Como hombre a caballo entre el idealismo y el pragmatismo, perdido a medio camino entre la practicidad y la belleza, entre la poesía y la técnica, son comprensibles mis dudas al elegir las camisas que debo comprarme. Nunca tengo claro si debo escogerlas con o sin bolsillo.
Dicen que el bolsillo de la pechera izquierda de las camisas está muy pasado de moda y además es muy cutre llevar ahí el bolígrafo y no digamos el móvil, pero a mí me sigue gustando. Aunque reconozco que las camisas sin bolso son mucho más elegantes, formales y estilizadas, y que seguro que su diseño está concebido precisamente para evitar que gañanes como yo llevemos el saquillo lateral lleno de cachivaches y colgando como una alforja, qué quieren que les diga, pero yo le sigo teniendo cariño al diseño de toda la vida.
Aunque al trabajo llevo siempre americana, es cierto que me la quito a menudo, sobre todo por las tardes, cuando estoy sentado frente al ordenador o leyendo en el escritorio. A veces también me olvido de ponérmela, si hace calor, cuando recorro la oficina haciendo gestiones o incluso en alguna reunión. Ya sé que es una costumbre un tanto hortera, pero qué le vamos a hacer. Lo cierto es que el bolsillo en estos casos me parece de lo más práctico, pues los días que visto una camisa sin él siempre me olvido la pluma en mi mesa o en mi chaqueta, y si necesito tomar alguna nota algo tengo que regresar corriendo a mi despacho a por ella.
Con el smartphone me pasa parecido. Un compañero se desgañita previniéndome de los riesgos de exponer mi corazón tan directamente a las ondas electromagnéticas, pero entre que soy bastante escéptico con esos temas y que me parece de lo más cómodo llevar el móvil a la altura del pecho, nunca le he hecho ni puñetero caso.
Lo que me da rabia es que las camisas desprovistas de bolsillo me encantan, a pesar de sus engorrosos inconvenientes. Por eso suelo comprar la mitad de un tipo y la mitad de otro, y así puedo disfrutar al cincuenta por ciento de las ventajas de cada uno. Pero debo confesar que a esta postura salomónica ha contribuido en gran medida el hecho de que a veces no hay forma saber si una camisa empaquetada tiene bolso, y como siempre las compro sin probármelas, solo mirando la talla, las acabo eligiendo más o menos al buen tuntún, y suele salir esa proporción, que me parece justa aun a sabiendas de que los días que me toca ir sin bolsillo tengo el doble de posibilidades de perder la estilográfica o el teléfono.
Dicen que el bolsillo de la pechera izquierda de las camisas está muy pasado de moda y además es muy cutre llevar ahí el bolígrafo y no digamos el móvil, pero a mí me sigue gustando. Aunque reconozco que las camisas sin bolso son mucho más elegantes, formales y estilizadas, y que seguro que su diseño está concebido precisamente para evitar que gañanes como yo llevemos el saquillo lateral lleno de cachivaches y colgando como una alforja, qué quieren que les diga, pero yo le sigo teniendo cariño al diseño de toda la vida.
Aunque al trabajo llevo siempre americana, es cierto que me la quito a menudo, sobre todo por las tardes, cuando estoy sentado frente al ordenador o leyendo en el escritorio. A veces también me olvido de ponérmela, si hace calor, cuando recorro la oficina haciendo gestiones o incluso en alguna reunión. Ya sé que es una costumbre un tanto hortera, pero qué le vamos a hacer. Lo cierto es que el bolsillo en estos casos me parece de lo más práctico, pues los días que visto una camisa sin él siempre me olvido la pluma en mi mesa o en mi chaqueta, y si necesito tomar alguna nota algo tengo que regresar corriendo a mi despacho a por ella.
Con el smartphone me pasa parecido. Un compañero se desgañita previniéndome de los riesgos de exponer mi corazón tan directamente a las ondas electromagnéticas, pero entre que soy bastante escéptico con esos temas y que me parece de lo más cómodo llevar el móvil a la altura del pecho, nunca le he hecho ni puñetero caso.
Lo que me da rabia es que las camisas desprovistas de bolsillo me encantan, a pesar de sus engorrosos inconvenientes. Por eso suelo comprar la mitad de un tipo y la mitad de otro, y así puedo disfrutar al cincuenta por ciento de las ventajas de cada uno. Pero debo confesar que a esta postura salomónica ha contribuido en gran medida el hecho de que a veces no hay forma saber si una camisa empaquetada tiene bolso, y como siempre las compro sin probármelas, solo mirando la talla, las acabo eligiendo más o menos al buen tuntún, y suele salir esa proporción, que me parece justa aun a sabiendas de que los días que me toca ir sin bolsillo tengo el doble de posibilidades de perder la estilográfica o el teléfono.
8 comentarios:
Pues yo siempre con bolsillo y el bolígrafo dentro (pluma no, que son ya muchas las camisas masacradas) Un bolígrafo en la calle y dos en el trabajo.
Pues para trabajar con bolsillo, y para salir sin bolsillo.
Mi tocaya y yo no estamos de acuerdo ni en esto: para salir camisas con bolsillo, con vaqueros y por fuera, (para que no se nos note la lorcilla cabrona). Para americana y traje, -sobre todo en este caso-, sin bolsillo. Sea en el trabajo o en una boda.
Los bolis y plumas en el bolso de la camisa en ningún caso.
Con bolsillo, es muy práctico.
Me importa un pimiento que esté pasado de moda, ya volverá a estar de moda, aunque me seguirá dando igual.
Me importa un pito que no sea elegante. A mi me gusta, y me gusta usar este bolsillo.
Además, hablando de camisas horteras, ¿qué opinan de las camisas de manga corta en verano? Porque esto si que es un tema esencial, más que el detallito del bolsillo.
Y para completar el tema, ¿que tal las camisas de manga corta, con bolsillo, botoncitos en el cuello y completando el atuendo una corbata? En verano hay quien va así a la oficina.
Yo creo que terrible. En mi opinión es más adecuado ir con un polo de manga corta o una camisa remangada; que con una camisa de las mencionadas y corbata.
Levi's tiene camisas de sport de manga corta muy bonitas.
Está genial no coincidir, así siempre hay debate y no nos aburrimos.
Yo sinceramente es que no me planteo estos detalles de la moda masculina, pero si en el trabajo se va dejando la pluma por ahí por no llevar bolsillo, es más práctico que se ponga esas camisas para trabajar. Y para salir el bolsillo no lo necesita para nada. Además, pensando, mis amigos que son muy elegantes no llevan camisas con bolsillos.
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