miércoles, 10 de febrero de 2016

¿QUÉ MÉRITO TIENE SER TU AMIGO?


Tengo un amigo muy querido del que, sin embargo, hay un aspecto que me molesta profundamente, aunque supongo que no debería. Es difícil de explicar.

Esta persona, a la que conozco desde hace unos cuantos años, siempre se ha portado conmigo de forma exquisita. Además de ser, tanto él como su familia, muy buena gente, me parece un tío educado, detallista, preocupado por los demás y extraordinariamente generoso, amén de divertido y de amena conversación.  Por si fuera poco, es digno de mi máxima admiración en varias de sus facetas personales y profesionales, lo cual no es baladí, pues ya he comentado algunas veces lo difícil que me resulta encariñarme con personas a las que no admiro.

¿Cuál es entonces el problema? Pues que es un hombre nada selectivo con sus amistades. Cultiva indistintamente un trato afectuoso con personas muy valiosas en todos los sentidos y con auténtica chusma. Entre sus amigos más cercanos, con los que sale de copas o a comer todas las semanas e incluso se va de vacaciones, se encuentran seres maravillosos que destacan por su educación, prudencia y fiabilidad, pero también auténticos robaperas. Queda y alterna con igual entusiasmo con inteligencias privilegiadas y con tontos de solemnidad, con caballeros y con palurdos, con leales y con traicioneros, con cultos y con iletrados, con fachas y con rojos, con creyentes y con ateos, con desprendidos y con interesados, con educados y con mangarrianes, con comedidos y con bocazas, con sanos y con depravados, con salerosos y con aburridos, con moderados y con plastas, con quien comparte inquietudes y con quien no se le parece ni en el blanco de los ojos.

¿Esto es malo en sí? Para mí muchísimo por dos razones.

Primero porque semejante falta de criba denota una carencia de criterio preocupante. De hecho, rascando un poco, es fácil detectar una cierta superficialidad en muchas de sus relaciones. Mi amigo tiene un don de gentes innegable pero tiende a adoptar en sus círculos amistosos una actitud bastante aséptica hacia todo, una neutralidad que le mantiene a salvo de cualquier roce. Cuenta con una habilidad extraordinaria para evitar en sus conversaciones cualquier tema o comentario susceptible de generar la más mínima fricción, y es incapaz de formular críticas ni reproches de ningún tipo. Este talante, que parece ser la clave de su “éxito social”, en mi opinión le resta mucha autenticidad. Da la impresión de que no tiene sangre en las venas, de que puede sentirse igual de cómodo en compañía de personas de muy distinta catadura, de que no concede ninguna importancia a la calidad humana de sus más allegados.

Y en segundo lugar,  me pregunto qué “mérito” tiene ser amigo de alguien que se junta con cualquiera. Sé que mi postura puede parecer celosa y hasta injusta, pues lo que debería preocuparme es mi relación con él y no los vericuetos de su vida social. Pero no sé. A  mí,  que considero la amistad como el único vínculo social que puede elegirse libremente, que siempre he filtrado de forma meticulosa mis relaciones de confianza y que me gusta sentirme orgulloso de mis amigos y de sus virtudes, me escama que a alguien le dé lo mismo confraternizar con gente honesta y admirable que con camanduleros, que sea tan poco escogido a la hora de construir su reducto íntimo. En el fondo, sin desdecirme ni una coma de los elogios que le he dedicado, pienso que con su forma de actuar en este terreno demuestra un menosprecio por algo tan valioso como la verdadera amistad.

11 comentarios:

Aprendiz de brujo dijo...

Un ataque brillante de misantropía te ha entrado.
Ya hemos discutido mucho al respecto. Yo creo más en la empatía y en la compatibilidad emocional, que en las afinidades morales, culturales o ideológicas como requisito para que una amistad surja y perdure. Siempre dentro de unos límites, claro. Sería difícil ser amigo de un violador, por poner un ejemplo.
Muy interesante lo que planteas, aunque equiparas las afinidades morales con las culturales y me parece que es mezclar un poco churras con merinas.
Me parece un tema fantástico para el debate.
Buen día a todos.

Tábano porteño dijo...

Pues parece que el finado Aristóteles coincide bastante con usted, Neri:

"Los motivos de afección son de diferentes especies, lo repito; y por consiguiente los amores y las amistades que causan deben diferir igualmente. Así hay tres especies de amistad que responden a los tres motivos de afección; y para cada una de ellas, debe haber reciprocidad de amor, el cual no ha de quedar oculto a ninguno de los dos que le experimentan. Los que se aman quieren el bien recíproco en el sentido mismo del motivo porque se aman; por ejemplo, los que se aman por interés, por la utilidad que pueden sacar el uno del otro, no se aman por sus personas precisamente, sino en tanto que sacan algún bien y algún provecho de sus relaciones mutuas. Lo mismo sucede con los que sólo se aman por el placer. Si aman a personas de costumbres también ligeras, no es a causa del carácter de éstas, sino únicamente por los placeres que les proporcionan. Por consiguiente, cuando se ama por interés y por utilidad, sólo se busca en el fondo el propio bien personal."

"La amistad perfecta es la de los hombres virtuosos y que se parecen por su virtud; porque se desean mutuamente el bien en tanto que son buenos, y yo añado, que son buenos por sí mismos. Los que quieren el bien para sus amigos por motivos tan nobles son los amigos por excelencia. De suyo, por su propia naturaleza, y no accidentalmente es como se encuentran en tan dichosa disposición. De aquí resulta, que la amistad de estos corazones generosos subsiste todo el tiempo que son ellos buenos y virtuosos; porque la virtud es una cosa sólida y durable."

(Ética nicomaquea, libro octavo, capítulo III).

Suso dijo...

"El amor es un misterio, y que importa sólo a dos", canta Revolver.

Y es verdad.

Difícil racionalizar estas cosas. Es como los perros en el parque, se huelen el culo, las patas, los morretes...y ellos saben si va a ver fiesta, sintonía, o no.

¡La vida!

Al Neri dijo...

Claro, si tengo razón. Ya lo decía Aristóteles :-)

No es misantropía. Yo también creo que la empatía y la compatibilidad emocional tienen mucho peso.

Pero al fin y al cabo la amistad es una elección. Más o menos consciente pero una elección. Y toda elección implica selección, criba. Los criterios de selección son muy variados. Tanto las afinidades morales como las culturales me parecen criterios muy lógicos y muy aceptables. No se trata de elitismo, de meritocracia, sino de afinidad.

El post trata de una persona que prácticamente no tiene ningún criterio de selección.

Digo yo que es un derecho legítimo escoger a nuestros amigos entre personas con valores y sensibilidades afines a los nuestros sin que nos llamen elitistas, clasistas o estirados. Digo yo que tendremos derecho a preferir amigos honrados, educados, responsables, trabajadores y de los que podamos aprender cosas, y a sentirnos orgullosos de tener amistades con estas características Digo yo que tendremos derecho a rehuir no tanto el trato pero sí la amistad con gente chunga, pesados, corruptos, drogatas o tipos con los que no podamos hablar de ningún tema.

Pues el post trata de un señor que no ejerce en absoluto su derecho a elegir. Al menos desde mi punto de vista.

Zorro de Segovia dijo...

hace años, un conocido cargo público de esta nuestra comunidad autónoma me dijo, al verme charlar con una persona en la taberna del pueblo: "- te juntas con cualquiera", y casi riéndome le dije "- lo mismo me dicen otros cuando me ven contigo" (lo cual era cierto y frecuente)

Al Neri dijo...

Bueno, yo también charlo o "me junto" a tomar un vino con cualquiera, ¿eh? Estoy hablando de amistad.

Y en cuanto a los cargos públicos de esta nuestra Comunidad los hay de los que te puedes sentir orgulloso de su amistad y de los que no.

Aprendiz dijo...

Igual es que nunca he conocido a una persona así, pero nunca se me había planteado tal problema.

Creo que el problema más que suyo es principalmente tuyo. Que pienses todo esto significa que solo te juntas con personas que son capaces de valorarte por encima de otras personas. Y estás en todo tu derecho, pero resulta algo vanidoso. Tus criterios de amistad no tienen que ser los de los demás, y a lo mejor esa persona entiende por amigo cualquier persona con la que esté a gusto, y por lo visto está a gusto con cualquiera. La cosa está en que si tu cuando estás con él pasas un buen rato o lo que sea que busques en su compañía, no debería importarte el motivo por el que además de contigo se junta con otras personas tan diferentes a tí.

Uno debe sentirse orgullo de sus amigos por lo que son, y no por el resto de sus amistades.

Aun así, estaré pendiente de esta cuestión a ver si detecto en mi o en alguien de mi alrededor tu inquietud y poder entenderlo mejor.

Zorro de Segovia dijo...

ja, ja, claro que sí. En ambos comentarios tiene toda la razón. Y del post saco la siguiente enseñanza: a veces perdemos el tiempo con quien no lo merece. Buen fin de semana amigo viperino.

Anónimo dijo...

Hola, soy un mindundi sin oficio ni beneficio

¿Quieres ser mi amigo?

Al Neri dijo...

No es mal análisis el de Aprendiz. Estoy de acuerdo en que me gusta haber sido elegido por mis amistades por algo especial y no ser una simple circunstancia, una compañía cualquiera. Pero no estoy seguro de que esto sea vanidad.

ELISA dijo...

Hola!he descubierto su blog y estoy leyendo entradas como ésta, antigua, y pienso que es lógico que se encuentre bien con quien comparta afinidades y nivel cultural pero esa rigidez también le priva de descubrir que hay gente sencilla que tiene otros conocimientos y resortes humanos que no deberían de ser desdeñables.