domingo, 9 de diciembre de 2012

TONTO QUE CALLA...


Hay varios dichos que me encantan por lo certeros: “Tonto que calla, por sabio pasa”, “quien mucho habla mucho yerra” y “es mejor estar callado y parecer tonto, que hablar y despejar todas las dudas”.

Compruebo a diario como ciertas personas con llamativa incontinencia verbal no hacen sino certificar, cada vez que abren la boca, que son más tontos que el que baila la música del telediario. Conozco gente muy lerda de verdad, con el cociente intelectual de un mosquito; son buenas personas, correctos, arreglados, con buena presencia y algunos sorprendentemente (o no tanto) con puestos de trabajo cualificados con los que podrían dar el pego y parecer hasta espabiladillos. Pero no falla, a todos les delata su verborrea disparada, su incapacidad para guardar silencio. Hablan y hablan sin parar, exteriorizando todo lo que se les ocurre y dejando así patentes sus más oscuras ignorancias, las burdas simplezas que habitan su cerebro, sus incapacidades más bochornosas, su infantilismo, sus complejos más arraigados, su torpeza social, su cortedad y su lentitud para asimilar los conceptos.

¿Por qué se empeñan en demostrar tan a las claras lo que solo sería una intuición si mantuvieran cerrado el pico? En serio que algunos de los tontos de pata negra que conozco pasarían por tipos interesantes y enigmáticos si se cosieran una cremallera en los labios. De vez en cuando a lo mejor alguien podría decir “¿y este fulano que solo sabe sonreír y decir que sí con la cabeza?, parece un poco cortito, ¿no?”, pero digo yo que será mejor parecerle a alguno “un poco cortito” que dar pruebas fehacientes a toda la humanidad de que eres un imbécil esférico.

Sin duda uno de los ingredientes clave de la inteligencia es saber dosificar las palabras y los silencios en cada situación o circunstancia, pero algunas veces pienso que saber cuando hablar y cuando callar es también una técnica, una habilidad que tiene mucho que ver con el autocontrol y que, como dicen los refranes, ayuda a parecer mucho más avispado de lo que se es en realidad.

Me pregunto si es tan difícil que esta gente aprenda a controlarse un poco y a hablar aunque sea una tercera parte menos de lo que hablan, cuando es tan evidente que haciéndolo camuflarían en gran medida su déficit de sagacidad. Normalmente se trata de personas que han cogido la mala costumbre de no callar ni debajo del agua porque, por algún extraño motivo, asocian no intervenir en las conversaciones con parecer bobos y faltos de iniciativa. En el fondo intuyen que no les sobra la agudeza y un orgullo mal entendido les lleva a pensar “aquí yo participo y opino como el que más, solo faltaba”. Me parece que si estuvieran bien asesorados por alguien que les quisiera, por una madre, un hermano o un amigo, sacarían mucho más jugo de sí mismos, pero supongo que es un tema espinoso. A ver quién es el guapo que le insinúa a un colega que intente hablar menos en público porque se haría un gran favor. ¿Cómo dar un consejo así sin ofender? ¿Cómo decirle a alguien que cansa, que aburre, que resulta superfluo y simplón, y que ganaría mucho dosificando sus intervenciones? Conozco un solo caso de alguien que lo intentó con un familiar cercano para evitarle burlas y cuchufletas, y la cosa acabó fatal, con el tonto cabreado con su bienintencionado pariente y más picado aún para no dejar de opinar a cada minuto.

Otras veces soy más pesimista y veo que la frontera entre el tonto y el listo está precisamente en la capacidad de cribar lo que se dice de lo que se piensa, y que pretender que un señor de inteligencia poco desplegada aprenda a usar el colador es pedir peras al olmo, considerarle un cerebrito. Sospecho que piar necedades a discreción, sin freno ni medida, sin atender a situaciones, ambientes ni auditorios, puede ser la característica más consustancial a la idiotez humana sin que nadie pueda remediarlo.

9 comentarios:

El chico de los tablones dijo...

¡Cuánta verdad! Por cierto, me he descojonado cosa mala con el concepto de "imbécil esférico", jajajaja.

"Más tontos que el que baila la música del telediario", "tontos de pata negra", "déficit de sagacidad"... ¡Es usted un mago del léxico, amigo Al!

Aprendiz dijo...

El tema que tratas es algo que yo he pensado alguna vez. ¿Hablar más o callar más? Yo en general hablo mucho cuando estoy en confianza y sé que mi interlocutor tiene interés en lo que pueda decir, y bromeo a cada rato. Sin embargo me he acostumbrado a callar cuando conozco a gente nueva de la que me importa su opinión sobre mi. Otras veces por pura pereza porque no tengo intención de decir nada. Pero no es fácil encontrar el término medio.

Pero vaya, que en el fondo es mejor ser natural que ir acomplejado por no parecer tonto.

Capitan Trueno dijo...

Yo creo que el "tener" siempre algo que decir es un sintoma de soberbia, sobre todo cuando uno se cree mejor que los demas, basados en sus opiniones. Es decir, es un sintoma de pobreza mental, intelectual y espiritual al mismo tiempo, y normalmente la capacidad de verborrea es inversamente proporcional a la inteligencia de uno.

No olvidemos que el saber cuando hablar - y cuando callar - ademas de virtudes muy raras hoy en dia son sintomas de autocontrol e inteligencia.

Dijo Machado (Antonio) aquello de "Si los espanoles pasaramos menos tiempo hablndo de lo que no tenemos ni idea, habria mas silencio, que se podria aprender para estudiar y aprender".

sefo dijo...

Yo no creo que todos los tontos tengan incontinencia verbal, yo conozco personas muy cortitas que no dicen casi nunca ni pío pero es verdad que estos normalmente no tienen tanta fama de tontos como los cortos que hablan sin parar.

Capitan Trueno dijo...

Sefo, como sabes si esas personas son tontas, si casi no abren la boca? Es porque te caen mal de entrada? Porque tienen "cara de tontos" (injusticia donde las haya, ya que hay mucho tonto con "cara de listo"), o sencillamente como son callados -seguramente introvertidos- ya los tomas por tontos?

En esta sociedad parece que siempre hay que estar contando chistes o comentarios agudos para que nole cuelguen a uno el sambenito de "tonto" o "amargao".

Tengamos empatia, y demos una oportunidad a la gente.

sefo dijo...

No capitán Trueno, hay otras formas de demostrar que se es tonto además de hablando aunque tengas que observarles mas tiempo para darte cuenta y ademas tampoco estan siempre siempre callados.

Aprendiz de brujo dijo...

Estoy de acuerdo con el Capitán Trueno,(y con Machado); y en cierto modo peco de ese defecto.A veces me doy cuenta de que me gusta escucharme, más que escuchar.
Lo cierto, es que creo que los "paraladores", en cierto modo somos necesarios. La gente que siempre calla, que siempre permanece al margen, que nunca se enfanga tampoco me gusta. a veces hay que arremangarse y bajar al lodazal.
Pero sí: es preciso saber escuchar y aprender de los que saben más que uno.Es preciso escuchar las necesidades de los demás.
Y en cuanto al post, ya sabes cual es la táctica que empleo, cundo no tengo ni puta idea de algo; o noto que soy el más torpe del pelotón, en una reunión de trabajo: ponerme del lado del que por intuición me parece más listo.

Anónimo dijo...

¿hablar mucho?, como lo que hacen aquí todos ustedes.......?????????

Anónimo dijo...

Me ha leído usted la mente ... lo que se dice "ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio"