lunes, 26 de septiembre de 2016

EL DONATIVO DEL DOMUND




Gerardo es un chico de nobles sentimientos y comunión semanal que escucha mucho y abre poco la boca, y las contadas veces que interviene, entre sorbo y sorbo de Bitter Kas, es para hablar, con su soniquete un poco curil, de su mujer y de sus tres princesas, o para relatarnos las anécdotas que le acontecen en la oenegé, con esas familias gitanas, rumanas o marroquíes a las que atiende sin falta todos los jueves por la tarde. Gerardo tiene mofletes de querubín y gafas jesuíticas con la montura al aire. Tarda diez minutos en contar una cosa que debería caber en dos frases, pero todos le queremos porque es un buenazo.

Ayer en la tertulia se habló de la infidelidad, pero Gerardo no estaba. El eje del debate era dilucidar si al infiel conyugal se le presiente por su picardía, por sus antecedentes e incluso por su careto, o en realidad cualquiera, incluso el que menos te imaginas, puede ser un corneador en potencia. Contra la opinión general, yo defendía esta segunda postura:

– Cuidadito con las apariencias, que hay mucho macho-man y mucho bocazas que después no haría daño ni a una mosca, y padres de familia perfectos, santurrones de vida edificante, que las matan callando y tienen un lío por ahí...

Pero la mayoría me decía que ni hablar, que evidentemente hay un margen de error, pero que todos podríamos diagnosticar con bastante exactitud quiénes de nuestros conocidos caerían rápido en tentación y quiénes ni siquiera se enterarían de si les están tirando los tejos, tan centrados como están en su familia, en su trabajo y en sus cosas.

La discusión se prolongó casi veinte minutos y mis contrincantes no cedían por mucho que yo les repitiera el manido refrán: De las aguas mansas, líbrame, Señor, que de las bravas me libro yo. Pero ya Quique se hartó y con sus resoplidos y muecas tan expresivas, y arreando un buen palmetazo a la barra, que casi nos vuelca las consumiciones, me espetó:

¡Que no, Neri, que no! Que entro yo de sorpresa en casa de Gerardo y me lo encuentro en la cama con una negra desnuda y de verdad que me pienso que le está dando el donativo del Domund.

6 comentarios:

Nago dijo...

¡Qué bueno! Tendría que dedicarle a su amigo aquello de "mejor comentario de la semana"... porque está anécdota es insuperable.

Qué ingenuidad. Como mujer se lo digo.

Como con refranes estamos, aquí le dejo otro: nunca digas de este agua blablabla, ni este cura no es mi padre.

Me ha encantado releer el post enlazado. Qué tiempos... Lo que me he reído después de éste.

Feliz semana a todos ustedes, señores.

;);););)

Nago dijo...

P.d. algunos simplemente son fieles porque son más feos que picio y no han tenido ocasión. No tiene mérito.

Amar a quien has elegido de manera consciente, inteligente y con todo tu corazón, debería ser suficiente.

Al Neri dijo...

¡Hola, Nago!

Desde aquí todos mis respetos a Gerardo.

La segunda frase de su segundo comentario no sabría cómo interpretarla. Parece una rendija abierta a la infidelidad física siempre que se sea fiel con el corazón... y eso es una cochinada, oiga.

Nago dijo...

Pues nada más lejos... He debido expresarme muy mal para que usted haya entendido eso.

Al Neri dijo...

Usted perdone. Me alegro de mi error :-)

la lozana andaluza. dijo...

Infiel puede ser cualquier hombre.Basta que se le presente la ocasión.Ojo y la mujer también aunque a nosotras nos tiene que gustar mucho el hombre somos mucho más elitistas que vosotros