jueves, 30 de abril de 2015

INTERVENCIONISTAS

Cuando alguien me insinúa que soy conservador, siempre respondo -y de verdad que sin ninguna retranca- que depende, que soy partidario de conservar lo bueno pero de barrer sin miramientos todo lo malo. Y algo parecido le contestaba ayer a uno que me decía que siendo yo “tan intervencionista”, estaría encantado con Podemos. Pues también depende. Yo solo defiendo que los poderes públicos intervengan cuando las intervenciones que pretenden me parecen adecuadas; solo apruebo la actuación del Estado en aquellos momentos, ámbitos y situaciones en que procede que actúe, y en la forma más conveniente. Y está claro que prefiero que un gobierno se inhiba a que se decante por determinadas modalidades de intervención. En ciertos casos y materias me parece mejor una Administración abstencionista, incluso de corte ultraliberal, que una muy proactiva pero impulsora de políticas erróneas y potencialmente dañinas para el interés general o nacional. Aunque también puede pecarse por omisión, parece más razonable quedarse quieto dejando las cosas como están que moverse para empeorarlas.

Vamos, que no todos los “intervencionistas” somos amigos, pues cada uno queremos que se intervenga de una manera distinta, y a veces preferimos que no se intervenga a que se haga como quieren otros.

Es de cajón, ¿no?

Prometo que no me estoy cachondeando. Cada uno que interprete mis palabras como quiera.

3 comentarios:

Tábano porteño dijo...

Umberto Eco interpretó el fascismo de este modo:

“El Fascismo (era) un collage de distintas ideas políticas y filosóficas, una colmena de contradicciones. ¿Se puede, acaso, concebir un movimiento totalitario que logre juntar monarquía y revolución, Ejército real y revolución y la milicia personal de Mussolini, los privilegios concedidos a la Iglesia y una educación estatal que exaltaba la violencia, el control estatal absoluto y el mercado libre?" (artículo "Los nombres del fascismo").

Bueno, uno, perplejo, podría decir que parece tener razón el semiólogo en su lógica implacable ... pero sin embargo ese movimiento que no podría concebirse gobernó durante 20 años (y los últimos en la guerra más terrible que conozca la historia).

tomae dijo...

Neri, este discurso me parece algo caduco y se parece en términos económicos (por eso lo de caduco) a los que apuestan por el crecimiento versus los que apuestan por el reparto de la riqueza; los primeros serían los conservadores o los de derechas y los segundos los progresistas o de izquierdas –posiblemente más de lo mismo-.

La crítica de los que apuestan por el crecimiento como primer objetivo es que si optas por el reparto corres el riesgo de repartir pobreza; mientras los que optan por el reparto de riqueza critican a los primeros porque ese crecimiento solo lo disfrutan unos pocos.

Todo esto forma parte de los modelos económicos de años a, con el difunto Keynes o el propio Adam Smith como impulsores de sus teorías.
Pero ya que menciona usted al Estado, y mi visión de que estas teorías están algo caducas es porque cada vez los Estados son menos soberanos y las grandes decisiones (al menos las económicas y que determinan la posibilidad de intervenir o no) se toman fuera de los Estados, Los parlamentos nacionales y las poltronas de los escaños que la política si les hace conservar … sea bien Bruselas, Franckfurt o las propias Islas Caimán o el mismo Gibraltar donde más de un fondo buitre tiene domiciliada su sede.

Buen “trindesemana” a todos.

Al Neri dijo...

Bueno, Tábano, pero yo no había hablado de fascismo.

Mussolini, 1920: "Nosotros hemos rasgado todas las verdades reveladas, hemos escupido sobre todos los dogmas, hemos rechazado todos los paraísos y escarnecido a todos los charlatanes".

Mussolini, 1921: "El fascismo no es una iglesia, sino más bien una palestra. No es un partido, es un movimiento. No tiene un programa utópico para el año dos mil, por la sencilla razón de que el Fascismo construye día a día el edificio de su voluntad y de su pasión".

Tomae, certera reflexión la de su último párrafo, que nos recuerda que la prioridad debería ser la recuperación de la soberanía por encima de otras cuestiones.