jueves, 10 de enero de 2013

INFLUENCIA


Nuestra forma de pensar y las decisiones que tomamos están condicionadas por nuestras experiencias vitales, por nuestro entorno y por nuestras circunstancias, pero también, y sobre todo, por las personas con las que tratamos con más asiduidad. Sin embargo es evidente que no todas las personas de nuestro círculo cercano ejercen el mismo nivel de influencia sobre nuestro comportamiento. De hecho, el ascendiente que un individuo pueda tener sobre nosotros no guarda tanta relación con el nivel de intimidad que nos une a él como con su carisma o su personalidad magnética. Hay gente con mucha capacidad de influir en los demás y otra que ya puede decir misa, que a todo el mundo le entra por un oído y le sale por el otro.

Al tratar hoy este tema no me refiero tanto al influjo que los adultos ejercen sobre los niños en sus primeros años de vida (que es lógico y forma parte del proceso de sociabilización), sino al que se da entre personas mayores con la personalidad, al menos en teoría, suficientemente formada. Hablo del peso que las opiniones de una madre, de un amigo, de una novia, de un cónyuge, de un jefe, de un político, de un escritor o de un bloguero, pueden tener en el comportamiento de un hombre o una mujer hechos y derechos.

Nunca me he considerado influyente ni mucho menos. Mi personalidad no destaca especialmente y, aunque algunos no lo crean, en mis relaciones personales me preocupa mucho respetar la libertad del prójimo excepto cuando colisiona frontalmente con la mía. Es cierto que en el pasado he sido una persona muy apasionada, de verbo encendido y afán proselitista, y que he tenido a mi cargo el adoctrinamiento de muchachos casi adolescentes, sobre los que se supone que alguna huella habré dejado, espero que para bien. Pero ni siquiera en aquellos tiempos de la cruz y la espada llegó mi celo a vulnerar la intimidad o la libertad ajenas, y de hecho siempre me negué a insistirle a alguien más de dos veces (por teléfono, por ejemplo) o a utilizar estratagemas que consideraba y sigo considerando sectarias, sobre todo si estaban el juego el dinero, la seguridad física, el tiempo de estudio o el futuro de los chavales.

Sin embargo, de un tiempo a esta parte vengo observando, a veces orgulloso pero muchas veces incómodo, que he influido e influyo en algunas personas más de lo que nunca me había imaginado. Me he dado cuenta de ello fijándome en pequeños detalles, como por ejemplo la preocupación excesiva que determinada gente muy cercana a mí tiene por mi opinión sobre ciertos aspectos de su conducta, el cambio de criterio de algunos tras hablar conmigo de determinados temas, la forma de trabajar de algunos compañeros ajustándose a lo que no era más que un simple comentario mío totalmente opinable, o –por qué no decirlo- la obsesión de algunos lectores de La pluma viperina por lo que escribo o dejo de escribir.

Mi sensación se ha acrecentado en los últimos tiempos a raíz de un par de sucesos un tanto desagradables que me han hecho preguntarme por qué a veces no cerraré la boca y dejaré de dar charletas a la gente.

Para evitar malentendidos, me gustaría subrayar que esta influencia a la que me refiero es puntual y con un número muy reducido de personas, pero me ha sorprendido e inquietado de algún modo darme cuenta de ella.

Hay en mí una contradicción que nunca he sabido explicarme, y es que por una parte soy defensor acérrimo de un Estado intervencionista que regule activamente los diferentes aspectos de la vida social y económica de la nación, es decir que predisponga, y no poco, el devenir diario del común de los ciudadanos, y por otra me incomoda influir personalmente en ciertos comportamientos de las personas que me conocen. Mi ego a veces se envanece cuando me percato de que se hace lo que yo digo o de que se aplauden mis posturas, pero cuando la cosa va más allá, cuando hay quien toma decisiones importantes condicionadas por mi actitud presente o pasada, quien estudia la oposición que yo le aconsejo, quien se calla sus opiniones en mi presencia, quien hace lo que yo pienso solo por recibir mi aprobación o quien me inunda de emails sobre las ideas expresadas en el blog, entonces no me siento tan a gusto y me da miedo que alguien se estrelle o sea infeliz por culpa de mis discursitos, que los resortes de una vida ajena a la mía estén supeditados a lo que dije un día vete tú a saber si con mucho criterio.

Es importante evaluar la posible influencia que tenemos sobre nuestros seres queridos o sobre la gente en general, y actuar con responsabilidad. Se duerme mucho mejor por las noches.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

¡oh! ¿no lo dirá usted por mi? porque sepa usted que no me leo la mitad de las entradas, al menos completas, unicamente lo reseñado en negrita :))

Señor Neri, siéntase orgulloso, yo sé que le incomodan los halagos, pero es que además de ser ciertos, son para compensar. ¿o no es mejor acaso a que le pateen a uno el culo? porque de otro modo voy a empezar a creer que es usted "masoca".

Siempre somos una influencia para alguien, quizá sea eso lo que nos hace ser más cuidadosos en nuestro comportamiento.
Además sus lecturas siempre han sido más susceptibles de una crítica que de mil halagos así que, cuando los recibe, disfrútelos, siéntase orgulloso y no le de tantas vueltas. Si al fin y al cabo no creo que nadie vaya a cambiar de opinión después de leerlas; eso sí sobre pájaros y otras cosas, va a aprender un montón ;))

Aprendiz de brujo dijo...

Cierta persona un día me dijo, a modo de cita, que tenemos la obligación con nuestra conducta de ser un buen ejemplo o una espantosa advertencia.
Tu eres un muy buen ejemplo en muchas cosas:integridad, constancia, trabajo, honradez, inteligencia, amor por la lectura, la música, la conversación...De otros aprenderán cosas peores a nivel personal.
En el plano ideológico tendrías que capar tu nostalgia por tiempos que yo considero infames. Y el valor un tanto trivial que bajo mi punto de vista le das al uso de la fuerza armada.
Yo opté por la segunda opción.

que dificil la vida sin ti dijo...

Querido Al: La entrada de hoy me ha parecido magnífica y estoy plenamente de acuerdo con nagore en que usted debe de tener una actitud abierta a los elogios que recibe porque no me diga - no me lo creo - que usted no discierne cuando se los merece.
Bien.
Yo he sido, por desgracia, víctima de una organización sectaria y la gente "líder, magnética o atrayente" me horripila. Detrás de un gurú hay siempre dos cosas: pasta y egolatría. Y muchas veces no son abanderados de nada, solo dementes a lo Capitán Araña, narcisistas destructivos con la ingenua estulticia de sus seguidores.
No le veo yo en ese papel, por supuesto. ¡Aquí iba a estar yo si no!
Un abrazo
Asun

tomae dijo...

...Yo antes de entrar en la pluma me sentía un poco "pequeño saltamontes" porque usted parece serio y un poco seco (únase a ello el uso que ya he visto comentado del tratamiento del usted) De todas formas puedo asegurarle que a medida que se "viperiza" mi teclado noto como en esa distancia provocada por su seriedad aparente hay un punto de humor del que puedo asegurarle puede ser un buen foco de atracción. No me mal interprete pero a veces me da por pensar que usted podría ser un "cachondo mental" lo que ocurre que por motivos de timidez o por pura estrategia no nos quiere mostrar.

Es mi opinión de " pequeño saltamontes" quizá el Maestro Cai Yujian podría mostrarme el recto camino de las personas, personalidades y magnetismos ...

Un Saludo.

Ramiro Semper dijo...

Recuerdo que cuando, años ha, comencé a leer La Pluma Viperina, pensé que se trataba de uno más de esos blogs intrascendentes y reaccionarios con el que algunos derechistas ociosos intentan lucir ingenio abundando en los lugares comunes del liberalismo más egoísta y de la carcundia más antipática. Pronto me di cuenta de que bajo el seudónimo del sicario mafioso se encontraba una inteligencia aguda con un punto de vista original y crítico. El blog tenía, además, un punto de mordacidad e ironía que lo hacían doblemente atractivo. Así que, a pesar de no compartir siempre lo expuesto en sus artículos (me jode llamarlos "posts"), me aficioné a su lectura y, creo que, como es lógico, me ha influido en mayor o menor medida. Es inevitable, Sr. Neri, que en una blogosfera apolillada, inane y tópica, LPV destaque y tenga la influencia que tiene entre sus lectores. Y eso es bueno, no se agobie.

Anónimo anónimo dijo...

La pluma viperina influye porque explica de forma clara los acontecimientos históricos, las noticias de actualidad, los libros o las películas pero también siempre interpretando todo lo que explica de forma que el lector queda obligado a reflexionar, a tomar partido a favor o en contra de lo que La pluma dice.
Yo definiria este blog como el menos objetivo que conozco pero a la vez el más independiente pues no se casa con ningún partido.

Anonymus dijo...

La Pluma Viperina me gusta...
La Pluma Viperina me entretiene...

...y yo les digo contento
¡hasta la semana que viene!



¡¡¡Qué buena estás Carolina!!!

Capitan Trueno dijo...

A mi lo que mas me ha atraido de este blog desde que comenze a leerlo hace un par de anhos fue ese caracter que tienen los articulos del Sr. Neri (y otros administradores) un tanto filosofico, critico pero con humor campechano que le dan a los temas que abordan, que son de lo mas comun en la vida de cualquier persona -incluso aquellos que parecen de lo mas inverosimil.

Aparte de una ecuanimidad y respeto dificil de ver en otros foros, el sentido comun y un cierto humor britanico son lo mas atractivo en La Pluma, y, en mi opinion, esas son las dos caracteristicas que hacen de este foro algo grande.

Virginia dijo...

Me uno a Tomae en la opinión, y a nagore en el hecho de que nos guste o no, en algún momento de nuestras vidas, todos somos una influencia para alguien. Pero creo (o confío) en que muy poca gente va a cambiar de opinión por leer la suya, Sr. Neri. Y tal y como está el mundo debería darle más miedo que alguna de esas personas se plante un día a la puerta de su casa (o le robe el blog) que "que se estrellen o sean infelices por sus discursitos".

Duerma bien.

Carolina dijo...

Yo tambien pienso como Virginia, Sr.Neri.

P.S. ¿has visto qué bonito Petete? ya somos como Starsky&Huch, Simon&Garfunkel, Epi y Blas... Tom y Jerry...:)