Esta primavera y lo que llevamos
de verano me he fijado mucho en los ruiseñores. A pesar de que en teoría el
ruiseñor común (Luscinia Megarhynchos) es una de las aves más populares en
España debido a la belleza de su canto, lo cierto es que no muchos acertarían a
identificarlo ni visualmente ni por el oído. Con este post pretendo contribuir a remediar tal
circunstancia, pues creo que todos los amantes de la naturaleza deberíamos
saber perfectamente que esas notas potentes y armoniosas que nos embelesan cuando
las oímos entre la espesura pertenecen a este simpático pajarillo veraniego del
que todo el mundo habla, hasta la película de Robert Mulligan.
El ruiseñor común es un
paseriforme de apariencia discreta. Ligeramente más grande que un gorrión,
presenta unas partes dorsales de color chocolate,
que contrastan vivamente con un pecho color beige o blanco. Sus rasgos más
distintivos son el tono rojizo de la cola y del obispillo, y un pico enorme,
que abre como un buzón de correos mientras interpreta sus partituras.
Su canto, por supuesto, es
inconfundible con el de cualquier otra ave. Primero por su volumen, que parece
impensable en un pajarín de 17 centímentros; se oye a una distancia increíble. Y
segundo por su riqueza de registros, que incluye trinos, series de pocas notas,
distintos tipos de gorgojeos, cambios de ritmo y hasta un curioso gemido que
siempre saca de dudas sobre el origen de los trinos y que puede apreciarse
entre los segundos 12 y 15 del vídeo. Precisamente esta melodía tan intensa y
poco monótona es la que ha dado fama al ruiseñor, que se libra de ser un pájaro de jaula por su dieta insectívora (excepto al final del verano, que también
come bayas). Resulta muy curioso también cómo el Luscinia Megarhynchos canta
indistintamente de día y de noche.
Llega puntualmente a la península
(salvo al norte) nada más comenzar la primavera y se larga de nuevo a África a
finales del verano o principios de otoño, alegrándonos el oído más de cuatro
meses. Su hábitat típico son los sotos ribereños o el monte muy húmedo, donde
anida en el suelo.
Se trata de un ave muy abundante pero
tímida y difícil de avistar. Se localiza bien por el canto pero verla ya es
otra cosa. Aunque en la época de cría los machos (que son iguales que las
hembras) suelen cantar desde alguna rama alta y visible, se esconden en la
maleza a la menor aproximación. Con paciencia y unos prismáticos puede llegarse
a observar bien en las orillas de ríos, canales o acequias en los meses de mayo
y junio.
Confío en que a partir de ahora
este pájaro, tan presente en nuestra cultura, nos resulte a todos mucho más
familiar aunque sea al escucharlo entre las zarzas sin tener ni idea de por dónde
anda.
domingo, 7 de julio de 2013
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
5 comentarios:
Yo, a los pájaros prefiero tratarlos,(con cianuro a poder ser).
¡Así que éste es el aspecto que tiene ese granujilla! Hay uno que veranea en el jardín de mi madre, pero jamás hemos conseguido verlo. Pero de los pájaros canoros el más espectacular me parece que es este:
http://www.youtube.com/watch?v=qGj_F8UdTjQ
A mi es que el cantos de estas aves me recuerdas a la "Die Zeit die tag und Jarhe macht BWV 138a" de Johann, lo he reconocido inmediatamente aunque verdaderamente lo que subyuga mis amaneceres es el sotto vocce del "Tolondro", un ave maravillosas capaz de aparearse en pleno vuelo a pesar de los embates del vientos que fallece de forma fulminante tras el coitos. Es tan romántico. Me encantan los pajaritos.
...ya se sabe lo que dicen los chicos de Red Bull...en determinados momentos, volar..."te da alaaaaasss"
Publicar un comentario