Foto tomada por mí |
Desde 1993 el Ministerio de Medio
Ambiente, a través del Programa de Caminos Naturales, viene acondicionando
rutas por canales, cañadas, antiguas vías de ferrocarril, caminos de
sirga, vías pecuarias y veredas de todo tipo para fomentar el senderismo, el
contacto con la naturaleza y el desarrollo rural. Uno de los proyectos más
ambiciosos, en colaboración con Portugal, ha sido el sendero GR-14, más conocido como Senda del Duero, que recorre la ribera de esta emblemática
arteria fluvial desde su nacimiento en Duruelo de la Sierra (Soria) hasta su
desagüe en Oporto. El itinerario se inauguró en 2012 y está perfectamente
señalizado. Yo ayer me animé a recorrer a pie un tramo de su etapa número 12,
que une las localidades vallisoletanas de Peñafiel y Quintanilla de Onésimo. En concreto anduve un total de 17 kilómetros sumando
la ida y la vuelta desde Peñafiel a Pesquera del Duero, un paseo que recomiendo
a todos los amantes del trekking.
Esta zona es famosa en España por su cultura vitivinícola. A decir de los entendidos, aquí tienen los viñedos las bodegas más prestigiosas de la denominación Ribera de Duero, que elabora los caldos más preciados del país después del tinto de La Rioja. Este valle fluvial alberga además numerosos municipios de gran relevancia histórica, destacando Peñafiel con su soberbio castillo del siglo X, que fue conquistado por el mismísimo Almanzor y recobrado 30 años más tarde por el conde castellano Sancho García.
El recorrido que hice discurre por antiguas sendas de pescadores atravesando pinares y frondosos bosques de chopos, sauces y fresnos. Desde el mismo Peñafiel seguí el Duratón hasta su desembocadura, casi tres kilómetros más allá. A partir de este punto un Duero ya caudaloso serpentea suavemente con su color de arcilla, con una corriente casi imperceptible en esta época del año, flanqueando farallones y pegado al camino, unas veces a ras de suelo y otras hasta treinta metros por debajo. Aunque fácil y accesible, la ruta alterna repechos y bajadas para no aburrir y sorprende con vistas maravillosas de un río en estado salvaje, con troncos muertos que lo atraviesan a modo de puente y una increíble variedad de aves tanto acuáticas como de bosque de ribera que pude disfrutar a pesar del calor: aguiluchos laguneros, fochas, azulones, rabilargos, abubillas, colirrojos y un ruiseñor cada cincuenta metros enseñoreándose de su territorio.
Un buen plan, a ser posible en una época algo menos tórrida, para gozar de un día campestre completo, con opción de lechazo regado con un crianza de postín en alguno de los mejores asadores de la provincia (yo, naturalmente, llevé un bocata de tortilla en coherencia con mi austeridad de revolucionario).
Esta zona es famosa en España por su cultura vitivinícola. A decir de los entendidos, aquí tienen los viñedos las bodegas más prestigiosas de la denominación Ribera de Duero, que elabora los caldos más preciados del país después del tinto de La Rioja. Este valle fluvial alberga además numerosos municipios de gran relevancia histórica, destacando Peñafiel con su soberbio castillo del siglo X, que fue conquistado por el mismísimo Almanzor y recobrado 30 años más tarde por el conde castellano Sancho García.
El recorrido que hice discurre por antiguas sendas de pescadores atravesando pinares y frondosos bosques de chopos, sauces y fresnos. Desde el mismo Peñafiel seguí el Duratón hasta su desembocadura, casi tres kilómetros más allá. A partir de este punto un Duero ya caudaloso serpentea suavemente con su color de arcilla, con una corriente casi imperceptible en esta época del año, flanqueando farallones y pegado al camino, unas veces a ras de suelo y otras hasta treinta metros por debajo. Aunque fácil y accesible, la ruta alterna repechos y bajadas para no aburrir y sorprende con vistas maravillosas de un río en estado salvaje, con troncos muertos que lo atraviesan a modo de puente y una increíble variedad de aves tanto acuáticas como de bosque de ribera que pude disfrutar a pesar del calor: aguiluchos laguneros, fochas, azulones, rabilargos, abubillas, colirrojos y un ruiseñor cada cincuenta metros enseñoreándose de su territorio.
Un buen plan, a ser posible en una época algo menos tórrida, para gozar de un día campestre completo, con opción de lechazo regado con un crianza de postín en alguno de los mejores asadores de la provincia (yo, naturalmente, llevé un bocata de tortilla en coherencia con mi austeridad de revolucionario).
5 comentarios:
Mala época esta para los que nos gusta andar por el campo, más tiempo libre, pero con la condición de soportar un sol inmisericorde.
Lo has pintado muy apetecible, pero seguro que no te ha caído un día de calor como los que estamos pasando por aquí. Prepáranos una excursión de senderismo bloggero para este verano Al Neri!
Un bonito plan para los que estáis cerquita :)
.. y económico.
No hace falta hacer suntuosos viajes ni amanecer en París cada mañana para disfrutar y ser feliz. La naturaleza es muy generosa, y España... ¡preciosa!
Otra sugerencia, ya que ha citado a Almanzor, por tierras de Castilla: Calatañazor y la Laguna Negra en (Soria).
Aprendiz, estos días en la Meseta hace un calor andaluz. Se nos están empezando a quitar las ganas de trabajar. Ahora sabemos lo que se siente.
Buenas propuestas, Nago. Espero ir a ambos sitios.
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