Conocida es la frase popular que afirma aquello de que no existen las mujeres feas sino las copas de menos. Seguramente, el borrachín que acuñó el dicho por vez primera no había tenido la desgracia de contemplar la fealdad sin par de nuestra señorita VicepresidentE del Desgobierno (lo suyo no se arregla ni con toda la cosecha anual de la Ribera del Duero); pero creo que muchos hombres podemos dar fe de lo acertado del refrán; algunos, innegablemente más avezados en crapulosas cacerías nocturnas, con mucha más certeza que el inocente pipiolo que estas líneas rubrica.
Pero no es mi intención dedicar esta entrada a los efectos que alcohol produce en la capacidad de los hombres para admirar a las mujeres. Más bien, querría centrarme en los muy saludables efectos que unas copas, algunos chupitos o, incluso, algunas cervezas -bebidas en vaso, por supuesto- producen en las féminas. Y no me refiero a los estragos que puede llegar a causar en un mujer el exceso de bebida, ni siquiera puntual, pues opino que el repugnante aspecto y proceder del beodo profundo se ve multiplicado lastimosamente en una mujer. Esto sin tener en cuenta que, como norma general, una chica se emborracha con la mitad de bebida que un hombre del mismo tamaño.
Sin embargo, alguien medianamente observador y fascinado por la belleza femenina creo que no podría llegar a discutir cuantísimo mejora el color de las mejillas de una mujer tras ingerir ésta un par de chupitos de alguna mezcla dulzona y suave del estilo al Disaronno con Granadina; o cómo sus labios se vuelven más carnosos, sonrosados y dulces tras un combinado de Licor 43 con naranja. Incluso el pelo parece volverse más suelto y brillante después de un Ponche con lima; y los andares son más gráciles, los pechos más túrgidos y la sonrisa más alegre, insinuante y picarona si se acompañan de unos mojitos. ¿Y qué decir de su cariño y su generosidad tras unos refrescantes tragos de lo que en Castilla llamamos limonada y, en tierras más cálidas, sangría?
Y es que no se puede comparar a Loreal con Baco.
Pero no es mi intención dedicar esta entrada a los efectos que alcohol produce en la capacidad de los hombres para admirar a las mujeres. Más bien, querría centrarme en los muy saludables efectos que unas copas, algunos chupitos o, incluso, algunas cervezas -bebidas en vaso, por supuesto- producen en las féminas. Y no me refiero a los estragos que puede llegar a causar en un mujer el exceso de bebida, ni siquiera puntual, pues opino que el repugnante aspecto y proceder del beodo profundo se ve multiplicado lastimosamente en una mujer. Esto sin tener en cuenta que, como norma general, una chica se emborracha con la mitad de bebida que un hombre del mismo tamaño.
Sin embargo, alguien medianamente observador y fascinado por la belleza femenina creo que no podría llegar a discutir cuantísimo mejora el color de las mejillas de una mujer tras ingerir ésta un par de chupitos de alguna mezcla dulzona y suave del estilo al Disaronno con Granadina; o cómo sus labios se vuelven más carnosos, sonrosados y dulces tras un combinado de Licor 43 con naranja. Incluso el pelo parece volverse más suelto y brillante después de un Ponche con lima; y los andares son más gráciles, los pechos más túrgidos y la sonrisa más alegre, insinuante y picarona si se acompañan de unos mojitos. ¿Y qué decir de su cariño y su generosidad tras unos refrescantes tragos de lo que en Castilla llamamos limonada y, en tierras más cálidas, sangría?
Y es que no se puede comparar a Loreal con Baco.
9 comentarios:
Sencillamente, muy sensual Sr. Subdirector del Banco Arus.
Tan solo reprochable su comentario sobre el efecto de la bebida en las mujeres (algunas aguantan mas que un hombre del soble de su peso).
Sin más, un afectuoso saludo de una mujer que no se maquilla.
jajajaja Subdire yo creo que ves todas esas cosas en las mujeres por el motivo con el que empiezas la entrada, el exceso de copas... ;)
Sólo estoy de acuerdo contigo en la sonrisa, pero más que insinuante y picarona, diría más bien que es más exagerada y bobalicona.
Subdirector - Ante ese último párrafo, me quito el sombrero ... y tomo nota. Thanks!
En lo de las turgencias y demás no me he fijado mucho, pero lo de la cara sí lo he podido observar alguna vez. Pero pocas, pues el "punto de equilibrio" en una mujer es muy difícil de lograr y suelen caer en el deplorable estado etílico que mencionas en el segundo párrafo o bien sufrir un bajón repentino ("quiero irme a casa"), con lo que la simulada belleza dura poco. Y es que con el alcohol pasa como con la fama o los éxitos deportivos, que lo difícil no es llegar, sino mantenerse.
Saludos
¡pero bueno!¡otra mariconada! Las mujeres son y están para lo que están y son y dejaros de baratas poesías afeminadas sobre ellas. Hasta para hablar de mujeres parece esto el círculo de recreo sarasa.
Buenas!
Sr. Subdirector, ¿que hay entonces de las señoras que no se pintan o apenas lo intentan?, por eso dejan de ser menos señoras, o mejor en su caso, señoritas.... Y otra pregunta mucho mejor, ¿que hay de las que no usan joyería ni mucho menos bisutería? LLegados a este paso ya le he dado alguna pista, pero me gustaría que opinara...
Atentamente
JAJAJAJAJAJA. Más que una pista, varias.
Que hagan lo que quieran, ¡estaría bueno! Pero es como todo. A mí me atraen las mujeres que se pintan y esas cosas de la misma forma que supongo a usted le atraigan más los deportistas que los barrigudos cerveceros sin lavar.
Y al final este blog se va a llamar la pluma viperina o lo que sea por algo..........
Así que su truco es emborracharlas,¿eh, Subdire? Menudo bribón.
A mi me parece de pésimo gusto que las mujeres (y los hombres) se pasen bebiendo alcohol, pero desconfío de los abstemios radicales.
No me había fijado mucho en lo de los coloretes cuando beben. Lo único, me ha contado un amigo que cuando empinan el codo se dejan más...
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