Nos gustará más o menos, nos adaptaremos mejor o peor, pero el comercio electrónico es el futuro y los modelos de negocio de toda la vida se quedan obsoletos por segundos. Hoy ya es casi ridículo comprar tecnología en una tienda física, las agencias de viaje han caído en picado y hasta las tiendas de ropa se plantean cobrar por entrar porque saben que la gente solo mira o se prueba las prendas pero luego se las compra on line en la competencia. Internet ha revolucionado el mercado y quien no sepa acoplarse a las nuevas reglas del juego se quedará tirado en la cuneta.
El nuevo escenario económico tiene
importantes ventajas pero también serios inconvenientes muy difíciles de
atajar. Comprar un artículo o contratar un servicio por Internet es más barato, rápido y cómodo,
pero hay que tener presente la otra cara de la moneda en forma de posibles fraudes,
reducción de las garantías de los consumidores y conductas de competencia
desleal y evasión fiscal. Ya si entramos en el terreno de las relaciones
laborales, el lado oscuro de la red de redes puede adquirir tonos siniestros en
la medida que favorece el contacto directo entre trabajadores y empresarios y,
en consecuencia, el abuso de posición, la contratación irregular y la explotación. Un neoesclavismo.
Oigo a muchas personas con negocios quejarse del comercio on line y de los ciber servicios, y a la hora de valorar sus quejas siempre intento preguntarme hasta qué punto responden a su inmovilismo e incapacidad de adaptación a las nuevas circunstancias, y hasta dónde son protestas legítimas contra la competencia injusta de quienes, amparados por el etéreo ciberespacio, eluden o infringen las obligaciones legales y fiscales que a ellos les asfixian.
Oigo a muchas personas con negocios quejarse del comercio on line y de los ciber servicios, y a la hora de valorar sus quejas siempre intento preguntarme hasta qué punto responden a su inmovilismo e incapacidad de adaptación a las nuevas circunstancias, y hasta dónde son protestas legítimas contra la competencia injusta de quienes, amparados por el etéreo ciberespacio, eluden o infringen las obligaciones legales y fiscales que a ellos les asfixian.
El sector del taxi está sufriendo la competencia de los coches "piratas" ofertados por Internet |
Ayer mismo, un conocido mío
despotricaba amargamente por estos temas. Se trata de un joven que hace cuatro
años, tras denodados esfuerzos y gracias a un préstamo familiar, consiguió abrir
su negocio en el centro. Al principio fue tirando pero ahora comprueba desolado
que el caro servicio que él presta se ofrece a un tercio de su precio en ocho o
diez páginas “piratas” de la ciudad, por profesionales (o no profesionales) que
no pueden o no quieren abrir tienda ni declarar sus ganancias. “Es la ruina”,
nos decía. “Yo aquí pagando mi alquiler y mis impuestos, mientras que estos cabrones se lo llevan todo
crudo y encima no ofrecen ninguna garantía. Voy a tener que cerrar”.
La cuestión es que casualmente la mayoría de "estos cabrones” hacen su trabajo igual o mejor que él; que mi conocido llora mucho pero se olvida de mencionar que tiene a dos chicos currando en su negocio a cambio de un sobre, sin alta en la Seguridad Social ni leches, y, sobre todo, que cuando cierre su chiringuito, a final de año como muy tarde, él va a hacer exactamente lo mismo que sus competidores irregulares. Seguramente por esto último prefiere no denunciarlos aunque los tiene perfectamente identificados.
Luego ya podríamos preguntarnos hasta qué punto es tan inmoral, con la que está cayendo, que los parados sin prestación y sin ahorros azucen su ingenio y traten de buscarse la vida en Internet haciendo lo que mejor se les da. Aunque sea un sector muy distinto al de este hombre, me estoy acordando de los taxistas ilegales que también se contratan en webs de dudoso origen y que tienen en pie de guerra a los profesionales del volante de Madrid y de Barcelona. No sé, pero a lo mejor si no metieran las clavadas que meten en los aeropuertos, la gente no recurriría a estas cutrerías que, por otra parte, dan de comer a muchas familias a las que nadie ofrece otra solución.
La cuestión es que casualmente la mayoría de "estos cabrones” hacen su trabajo igual o mejor que él; que mi conocido llora mucho pero se olvida de mencionar que tiene a dos chicos currando en su negocio a cambio de un sobre, sin alta en la Seguridad Social ni leches, y, sobre todo, que cuando cierre su chiringuito, a final de año como muy tarde, él va a hacer exactamente lo mismo que sus competidores irregulares. Seguramente por esto último prefiere no denunciarlos aunque los tiene perfectamente identificados.
Luego ya podríamos preguntarnos hasta qué punto es tan inmoral, con la que está cayendo, que los parados sin prestación y sin ahorros azucen su ingenio y traten de buscarse la vida en Internet haciendo lo que mejor se les da. Aunque sea un sector muy distinto al de este hombre, me estoy acordando de los taxistas ilegales que también se contratan en webs de dudoso origen y que tienen en pie de guerra a los profesionales del volante de Madrid y de Barcelona. No sé, pero a lo mejor si no metieran las clavadas que meten en los aeropuertos, la gente no recurriría a estas cutrerías que, por otra parte, dan de comer a muchas familias a las que nadie ofrece otra solución.
3 comentarios:
¿Al Neri ve con buenos ojos el libre juego de la oferta y la demanda? ¿Sólo cuando éstas interaccionan por Internet? ¿O cuando la presión fiscal y las barreras a la entrada en el sector hacen que el comerciante "legalmente establecido" trabaje con precios inasumibles para una parte de los consumidores?
Explíqueme, por favor :-)
Tablones, es usted muy malo :-)
Yo no digo nada, solo me hago preguntas.
Le recuerdo este post sobre el dinero negro.
De todos modos, plantéese qué habría sucedido ya en este país si no fuera por la economía sumergida. En el actual contexto, o tenemos cierto margen de tolerancia con ella o se arma la marimorena.
Además Internet es un entorno nuevo, muy complejo y de difícil control que nos obliga a replantearnos muchas cosas a todos. Lo que más me preocupa a mí son las consecuencias en las relaciones laborales, el ciber esclavismo al que he hecho referencia.
ante una demanda limitada y una oferta numerosa, sólo los mejores ofertantes (los más atractivos para el público) salen adelante.
Desafortunadamente, en un entorno de crisis, el factor precio pesa mucho más que otros (cercanía, calidad, afinidad, rapidez) a la hora de que el demandante seleccione una oferta. Teniendo esto en cuenta y dado que en la formación del precio uno de los condicionantes es el coste, inflado tremendamente por impuestos, tasas y alcabalas varias, es lógico que si el vendedor evita el pago de este coste, consiga ser más competitivo en su oferta ...
Para eso está la inspección, uno de los más importantes del Estado. No sólo recuperará los ingresos escamoteados, sino que además evitará el efecto contagio y la perversión de los honrados.
Y no estoy hablando de una persecución inquisitorial contra el pobre currante en negro por 500€ al mes. Conste que la tajada de la economía sumergida está incentivada también por grandes grupos empresariales y su infame tejido de subcontratas de subcontratas.
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