viernes, 11 de diciembre de 2015

UN TERRIBLE DRAMA DE NUESTRO TIEMPO

Me ruega un lector que me haga eco de una dolorosa injusticia que atenaza nuestra sociedad para contribuir desde esta página a denunciarla y a concienciar a la ciudadanía de la necesidad de plantarle cara. Ya que La pluma viperina es un blog comprometido desde sus orígenes en la lucha contra toda clase de desafueros  y abusos, en especial con los más débiles, me presto con mucho gusto a hacer de altavoz de las víctimas de este drama, y pido a la vez a todos los viperinos afectados que sean valientes y compartan sus experiencias en la zona de comentarios. Entre todos podemos poner fin a esta iniquidad tan frecuente, por desgracia, en nuestro país.

El lector que demanda mi ayuda, un varón de 38 años que padece alopecia en un estadio muy avanzado, me explica que su mujer luce una larga y densa cabellera, y que, por este motivo, cada vez que acude a la peluquería a peinarse o a teñirse le cobran un sustancioso suplemento. Por el contrario, cuando va él a recortarse los cuatro pelos que aún le quedan en el cogote y en los laterales tiene que pagarle al peluquero exactamente lo mismo que un melenudo, sin descuentos de ningún tipo.

¿Cómo es posible que este atropello siga impune en un estado social y democrático de derecho? ¿Con qué legitimidad moral se manifiesta el  gremio de los peluqueros contra la subida del IVA del 8% al 21% cuando después no tiene empacho en insultar a sus clientes con este agravio comparativo? ¿En qué están pensando la OCU y el Defensor del Pueblo? ¿Para cuándo un recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional?


7 comentarios:

J dijo...

Totalmente de acuerdo. Este drama lo sufro en mis propias carnes cada tres o cuatro meses.

A mí tardan en cortarme el pelo algo menos de cinco minutos y me cobran 11 euros.

Extrapolando, el peluquero sin escrúpulos, con clientes como yo, se está embolsando 132 euros a la hora, 5.280 a la semana, 21.120 al mes, 232.320 al año (considerando 11 meses de trabajo)...

¡¡¡Una injusticia que no tiene perdón de Dios!!!

Teutates dijo...

Gracias al cielo y a todos los astros, todavía no adolezco de este mal en grado severo, aunque entraditas si poseo. La solución más fácil y recomendada para los calvos de aeropuerto de cumbres, pasa por la adquisición de un cortapelos y con ello no volver jamás a la peluquería. Yo lo uso desde hace muchos años y son contadas las ocasiones en las que he pisado una peluquería a lo largo de mi vida (se cuentan con los dedos de una mano). Las autoridades no deberían inmiscuirse en este ámbito privado de la vida, aunque creo que los Podemitas llevan en su programa la nacionalización de las peluquerías y su gratuidad para calvos y melenudos, sobre todo para estos últimos ya que la utilización de este servicio público por los calvos lo considerarán, dependiendo del grado de alopecia, un abuso en la utilización de la cosa común.

López dijo...

Pues desde luego no será un drama de nuestro tiempo pero sí una desvergüenza por parte de los peluqueros.

Renato dijo...

Una solución a ello consiste en untársela con mantequilla o aceite de oliva de buena calidad. O sea untársela. O bien que alguien se la unte. Pedirlo sin timiez. Pues ello contribuye a la salud del cuero cabelludo, y al crecimiento del cabello.

Tábano porteño dijo...

¡La cuestión ya ocupó a otro cierto español!:

Calvo que se disimula con no ser cortés

Catalina, una vez que mi mollera
se arremangó, la sucedió... ¿Direlo?
Sí, que no se la pudo cubrir pelo,
si no se da a casquete o cabellera.

Desenvainado el casco, reverbera;
casco parece ya de morteruelo;
y, por cubrirle, a descortés apelo,
porque en sombrero perdurable muera.

Porque la calva oculta quede en salvo,
aventuro la vida, que yo quiero
antes mil veces ser muerto que calvo.

Yo no he de cabellar por mi dinero;
y pues de la mollera soy cuatralbo,
sírvame de cabeza mi sombrero.



Calvo que no quiere encabellarse

Pelo fue aquí, en donde calavero;
calva no sólo limpia, sino hidalga;
háseme vuelto la cabeza nalga:
antes greguescos pide que sombrero.

Si, cual Calvino soy, fuera Lutero,
contra el fuego no hay cosa que me valga;
ni vejiga o melón que tanto salga
el mes de agosto puesta al resistero.

Quiérenme convertir a cabelleras
los que en Madrid se rascan pelo ajeno,
repelando las otras calaveras.

Guedeja réquiem siempre la condeno;
gasten caparazones sus molleras:
mi comezón resbale en calvatrueno.

F. de Quevedo y Villegas

Suso dijo...

El otro día vi a un señor calvorota en la peluquería.

Le llegó su turno y le dijo el peluquero:

- Usted dirá.

- Quiero me corte el pelo,y me haga la raya , por favor.

- ¿A qué?- respondió- ¿a lápiz o a bolígrafo?

Aprendiz de brujo dijo...

A mi la calvicie me pone los pelos de punta....
Neri, a que es pretendidamente ingenioso mi comentario?.