Antaño los milagros eran otra
cosa.
Según los Hechos de los Apóstoles, San Pedro, en vida, resucitó a una mujer. San Francisco Javier hizo lo propio en la India con un cadáver masculino. Santa Teresa de Jesús consiguió que floreciera un almendro seco. San Francisco de Asís acarició y amansó a un lobo rabioso. San Antonio de Padua llamó a todos los pájaros de la comarca y los encerró en una habitación para que no malograran el huerto de su padre. San Benito recompuso un jarrón hecho añicos (¡y no había Loctite!), multiplicó hogazas de pan y sacó sin un rasguño de los escombros a un albañil aplastado por un edificio. San Ignacio protagonizó portentosas curaciones de enfermos graves. Santo Domingo devolvió la vista a varios ciegos y la vida a un gallo y a una gallina asados.
Pero los milagros que acepta ahora la Iglesia para beatificar o canonizar a alguien parecen de coña. Últimamente los papas se conforman con cualquier cosa y les basta la ambigua declaración de una panchita o de algún religioso (de la orden fundada por el aspirante a santo, por supuesto) asegurando que encomendaron al difunto la sanación de un enfermo de no sé qué dolencia que no queda nada claro que fuera irreversible.
Como muestra el botón de la beatificación de ayer de Monseñor Álvaro del Portillo, cuyo milagro ha consistido, por lo que parece, en la recuperación de un bebé chileno de los problemas cardíacos sufridos durante una intervención quirúrgica, gracias a que su mamá le puso junto a la cama la estampita del ya fallecido Monseñor.
Sí, claro, está tu hijo en las últimas y tú, que eres muy católica, le rezas a uno que ni está beatificado ni nada... ¡habiendo tantos santos de verdad para elegir!
Pues igual que la canonización de su mentor, el flamante Marqués de Peralta, Josemaría Escrivá, que intercedió desde el Cielo para que la tía monja de unos opusimos mejorase de su úlcera gástrica. ¡Espectacular!
Que no, coño, que no. Que parece que con esto de los milagros la Iglesia está de rebajas. Es como si estuviéramos en la puta Semana Fantástica de las santificaciones. Un poco de seriedad, por favor; a ver si nuestros pastores se toman el tema en serio y empiezan a exigir milagros como Dios manda.
Según los Hechos de los Apóstoles, San Pedro, en vida, resucitó a una mujer. San Francisco Javier hizo lo propio en la India con un cadáver masculino. Santa Teresa de Jesús consiguió que floreciera un almendro seco. San Francisco de Asís acarició y amansó a un lobo rabioso. San Antonio de Padua llamó a todos los pájaros de la comarca y los encerró en una habitación para que no malograran el huerto de su padre. San Benito recompuso un jarrón hecho añicos (¡y no había Loctite!), multiplicó hogazas de pan y sacó sin un rasguño de los escombros a un albañil aplastado por un edificio. San Ignacio protagonizó portentosas curaciones de enfermos graves. Santo Domingo devolvió la vista a varios ciegos y la vida a un gallo y a una gallina asados.
Pero los milagros que acepta ahora la Iglesia para beatificar o canonizar a alguien parecen de coña. Últimamente los papas se conforman con cualquier cosa y les basta la ambigua declaración de una panchita o de algún religioso (de la orden fundada por el aspirante a santo, por supuesto) asegurando que encomendaron al difunto la sanación de un enfermo de no sé qué dolencia que no queda nada claro que fuera irreversible.
Como muestra el botón de la beatificación de ayer de Monseñor Álvaro del Portillo, cuyo milagro ha consistido, por lo que parece, en la recuperación de un bebé chileno de los problemas cardíacos sufridos durante una intervención quirúrgica, gracias a que su mamá le puso junto a la cama la estampita del ya fallecido Monseñor.
Sí, claro, está tu hijo en las últimas y tú, que eres muy católica, le rezas a uno que ni está beatificado ni nada... ¡habiendo tantos santos de verdad para elegir!
Pues igual que la canonización de su mentor, el flamante Marqués de Peralta, Josemaría Escrivá, que intercedió desde el Cielo para que la tía monja de unos opusimos mejorase de su úlcera gástrica. ¡Espectacular!
Que no, coño, que no. Que parece que con esto de los milagros la Iglesia está de rebajas. Es como si estuviéramos en la puta Semana Fantástica de las santificaciones. Un poco de seriedad, por favor; a ver si nuestros pastores se toman el tema en serio y empiezan a exigir milagros como Dios manda.
17 comentarios:
La monja de la beatificación de Escrivá se curó de un cáncer por que estaba deshauciada.....el segundo milagro para ser santo se realizó en la curación de un Médico de Almendralejo. En el caso del Beato Portillo Alvaro el milagro fue una parada cardiaca de media hora en un niño y su madre y su padre, sí devotos del Del Portillo le rezaron a él...el médico, no creyente, les dijo que a qué santo le habián rezado. Los mismo que vieron resucitar a Lázaro, cuatro día llevaba y ya olía, unos creyeron y otros fueron a denunciarlo.. me fío de la Iglesia y de sus procedimientos y no le interesa ser especialmente milagrera
Yo solo se que el medico que presidia el Consejo para certificar la autenticidad de los milagros se apellidaba Cortesini
Hablo de cuando Escriva
Cortesini era numerario del Opus Dei
Despues abandono la Obra y se caso con una medico de EeUu...con 65 tacos (el no ella)
De esta beatificacion me llamo la atencion uns cosa respecto a la de Escriva
Aqui midieron mucho quien les observaba
Y lo hicieron AL GUSTO DEL PAPA FRANCISCO
Siempre lo han hecho asi
Pantomima
Mejor así, si rebajan requisitos tenemos más fácil ser santos.
Te dejo un enlace donde pone los pasos para ser declarado santo: http://www.abc.es/sociedad/20130425/abci-santo-201304242047.html
Vamos, que no es que la gente se ponga a rezarle a su difunta tía abuela para que interceda por ellos y la proclamen santa sin más.
Tu post me recuerda a esa gente que dice en cuanto a la crucifixión de Jesucristo, "pues para ser Dios no me parece que haya sufrido tanto".
No sé que esperas que tenga que ocurrir en un milagro, se trata de cosas que no podemos explicar científicamente. Parece como si fueras médico y vieras recuperarse a niños que han sido dados por muertos todos los días.
Yo creo que visto desde fuera el requisito poltergeist es una cuestión a superar, por parte de la iglesia. Si Dios es perezoso para obrar milagros, los humanos ya ni te cuento.
Por poner un ejemplo: los gigantes humanos y religiosos fallecidos a causa del maldito Ébola, no creo que debieran incluir en su humanísimo y ejemplarmente evangélico curriculum la realización de una acción inexplicable para la cincia, antes de ser elevados a los altares.La ciencia es bien jodida, además. Y a veces, da explicación unos siglos después a hechos que aparentemente no la tenían en su momento.
Lo de los milagros "post mortem", ya suponen un doble mortal intelectual con tirabuzón, cuyo aprecio está reservado a señores con una sensibilidad especilísima.
Y por otra parte, me parece un poco extraño el silencio de los señores "amilagrados", hasta que el obrante fallece y salta al ruedo de la elevación de los altares. Esto se comparte con el resto de la humanidad antes.Porque uno se hace del Opus en un momento dado.
De todas formas los milagros de JP.II, han sido más descafeinados que los de D. Álvaro y no has hecho mención alguna a los mismos. Como se te notan los colores, Neri.
Buena semana a todos.
Vaya por delante que el post quiere ser humorístico y simplemente contrastar los milagros de antes con los de ahora. También quiero aclarar que creo en los milagros y que Brujo tiene toda la razón en lo que dice de los de Juan Pablo II, uno de mis papas favoritos.
En buena lógica el legado espiritual y la contribución a la expansión y al engrandecimiento de la Iglesia de los fundadores de las grandes órdenes religiosas históricas, de Juan Pablo II, de Escrivá de Balaguer y de Álvaro del Portillo, entre otros muchos, son razones de suficiente peso como para plantearse su elevación a los altares. Sin embargo estas razones no bastan. Como muy bien nos ha recordado la señorita Aprendiz con su enlace, en el proceso de canonización es preciso demostrar que la vida de los candidatos fue ejemplar y virtuosa. Por tal motivo yo a veces no alcanzo a comprender cómo han sido beatificadas y canonizadas personas que yo percibo como egocéntricas, soberbias, muy poco austeras y apegadas al boato, cuando no directamente sedientas de poder o mafiosas. Sin duda es un problema mío de percepción y de desconfianza que debo corregir investigando mejor la vida de esos santos y beatos. Es imposible que la Iglesia se equivoque tanto como a veces tengo la tentación de pensar.
Sea como sea, la realización de milagros no me parece el más importante de los requisitos. La pregunta es por qué a los hombres y mujeres del primer párrafo del post se les exigía, para llegar a santos, la realización de hechos tan portentosos, y hoy, sin embargo, siempre se cubre el expediente con milagretes de pichiglás, consistentes en todos los casos en curaciones encomendadas “post mortem” por personas íntimamente vinculadas a la causa de canonización, acreditadas por médicos parcialísimos y, como bien dice Brujo, solo aireadas cuando se inicia el proceso.
Y eso suponiendo que sean milagros. Un milagro es un hecho no explicable por las leyes naturales y desde luego estoy convencido que las curaciones alegadas en los procesos de Juan Pablo II y de sus amigos Escrivá y Del Portillo serían considerados por muchísimos médicos como hechos perfectamente explicables científicamente; raros, quizá muy inusuales (uno de cada un millón), pero explicables al fin y al cabo. De los tumores de la monja de San Josemaría mejor ni hablar. Tanto Sinretorno como la señorita Aprendiz saben que fue un tema controvertido.
A mi juicio, Sinretorno y Aprendiz incurren en una contradicción grave en su planteamiento. Por una parte apuestan por una Iglesia menos milagrera y por que sea “más fácil ser santos”, y estoy de acuerdo con ellos. Pero después se ponen a defender ardorosamente que las curaciones de Escrivá y de Del Portillo fueron auténticos milagros, es decir hechos “que no podemos explicar científicamente”, ya que los enfermos estaban “desahuciados” y “dados por muertos”. ¿En qué quedamos, amigos? ¿Estamos ante unos milagros lights, de segunda división, porque la Iglesia se ha puesto flexible tal como ustedes desean, o de verdad fueron grandes señales de la intermediación del santo entre Dios y los hombres tan asombrosas e inexplicables como las de Santa Teresa, San Benito o San Francisco Javier?
¿Se lo digo sinceramente? Pienso que sería más honrado que la Iglesia dejase de exigir el requisito del milagro antes que hacer el ridículo con estas pantomimas vergonzosas de las sanaciones posteriores a la muerte del futuro santo, Además tengan muy en cuenta que en la medida que la Iglesia suaviza las exigencias de los milagros, implícitamente está dando a entender que los milagros de los antiguos procesos de canonización eran falsos e inventados. Porque si no, no se entiende por qué los santos de antes podían (en vida) resucitar muertos, curar ciegos, recomponer instantáneamente huesos rotos, multiplicar alimentos o alterar el comportamiento natural de los animales, y los de ahora no ¿Qué pasa, que son santos de menos categoría? ¿Es como en los toros, que ya las ganaderías no son tan bravas como las de antes? ¿Escrivá de Balaguer no podía o es que no quería (por su modestia natural) poner a andar a un par de fiambres y por eso hubo que pergeñar lo de la tía monja?
No pretendo ser irrespetuoso, pero no lo entiendo.
Lo de Santo Domingo resucitando un gallo y una gallina que ya estaban asados sí es un milagro de alto nivel. Esto no hay ciencia que lo explique, ni hoy ni creo que nunca, va contra los principios (por ahora inmutables) de la termodinámica. Otra cosa es la utilidad de este milagro ¿se quedaron los comensales sin comida?
Por otra parte, rebajar los requisitos para reconocer un milagro es una excelente opción, la santidad se muestra en vida del santo, no en fenómenos inexplicables una vez muerto.
Me irrita especialmente la historia que explican del beato Álvaro, apareciéndose vestido de sacerdote en casa de una mujer muy atareada con sus muchos hijos, y que no puede acudir a determinada obligación a la iglesia, sea misa o visita. El sacerdote le dice que vaya a la iglesia, y ella va, sin preocuparse por dejar la casa y los niños en manos de un desconocido, por muy sacerdote que sea (o al menos vestido de sacerdote). Al regresar, se encuentra la casa limpita, la cena hecha, los niños bañados, los pañales cambiados, etc. Simplemente increíble, el beato Álvaro no creo que cocinara, pasase la fregona o cambiase un pañal en su vida. ¿Porqué lo haría ahora que ya está en la Gloria Eterna? ¿Ha aprendido a hacerlo en el cielo?
http://www.religionenlibertad.com/jose-ignacio-el-bebe-milagrado-en-2003-y-sus-padres-en-37852.htm
simplemente decía que la Iglesia es muy cauta con lo extraordinario, apariciones, milagros. De todos modos el Papa Francisco dispensó del milagro en San Juan XXIII y en Pedro Fabro, es potestad papal.
el Beato Alvaro no limpia casas , ni hace cenas....ese tipo de cosas no se sostienen, pienso.
Al Neri, mi comentario de que mejor rebajar los requisitos ha sido en plan broma.
A mí me da igual que san Josemaría o el beato Álvaro sean o no santos. Incluso siempre le he tenido más estima al segundo que al primero. Quiero decir, que para que me guste el Opus no necesito que los que están a la cabeza sean santos, por lo que no tengo ningún interés para defender sus milagros, de hecho, ni conozco los que llevaron al altar a san Josemaría, ni juzgo el milagro del nuevo beato porque no entiendo de medicina.
Para los milagros yo me fío de la Iglesia, y sí, una fe ciega en la Iglesia, aunque alguna gente dude de que la fe ciega sea buena, pero yo no tengo la capacidad de poder investigar y entender cada cosa, y a lo que no llego confío simplemente, aunque se pueden equivocar.
Por otra parte, no todos los santos van a hacer los mismos milagros, y algunos santos son reconocidos por hacer milagros en vida, y otros por morir con fama de santidad, y otros no habrán sido nada de santos en vida, pero en el momento clave han sabido dar la vida por Dios, que son los mártires.
El Padre Pio al que yo le tengo muchísima devoción, quizás al santo que más, hizo milagros en vida.
Otros santos mueren y tras su muerte la gente que le tiene devoción les reza.
La cosa está en si tu crees o no que los santos hagan favores o milagros.
Al Neri, y si te parece poco milagro que san Josemaría haya hecho en vida todo lo que hizo, párate a pensar donde estaría toda la gente que el sábado fuimos a la beatificación de don Álvaro, desde luego no en Valdebebas. Y todo lo hizo movido por cumplir la voluntad de Dios.
Te podrá caer mejor o peor el santo, pero él ha movido montañas con la única arma que la de querer sacar las cosas adelante, y todo lo que ha conseguido es un milagro. A él no le correspondía resucitar a un muerto porque su papel era sacar adelante el Opus Dei, y se dejó la vida en ello.
Un milagro no es exclusivamente hacerle crecer la pierna a un cojo.
A mi la resurrección de un gallo asado me parece muy solvente.
Las paradas cardíacas y posteriores reanimaciones existen, y la percepción del transcurso del tiempo, a veces es subjetiva.
La recuperación de cánceres que apuntaban a un fatal desenlace también los he presenciado, por fortuna.
Yo siempre he pedido que si alguien se me va a aparecer que avise, (menos Mónica Bellucci).
Menudo acojone me entra si se me aparece un santo, de buenas a primeras.
Yo creo que habría que prescindir de estas cuestiones que restan credibilidad a la Iglesia.Y progfundizar en los ejemplos vitales, que se la aumentan.
Señorita Aprendiz, pues lo habrá dicho de coña, pero el caso es que los han rebajado.
"Sacar adelante el Opus" y las demás cosas que hizo San Josemaría en vida son cosas que pueden explicarse científicamente por las leyes naturales, y por lo tanto no son milagros. Insisto: yo creo en los milagros.
Gracias, Sinretorno, por sus aclaraciones.
Alco, me he partido de risa con su intervención.
Muy divertido el post y tienes toda la razón en este caso. La iglesia católica con esas chorradas se pone en evidencia cada día más.
El colmo de la chorrada es aprendiz diciendo que tiene fe ciega en la iglesia porque no tiene capacidad de entender e investigar cada cosa (¡literal!). Yo quería hacerla una sola pregunta: también tienes fe ciega en los otros milagros, por ejemplo el del gallo y la gallina asados resucitados por Sto. Domingo?
Con tu comentario, Al Neri, me ha surgido la pregunta, ¿milagro es solamente aquello que no se puede explicar científicamente? He buscado en Internet y parece que sí, que lo demás son favores o ayudas de Dios.
Simplemente me parece que favores son cosas más pequeñas que no están a la altura de un milagro. Supongo que la diferencia estará el valor que le damos a un milagro y a un favor.
¡simonía!
Muy provocativo Neri noto una cierta aversión al Opus Dei a que otros dirían que no se entera de que va el asunto; aunque en realidad pienso que el tema de la Obra le atrae más de lo que usted cree ¿No se ha plantado acercarse a un centro e interesarse por la Prelatura?
Respecto a milagros y ciencia; no estoy a la altura de manifestar mi opinión y más cuando he leído algo de que según el paralítico Stephen Hawking menciona en su teoría del Todo que para la ciencia no existen los milagros o bien que todo es explicable, todo incluso su ateísmo (científicamente demostrable por él mismo) y cuando él dice todo debe decir hasta el origen de la materia.
Aunque este no es el caso, mi planteamiento va más en dos lineas.
1 .Si los beneficiados del milagro así como los postulantes de la beatificación "creen" en la causa efecto.
2. Ya que usted menciona rigor, sea más riguroso y mencione también al Santoral, parece ser que el ya ahora Beato Álvaro, se bautizó por un tal Beato de Córdoba ...y muchow Álvaros que se han bautizado últimamente por simpatía con el del Portillo están dispuestos a cambiar su santo Patrono ¿le parece esto aceptable?
2.1. Lo que si que no tiene rigor, hablando del Santoral o el calendario líturgico es como los interesados por el Beato, sea quien sea presionan para colocar la festividad en el lugar del calendario que les conviene, cuando a mi parecer tendría que celebrarse la onomástica el mismo día que el santo o beato murió.En ese sentido creo sinceramente que falta un poco de seriedad en la Iglesia...
Un Saludo.
Tomae, al Opus ya me lo tengo bien conocido, gracias. Sobre el papel todo es irreprochable. Luego en la práctica hay cosas que me gustan mucho y otras que no me gustan nada. De todos modos me basta ver cómo quedan muchos de los que se salen.
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