miércoles, 31 de julio de 2013

MINUTO DE SILENCIO

Mudos e inertes como estatuas inconmovibles

En la edición de 1939 de Camino, el libro de San Josemaría, el punto 115 decía así: "Minutos de silencio. – Quédese esto para ateos, masones y protestantes, que tienen el corazón seco. Los católicos, hijos de Dios, hablamos con el Padre nuestro que está en los cielos." A finales de los años 50, en una nueva edición, Escrivá retocó este texto, dejándolo en su versión definitiva: "Minutos de silencio. – Dejadlos para los que tienen el corazón seco. Los católicos, hijos de Dios, hablamos con el Padre nuestro que está en los cielos."

El cambio desde luego es llamativo y no sorprende tanto por el afán del autor de adaptarse al mercado cuando el librito empezó a traducirse a otros idiomas y a venderse como rosquillas fuera de España (es comprensible dado el espíritu comercial de la Obra), cuanto por el camaleonismo del santo, que en 1939 quiso lamer el culo a los fascistas y en 1958 a los aperturistas y desarrollistas. Un hombre versátil San Josemaría. Y no pasa nada, ¿verdad?, porque saber adaptarse a los tiempos no es pecado.

El caso es que estoy muy de acuerdo con ambas versiones del punto 115. Lo del minuto de silencio siempre me ha irritado. Ahora con lo del accidente de Galicia los devotos de la “religión civil” han organizado miles de minutos silenciosos en reuniones, congresos, centros de trabajo y eventos deportivos, en un intento de traducir al pagano el impulso casi instintivo de cualquier persona de expresar su deseo de que los fallecidos descansen en paz y los heridos se recuperen. La cuestión es que este impulso en la sociedad española siempre se plasmó de forma espontánea en la oración individual o colectiva, pero por lo visto ahora hay que adaptarse, como el santo del Opus, y proponer nuevas fórmulas compatibles con todas las sensibilidades religiosas.

Lo gracioso es que al final siempre se acaba copiando la tradición religiosa y ofreciendo sucedáneos de lo genuino. No hay nada que recuerde más a una oración recogida que una multitud callada respetuosamente durante un rato. Solo les falta estar en la iglesia con un cura delante. Con la diferencia, claro, de que el silencio del orante es activo y útil, y el del descreído, estéril.

A mí esta costumbre (que no es nueva, sino un invento de los ingleses durante la Primera Guerra Mundial) me parece ridícula. De sobra entiendo el deseo de manifestar en público el dolor por las catástrofes, y también alcanzo a comprender que mientras que en una persona religiosa este deseo debería encauzarse a través del rezo, rogando por las almas de las víctimas y por sus familiares, aquellos que no creen en Dios parece más lógico que se limiten a expresar su tristeza, sus condolencias y su solidaridad. Lo que no pillo es qué significa para un ateo quedarse callado un minuto sin más. 

Me parece muy normal vestir luto, portar un brazalete o un lazo negro, colgar una bandera a media asta, suspender actos festivos, enviar un telegrama colectivo a las familias, sumarse a una esquela, publicar en común una breve nota de prensa o que alguien, en nombre de todos los convocados, pronuncie unas palabras de recuerdo dolorido. ¿Pero simplemente callarse un rato para qué? ¿Qué se quiere expresar así? ¿Respeto? ¿Un respeto pasivo y antinatural cuando lo que procede es un gesto visible o audible de dolor? ¿Acaso ante la muerte de un ser querido nos quedamos quietos y callados unos minutos como muestra de cariño a los familiares? Lo normal es darles un beso o un abrazo, o decirles lo que sentíamos por el difunto aunque sea con una frase protocolaria, o rezar juntos o en solitario un Padrenuestro, o llamarles por teléfono a ver cómo están. ¿Y nos quedaríamos silenciosos e inmóviles como espantapájaros tras el homicidio de alguien a quien queremos, o, al contrario, expresaríamos nuestra ira o nuestra pena de una forma más humana?

Pues por eso no entiendo que tras un atentado de ETA o una hecatombe con numerosas víctimas, la gente se preste a demostraciones tan artificiales como el pagano minuto de silencio, que sería lo último que se les ocurriría hacer ante una desgracia propia o de alguien de su círculo íntimo.

Es innegable que quienes participan en estos saraos de bocas cerradas actúan con buena intención, pero no puedo evitar una fuerte repugnancia hacia los organizadores por su cursilería y sensiblería laica. Mi asco se multiplica cuando quien propone el minuto es un supuesto católico, pues parece que le preocupa más la susceptibilidad de los agnósticos que defender el derecho de los creyentes a rezar delante de todos sin tapujos ni vergüenzas. Reconozco que cuando veo una escena de estas, con cientos de personas mudas e inertes como estatuas inconmovibles, me dan ganas de agarrar un megáfono y animar a todo el mundo, como diría un comentarista del desaparecido blog de Suso, a cantar fuertemente la Salve. Y al que le pique, que se rasque.

Más sobre "religión civil" en La pluma: Una boda por lo civil

17 comentarios:

Herejes sin Fronteras dijo...

Sr. Neri, he leido su comentario y me ha parecido muy interesante.
Redirigido aquí desde "El rebuznómetro" encuentro sus comentarios muy apreciables de leer.
Espero me permita participar en el (suelo hacerlo en verso aunque no sea hoy así)y continuar disfrutando de la lectrua
Un saludo

El tío Chafachorras

Herejes sin Fronteras dijo...

Por cierto,(este comentario es lógico que lo borre usted, no por maleducado sino por intrascendente) queda usted invitado a visitar el mío (el tio chafachorras return) donde quizás no siempre concordando con las ideas de los demás pero siempre políticamente incorrecto comento yo la actualidad del mundo y si le place unirlo a sus blogs amigos con lo que me sentiré muy honrado

Saludos de nuevo

Aprendiz dijo...

Al Neri,

diría mucho de ti si fueras capaz de reprimir ese impulso que te lleva a pinchar cada vez que hablas de San Josemaría, sobre todo cuando el tema va ir por derroteros diferentes a su persona.

En cuanto al tema central estoy totalmente de acuerdo y sinceramente, aunque también entiendo ese deseo de la gente de tener un gesto con las víctimas, resulta ridículo ver a un montón de gente callada durante un rato mirando el reloj para ver cuanto queda.

Al Neri dijo...

No trato de pinchar a nadie, amiga Aprendiz, sino de constatar un hecho histórico muy a cuento del tema del post. Si usted tiene argumentos que demuestren que Escrivá no bailó (en este tema) al son político que le convenía, expóngalos. Le recuerdo que he hablado bien de la figura de San Josemaría en varias ocasiones.

Anónimo dijo...

Buenas! Podría jurar que visitado tu blog antes, pero
después de navegar a través de él viendo algunos de los post me di cuenta de que es nuevo
para mí. De todas formas , estoy contento de haberme encontrado con esta página.
La pondré en mis marcadores para volver de nuevo !


Feel free to surf to my web blog: ecologia

Carlos T. dijo...

En el fútbol es muy habitual lo del minuto de silencio antes de empezar el partido, por la razón que corresponda en cada ocasión. Lo que es sorprendente es que a la vez que piden el silencio, por megafonía suena el Ave María de Schubert, o similar.

Coño, ¿no será más espectacular ver a 80.000 personas calladas, sin necesidad de musiquitas que distorsionen ese silencio?

Y por otro lado está lo del minuto, porque últimamente son de 30-35 segundos.

Anónimo dijo...

Hablando de silencio y de san josemaría... ¿Qué hay de Susto? ¿Le han puesto otra demanda o algún problemilla de estos? Esta vez ha sido sin avisar...

Anónimo dijo...

A Suso lo han demandado???

J dijo...

Señor Tuñón, yo creo que el tema de la musiquita en los minutos de silencio en los estadios es un intento de no sentirse demasiado gilipollas. Porque es gilipollesco un minuto de silencio si no es aprovechado para rezar por el / los fallecidos. Pero ese intento es baldío, porque los minutos de silencio musicales son todavía más ridículos.

Por cierto, no son sólo los minutos de silencio. Esta mañana he oído que se iba a celebrar un "acto civil" en recuerdo de las víctimas del accidente de tren. En el fondo, eso no es más que un intento de funeral civil y, en mi opinión, la demostración de que incluso el que dice no creer quiere pensar que hay algo más allá de la muerte...

Anónimo dijo...

Ese comentarista del desaparecido blog de Susto es un genio. Se repite bastante, pero no tiene precio el tío. Uno ríe con él hasta llorar sangre....

trija dijo...

Yo no la veo una costumbre tonta. Los ateos tenemos derecho a casarnos, a que nos entierren y también tenemos derecho a mostrar nuestros respetos por los fallecidos sin necesidad de rezar.

C. S. dijo...

Yo tampoco le encontraba mucho el sentido a los minutos esos. Pero creo que manifiestan la necesidad que todos los hombres tenemos de los ritos. Ante el horror del mal parece que un respetuoso silencio se hace imprescindible para enfrentarse a lo absolutamente Otro. Quizá fué el silencio anterior a la oración. Quizá la necesidad de rezar surgió precisamente de la necesidad de estar callado y reflexionar.

El último de Filipinas dijo...

¿Y qué hay de la costumbre de aplaudir al paso de un féretro? Casi es preferible el silencio.

Anónimo dijo...

por intentar ser positivo, una buena idea es cuando hay un minuto de silencio , rezar por los homenajeados en si, y por los pobres que no saben que hacer, quiza algun dia ellos recen tambien y encuentren mas sentido a su vida

Al Neri dijo...

Tuñón, lo del Avemaría de Schubert ya es de traca. Si ya digo yo, mejor sería cantar todos fuertemente la Salve.

Último de Filipinas, aplaudir delante de un féretro es una falta de respeto y una horterada, como aplaudir en Misa (que yo lo he visto)

¡Genial comentario, J! Gilipollesco es la palabra. Lo de los "homenajes civiles" es un invento que a mí no me parece mal siempre que no lo llamen así, porque el nombrecito me parece capcioso, como que se pretendiera resaltar que es un homenaje que huye de religioso. Ya supongo que se les habrá ocurrido a cuatro ateos que ni siquiera representan a las familias.

Trija, dichosos los ojos. Los ateos como usted tienen mil maneras coherentes e inteligentes de mostrar los respetos por los fallecidos sin necesidad de hacer el ridículo con un minuto de silencio que no expresa nada ni sirve para nada.

C.S., reflexión y oración van unidas por pura lógica. Pero si en el minuto de silencio no se ora, ¿sobre qué se reflexiona? ¿No le parece grotesco reflexionar sobre que hayan muerto 80 personas en un tren? No hay nada que reflexionar sobre un tema así. Quien no reza en el minuto de silencio simplemente está callado esperando a que pase el minuto, como dice la señorita Aprendiz.

Anónimo dijo...

Por mi escasa formación religiosa no puedo argumentar desde el punto de vista teologico o litúrgico, ya que soy una persona criada en un país laicista a la que Dios le dio la fe de adulta, y por su gracia y misericordia estoy dando los primeros pasos. Hablo desde lo que siento. Eso de aplaudir en Misa es algo a lo que algunos sacerdotes invitan en ciertos momentos de la celebración, y la verdad que no lo entiendo, no me nace, no lo hago, y no lo haré mientras no lo mande expresamente la Iglesia de forma obligatoria.
No me imagino aplausos en los momentos íntimos de ternura entre un padre y su hijo, ni me imagino a la Santísima Virgen María ni a los Apóstoles aplaudiendo a Nuestro Señor en el momento de su Sacrifico en la Cruz, y tampoco en el reencuentro con Jesús Resucitado.
Sin juzgar a quienes lo hacen, siento que los aplausos son expresiones demasiado frías, distantes, impersonales y fuera de lugar para un momento tan sagrado.

Anónimo dijo...

A una persona que perdió un ser querido no hay quien lo consuele, sólo lo puede consolar Dios. Por eso uno se calla, expresando así está idea. Cuando nos callamos entonces aparece Dios en nuestro corazón. Saludos