viernes, 14 de diciembre de 2012

MERCENARIOS

¿Debe un ginecólogo provida practicar interrupciones del embarazo si le asignan esta tarea en el hospital público donde trabaja? ¿Debe un católico riguroso, gerente de una empresa, suministrar material a una fábrica de preservativos? ¿Debe un sargento participar en una guerra que considera injusta si le destinan a ese conflicto? ¿Debe un policía nacional disolver a porrazos o a pelotazos de goma una manifestación con la que está totalmente a favor? ¿Debe un patriota español trabajar en la Administración de un gobierno autonómico nacionalista? ¿Debe una persona ejercer como funcionario público, y aplicar leyes y ejecutar políticas con las que está en profundo desacuerdo? ¿Debe un activista en contra de la explotación laboral aceptar un empleo en una compañía que haga currar doce horas diarias a niños del Tercer Mundo? ¿Debe un periodista escribir en un medio de comunicación que difunda contenidos o publicidad contrarios a sus más íntimos valores? ¿Debe un vegetariano trabajar de contable en una empresa de productos cárnicos? ¿Debe una persona honrada ser comercial de un producto o servicio del que conoce su baja calidad o sabe que es una estafa? ¿Debe un empleado público aceptar un cargo de asesor de un equipo de gobierno con cuya ideología no comulga? ¿Debe un profesor al que repugna el vigente sistema educativo dar clase en un instituto?

¿Es necesario creer firmemente en el trabajo que desempeñamos para no ser unas vulgares putillas?

¿Cuál es el límite entre los lógicos desacuerdos que uno pueda tener con la empresa donde trabaja y ser un auténtico mercenario sin dignidad, vendido por un plato de lentejas (o por un sueldazo), haciendo lo contrario a lo que se piensa?

¿Dónde está la frontera? ¿Hasta dónde se puede tragar realizando funciones o prestando servicios que nos parecen engañosos, inmorales o, de cualquier modo, incompatibles con nuestros principios?

¿Es ético firmar un contrato de trabajo que nos repatea por todo lo expuesto si necesitamos el dinero para mantener a nuestra familia o, por el contrario, debemos preferir pasar apuros antes que claudicar y vendernos?

¿Os sentís todos coherentes trabajando en lo que trabajáis? ¿Creéis en lo que hacéis?

7 comentarios:

Aprendiz de brujo dijo...

Neri, me parece un post sencillamente espectacular. Creo que el medio escrito se queda corto para una disyuntiva de tanta enjundia.
Muy bueno,amigo. Muy interesante.
Esto invita a una conversación de horas,- gintonic en mano.

sefo dijo...

Lo importante es la conciencia de cada cual, hay gente más escrupulosa y más flexible. Puede que ser flexible o bien escrupuloso en exceso sea malo pero cada cual tiene sus razones y mantener a una familia me parece una razón bastante poderosa para tragar con más de lo que te gustaría.

Capitan Trueno dijo...

Interesante hilo.

Yo creo que depende. por ejemplo, un cristiano consecuente con su Fe nunca deberia trabajar en "trabajos" como prostituta si es mujer o portero de puticlub o vendedor en una sex-shop si es hombre.

Dicho lo cual, hay diversos grados de aceptacion de un trabajo segun las necesidades (alguien con un Master, trabajando de reparte-pizzas, por ejemplo), o de la capacidad de adaptacion de cada uno (un historiador trabajando de maestro de lectura en primaria).

Lo mas importante no es trabajar donde uno le gusta (situacion ideal que disfrutan quiza un 2-3% de los mortales), sino aprender a gustar de aquello en lo que trabajas, haciendolo lo mejor posible y sin poner en peligro los principios de uno.

Jareb dijo...

Bueno, siempre queda la excusa de decir que se está haciendo de quintocolumnista en ese centro de trabajo, como el clásico prisionero de guerra que entorpece más que trabaja.

alco dijo...

A las dos preguntas que hace, si y si.
No hago nada que sea incoherente conmigo mismo. Hay actividades más o menos incómodas, pero no entran en contradicción con mis valores. Simplemente yo lo haría de otro modo, eso es todo.
Lo que sí es cierto es que algunas normas las acatamos pero no las cumplimos. Cuando aparece el inspector de educación, ya estamos habituados a mostrarle nuestra aldea Potemkin para que haga un buen informe. El sabe perfectamente que no le mostramos la realidad, pero tampoco quiere complicarse la vida. Me refiero a que la mayoría de nuestras clases se imparten en español, no en catalán, ya que nuestro alumnado (multinacional) ya tiene bastantes dificultades con la materia propiamente dicha.
En algunos aspectos hay un mundo real y uno virtual, que es el oficial. A veces me recuerda las películas ambientadas en la antigua Alemania Oriental, "la vida de los otros" o "goodbye Lenin".

Anónimo dijo...

Respecto a todas las preguntas que has hecho, sólo te responderé a una, y es la de los militares:
«¡Disciplina!..., nunca buen definida y comprendida. ¡Disciplina!..., que no encierra mérito cuando la condición del mando nos es grata y llevadera. ¡Disciplina!..., que reviste su verdadero valor cuando el pensamiento aconseja lo contrario de lo que se nos manda, cuando el corazón pugna por levantarse en íntima rebeldía, o cuando la arbitrariedad o el error van unidos a la acción del mando. Esta es la disciplina que os inculcamos, esta es la disciplina que practicamos. Este es el ejemplo que os ofrecemos. »

Anónimo dijo...

..."sacrificando lo más sagrado, la propia vida"

¡Grande!