jueves, 26 de junio de 2014

EL MÉDICO

Es lugar común que Los pilares de la Tierra (1989), de Ken Follett, marcó un antes y un después en la técnica y las temáticas de la novela histórica, olvidando la decisiva influencia en este género del bestseller al que hoy dedico la entrada. En puridad fue el famoso judeófilo estadounidense Noah (Noé) Gordon y no el escritor galés metido a rockero quien inauguró, con El médico (1986), el formato mil veces imitado de narración histórica hilvanada a través de un personaje de profesión representativa de todo un gremio o sector social de la época.

No es de extrañar que esta larga novela, primera de una trilogía dedicada a la medicina, y llevada a la gran pantalla hace menos de un año, haya alcanzado tanta repercusión, ya que reúne todos los ingredientes necesarios para azuzar la curiosidad del gran público: estilo sencillo y ameno, contraste entre las culturas occidental y oriental, detalles sobre una actividad pintoresca (la de los cirujanos barberos medievales), variedad de escenarios y, por supuesto, una pasión profesional llena de altruismo y un tierno romance, con el aderezo de los pasajes innecesariamente tórridos que siempre sirven de anzuelo en este tipo de obras.

La historia, en efecto, es más que sugestiva. En la Inglaterra del siglo XI, el pequeño Rob J. Cole es tomado como aprendiz por un cirujano barbero al quedar huérfano de padre y madre, y se pasa la infancia y la adolescencia en un carromato, recorriendo todo el país con su maestro, vendiendo pócimas “curativas”, haciendo espectáculos de malabares en las plazas de las aldeas y realizando sencillas curas a los lugareños. Tras descubrir su don de adivinar la muerte inminente tomando la mano de los enfermos y conocer a varios médicos judíos, Rob se lanza a cumplir su sueño de convertirse en un galeno prestigioso desplazándose a Persia en un viaje épico e inscribiéndose en la escuela de medicina de Ispahán, vetada en toda la Cristiandad. El joven inglés tendrá que hacerse pasar por judío para cursar sus estudios, lo que le obliga a un arduo aprendizaje de la religión y costumbres israelitas.

La novela es excelente y me ha fascinado. Extraordinariamente bien ambientada y documentada, nos adentra en los avatares de tres mundos muy distintos que convivieron o se superpusieron durante la Edad Media con más o menos fluidez: la Europa cristiana, el Islam y el judaísmo. A lo largo de casi mil páginas, Noah Gordon plantea cuestiones muy variadas y nos presenta diversos personajes, ciudades, costumbres y problemas de la Europa y del Oriente Próximo de hace un milenio, no solo relacionados con la ciencia médica. Así, podemos aprender mucho sobre los reyes daneses de Inglaterra, la organización de los gremios profesionales, el estudio de los idiomas, el origen del ajedrez, el deporte en el mundo musulmán, las formas de viajar en aquellos años, la escuela médica de Bagdad (que el autor prefiere situar en Ispahán), la historia de Persia (hoy Irán), el célebre maestro Avicena y su discípulo Al-Juzjani, el estado de los conocimientos anatómicos en el siglo XI, los prejuicios contra la disección de cadáveres en las tres grandes religiones monoteístas y, muy en especial, sobre los usos y ritos hebreos, que Gordon describe con una minuciosidad admirable gracias al asesoramiento de un rabino de Nueva York, ya que, a pesar ser judío por vía materna, no es practicante de esta religión.

Lectura muy recomendable que se disfruta desde la primera página y que, sin embargo, debe abordarse con especiales precauciones, ya que fue concebida por su autor con una clara intención proselitista a favor del Pueblo Judío. Noé Gordon trata de colarnos de rondón la moraleja de que en el Medievo tanto cristianos como musulmanes fueron unos fanáticos supersticiosos obsesionados por la guerra e incapaces de respaldar ningún avance científico, mientras que los hijos de Abraham destacaban por su sensibilidad cultural, sabiduría, curiosidad hacia lo nuevo, talante conciliador y espíritu práctico y emprendedor. Una teoría que como mínimo merece la sonrisa de cualquier conocedor de este período histórico, en el que los semitas representaban más bien el sectarismo, la autosegregación, el oportunismo, la avaricia y la insolidaridad, lo que les granjeó el desprecio unánime del pueblo y les valió la expulsión de casi todos los reinos cristianos y su persecución por los musulmanes en no pocas ocasiones. 

Es innegable que bastantes judíos ejercieron la profesión médica y contribuyeron a mejorarla, pero también que en general solo prestaban sus servicios a las élites sociales ignorando las necesidades sanitarias de los más humildes.

De todos modos, debo dar la razón a Gordon en que los hebreos medievales solían ser muy reacios a la guerra y estaban desprovistos de todo ardor marcial. Por encima de cualquier consideración religiosa o patriótica, a ellos les interesaba tener clientes y no enemigos.

5 comentarios:

Tábano porteño dijo...

Buena entrada, Neri.
Dos acotaciones, si me permite.

Respecto del supuesto oscurantismo europeo medieval, fue más bien parte de la leyenda negra que empezó a difundirse durante los años del iluminismo; pero no hizo mella en mentes con un mínimo de lucidez, como es el caso de P. J. Proudhon (¡el anarquista!), según puede verse en algún párrafo de su famosa "Qué es la propiedad", en que desmiente sin vueltas aquella "oscuridad".

Y sobre el último párrafo de su texto: puede verse claramente lo que ud. dice respecto de la "neutralidad mercantil" (por llamarla de algún modo) de los judíos en un clásico literario, Tarás Bulba, del ruso N. Gogol, en el que el mercader israelita hace de "correo" entre cosacos y polacos, los dos pueblos mortalmente enfrentados, evitando cuidadosamnete mezclarse en sus perpetuas disputas (y por cierto, esta novela fue fuente de un poema sinfónico de Janacek, y de una película de Hollywood).

Aprendiz dijo...

A mi el libro me encantó desde el principio, aunque tengo que reconocer que en vez de saborearlo, lo devoré...

La historia de Rob J. me parece apasionante y motivadora. Ese levantar cabeza ante las adversidades, aprovechar las oportunidades que se presentan (y que continuamente se presentan) y lanzarse a conseguir los sueños. Dejando claro que la vida no está exenta de dificultades y de renuncias, pero que merece la pena ser aprovechada.

Me encantan las descripciones que va haciendo el libro de los paisajes por los que va pasando el protagonista y de las gentes de la época en diferentes países. Sobre todo personalmente me ha atraído más su estancia en Ispahán, quizás porque es más exótico.

Sobre la práctica de la medicina me ha chocado mucho el libro; entre las bubas y la enfermedad del costado no había quien sobreviviera. Y me ha escandalizado especialmente el que no se pudiera diseccionar un muerto pero sí cortarle la mano a un ladrón.

Me ha encantado la descripción que hace de las distintas religiones, sobre todo de la judía, de la que no conocía absolutamente nada, y creo que tienen bastante mérito los judíos con todas las normas y prácticas absurdas que tienen que cumplir, y que encima hacen voluntariamente, porque los musulmanes rezan bajo presión.

En fin, la verdad es que me parece un libro bastante completo donde se aprende de geografía, historia, religión, historia de la medicina...

Y aunque tengo oído que "El Médico" es el mejor de la trilogía, ahora que me he terminado "Chamán", creo que no tiene nada que envidiarle a su antecesor. Y que a pesar de continuar con la saga familiar de los Cole, no tienen nada que ver con el primero.

Ana María dijo...

Si quieres desmitificar y levantar el velo del oscurantismo medieval, prueba a leer a Huizinga en su libro "El otoño de la Edad Media". Despeja muchas dudas y resulta ameno de leer.

Por otro lado, este libro debí leerlo hará como unos doce años o así, y me gustó muchísimo. Está todo muy bien retratado, y resulta estupendo. Donde en occidente no te dejaban ni bañarte, porque la roña en el cuerpo era parte del plan divino de Dios y no era necesaria para curar, aquí ves que muchísimas prácticas habituales hoy en día las tenemos gracias a estas personas.

Un beso grande :)

Teutates dijo...

Me encantó esta novela, pero no se olvide usted que Sinuhé el Egipcio de Mika Waltari publicada en España en 1964, es del mismo pelo, y probablemente precursora también del género de novela histórica y personaje con oficio. Si les gustó el Médico, lean a Sinuhé que no les defraudará.
Por cierto, "Chaman" a la altura, "La Doctrora Cole" un poco más flojo.

Al Neri dijo...

Me gusta eso de "neutralidad mercantil", Tábano. Define muy bien el espíritu de los judíos.

Señorita Aprendiz , espero leer pronto Chamán, que todo el mundo habla muy bien de ella.

Hombre, Teutates, dichosos los ojos. Avise cuando venga por el Reino de Castilla y nos tomamos un copazo. He leído la crítica de El Egipcio y tiene muy buena pinta, así que me lo apunto.

Ana María, estoy intentando localizar ese título en formato ebook y a ver si lo consigo. Hace poco leí un reportaje muy bueno cuestionando la oscuridad de la Edad Media y recordándonos los grandes avances culturales, tecnológicos y políticos de este período de mil años. En la Edad Media nacen las universidades, el estado moderno, las principales potencias europeas, las Cortes representativas (que no el parlamentarismo como pretenden los leoneses, que dicen ser "la cuna del parlamentarismo"), los libros, la guerra moderna, la brújula, el molino, los gremios, los fueros y las declaraciones de derechos...

Y por cierto, el amigo Último de Filipinas me acaba de hacer llegar la novela La Legión desnuda, sobre el origen de la legión española, que también promete. ¡Mil gracias!