viernes, 15 de abril de 2016

CACICADAS


Solemos quejarnos continuamente de la clase política, de su corrupción, de sus abusos de poder, pero nunca admitimos que, a pesar de todo, hay aspectos del comportamiento de nuestros gobernantes que han mejorado mucho en las últimas décadas. De verdad que no estoy de coña. Reconozco que a veces solo han sido mejoras de carácter estético, por decirlo así, pero en cualquier caso necesarias y muy de agradecer, teniendo en cuenta la actitud caciquil y chulesca que, sin recato alguno, ha demostrado durante siglos la mayoría de los políticos españoles.

Vamos a retroceder en el tiempo, aunque solo un poco. Año 1988. José María Aznar López es el Presidente de la Comunidad de Castilla y León y tiene su despacho en la sede de la Junta, en el Colegio de la Asunción de Valladolid. Los empleados públicos que trabajan en el complejo de edificios que rodea el Colegio le ven muy poco; solo algún día suelto, a lo lejos, bajando del coche oficial. Sin embargo Aznar tiene la costumbre de desayunar, una o dos veces al mes, en la cafetería de la Consejería de Presidencia y Administración Territorial, que le pilla a dos pasos. Suele bajar con uno o dos acompañantes, normalmente algún consejero o una visita. No escamotea sonrisas dentudas ni gestos con la mano para saludar a los humildes funcionarios que están tomando café en la barra y se vuelven, expectantes, cuando lo ven llegar con su pequeño séquito encorbatado.

El desayuno de Aznar en la pequeña cafetería, la única en toda la zona y gestionada por una empresa en régimen de concesión, es un ritual ya conocido y no por ello menos dantesco. El establecimiento a esa hora está abarrotado y la gente se arracima en la barra para pedir su tostada o su pincho de tortilla, pero cuando aparece el bigotes muchos se apartan respetuosamente para dejarle espacio. Las tres camareras están a tope, estresadas, pero lo dejan todo al instante para acudir, literalmente corriendo, a servir al Presidente y a sus acompañantes. Dejan tazas de otros clientes a medio llenar, zumos a medio exprimir y la tostadora echando humo. Algunos se quedan con la mano extendida para coger la vuelta y cara de pasmados. Los que llevaban cinco minutos haciendo cola se tienen que esperar.

  ¡Buenos días, presidente!

Las tres chicas se colocan frente a él, secándose nerviosamente las manos con un trapo, casi en posición de firmes. Aznar bromea un rato con ellas, riéndose como un conejo, y luego pide un café solo, como siempre. Tras servirle entre todas, se retiran poco a poco, caminando hacia atrás, y siguen con su tarea aunque mucho más despacio, mirando todo el tiempo a los gerifaltes por si necesitan cualquier cosa.

En 1988 todo el mundo consideraba de lo más natural una escena como esta. En cambio en 2016 nos parece inadmisible. Nuestra percepción sobre la conducta de los políticos ha cambiado tan radicalmente que hoy resulta inimaginable que un ministro, un presidente autonómico o el alcalde de una capital de provincia se cuele en la barra de un bar y consienta una arbitrariedad tan flagrante de los camareros. Puede que hagan cosas mucho peores, pero esa no. Puede que ahora solo guarden las formas, pero es que las formas también tienen su importancia y desde luego la ciudadanía tiene derecho a que se guarden, ya que lo contrario implicaría un insulto a la cara.

Por supuesto que en 2016 los profesionales de la política siguen perpetrando cacicadas de toda índole, pero si algo hemos ganado –y a mí no me parece poco– es que ahora las tienen que hacer a escondidas y de forma vergonzante, cuando hace no tantos años era tal su falta de respeto hacia la gente “de a pie” y tan asumida tenía la sociedad ciertas injusticias y desigualdades, que ni siquiera se molestaban en disimular. 

3 comentarios:

Soy nazi. dijo...

No ha cambiado nada, simplemente los políticos se han cutrerizado y ya ni siquiera se molestan en dar una imagen de estatus clasista cuando no les conviene. Lo que si ha ido a más es la corrupción, y es que este sistema la promueve.

Al Neri dijo...

Es posible, nazi, que sea como usted dice. Doy por sentado que un gesto de cara a la galería, pero pienso que el hecho de que se molesten en disimular dice algo a favor de los cambios de las últimas décadas.

Zorro de Segovia dijo...

a ese ritmo de cambio, tendremos políticos decentes en el año 2.650