miércoles, 2 de diciembre de 2015

LAS CAUSAS DE LA VIOLENCIA DOMÉSTICA



Los políticos, los gurús de los servicios sociales y las feministas se empeñan en hacernos comulgar con la rueda de molino de que la “violencia de género” no responde a factores económicos, sino a otros de tipo cultural y psicológico, o, lo que es lo mismo, que este drama afecta en la misma medida a toda clase de mujeres, dependan o no del sueldo de su marido, ya que se trata, más bien, de un problema de machismo estructural, definición de roles y dependencias emocionales.

Las razones de este argumentario, totalmente oxidado pero no por ello desechado por los partidos políticos y los medios de comunicación, son puramente estéticas. Decir a las claras que las mujeres con independencia económica no se dejan dar guantazos violaría las Tablas de la Ley de la corrección política. Una afirmación como esta sería considerada clasista y contraria a ese igualitarismo de escaparate que nadie se traga pero que tampoco nadie osa cuestionar.

Pero lo cierto es que las cosas son así, nos gusten o no, por mucho que manipulemos u ocultemos las estadísticas. Todos sabemos, porque no somos gilipollas, que incluso en un matrimonio del más alto nivel cultural y económico pueden darse situaciones de control abusivo, desprecio, agresividad y maltrato no solo físico sino en todas sus variantes, y que puede haber señoras con su carrera y su sueldo de postín que soporten este panorama por muy diversos motivos que pueden ir desde el miedo al qué dirán hasta una falta de carácter patológica. Pero también está muy claro que cuando episodios tan lamentables surgen en este tipo de entornos, la solución es bien simple y está al alcance de la víctima desde el minuto cero, cosa que no sucede en otros escenarios socioeconómicos.

No tengo ninguna duda de que cualquiera de mis amigas que trabajan podría dar con un energúmeno que, en un momento dado, les gritara de forma intimidatoria o incluso les arreara un bofetón. Pero también estoy seguro de que sería la primera y la última bofetada que sufrieran, pues al día siguiente ya no estarían conviviendo con el palomo, algo que por desgracia no pueden permitirse una ama de casa que jamás ha conocido el mundo laboral, una gitana sin ningún recurso o una inmigrante en paro cargada de churumbeles.

Es de cajón y lo ve hasta un niño. Podremos hacer todos los matices que nos apetezcan, pero lo normal es que una persona que sufre violencia se aleje de su agresor ipso facto. Es algo que tiene que ver con el más elemental instinto de conservación y por ello esta regla solo se rompe cuando dicha conservación no puede asegurarse más que conviviendo con el violento, por carecer de medios propios de subsistencia. Y en cuanto a las mujeres que dicen aguantar estas vejaciones por estar enamoradísimas, pues, en fin, qué vamos a decirles... Allá ellas y su concepto enfermizo del amor. Con su pan se lo coman.

Creer, como muchos se creen, que el maltrato familiar se manifiesta de la misma manera, tiene los mismos peligros y se explica por los mismos estereotipos de roles “machistas” sea cual sea el estrato social demuestra una ignorancia insultante sobre la evolución de las últimas décadas y la situación actual de las familias españolas. 

7 comentarios:

Capitán Alatriste dijo...

Hola, Sr. Neri,

Esta será una de las pocas veces en que discrepo con sus opiniones. Simplemente quería decir que conozco de primera mano no pocos casos cercanos de mujeres jóvenes, con una familia detrás que las apoya, estudios, amistades y un largo etcétera de elementos que nos haría suponer que no necesitan aguantar las barrabasadas de esta gente; pero que sin embargo son víctimas tanto o más que esos colectivos de mujeres tan vulnerables. Les excusan y perdonan igual con la esperanza de que cambien; se sienten igual de dependientes; les llegan a hacer creer los mismos complejos de inferioridad; las anulan igual como personas; y les zurran de la misma forma.

Yo también pensaba como usted hasta hace no mucho tiempo. Pero son ya varios años de ver que mujeres en la horquilla entre 20 y 35 años con las características que he dicho pasan por este mismo drama familiar y social.

Un saludo.

Aprendiz de brujo dijo...

Creo que tu entrada es aprovechable y certera pero incompleta. Acostumbras al tratar estos temas en incidir en lo tontos que somos por no no darnos cuenta y autonegarnos algunas evidencias ocultas por la corrección política; pero pudiera pensarse que tu también tapas partes esenciales y ramificaciones del problema igualmente indiscutibles.
La violencia de género es el resultado de bastantes factores: machismo, inseguridad masculina que deriva en un control insano,(es alarmante los problemas derivados de esta cuestión en parejas bien jovencitas), situaciones desfavorables para los hombres en las separaciones matrimoniales, trastornos psiquiátricos y por supuesto situaciones de dependencia económica aún existentes.
Es un problema complejo que conviene abordar desde múltiples prismas. El más importante sigue siendo la educación.
Buen jueves, viperinos.

Al Neri dijo...

No he negado ni tapado los factores mencionados por ustedes. Simplemente discrepo con las fuentes oficiales en el peso de cada uno de ellos. Una mujer con plena independencia económica y, en consecuencia (casi siempre), con una alta autoestima, dispone de los instrumentos necesarios para atajar el problema de forma rápida, eficiente e indolora.

Ello repercute en las cifras finales de violencia doméstica. Si se hiciera una estadística de las mujeres que alguna vez en su vida han sufrido episodios de maltrato (del tipo que sea), saldrían casos en todos los niveles económicos. Otra cosa sería una estadística de las féminas que permanecen años soportando este drama. Prácticamente solo saldrían casos de personas del más bajo nivel social y formativo, y con gran precariedad y dependencia económica.

Y si no lo lo ve usted, Brujo, es que de verdad es tonto, y dispense la manera de señalar.

También sería interesante una estadística sobre los hombres que sufren maltrato psicológico de sus mujeres. A lo mejor nos sorprendíamos.

Y por cierto, eso del machismo no existe, es una construcción conceptual feminista que no se sabe muy bien en qué consiste. El macho podía imponerse a la mujer cuando era el único que controlaba la pasta. Punto.

Aprendiz de brujo dijo...

Dispensado quedas.Yo no te puedo llevar la contraria porque creo que lo que dices es verdad, pero no toda.Y es verdad: hay muchos hombres que sufren maltrato piscológico. Es que no te pongo ni un pero. Tan solo creo que no lo cuentas todo.

Hay que ver como te pones.Pareces una gorda vieja y fea. Yo creo, sin embargo que eres un tío muy listo. Me pareces un brillante alumbrador de penumbras intelectuales.
Allá donde el pensamiento único, la corrección política y la progresía apagan las luces, Dios coloca un fascista.

Al Neri dijo...

Usted sí que parece que está colocado.

Teutates dijo...

Los escasos casos que he vislumbrado en mi profesión sobre este tema, me dicen (aunque la muestra quizá no sea significativa) que, para que exista un caso de violencia de género hacia una mujer, han de coincidir un hombre tipo "machomán" egocéntrico,dominador, "sabelotodo" sin escrúpulos y con muchas carencias personales y afectivas con una mujer sumisa, sin personalidad, idealizadora y esperanzada en que su "macho" cambie algún día. Efectivamente una mujer con recursos podrá mas fácilmente salir de esa situación que una sin un chavo, pero el problema de fondo no es monetario, ni de apoyos ni de recursos, es un problema psicológico y de formas de ser. La mujer maltratada, a pesar de vivir en un infierno, se suele creer enamorada de "su hombre" y suele perdonarle cualquier atrocidad con la falsa promesa de cambio por parte de él y con la utópica esperanza de un futuro mejor juntos por parte de ella. Lo que usted dice en su entrada es cierto, pero como le digo, las posibilidades económicas no eximen del sufrimiento y no lo aplacan.

Al Neri dijo...

En lo que le tengo que dar la razón, amigo Teutates, es en que las mujeres son más tontas que echar alpiste a los aviones.