron más de treinta mil.
Alfonso VIII estaba como loco con el tinglado que consiguió organizar, pero muy pronto comprobó con disgusto que los veteranos extranjeros eran incontrolables. En primer lugar, nada más concentrarse las tropas en Toledo, los franchutes, que eran unos fachas como la copa de un pino, se pusieron a hacer travesuras, como por ejemplo cargarse a todos los judíos que pillaban por la calle. Cosas de chavales, de acuerdo, pero el clima se enrareció mucho en la ciudad del Alcázar y tuvieron que adelantar desastrosamente la partida.
Luego se vio que los ultramontanos más que franceses parecían catalanes, porque no hacían más que pensar en el botín. Esto quemaba muchísimo a Alfonso, que quería respetar a la población civil musulmana para facilitar las posteriores conversaciones y la repoblación. Pero los extranjeros consideraban una herejía pactar con los infieles. Por eso tuvo que morderse la lengua al tomar Malagón, donde los radicales galos pasaron a cuchillo a todos los sarracenos y se incautaron de sus posesiones. Pero cuando entraron en Calatrava, el rey castellano puso orden y pactó una rendición humanitaria con el caudillo moro de turno. Esto cabreó sobremanera a los ultras, la mayor parte de los cuales decidió darse la vuelta y abandonar la expedición. Eso sí, en su viaje de regreso no se privaron de arrasar todas las juderías que se encontraron. ¡Estos chicos!
Esta pérdida de efectivos fue muy lamentada por los militares castellanos, que confiaban ciegamente en la destreza en la batalla de los ex-cruzados, máxime cuando el grueso de las tropas lo componían milicias sin experiencia reclutadas en los pueblos de paso.
Al final esos miles de ultramontanos desertores no hicieron ninguna falta, pues en las Navas de Tolosa la cristiandad hispánica dio un golpe definitivo al imperio almohade y marcó un antes y un después en la Reconquista. Tras esta mítica batalla, los ultramontanos que quedaban con las tropas castellanas se destacaron en una cruenta represión que incluyó matanzas, incendios, violaciones y confiscación de bienes.
13 comentarios:
Neri me he reído, intenté no reirme pero no he podido controlarme, no por la historia en sí claro, pero esos dos apuntes de "las travesuras" y "estos chicos".
Es que hay que ver qué malotessss mira que andar apiolándose judiorros por ahí... ¡niños ma-los! ¡matar judíos ca-co-ta-fea!
Otros traviesos un poquito mas al norte y al este de francia también hicieron algunas pillerias de esas en el siglo pasado... mire que le conocemos, pero ¡anda que es usted más burro...!
Me ha gustado mucho la entrada y el desparpajo con que está escrita.
Añadir que el ideal del caballero medieval tiene su origen en Francia. De hecho, la mayoría de las órdenes de caballería (Temple, Hospital, Santo Sepulcro...) tuvieron origen francés. La forma de luchar de los caballeros franceses se convirtió en un ideal casi imposible pues las leyes de la caballería se refinaron y endurecieron tanto que llegaron a prohibir atacar el caballo del adversario o la emboscada. El caballero siempre debía buscar ser el primero en la lucha, se peleaban entre los del mismo bando por ocupar la posición más arriesgada...
En fin, un tiempo en el que la guerra era guerra.
Por cierto, me ha encantado el cuadro de Sancho VII. ¿Cómo se llama? ¿Quién es el autor?
Buena entrada, Sr. Neri. Y divertida. Reconozco que en aquellos tiempos, con la bravura y el saber hacer, era casi imposible no pasar a cuchillo a tus enemigos...
Sr. Subdirector, este precioso cuadro (que pierde muchísimo a ese tamaño (incluso los colores son distintos del original)fue pintado en 1892 por Marceliano Santa María y lleva por título "Triunfo de la Santa Cruz en la Batalla de las Navas de Tolosa".
Representa efectivamente al Rey de Navarra en los últimos momentos de la batalla, cuando él y sus caballeros de confianza consiguen romper la barrera de la guardia negra (senegaleses) que protegían la tienda del Miramamolín, el emperador Almohade. Los negros estaban atados entre sí con cadenas y según cuentan fueron estas cadenas, que Sancho se llevó a Navarra como trofeo, las que se representan en el escudo de Navarra y después en el de España.
¿En qué museo está?
Lo tengo yo en mi salón.
¿Lo ha robado!!!!
Según Wikipedia, está en el Museo Marceliano Santa María de Burgos.
Salvo Astérix, los gabachos siempre me han caído bastante mal. Sin embargo, después de leer este artículo creo que haré otra excepción con los ultramontanos estos.
en lo de los motivos por los que una mujer sigue soltera poneis que es bollera...........las bolleras se pueden casar también.........osea que es una encuesnta un poco extraña y mal hecha
Buf, Anónimo, estamos consternados por el error...
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