Los de mi generación fuimos
enseñados durante años a no poner tildes en las letras mayúsculas,
supuestamente porque así lo preceptuaba la Real Academia Española. Además no
fueron nuestros padres los que nos metieron en la cabeza semejante mandanga,
sino nuestros propios profesores de lengua, que insistían convencidísimos en
esta supuesta regla ortográfica. Con el tiempo hemos comprobado que se trataba
de una de las leyendas urbanas más extendidas y a la vez más absurdas, pero que
todos nos hemos tragado hasta fechas más o menos recientes en que la Academia ha aclarado
casi con vehemencia que jamás estableció semejante norma. Aun así hoy en día
sigue habiendo catetos que nunca utilizan el acento gráfico en las mayúsculas y
defienden a capa y espada que es lo correcto.
La leyenda tiene, como todas, una cierta base verídica. Antes de la aparición de los sistemas modernos de impresión basados en las tecnologías informáticas, los libros, las revistas y los periódicos se editaban utilizando los tradicionales tipos móviles, es decir moldes de cada carácter que se montaban a mano en una plancha. Por distintas razones de tamaño y de estética, los tipos de las letras mayúsculas con tilde resultaban un verdadero engorro y a ello hay que añadir el inconveniente de que como las letras grandes solían corresponder con títulos y titulares, casi siempre iban en la primera línea de las páginas y las tildes se rompían con frecuencia al realizar la impresión.
Todo esto obligó a los impresores a no utilizar estos carácteres. Por lo tanto, durante generaciones no se han visto mayúsculas acentuadas en los textos impresos, lo que ha llevado a creer erróneamente que se trataba de una norma especial de los académicos. En este caso la memoria visual de los lectores españoles, que consideraban los libros como paradigmas de cultura y de corrección formal, llegó a pesar más que la lógica lingüística.
La leyenda tiene, como todas, una cierta base verídica. Antes de la aparición de los sistemas modernos de impresión basados en las tecnologías informáticas, los libros, las revistas y los periódicos se editaban utilizando los tradicionales tipos móviles, es decir moldes de cada carácter que se montaban a mano en una plancha. Por distintas razones de tamaño y de estética, los tipos de las letras mayúsculas con tilde resultaban un verdadero engorro y a ello hay que añadir el inconveniente de que como las letras grandes solían corresponder con títulos y titulares, casi siempre iban en la primera línea de las páginas y las tildes se rompían con frecuencia al realizar la impresión.
Todo esto obligó a los impresores a no utilizar estos carácteres. Por lo tanto, durante generaciones no se han visto mayúsculas acentuadas en los textos impresos, lo que ha llevado a creer erróneamente que se trataba de una norma especial de los académicos. En este caso la memoria visual de los lectores españoles, que consideraban los libros como paradigmas de cultura y de corrección formal, llegó a pesar más que la lógica lingüística.
3 comentarios:
Yo me aprendí el número de página de la Ortografía de la RAE donde especifica que la Academia jamás ha dictado ninguna norma en contra de acentuar las mayúsculas, para poner fácil al cabezón de turno el consultarla, pero ni por esas. Es un ejemplo de esas discusiones que no llegan a ningún lado porque el que desconoce la norma correcta se empeña en defender su error, como la pronunciación con x de "México" o "Texas". O como intentar convencer a alguien del sector bancario o de los seguros que el verbo "aperturar" no existe.
Un saludo.
Ya es bastante ardua la pelea para que el personal coloque adecuadamente las tildes en las minúsculas.
Ahora el problema es que la gente da como válido no lo que dice la RAE, sino el corrector del Word.
Estás en todo Neri. Qué bien nos vendría a muchos un reciclaje ortográfico en condiciones.
Un tema muy interesante es la influencia de la informática y el internete en la ortografía del personal. En este sentido, es muy agudo el apunte que hace el anterior interviniente.
Buena semana a todos.
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