martes, 7 de mayo de 2013

INDEPENDENCIA


Una de las cosas que más me han preocupado a lo largo de mi vida es mi independencia, pero no me refiero a mi autonomía material (emancipación) o afectiva respecto a los demás, ya que las personas interactuamos, nos queremos, nos odiamos y consiguientemente dependemos en mayor o menor medida las unas de las otras, sino a mi plena independencia de criterio, que viene a traducirse en la posibilidad real de hablar, opinar y comportarme según me parezca en cada momento, conforme a mis valores, ideales o forma de ser, sin servilismos, clientelismos ni sujeción alguna a intereses ajenos a los míos.

Hubo unos años en que creía neciamente que esta independencia de criterio estaba asociada a la personalidad, a la fortaleza de carácter y a la valentía, es decir que para mantener firmes las posturas propias y actuar libremente contra viento y marea era cuestión sobre todo de echarle huevos y de no dejarse achantar por el qué dirán o por otro tipo de presiones sociales. Pensaba que con un poco de coraje se podía llegar a ser plenamente independiente y cantarle las verdades a cualquiera en cualquier momento y lugar.

El tiempo ha pasado y me temo que mi punto de vista ha sufrido una modificación sustancial. Sigo admirando, cómo no, el arrojo de quienes se mantienen inalterables en la defensa de sus opiniones o estilo de vida  a contracorriente de los valores sociales o culturales imperantes, o en la denuncia de todo desafuero que se produzca a su alrededor. Sigo aplaudiendo a los que opinan lo que creen que deben opinar esté quien esté delante y caiga quien caiga. Pero, a diferencia de antaño, me parece que esta actitud solo la puede adoptar impunemente una pequeña minoría; que para actuar así no basta tenerlos bien puestos, sino también estar en una posición que lo permita, y que la independencia personal es muy difícil de sostener en la sociedad en que vivimos, de modo que no es una virtud que en justicia pueda exigirse ni esperarse de la inmensa mayoría de la población.

Solo pueden permitirse ser auténticamente independientes aquellos que están por encima del bien y del mal, o sea a los que les importa un carajo lo que piensen los demás y no puedan verse perjudicados por nadie, y aquellos que, aunque puedan sufrir graves perjuicios derivados de su fidelidad a sí mismos, están dispuestos a sufrirlos sin ningún problema.

En el primer grupo, en el de los que están por encima del bien y del mal, siento proclamar sin anestesia que se encuentran solo los individuos situados en los más altos niveles del escalafón social. No solo me refiero a los que ostentan mayor poderío económico (que también y sobre todo), sino a los que gozan de fama, de una posición privilegiada o de gran prestigio de cualquier naturaleza. Para el que está arriba y no ha de rendir cuentas a nadie, sino todos a él, está chupado ser independiente. Para quien diga lo que diga y haga lo que haga va a ser loado por un ejército de lameculos ansiosos de las migajas de su dinero o de su poder, no supone mayor complicación obrar con autonomía infinita, sin dar explicaciones ni sufrir percances, porque aunque meta la pata siempre habrá algún lacayo que le ayudará a sacarla, que le revocará el procesamiento aunque sea una zorra ladrona de gallinas. Para el que no está atado a una hipoteca, ni le debe nada al banco, ni tiene que comportarse con sus clientes como un servicial reptil, ni tiene jefe alguno al que agradar (o no cabrear), ni debe velar por el pan de sus hijos, es lo más natural del mundo despotricar despreocupadamente contra todo lo que le pete.

El otro grupo lo constituye, como digo, el de la gente normalita, sin posición ni millones, que dice y hace lo que le da la gana no porque le salga gratis, sino porque está dispuesta a pagar el precio. Un precio que a veces puede ser altísimo. Aquí nos encontramos desde zumbados peligrosos con vocación de masoquistas que van por la vida como auténticos kamikazes, diciendo lo que les sale del moño importándoles una higa la reacción de su entorno, hasta seres de una generosidad tan extrema y encomiable que denuncian sin cesar, bien alto y bien claro, todas las injusticias que ven aunque sus autores sean los más poderosos. Tanto los primeros, que son unos inconscientes, como los segundos, que para mí son heroicos, pagan en mayor o menor medida el precio de ser distintos, de no callarse ni debajo del agua. Por lo general reciben un severo castigo en forma de marginación, control social, paro o incluso represión penal. Otras veces, al estar tan asumidas por la sociedad las arbitrariedades que denuncian, se les deja protestar con relativa libertad en la seguridad de que no comportan riesgo alguno y de que solo resultarán pintorescos.

Gozan de total independencia, sí, pero a menudo les sale tan cara que cabe preguntarse si les compensa. A quien sí le compensa que existan tipos así es a la Humanidad.

7 comentarios:

Luxindex dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Aprendiz de brujo dijo...

Muy buen post Neri. Muy lúcido, bajo mi punto de vista. A mi me ha hecho pensar en varias cuestiones.
Lo míseros que somos, por regla general; y la cantidad de "soberanía" personal que entregas al formar una familia.

Tened buen martes. Ya queda menos.

C. S. dijo...

Cierto, Sr. Neri. Ahí está el carisma profético que quien lo tiene no sabe si se le ha concedido un don o si la Providencia le ha hecho una putada.

tomae dijo...

...parafraseando a Euler, podríamos decir en la verdadera independencia se consigue cuando proyectas imagen en cualquier ámbito.

PD. Sr.Neri Esa caucasiana rubia de la foto está harto de buena, seguro que eso le ayuda a ser muy independiente... yo las prefiero morenas.

Zorro de Segovia dijo...

Al hilo de la autonomía de decisión y opinión, reproduzco un ejemplo que desde hace años navega por la red. Sin duda falso, pero muy ilustrativo:


"Resulta que llegamos el otro día a una terraza de un bar en mi pueblo (Griñón) con el A6, mi mujer y yo.
Aparco justo enfrente de las mesas y sillas y al lado de un pedazo de mercedes 600 SEL V12 con matricula M-….-NM. O sea que, si no me equivoco, es de 1992 más o menos.
Bueno, a lo que vamos, nos sentamos justo enfrente de los dos coches y creo que el dueño era un cincuentón que estaba tomando algo con su mujer a nuestro lado.

En esto llega un 206 ‘ultrastreetrayotunnig’ en un color inexplicable y todo reluciente y lo típico: con las ventanillas bajadas y la música de máxima FM a tope y pegando acelerones para que se oyeran sus ‘maxmegatubarros’..
Va el tío y aparca en doble fila detrás (en gran parte) del mercedacos y del mío..Se bajan dos pinpines con los pelos despeinados hacia arriba y engominaos hasta el culo, se quedan mirando el mercedes y mi A6 y van a sentarse en la mesa de al lado con otros tres colegas que ya estaban en la terraza.

A la que venían a sentarse, el hombre del Mercedes le dice educadamente al chico que le quite el coche que va a salir. El neng le dice que “sí, que ahora mismo” y entre risas con sus amigos comenta por lo bajini que “una mierda, que mucho coche pero que le va a tocar esperar un ratito”.
Mientras él se regocija con sus amiguitos, los cuales también se partían el culo, el cincuentón del Mercedes con el coche ya un rato encendido le toca el claxon y le dice que haga el favor de quitárselo y el niñato le dice “que te esperes hombreeee, tanta prisa y tanta polla” (palabras textuales) y el crío sigue bebiéndose su caña con los amigos, de fondo, partiéndose el culo.

(Ahora viene lo bueno)
El tío del mercedes mete marcha atrás y acelera a tope con los 408 CV que tiene el bicho (si no me equivoco) y le mete al 206 un estacazo del copón empotrándole toda la puerta del copiloto para dentro medio metro por lo menos.

Yo, y todos los de allí, nos quedamos así, menos el crío del 206 que se quedo blanco.Se abalanzan sobre el viejo todos los chavales, y tres o cuatro tíos que estábamos allí les paramos los pies. El dueño del 206 le empieza a gritar al del mercedes “que si está loco, que si tal”….

El cincuentón se baja tranquilamente (la mujer ni se menea, se queda sentadita) y le suelta al chaval “que creía que ya se lo había quitado y que no había visto el coche” y le dice -para mi- la frase del siglo (al loro):

“MIRA, HIJO: PARA SER CHULO EN ESTA VIDA HAY QUE TENER COJONES Y DINERO"
Y ahora saca los papeles, que hacemos el parte y, no te preocupes, que la culpa la he tenido yo. Pero tu coche se va ha quedar un mesecito en el taller, un poco más de lo que tú me has hecho esperar a mí”.

Im-presionante, la gente hasta aplaudía, el niñato no sabia donde meterse y creo que no va a olvidar esa frase en su vida.
Je, je… fue para verlo, casi le pido un autógrafo al del mercedes, mi héroe, y hasta a la mujer, que ni siquiera hizo gesto de preocupación."

Al Neri dijo...

Luxindex, creo que esas personas con tacto y que dan ejemplo son como todas las demás en lo tocante a independencia de criterio: solo podrán decir lo que realmente queren si están en la posición necesaria para ello o están dispuestas a recibir mucha leña por ello. Hay gente que se cree muy independiente cuando lo único que ha hecho en realidad (aunque sea inconscientemente) es ajustar de buen grado sus opiniones y su forma de expresarlas a los límites que la sociedad le pone. No son así porque quieran, sino porque les obligan aunque creyéndose que son libres son más felices.

Tomae, no sea satirón, no se nos descentre con la rubia :-)

Brillante intervención, Zorro.

Brujo, ceder soberanía (buena expresión) es la vida misma y el eje de la generosidad humana, de nuestra evolución como personas. Pero yo no me refiero tanto a la independencia material (salir y entrar a discreción), sino a conservar tu esencia, a ser tú.

Embajador dijo...

Bastante buena la descripción. Lo que cuesta más sobrellevar según pasa el tiempo es el ostracismo social, lo cual no tiene que ser necesariamente que te den fisicamente de lado, sino que no puedas abrir la boca ni en las reuniones familiares porque siempre hay algún exaltado (amante de la libertad por lo general) que se agarra unos calentones de padre y muy señor mio, a la mínima que dices que no está absolutamente en línea con el consenso de ese grupo social en particular. Lo que se consigue es que los que no nos creemos la patochadas de la democracia liberal salgamos cada vez más convencidos.....de que el mundo no tiene solución.