En la mayoría de ayuntamientos de España donde gobernará el rojerío merced a los acuerdos entre las candidaturas de “unidad popular” (qué escalofríos me da el nombre) y el hasta ahora partido de la casta PSOE, ya se han dado a conocer los paquetes de medidas sociales cuya implementación se prevé en la próxima legislatura. Una de las medidas estrella son los llamados programas municipales de empleo.
En teoría estos instrumentos permiten que, dada la situación de empobrecimiento de muchas familias debido a la crisis y al paro, los consistorios contraten directamente, atendiendo a criterios de necesidad, a desempleados de larga duración y a colectivos con especiales dificultades de inserción, para la realización de trabajos de interés social y utilidad pública destinados a “cubrir necesidades del día a día”, casi siempre en plazas de peón, jardinero u ordenanza. A veces también se inyecta dinero a empresas privadas para que “empleen” a estas personas en puestos tipo becario.
Pero esto no es nada nuevo. La cosa es que desde 2009 ya han sido puestas en marcha varias iniciativas de este tipo por diferentes corporaciones locales, y los resultados distan mucho de ser idílicos. Hablando en plata y sin circunloquios, lo que hacen estos ayuntamientos es generar, de forma artificial, puestos de trabajo que no se necesitan; se los inventan y punto. Por otra parte, la selección de los “trabajadores” la llevan a cabo asistentes y asistentas sociales con unos curiosos baremos basados simplemente en la antigüedad del paro y en los ingresos familiares, sin entrar a considerar para nada la cualificación profesional.
Los efectos prácticos de estos inventos son los que cabe imaginar con semejantes premisas: Durante varios meses o años, los elementos más marginales y vagos de la ciudad, que jamás de los jamases han dado un palo al agua ni en crisis ni en bonanza, cobrarán una propina de 800 euros al mes a cambio de lucir un mono con las siglas del programa de empleo y rascarse las pelotas en los jardines públicos, haciendo como que podan el seto, o de leer el Hola sentados en una mesita en mitad del pasillo de las oficinas municipales. Tampoco hace falta ser un lince para acertar que los agraciados por esta humillante limosna (que pagamos todos) pertenecerán invariablemente a los grupos y sectores sociales más conocidos por su picaresca, comenzando por la gitanada, siguiendo por los inmigrantes más flojos del municipio y acabando, cómo no, por los familiares, amigos y conocidos de los miembros destacados de las asociaciones vecinales de izquierda.
En teoría estos instrumentos permiten que, dada la situación de empobrecimiento de muchas familias debido a la crisis y al paro, los consistorios contraten directamente, atendiendo a criterios de necesidad, a desempleados de larga duración y a colectivos con especiales dificultades de inserción, para la realización de trabajos de interés social y utilidad pública destinados a “cubrir necesidades del día a día”, casi siempre en plazas de peón, jardinero u ordenanza. A veces también se inyecta dinero a empresas privadas para que “empleen” a estas personas en puestos tipo becario.
Pero esto no es nada nuevo. La cosa es que desde 2009 ya han sido puestas en marcha varias iniciativas de este tipo por diferentes corporaciones locales, y los resultados distan mucho de ser idílicos. Hablando en plata y sin circunloquios, lo que hacen estos ayuntamientos es generar, de forma artificial, puestos de trabajo que no se necesitan; se los inventan y punto. Por otra parte, la selección de los “trabajadores” la llevan a cabo asistentes y asistentas sociales con unos curiosos baremos basados simplemente en la antigüedad del paro y en los ingresos familiares, sin entrar a considerar para nada la cualificación profesional.
Los efectos prácticos de estos inventos son los que cabe imaginar con semejantes premisas: Durante varios meses o años, los elementos más marginales y vagos de la ciudad, que jamás de los jamases han dado un palo al agua ni en crisis ni en bonanza, cobrarán una propina de 800 euros al mes a cambio de lucir un mono con las siglas del programa de empleo y rascarse las pelotas en los jardines públicos, haciendo como que podan el seto, o de leer el Hola sentados en una mesita en mitad del pasillo de las oficinas municipales. Tampoco hace falta ser un lince para acertar que los agraciados por esta humillante limosna (que pagamos todos) pertenecerán invariablemente a los grupos y sectores sociales más conocidos por su picaresca, comenzando por la gitanada, siguiendo por los inmigrantes más flojos del municipio y acabando, cómo no, por los familiares, amigos y conocidos de los miembros destacados de las asociaciones vecinales de izquierda.
Parados simulando trabajar en un proyecto municipal de empleo |
Naturalmente estos planes son simples poses políticas de cara a la galería sin ningún efecto beneficioso para la sociedad, no tanto por la idea de fondo (que no es mala), sino por la forma escaparatista e ineficaz de desarrollarla. En principio, la cantinela -recurrente en los últimos siete años- de que sobran empleados públicos en todas las Administraciones casa muy mal con la decisión demagógica de sacarse de la manga nuevos puestos, de plantilla o no, para “dar de comer” a quienes probablemente comen mejor, gracias a sus actividades de economía sumergida, que muchos ciudadanos que nunca podrán acceder a un programa de empleo. También sucede que por muy partidarios que seamos de corregir el mercado de trabajo, no parece razonable que estas correcciones se traduzcan en falseamientos puros y duros de la necesidades municipales y de la realidad económica. Si de verdad se trata de integrar laboralmente a las personas con dificultades y de que realicen una actividad útil para que la prestación no se convierta en una simple ayuda social disfrazada, habría que tomarse muy en serio esta clase de actuaciones, buscando ocupaciones adecuadas, seleccionando correctamente a los candidatos (tras un examen exhaustivo de sus antecedentes y circunstancias), excluyendo a priori a los residentes extranjeros, evaluando el rendimiento en las tareas, despidiendo ipso facto a los que no sirvan o no rindan, y realizando seguimientos personales y acciones formativas paralelas para facilitar la absorción de estos desempleados por el mercado de trabajo convencional.
Entre las tareas que se me ocurren para asignar a los parados en situación de emergencia y que me da en la nariz que serían rechazadas por muchos de ellos, están el desbroce de los montes para prevenir incendios, el apoyo a las labores de extinción de los mismos, la repoblación forestal o la limpieza permanente de nuestras playas.
Pero mucho me temo que a la izquierda española, en perfecta coherencia con su trayectoria histórica, le interesa bastante más la propaganda que solucionar de una manera eficiente y justa la situación desesperada de millones de familias. Los programillas de empleo que ahora tratarán de vendernos como la panacea de la conciencia social no serán más que guiños electoralistas que no cambiarán nada ni ayudarán, ni siquiera a medio plazo, a nadie que de verdad lo necesite.
Entre las tareas que se me ocurren para asignar a los parados en situación de emergencia y que me da en la nariz que serían rechazadas por muchos de ellos, están el desbroce de los montes para prevenir incendios, el apoyo a las labores de extinción de los mismos, la repoblación forestal o la limpieza permanente de nuestras playas.
Pero mucho me temo que a la izquierda española, en perfecta coherencia con su trayectoria histórica, le interesa bastante más la propaganda que solucionar de una manera eficiente y justa la situación desesperada de millones de familias. Los programillas de empleo que ahora tratarán de vendernos como la panacea de la conciencia social no serán más que guiños electoralistas que no cambiarán nada ni ayudarán, ni siquiera a medio plazo, a nadie que de verdad lo necesite.
5 comentarios:
creo que fue Margaret Thacther la que dijo, socialismo es gastar dinero de los demás hasta que se acaba.En Donosti, cómo son las cosas, Bildu y sus planes de basura puerta a puerta, ha sido superado por PNV y PSOE y estamos contentos.PP en país vasco y Cataluña no para de bajar. Además y le sugiero que dedique alguna entrada a esto, podemitas son chulos, desprecian al 80 por ciento de la ciudadanía; Ciudadanos está trufado de personal, conozco algunos que eran de Falange española,que aspiran a chupar de la frasca. En fin, ut sit levis.
La "década kirchnerista", aquí en Argentina, ha dejado un verdadero festival de planes y subsidios de todo tipo, en el afán del gobierno, tal vez en principio justificado, de poner remedio a las urgencias sociales que había dejado la quiebra del Estado neoliberal menemista. Lo malo es que la mayoría de aquellos se han perpetuado en el tiempo sin mayor control de mérito para su concesión, volviéndose algo así como un derecho adquirido de la pobreza.
Pero hay al menos un caso bastante sorprendente en cuanto a sus logros, en que un barrio supo recuperar la dignidad:
http://www.lanacion.com.ar/1793549-la-juanita-la-cooperativa-que-esta-cambiando-un-barrio
Sinretorno, afortunadamente también el 80% de la ciudadanía desprecia a Podemos.
Este tipo de medidas, Tábano, están bien si se plantean bien: si se selecciona correctamente a los candidatos y se buscan tareas útiles. Un amigo me decía ayer, a cuenta de este post, que es imposible hacer políticas sociales sin que haya algún tipo de fraude. Yo no estoy de acuerdo. Es perfectamente posible hacerlo bien, pero para ello se necesita mucha profesionalidad, sensibilidad, tiempo y ganas, elementos de los que carecen o que no están dispuestos a invertir quienes solo buscan unas cifras abultadas de contratados para un buen titular de prensa.
Al terminar la carrera estuve mucho tiempo en el paro, fue una situación muy difícil.
Mi primer trabajo fue en uno de estos planes de empleo, creo recordar que ganaba 600 euros. Ni yo soy una vaga ni ninguno de mis compañeros lo era, ni perteneciamos a "colectivos marginales", éramos gente con la desgracia de estar en paro de larga duración.
Por cierto: en el ayuntamiento dónde trabajé era del PP, un ayuntamiento que ha utilizado estos planes de empleo de manera sistemática durante 20 años. Del Pepé, repito.
Ahora soy funcionaria de carrera del grupo A, pero nunca se me olvidará el sufrimiento y la angustia de aquellos años en el paro, por lo que sus conentarios me han parecido crueles, injustos y llenos de prejuicios
Clara, muchas gracias por su comentario y sus críticas.
Lamento si se ha ofendido con el post y más todavía su sufrimiento en aquellos años en que estuvo desempleada.
Solo añadir que los planes municipales de empleo de la "crisis" son diferentes a los anteriores. En todo caso "inventar" puestos de trabajo (que desconozco si fue su caso) me parece una medida inapropiada por no emplear otros adjetivos.
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