Escolopendra devorando a una lagartija tras matarla |
De todos los animalejos venenosos
que habitan en la Península Ibérica, la escolopendra, más conocida como
ciempiés, es muy probablemente el que tiene la picadura más dolorosa.
En España podemos encontrar tres especies de ciempiés (no confundir con el inofensivo milpiés): Scolopendra morsitans, Scolopendra cingulata y Scutigera coleoptrata. La última es el ciempiés doméstico, con el cuerpo rígido y quince pares de patas, que puede picarnos con una suerte de aguijón y causarnos un leve escozor, pero las dos primeras sí son peligrosas, especialmente la escolopendra común o cingulada, mucho más abundante, que tiene 21 segmentos con sus respectivos pares de patas y unas poderosas mandíbulas con las que inocula un veneno de potencia similar al de los alacranes.
La picadura de la escolopendra común, sin ser letal ni mucho menos, es legendaria por los horrendos dolores que provoca, capaces de hacer perder el conocimiento e incluso de generar una neuritis. La duración del cuadro clínico causado por su ataque puede exceder las cuarenta y ocho horas e incluir una aparatosa herida local, espasmos musculares e inflamación de ganglios.
Este repugnante miriápodo resulta muy fácil de identificar por su gran tamaño y su color amarillento. Frecuenta zonas pedregosas con algo de humedad, y se esconde bajo las rocas y entre la vegetación y la hojarasca. El caso más típico de mordedura es la causada a excursionistas que se sientan en el suelo sin mirar, o duermen al raso o con la tienda de campaña mal cerrada. También puede picar si se manipula la piedra bajo la que se esconde.
En España podemos encontrar tres especies de ciempiés (no confundir con el inofensivo milpiés): Scolopendra morsitans, Scolopendra cingulata y Scutigera coleoptrata. La última es el ciempiés doméstico, con el cuerpo rígido y quince pares de patas, que puede picarnos con una suerte de aguijón y causarnos un leve escozor, pero las dos primeras sí son peligrosas, especialmente la escolopendra común o cingulada, mucho más abundante, que tiene 21 segmentos con sus respectivos pares de patas y unas poderosas mandíbulas con las que inocula un veneno de potencia similar al de los alacranes.
La picadura de la escolopendra común, sin ser letal ni mucho menos, es legendaria por los horrendos dolores que provoca, capaces de hacer perder el conocimiento e incluso de generar una neuritis. La duración del cuadro clínico causado por su ataque puede exceder las cuarenta y ocho horas e incluir una aparatosa herida local, espasmos musculares e inflamación de ganglios.
Este repugnante miriápodo resulta muy fácil de identificar por su gran tamaño y su color amarillento. Frecuenta zonas pedregosas con algo de humedad, y se esconde bajo las rocas y entre la vegetación y la hojarasca. El caso más típico de mordedura es la causada a excursionistas que se sientan en el suelo sin mirar, o duermen al raso o con la tienda de campaña mal cerrada. También puede picar si se manipula la piedra bajo la que se esconde.
4 comentarios:
Este bicho da mucho repelús señor Neri. Espero no encontrarme por sorpresa con uno de estos por el campo. Por cierto, el tipo del blog está muy lejos de ser Félix Rodríguez de la Fuete...
Teutates, yo he visto muchas pero no las he cogido ni con guante.
Reposición de "El hombre y la Tierra" en la 2.
Ayer encontré a mi hijo de un año con una en la mano!! Por suerte no le picó, se quedó en un gran susto
Publicar un comentario